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1.2.24

la ruta de la edición: homo faber

 Preguntas a editorxs

Hoy responde Mariano Gigena, de homo faber


Podrías definir tu proyecto editorial. ¿En qué año arrancó? ¿Cuántos títulos lleva publicados desde entonces? ¿Quiénes son lxs editores?

homo faber es un proyecto de edición artesanal que comenzó en el 2020, o sea en plena pandemia y cuarentena, así que el primer título, que fue Aguafuertes de la delincuencia de Roberto Arlt, circuló exclusivamente por correo. Hasta hoy la editorial lleva editados diez títulos y un poco la idea es desarrollar un catálogo que crezca entre lo que se llama no ficción, con sus infinitas formas de hibridación y el arte contemporáneo.

Gran parte de las tareas las hago yo, como editar, diseñar, imprimir o encuadernar, pero también trabajo con gente que se sumó y realizan distintas actividades que van desde la serigrafía de las cubiertas hasta la traducción de una obra, así que lo entiendo como un proyecto colectivo.

¿Qué estás leyendo?

Ahora estoy de vacaciones de mi trabajo docente así que ando con varias lecturas en simultáneo. Estoy terminando de leer Una introducción de Ezequiel Alemian, recién empecé Minotauro, una biografía sobre Paco Porrúa que editó Tren en movimiento y después estoy leyendo algunos materiales de Pettibon que hay en internet.

¿Cuáles son esos autores a los que siempre volvés?

Como ya releo mucho para el proyecto, casi las únicas lecturas a las que vuelvo son de poesía, sobre todo de poesía argentina y entre las relecturas siempre están Gianuzzi, Zelarayán, Gambarotta y algunos otros poetas de los 90’.

¿Cómo seleccionás los proyectos para publicar?

Los proyectos que termino llevando adelante siempre aparecen entre las líneas que veo que se van dibujando en el catálogo y lo que pasa alrededor mío y de la editorial, los lugares por donde me muevo, las personas que conozco. Hay una tensión entre esos dos planos que siempre me parece muy vital, muy orgánica y a la vez propositiva y eso me gusta. Los primeros títulos estuvieron planificados con bastante anterioridad, partían de la sola idea del catálogo y ya hace un tiempo que los últimos títulos toman cuerpo de un modo un poco mas espontaneo, en diálogo también con lo que pasa alrededor. Por ejemplo cuando publicamos Memorias de Guy Debord, que tiene una traducción bellísima de Bárbara Belloc, Federico Barea se interesó en el libro, así que una vuelta nos juntamos en La Academia a charlar, tomamos una birra y le alcancé un ejemplar. Pero a partir de ese encuentro y de compartir el gusto de la lectura por la obra de William Burroughs empezamos a pensar en traducir y editar algo de él, lo que finalmente terminó en la publicación de los Diarios del retiro.

¿Qué tipo de proyectos estás buscando actualmente y qué géneros le interesan especialmente?

De a poco estoy intentando trazar algunas líneas nuevas en el catálogo, pero todo lleva mucho tiempo. Una es la de narrativa argentina de no ficción contemporánea, otra de una escritura más intima, ligada a los diarios y a las cartas  y una tercera que trabaja con el registro oral. Dentro de esta última línea, para febrero, vamos a publicar una conferencia que dio Carlos Monsiváis en una de sus visitas a Buenos Aires que se llama La performance como religión, la religión como performance.

¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito?

Hasta el momento no tuve la posibilidad de trabajar con manuscritos, siempre edité obras que ya habían sido publicadas anteriormente, pero me parece que cada proyecto de publicación tiene un proceso de lectura particular. Hay proyectos que implican procesos de lecturas más extensos, más amplios, como la antología que hicimos de Kordon, otros, como en la traducción de una obra, la lectura necesita más del diálogo, del ida y vuelta, la puesta en común.

¿Qué tiene que tener un libro para que les interese publicarlo?

Lo primero que se me ocurre decirte es que tiene que poder ser parte de la idea de catálogo, pero claramente no alcanza con eso. Hay muchísimas obras de no ficción que por infinidad de motivos no me interesaría publicar. No sé si podría definir que es que le debe tener, pero si lo puedo identificar, y eso ocurre un poco intuitivamente. Cuando Combi se acercó con la propuesta de editar su obra, lo vi, estaba ahí lo que debía tener y no dudé. Supongo que lo que más me interesa es cuando encuentro en las obras determinadas estéticas o voces que me resultan además de cercanas, muy singulares en su apuesta y por eso son capaces de aportarle un matiz, un tono personal a esa tradición donde se mueven.

¿Cuánto intervenís en los textos que publicás?

Como lo publicado hasta ahora son reediciones tuve poca posibilidad de intervenir en los textos, más allá de algunas correcciones, notas o de pensar la selección y el ordenamiento en algunas antologías. En el libro que más intervine hasta el momento fue el Manual del Pintor Oficinista de Mariano Combi, que es una serie de dibujos sobre los clichés del pintor y el mundo de la pintura del siglo XX. Cuando me llegó la obra ya estaba bastante terminada, pero la intervención fue alrededor de pensar la narrativa que desarrollaba los dibujos, trabajar sobre ese juego de variaciones y repeticiones que propone y afinar el ritmo del relato. Siempre tratando de calibrar lo que el autor quiso expresar con la obra.

¿Qué relación buscás entre el arte de tapa y el texto que presenta?

En primer lugar me interesa mostrar que el libro es artesanal, por eso uso la serigrafía para estampar las cubiertas y no offset o digital. En cuanto a lo específico de la tapa y mas allá de lo que es necesario comunicar de la obra como el título, el autor o la editorial, me interesa generar una pregnancia pero que vaya de la mano de poder instalar algún interrogante, que no sea solo llamativo o lindo, intento que despierte la curiosidad y la persona quiera abrir el libro. Claro que a veces pasa y a veces no, es solo una intención.

¿Por qué elegiste, como editor, hacerte cargo de la manufactura y producción de los libros?

Digamos que fue al revés: sin la posibilidad de editar de forma artesanal jamás se me hubiera ocurrido construir un proyecto editorial. Pensé que era posible editar, ocupar ese lugar, solo después de conocer proyectos editoriales como fue hace muchos años cuando supe de la existencia de Eloísa Cartonera o más acá en el tiempo Barba de abejas.

Después pasó que en mi casa tenía un espacio para armar el taller, una pequeña impresora Brother y además venía de experiencias con el trabajo artesanal que siempre me resultaron muy placenteras. Otra cuestión que me motivó y me hizo verlo posible fue el económico. Como uno puede hacer tiradas chicas (impresiones de treinta, cincuenta ejemplares) la inversión es mínima, lo necesario para hacerse de un tonner, cartulinas y un par de resmas de bookcel. La edición artesanal en ese sentido brinda una autonomía muy grande.

¿Qué consejos le darías a lxs futuros editores que quieren arrancar un proyecto editorial?

Que piensen en la posibilidad de editar artesanalmente, en la posibilidad de formarse en la edición y el diseño de forma autodidacta. Ver el hazlo tu mismo como una posibilidad. Antes de que exista la carrera de edición, hubo un montón de editores, entre ellos algunos geniales. Me parece que a veces la exigencia de ser profesional acobarda a personas que podrían hacer cosas hermosas. Después hay un montón de maneras de formarse: a través de libros, tutoriales, en el mismo trabajo con colegas muy generosos que te ayudan.

Otra cosa que me sirvió es identificar mis propios tiempos y los del proyecto, no dejarme correr por nada ni por nadie, el trabajo de edición es muy procesual, las obras, las ideas, las relaciones, llevan tiempo para que maduren, para que encuentren la forma adecuada. Incluso lleva tiempo deshacerse de ideas que por diferentes motivos no van, poder soltarlas y para eso es imprescindible no precipitar los tiempos.

Y un último consejo es encontrar aliados al proyecto y trabajar juntos, es fundamental.

¿Cómo ves el futuro del mercado editorial y cómo esperás que cambie en el futuro?

Lo veo complicado por varios aspectos. Me parece que hay algunos problemas estructurales como el monopolio del papel que existe en Argentina y otros más coyunturales, pero dramáticos, como es la Ley Ómnibus que se quiere aprobar en estos días y que incluye la derogación de la Ley de Precio Único del libro. Esto, de aprobarse, sería un golpe muy duro, no solo para el sector, sino para la sociedad en su conjunto, así que toda iniciativa es válida y hay que acompañarla. Pero en definitiva son todos problemas de orden político y creo que esta situación se puede cambiar, revertir, solamente a partir de la capacidad de respuesta y movilización que tengamos.

4.9.23

La ruta de la edición: CORAZÓN DE PERRX

 


Preguntas a editorxs
Hoy responde CORAZÓN DE PERRX

 

 

Podrían definir su proyecto editorial. ¿En qué año arrancó la editorial? ¿Cuántos títulos llevan publicados desde entonces? ¿Quiénes son lxs editores?

Nuestro proyecto editorial comenzó en 2019 con la idea de ayudar a un amigo a publicar su investigación y a partir de ahí no paramos hasta la actualidad. El objetivo que nos propusimos fue dar espacio y dentro de nuestra limitaciones colaborar económicamente para que lxs autores puedan publicar sus trabajos. Hasta el momento llevamos publicados 4 títulos: La cultura skinhead antifascista, Punk for export, A quien corresponda y La Madona de Sorata: crónicas de indígenas lgtbq en Bolivia. Lxs editores somos Matías Borsani y Andrea del Zotto.

 

¿Qué están leyendo?

Biografia de Jose Ignacio Rucci de Luis Beraza y la saga Dinosauria con nuestra hija.

 

¿Cuáles son esos autores a los que siempre vuelven?

Rafel Barret y Juan Gelman

 

¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito?

Lo primero que hacemos es leer el trabajo por separado y a partir de ahí intercambiar puntos de vistas y potencialidad del escrito. Por lo general decidimos editar cuando ambos tuvimos la misma sensación sobre lo leído.

 

¿Qué tiene que tener un libro para que les interese publicarlo?

Tener algo nuevo, ya se su temática, su forma de escritura y la propuesta artista.

 

¿Cuánto intervienen en los textos que publican?

Eso depende las características del trabajo, en el caso de ser una investigación de tipo académica intentamos siempre que sea accesible para un público no académico. Por otro lado, tratamos de pensar un perfil de lector y a partir de ahí pensar los cambios o sugerencias.

 

¿Qué relación buscan entre el arte de tapa y el texto que presenta?

Al ser una editorial nueva, es fundamental para nosotros que la tapa llame la atención a primera vista, por lo tanto intentamos que sea llamativo desde todo punto de vista. 

17.5.23

La ruta de la edición: KUNSTFLUG EDICIONES

 


Seis preguntas a editorsx
Hoy responde Julieta Messer de Kunstflug ediciones



Nuestra editorial se llama Kunstflug ediciones y actualmente nos distribuye Waldhuter libros. El nombre de la editorial es una palabra en alemán que significa “Acrobacia áerea”. Me gustaba la idea de que editar es algo medio acrobático, que tiene que ver con el vértigo y con el concepto artístico de ese vuelo. De hecho, en alemán “Kunst” es arte y “Flug” es vuelo. Pero las palabras combinadas significan “Acrobacia aérea”. Soy yo sola editando y trabajo con un maquetador que se encarga del armado del libro y del diseño de las tapas. Arrancamos hace seis años. Por el momento tenemos siete títulos. Publicamos varios géneros: crónica, teatro, poesía, etc.- No hay un criterio: me interesa un libro y voy y lo publico.


¿Qué estás leyendo?

Leo varias cosas a la vez -siempre-, mientras preparo el último final de mi carrera (Lic. en Artes), tengo a mi lado varios libros diferentes para ir mechando entre el material académico y algo menos árido. En este momento volví a re-leer un libro que me gusta mucho que se llama “¿Cuánta tierra necesita un hombre?” de Tolstoi. También siempre anda por ahí alguna antología de poemas de William Blake que funciona casi a modo de oráculo de mesa de luz. Y siempre revolotea el muy vigente libro de Foster Wallace “La broma infinita”. En el medio sigo estudiando y tengo apuntes tirados por todos lados: Brecht, Pasolini, Ricoeur, cosas académicas. Dentro de poco termina este -bello- martirio.


¿Cuáles son esos autores a los que siempre volvés?

Los rusos, casi todos: todo lo que sé de literatura lo sé de los rusos. Bueno y de Kafka también, la verdad. También me gusta mucho Flaubert, pero no todo, algunos de sus libros. Y poesía leo bastante, me gusta mucho Yves Bonnefoy por ejemplo. No leo mucha literatura contemporánea. Prefiero leer literatura clásica. Igualmente trato de estar al tanto de los contemporáneos, porque además de la editorial, tengo una librería y estoy permanentemente en contacto con libros nuevos. Siempre aparecen algunas joyitas, esas pequeñas revelaciones contemporáneas como por ejemplo Alejandra Kamiya, una escritora excelente que escribe unos cuentos que son realmente muy buenos, con un muy buen nivel.


¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito?

Es un proceso bastante obsesivo. Leo de 7 a 10 veces el manuscrito. Siempre algo se te pasa cuando empezás en el proceso de corrección, pero en general venimos bien y el máximo de errores una vez impreso el libro puede ser uno o dos. Es difícil cuando estás muy sumergida en un texto, entrar en una cosa estéril y objetiva. Antes de leer completo un manuscrito, igual siempre pedimos un resumen y el primer capítulo, en general se ve enseguida si el libro va a interesar o no. Es algo muy personal, realmente.


¿Qué tiene que tener un libro para que te interese publicarlo?

Tiene que ser original, genuino, en lo posible apolítico. No panfletario. O sea, puede describir a través de la narrativa o crónica un momento histórico, pero sin dejar una marca tendenciosa. Porque ya de por sí el libro es un dispositivo para pensar. Que cada persona cuando lo lea piense lo que quiera, pero no me interesa que el libro tenga una marca fuerte “de bandos”. No soy una editorial que busca hacer marketing con eso. Todo lo contrario: mi editorial pierde plata o la recupera tarde. El libro que edito tiene que ser acerca de un tema en dónde se note que quién escribe es curioso y tiene intereses relacionados con algún género literario. Luego claro la originalidad de cómo escribe. Es decir: forma y contenido. Todo es importante. También tengo que llevarme bien con el autor/a. Que entienda que una editorial pequeña en principio pierde plata o la recupera tarde -como dije antes- Pero que su porcentaje de precio de tapa que acordamos siempre se le va a liquidar en tiempo y forma. No cobro por editar los libros, leo algo, me gusta, lo edito. Me hago cargo de todo. Es un poco un hobby caro, pero con responsabilidad de ir formando un catálogo de calidad, con libros cuidados en todo el proceso de edición.


¿Cuánto intervenís en los textos que publicás?

Hago sugerencias de todo tipo, sin tratar de comprometer a la persona que escribe en que me diga que SÍ a tal o cual cosa. Por ejemplo, tratamos de consensuar el diseño gráfico de la tapa haciéndole llegar varias versiones. En general los escritores tendemos a escribir más y a tener poco poder de síntesis, entonces también puedo sugerir hacer “recortes” en pequeños pasajes que me parecen redundantes. Trato de meterme lo menos posible, pero a veces es interesante una mirada externa, en este caso la mirada de la “Editora”, o sea yo, jaja, para poder tener una persona externa que ve de otra forma el corpus y que a partir de esa mirada nueva, da sus propias opiniones, en general es una negociación permanente.


¿Qué relación buscás entre el arte de tapa y el texto que presenta?

En primera instancia que la tapa tenga un mensaje claro, que no sea para nada críptica, que no tenga demasiada información. Sino que simplemente refleje el contenido del libro de un solo pantallazo. Prefiero lo antiguo que lo moderno. No me interesa una tapa barroca. Prefiero que sea visualmente atractiva sin ser muy ornamentada. Me gusta lo clásico y lo colorido. No me gustan las tapas que melancolizan los interiores, todo se trata de poder buscar una coherencia entre lo que editamos, lo que quieren los autores/as y lo que es más “vendible”. Equilibrio difícil pero no imposible. Es cuestión de tener en cuenta a todos/as y trabajar con mucho ahínco y también con mucha alegría.

19.4.23

La ruta de la edición: CENCERRO

Preguntas a editorxs

Hoy responden José Fraguas y Santiago Erausquin de Cencerro



¿En qué año arrancó la editorial? ¿Cuántos títulos llevan publicados desde entonces? ¿Quiénes son lxs editores?

JF: El nombre de la editorial dice mucho sobre su identidad y se vincula a varias cosas. Es una cita de un diálogo de la película La flor de mi secreto de Almodóvar en la que la madre de la protagonista le dice a su hija que acaba de separarse de su marido que se ha quedado “como vaca sin cencerro”. En 2003 yo me encontraba un poco así porque estaba recién separado pero la metáfora es de todos modos reveladora de una situación existencial humana básica, la de estar desorientado, sin rumbo, sin ritmo, etc. En ese momento fundar el sello fue un intento más intuitivo que consciente de orientar los esfuerzos, la creatividad, el deseo a través de un proyecto colectivo. El cencerro, palabra que tiene de por sí un sonido muy particular, es también un instrumento musical y la editorial empezó publicando poesía. Además está vinculado a un animal del paisaje argentino, la vaca, que es al mismo tiempo una suerte de arquetipo universal asociado a la fertilidad, la generosidad, la vida y la serenidad.

Cencerro nació en 2003 inspirado en las plaquettes que editaban Vox y B&F pero también en la primera autora que publicamos, la artista visual Lulú Jankilevich, que creaba con muy pocos elementos, tules y luces sobre todo, un ambiente de fantasía en su casa y compartía sus poemas y fotos en copias que uno podía encontrar desparramados por ahí y llevarse. Fue muy importante también encontrar espacios apropiados y amigables para hacer las presentaciones que fue primero el club Mantis de Beto Fabbiani que estaba en la esquina de la calle Pringles y el pasaje Obrero Nuñez, construido sobre el solar en el que funcionó una calesita durante por muchos años, y luego el Multiespacio Pasco que funciona en un viejo caserón en el barrio de Balvanera.  El diseño de las tapas lo realizó Diego Jankilevich hasta que en 2005 se sumó Santiago Erausquin que además de ser editor se ocupa desde ese momento de todo el diseño interior y el arte de los libritos. Hemos publicado trece libros de poesía, quince de narrativa, tres obras de teatro, siete clásicos, un ensayo y dos antologías. Desde el principio apostamos por la potencia de lo micro que se manifiesta tanto el tipo de fabricación artesanal del libro como en las tiradas pequeñas y el precio accesible de los ejemplares. 

SE: Cencerro tiene muchos aspectos hermosos, pero uno de los más interesantes es que se trata, estrictamente, de un proyecto sin fines de lucro, que no intenta poner en circulación grandes cantidades de ejemplares, ni tener una distribución convencional. Pero sí pone el acento en el mimo, en el afecto con el que se confeccionan los libritos, la celebración de poder presentarlos, la alegría de que se agoten.

Para mí Cencerro es José Fraguas. Y fue conocerlo a él y entrar en mundo Cencerro. Yo no dejo de hacer presente al sello editorial de la vaquita con ojos desorbitados en cualquier emprendimiento que realice: videos o registros audiovisuales de muestras de pintura, presentaciones, lo que sea, Cencerro está en los créditos acompañándome, porque me acompaña siempre Jóse.

 

¿Qué están leyendo?

JF: Estoy leyendo Huaco retrato de Gabriela Wiener, Nadja de André Breton y La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica de Mario Praz. Increíblemente también un texto que aborda específicamente el tema de la ruta de la edición: El libro en movimiento. La política autónoma y la ciudad letrada subterránea de Magalí Rabasa, editado por Tinta Limón en 2021. La autora propone entre otras cosas pensar al libro de edición independiente como un fenómeno vivo, indisociable del modo en que se fabrica, los contenidos que hace circular, las redes alternativas que establece, etc. 

SE: Claus y Lucas, de Agota Kristof. Tiene varios asuntos que me interpelan últimamente: guerra, niños, adolescentes, hermanos gemelos, madres abandónicas, abuelas desalmadas, cementerios, soldados, amistad, humor, locura, lugares extraños y amenazantes, cuartos de hotel, trenes… y desde la forma las diferentes voces en primera persona, la prosa limpia y directa, cierta amabalidad para el lector.

También estuve leyendo un libro sobre la vida y obra de Thomas Eakins, un pintor estadounidense de fines de siglo XIX, famoso por sus clases de dibujo con modelo vivo y desnudo, que parece que protagonizó más de un escándalo. Lo sigo hace bastante por sus trabajos que no son muchos, lamentablemente.


¿Cuáles son esos autores a los que siempre vuelven?

JF: Marosa Di Giorgio, Hebe Uhart, Mario Levrero, Felisberto Hernández, Héctor Viel Temperley, Aurora Venturini. Cuando estoy desconectado, angustiado, escéptico o no sé bien qué leer, recurro a El final de la historia de Lydia Davis, una novela que sin ser afectada ni literatosa habla, entre muchas otras cosas, de la escritura, la lectura y la memoria y santo remedio.     

SE: La casa de Bernarda Alba y la poesía de Federico García Lorca; Los miserables de Victor Hugo; Rosaura a las diez de Marco Denevi; Guan tu fak de Alejandro Lopez; las crónicas y cuentos de Alejandro Dolina.

 
¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito?

C: Casi todo lo que nos llega está casi listo para ser publicado. Lo revisamos para que no tenga erratas y vamos pensando en prólogo, contratapa, tapa. El manuscrito se va transformando así en libro y en el proceso nos comunicamos con otros escritores y artistas que colaboran en la edición y/o en la presentación que consideramos una oportunidad también para el encuentro y la fiesta.

 

¿Qué tiene que tener un libro para que les interese publicarlo?

C: No pensamos en un autor ni en un lector abstracto, la edición está atravesada por afectos, diferentes tipos y grados de empatías y afinidades, historias compartidas. Todo comenzó en parte como un juego y nos gusta que los autores no se tomen demasiado en serio a sí mismos, que no los devore el rol o la pose de escritor. Eso no quiere decir que sean personajes o hagan un personaje como parte de su propuesta estética. Si hay alguna solemnidad o seriedad es la que requiere la entrega y el amor al juego.

 

¿Cuánto intervienen en los textos que publican?

JF: Al principio la torpeza, la inexperiencia y la soberbia juvenil hacían que me metiera demasiado. Con el tiempo comprendí que está muy bueno cuidar y curar lo que se publica pero en un proceso en el que se aúnan esfuerzos del autor y el editor para que quede “objetivamente” lo mejor posible. Tratar de evitar entonces en lo posible el capricho personal, el perfeccionismo insensible, el detallismo improductivo, la corrección vinculada a la obsesión inconducente.

SE: Agregamos a veces prólogo e ilustraciones y una contratapa.  Hay que tomar decisiones en función del espacio, la distribución del texto en las páginas, la articulación con las ilustraciones si las tiene.

 

¿Qué relación buscan entre el arte de tapa y el texto que presenta?

 JF: Uf, es un tema que nos interesa de los pies a la cabeza. La tapa es el rostro del libro y uno desea que sea siempre la mejor posible. Como en muchas otras cosas demanda alcanzar un delicado equilibrio: tiene que relacionarse con el contenido sin ser demasiado obvio, responder a la poética de la obra, decir algo por sí misma. A todo esto la experiencia enseña que muchas veces aparece medio involuntariamente.  

SE: Tratamos de ponerle onda. Hemos realizado con la técnica de grabado y el esténcil tres tapas logradísimas. Me refiero al proceso de hacer esas tapas que fue muy lindo, que es clave en Cencerro. Los libros de poemas presentan los desafíos más atractivos: tratamos de buscar imágenes que no sean literales, pero que ambienten el relato, que le aporte, que funcione como un paratexto que habilite la interpretación.

 

¿Qué consejos le darían a lxs escritorxs que buscan publicar sus obras?

JF: Que conciban la tarea de escribir como una artesanía que requiere tiempo, concentración y que tiene sentido en sí misma. Es importante también trabajar el vínculo propio con la palabra que es un bien social, comprender cómo y para que se la usa, percibir la relación con la oralidad, con lo inconsciente. Es una tarea infinita y enriquecedora. Y desarrollar conciencia y sensibilidad sobre eso es una vía indirecta para que las cosas que se producen “sin querer queriendo” estén listas para compartirse. Nos ha ocurrido varias veces cuando quisimos publicar un texto que el autor se negara por juzgarlo poca cosa. “Esperen que escriba algo mejor”, dijo alguien que había escrito unos monólogos divertidísimos. Hay que ser crítico con lo que uno hace pero nunca dejar de mirarlo con buenos ojos. Ponerse en el lugar de juez implacable como en muchos ámbitos de la vida no lleva a buen puerto.


SE: Les diría que lo hagan, que tengan en cuenta las distintas alternativas pero que no pierdan esa magia de la creatividad, ese regodeo en el proceso más esencial del vínculo con la escritura, ese carácter de artesanía que mencionaba José. Cencerro tiene eso. Y celebrar la publicación, porque publicar es poner al servicio del otre un discurso, una manera otra de ser y leer al mundo.

16.3.23

La ruta de la edición: TAMMY METZLER

 


Preguntas a editorxs
Hoy responden Ignacio Barsaglini y Mara Pedrazzoli de Tammy Metzler

 

¿En qué año arrancó la editorial? ¿Cuántos títulos llevan publicados desde entonces? ¿Quiénes son lxs editores?

BARSA: Alguna vez pusimos en un catálogo de feria: Tammy Metzler es amor, amigxs, poesía, drogas, ovnis. La editorial empezó en 2013, así que este año se cumplen 10 años. Llevamos publicados 35 títulos aprox. Somos Ignacio Barsaglini y Mara Pedrazzoli.

MARA: Éramos pequeños, nos conocíamos a través de algo que no podíamos explicar pero tenía un mismo sonido en todos nosotros que nos fuimos haciendo amigos. Hoy tenemos una historia y una editorial que sigue siendo pequeña pero cumple 10 años.

¿Cómo describirían el estilo editorial de Tammy Metzler y su filosofía?

Creo que lo describiríamos como algo fresco, una mantita, donde se publica a poetas, artistas, algunxs narradorxs y ensayistas. Me gusta pensar que la Tammy Metzler de la película existe. Hoy en día diría que es alguien parecida a Florencia Méttola, que es una autora tucumana, intensa pero también cute con su mundo íntimo muy desarrollado.

¿Qué están leyendo?

BARSA: A los hermanos Manuel y Ezequiel Alemian, me interesan ellos dos, son como islas en el mundo literario. Cada vez que sale algo trato de conseguirlo. Me pasaba con Aira pero ya me dejó de pasar, así que ahora me pasa con ellos. Otra lectura reciente es Bárbara Wapnarsky, que me parece una muy buena narradora y que me gustaría que publique en Tammy algún día. Después lecturas de ajedrez y programación.

MARA: estoy leyendo a Carolina Sanín, que tiene un estilo medio Aira, es muy profunda, pensante y me deja un poco fascinada. También leyendo algunos libros de la editorial Caleta Olivia. Y, te vas a reír, pero El cangrejero de Javier Fernández Paupy. Y otros dos libros sobre política y la sociedad digital.

¿Cuáles son esxs autorxs a lxs que siempre vuelven?

BARSA: Creo que por cercanía y amistad la poesía de María Lucesole siempre está muy cerca. Porque la voy a verla a lugares donde lee, como fan. Y me parece importante su presencia en la Poesía Argentina.

MARA: Vuelvo siempre a varios, amigos también. A Arturo Carrera volví recientemente porque tiene un texto bonito sobre el error y la equivocación. Vuelvo a Baudelaire. Voy cambiando a dónde vuelvo.

¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito?

BARSA: Por lo general el proceso fue más de que alguien nos guste y ahí leer. Es muy arbitrario y jactancioso decirlo pero fue así casi siempre. Y después nos juntamos y leemos,  no hay más que eso. Mara es más correctora que yo.

MARA: A mí me genera pasión y esa cosa medio perfeccionista a veces con los textos, hay textos que no tenemos que tocarle ni una coma, los primeros no fueron así y fue divertido editar. Hermoso proceso.

¿Qué tiene que tener un libro para que les interese publicarlo?

BARSA: Rareza y extrañeza y peculiaridad. A veces veo muchos escritores que se esfuerzan en demostrar que son escritores, que se sacan fotos de escritores, que se sacan fotos firmando un contrato editorial, que aplican a becas de afuera para que alguien que no vieron nunca en su vida les diga
SÍ: SOS ESCRITOR, y me dan algo de pena y tristeza. Las personas que buscamos muchas veces rehuyen a esa especie de “fama”.

¿Cuánto intervienen en los textos que publican?

BARSA: Muy poco, respetamos mucho los textos.

MARA: Depende.

¿Qué relación buscan entre el arte de tapa y el texto que presenta?

BARSA: La tapa tiene que atraer, a priori es lo primero que ve un lector. A veces veo editoriales que los diseñadores les hacen tapas de 1950. Y me sorprende bastante cómo nadie les advierte, ni el mismo diseñador (que por ahí y seguramente no le importa) ni el mismo escritor que ve otras tapas y no dice nada de la suya. En Tammy usamos obras de artistas recientes y tratamos de darle alguna ondita al diseño del libro en general.

MARA: Las tapas de Tammy son lo más, ahí el mérito es de Ignacio.

¿Cómo ven el futuro del mercado editorial y cómo esperan que cambie en el futuro?

BARSA y MARA: En lo personal nunca me metí en la ruedita del hamster editorial. Hay editores que se metieron y ahora le lloran al Estado que el precio del papel es muy caro, pero esas cosas pasan. Me acuerdo del amigo y colega Miguel Villafañe que siempre tuvo una actitud crítica frente al mundo editorial. Tammy es para nosotros una forma de relacionarnos con artistas y poetas que nos gustan y admiramos y un emprendimiento que no sabemos bien para dónde va. Nunca funcionó pensarlo como emprendimiento solo... El futuro de Tammy lo vemos digital más que analógico, Ignacio se metió en el mundo de la programación y creo que va por ese lado. Este año se cumplen 10 años de Tammy Metzler y seguro vamos a celebrarlo.

12.2.23

La ruta de la edición: PLANTA

 



Preguntas a editorxs
Hoy responde Luciana Delfabro de Planta Editora

 

Podrías definir el proyecto editorial. ¿En qué año arrancó la editorial? ¿Cuántos títulos llevan publicados desde entonces? ¿Quiénes son lxs editores? 

Planta es una editorial de libros ilustrados. Son libros para todas las edades. Libros que se clasifican en el mercado como “infantiles y juveniles”, pero son libros de ficción ilustrados por artistas; son libros con historias, muchas de iniciación, otras de una belleza simple y perdurable que hacen que sean libros para ser leídos en todo momento.

La editorial arrancó en 2008. Sus primeros años fueron de un trabajo intenso y sostenido. Actualmente esta en un momento bastante diletante. Saco pocos títulos cuando algo me moviliza a hacerlo pero es bastante caprichoso. Esto por ahí tiene también relación con tu pregunta siguiente. Soy la única editora pero, como es sabido, en las editoriales tan chicas lxs editores hacemos de todo. En el último tiempo se ha sumado a trabajar conmigo Fernanda Nicolini.

En general siempre me he tomado recesos, pausas, porque tengo actividades e inquietudes varias. Nunca tuve el foco exclusivamente en la editorial.


¿Cómo describirías el estilo editorial de Planta Editora y su filosofía? 

Lo interesante de armar un catálogo es eso; hacer una filosofía en el andar. Creo que la editorial la tiene bastante definida y me gusta porque habla por sí misma desde los títulos vistos en conjunto. Es algo que me da mucha satisfacción. Me gustaría entonces que su filosofía se vea y se lea en el catálogo que se ha ido armando. Al día de hoy tenemos poquitos títulos, alrededor de 15 pero cada libro tiene años de trabajo atrás. No tenemos para nada un cronograma lógico desde el punto de vista comercial. Supongo que este modo de hacer hace también a la filosofía de la editorial.

 

¿Qué estás leyendo?

Ahora estoy leyendo a Úrsula K. Le Guin. Se editaron varias cosas últimamente en Argentina. Con muy buenas traducciones. Empecé por el ensayo que se llama La teoría de la bolsa de la ficción editado por Rara Avis . Es un libro hermoso editado de manera hermosa. Disfruto mucho de los libros cortos y concisos, que tienen poder de manifiesto. Algo de esto tienen también los títulos de Planta. O al menos yo los siento así.

Después seguí con otros libros de la autora, Las chicas salvajes, editado por Hekt de manera hermosa también y otro libro que es una edición más vieja y de traducción española que se llama La rosa de los vientos (Edhasa).

También tengo en la mesa de luz El ABC de la lectura de Ezra Pound  (Ediciones de La Flor) y Lexicón de Sergio Raimondi (Mansalva).

Me encontré casi por coincidencia leyendo cosas que tienen que ver con la lectura, con las historias que queremos contar y con el valor de la literatura.


¿Cuáles son esos autores a los que siempre volvés?

No me da la vida para leer todo lo que quiero pero siempre vuelvo a Sara Gallardo.

¿Cómo seleccionás los proyectos para publicar?

Intereses del momento, afectos y sobre todo a partir de alguna experiencia propia con la lectura.


¿Cómo es el proceso de lectura de un texto que planeás publicar?

En general lo primero de todo es el texto. Si el texto ya existe es simplemente buscar con qué artista me interesa trabajarlo. El trabajo con el artista es largo y arduo. Lleva muchísimo tiempo, muchos intercambios y ahí interviene la directora de arte, Ana Armendariz.

Si el texto se hace ad hoc, hay idas y vueltas con lxs autores y después de eso el trabajo con los dibujos o ilustraciones que comenté antes.


¿Qué tiene que tener un libro para que te interese publicarlo?

Es una pregunta difícil porque lo que publicamos no existe a priori. Por ejemplo, podemos publicar algunos cuentos clásicos pero la elección, la compilación y la ilustración ya lo hacen un libro diferente.

¿Qué tiene que tener un texto para que me interese? No lo tengo tan claro, trabajo con intuición y con mis intereses del momento.


¿Cuánto intervenís en los textos que publicás?

Como te comentaba antes, depende si el texto es un cuento que ya existe o si fue hecho para la editorial.


¿Qué relación buscás entre el arte de tapa y de interiores y el texto que presenta?

En el caso de nuestros libros, es todo una unidad.

 

¿Cómo ves el futuro del mercado editorial y cómo esperás que cambie en el futuro?

Justo uno de los textos de Le Guin que te comentaba que estoy leyendo -que no es de ahora sino del año 2007- habla un poco del mercado editorial. El ensayo se llama “Mantenernos despiertxs mientras leemos”. Ahí Le Guin dice que hay una gran preocupación porque la gente no lee. Hay también exigencias muy específicas por parte de los socios capitalistas que intervienen en el mercado vinculadas a las ganancias que la industria editorial tiene que generar. Y por otro lado hay una pequeña cantidad de lectores. Es interesante porque Úrsula dice que lectores nunca hubo muchos (vale la pena leer el desarrollo de esta idea). Lo importante es ese pequeño grupo de lectores, animado por diferentes razones que también se comentan en este ensayo, sostiene de manera continua el mercado editorial que a nosotros nos interesa. Esos lectores nos permiten en una modesta y apasionante medida hacer libros a los que amamos hacer libros. Lo demás son intervenciones exógenas: fenómenos de marketing, movidas financieras, invención de personalidades para esos fines y todo lo que sabemos que traen los grandes grupos editoriales a esta industria tan particular y poco racional.

El futuro editorial no creo que difiera en mucho. Seguiremos siendo un grupo muy disímil haciendo libros en escalas diferentes, movilizados por cosas diferentes y padeciendo estos extraterrestres que en verdad no aman los libros sino los negocios.

28.7.22

La ruta de la edición: LA FLOR AZUL

 

Preguntas a editorxs
Hoy responde Pablo Franco de
LA FLOR AZUL

 

 

La Flor Azul es una editorial de Mar Azul que tiene un catálogo referido a temas argentinos. Se interesan por los libros de no ficción, rescates, testimonios, libros biográficos y también los que retoman temas de la historia del país. En los últimos años publicaron libros como Memorial de los infiernos, de Julio Ardiles Gray o Bepo, vida secreta de un linyera, de Hugo Nardio o Indios, ejército y frontera, de David Viñas, pero también una versión libre de un texto de William Henry Hudson escrita por Juan Forn y María Domínguez, Nieblita del Yí, ilustrada por Teresita Olhaberry.  Tienen una línea sobre pueblos originarios en la que publicaron libros como Mi sangre Yagán, de Víctor Vargas Filgueira o Tehuelches y Fueguinos en zoológicos humanos, de Norma Sosa. Este año abrieron otra de autores contemporáneos de novela.





¿Qué estás leyendo?

Este último año leí muchos libros raros y desconocidos, ediciones de autor, escritores de pueblo, porque estoy escribiendo un libro que lo requiere. Me llevé muchas sorpresas muy gratas, con libros que no fueron muy bien escritos pero que cuentan historias increíbles. Y al mismo tiempo, para el mismo proyecto, volví a los clásicos rioplatenses de la conquista. Ulrico Schmild, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, y también el diario de viaje de Colón transcripto por Bartolomé de las Casas, todos textos fundacionales de nuestras letras. Ha sido un viaje maravilloso.

Por otro lado leo bastantes autores contemporáneos, inéditos que llegan para la editorial, y ya publicados que me interesan y voy siguiendo.

¿Cuáles son esos autores a los que siempre volvés?

Estos años volví a leer algunos clásicos, porque tenía la curiosidad de saber si lo que yo pensaba de algunos textos leídos en la juventud resultaba ser lo mismo después de una segunda lectura. Me pasó con Moby Dick, por ejemplo, y con Pedro Páramo y el Llano en llamas. Pero no entré en la etapa de las relecturas, todavía estoy buscando, me atrae mucho más lo que no conozco, creo que siempre hay algo bueno por descubrir.

¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito?

Básicamente una lectura introductoria de unas 25 o 30 páginas, que son decisivas para saber si hay un tono, una historia y una manera de escribir que pueda interesarme. Y después ir hasta el final si hay todo eso. Es medio bravo leer en la computadora, así que ahora estoy pasando los textos al libro electrónico, y así es más fácil.

¿Qué tiene que tener un libro para que te interese publicarlo?

Yo soy mucho de buscar buenas historias, pero no es lo único. Es un conjunto de cosas. Y algo mágico también. Cuando te cruzás con un buen libro hay algo maravilloso. Me ha pasado que un libro está muy bien escrito, impecable, casi para ser publicado como está y sin embargo no es lo que buscamos en la editorial. Le pedimos al autor, entonces, que no deje de enviarnos otros trabajos, que nos interesa su escritura, pero que justo ese que leímos no era el texto para La Flor Azul. Porque tenemos una limitación en cuanto a la cantidad de títulos para publicar. Y también nos ha pasado que un texto está a medio terminar, con problemas de estructura, con muchas cosas para arreglar, pero así y todo tiene mucha potencia y queremos trabajar con el autor hasta que se publique.

¿Cuánto intervenís en los textos que publicás?

Como decía, depende el caso, hay libros que nos han llevado meses de trabajo y correcciones, y otros que ya estaban listos. Pero también está la predisposición del autor a realizar algunos cambios o a no hacerlo. Cada uno es libre de aceptar o no las sugerencias, y nadie tiene la verdad, ni el autor ni el editor. Pero debo decir, también, que algunos libros hemos desistido de publicarlos porque los autores no estaban dispuestos a modificar nada, cuando era muy evidente, por ejemplo, que había una introducción muy larga y aburrida, aunque lo que se contaba después era muy interesante y encajaba con el catálogo de la editorial.

Muchas veces los mismos autores tienen dudas sobre algún aspecto, como el título, y conversando se llega a algo nuevo y mejor. A veces como editor también dudamos de cambiar o no algo, pero con la explicación del autor se entiende mejor y se deja como está. Cada caso es único, y cada texto también, tiene sus propias reglas y hay que ver las cuestiones en cada contexto.

En general es un trabajo en conjunto, para eso es indispensable el diálogo, y que sea presencial. Con varios autores nos juntamos una semana entera y así es mucho más fácil, porque llegamos a acuerdos y soluciones. Y en general, cuando logramos trabajar así, los textos se convierten en libros mucho mejores.

¿Qué relación buscás entre el arte de tapa y el texto que esa tapa presenta?

Nosotros amamos las fotos. Es una tradición que se está perdiendo, sobre todo en la edición independiente, pero que a nosotros nos atrae retomar y seguir. Sobre todo con fotógrafos argentinos. Es difícil porque también tiene un costo, y el libro en una edición independiente muchas veces no soporta ese costo, pero vamos haciendo lo que se puede. Los fotógrafos nos ayudan mucho, les gusta ver su trabajo en libros.

La relación de la imagen con el texto para nosotros siempre es indirecta, casi metafórica, cuando menos ilustra más dice. Es un arte hacer tapas. Muchas veces las imaginamos de una manera y termina siendo muy distinta, incluso con lo misma foto. Nuestra diseñadora, Ana Armendáriz, es una genia proponiendo tapas, y siempre nos sorprende con opciones buenísimas. Teresita Olhaberry, que es artista plástica, aporta una mirada indispensable a la hora de elegir. Hay discusiones, pero cuando encontramos la solución es como una iluminación, y una alegría enorme.