COJER, DROGARME Y ESCRIBIR
Lo conocí en
el hospital de los artistas, en ese hotel-nosocomio sito en la calle Defensa
entre Brasil y Garay, por donde han pasado las desgraciadas y decadentes vidas
de tantos amigos nuestros. Estaba atravesado al ángulo de la pared como un
audio de heroína. Le tomé odio al tipo. Un algodón en el piso y el aura de
Marc, la sucia rata que lo rodeaba en aquella época. Hace poco lo volví a
conocer y me bastó un comentario que hizo sobre la muerte de un amigo para
darme cuenta que el tipo era un tipo, me gustara o no. Es homosexual, algo
frívolo y también denso. Pero muy querible y sobre todo: esta apasionadamente
vivo.
- ¿Plástico
cruel es literatura para homosexuales?
- No. Todo lo que escribo lo hago desde lo
heterosexual. Porque todos los homosexuales estamos acostumbrados a leer Romeo y Julieta y traducirlo a nuestros
códigos, no me interesa obligar al lector heterosexual a decodificar nuestro
lenguaje. Escribí Plástico cruel para
demostrar que no existe el amor. Que el amor es cultural, que la vida es sexo,
que en el sexo estaba todo claro y no lo conseguí. Todo lo contrario, mi pareja
se apoyaba en mi hombro y me decía “si ponés tantas conchas y tantas vergas
nunca vas a ser un escritor reconocido”. Era un acto de amor. Pero se me estaba
yendo, él me quería dejar y yo me daba cuenta y no soportaba no ser el mejor
del mundo para él, estaba desesperadamente enamorado. Estaba enamorado. La
gente cree haber amado, pero no les pasa, se mueren sin conocer el amor. Yo
casi lo mato. Me tuve que ir a Madrid. No soportaba que cogiera con otros. Con
ese pibe tuve los celos más grandes de mi vida. Lo llamo por teléfono un día y
le digo que me voy a ver a mi abogado, le miento, me voy a una orgía. Seis o
siete tipos cogiendo. Hay un tipo que me la está chupando y yo lo llamo por
teléfono a él… ¡Para ver si estaba solo o si estaba con alguien!
-
¿Tuviste una vida sexual intensa, promiscua?
- He hecho de todo. He vivido prácticamente de
prostituto, fui prostituto de hombre y mujeres hasta los 25 años y no tengo una
verga de dos metros ni mucho menos y sin embargo he competido con tipos “súper”
que hasta traían modelos de los Estados Unidos. Lo que pasa es que yo en
aquella época hacia tarifas especiales, servicios especiales: yo pegaba, meaba,
hacía sadismo, pero hacía todo eso porque era escritor. ¿Qué puedo hacer si soy
escritor? Porque ojo, y hoy se lo decía a Bobby Flores en un reportaje por
radio, para mí ser escritor no es Piglia, escritores son tipos como Symns que
no viven de nada. Todo eso yo lo hacía para poder vivir. Porque para mí la vida
siempre se dividió en drogas, sexo y literatura. Aunque te parezca raro, leer y
escribir son dos cosas que si no las tengo no me interesa la vida. Las tres
tienen la misma importancia. Tengo 42 años y me voy a morir a los 20. Pero sin
sexo y sin drogas tampoco me interesa la vida. A los 16 años era cadete y me
miraban las mujeres y los hombres. Los hombres me tocaban el culo y las mujeres
el bulto.
- ¿Qué
clase de cosas sádicas hacías?
- Apagar cigarrillos en las tetas. Mojo el
cigarrillo, queda la braza encendida pero el cigarrillo viene apagándose con la
saliva que puse, cuando llega a la teta la mina o el tipo siente el calor y
cuando se lo apago en el pezón ya está apagado. A mí me gusta coger y que
cuando termine me duela la pija y los huevos. Hay gente que no sabe usar la
violencia. En la homosexualidad hay que saber. El alcalde de Nueva York, cuando
aparecieron los Black Bell Leaders, (una onda de cuero negro, el machismo gay,
ya no eran maricas, a los europeos no les pegó nunca, pero a los yanquis sí),
bueno, el alcalde tuvo que tomar medidas: aparecían muchos gays muertos por los
zarpes sexuales, se les iba la mano a los putos cojiendo y ahí mandó una mano
médica, una cartilla explicando cómo ser pesado pero sin dañarse.
- Me
hablabas que curtías también con mujeres… ¿existe entonces la famosa
bisexualidad?
- No, en absoluto. Existe la heterosexualidad y
existe la homosexualidad. La bisexualidad es una cuestión totalmente cultural.
A vos te puede gustar un pendejito de 12 ó 13 años porque es casi como una
nena. Pero te tiene que gustar un tipo de 40 años, peludo, grandote. A mí
siempre me gustaron claramente los hombres pero nunca le dije “NO” a la mujer,
porque para mí el sexo es casi franciscano, no en el estricto sentido religioso
sino por un tema de hacer servicio. La gente que me conoce, mis amigos lo
saben, si una mujer está caliente y me necesita me la cojo y lo hago por el
franciscanismo. Yo preferiría que ella tuviera una pija en vez de una concha.
La mujer que coge con un puto tiene la fantasía que no la vas a violar, que no
la vas a usar.
- ¿Sos
violento en el sexo?
- En absoluto. Nunca me copé con la onda
violación. Por supuesto que me han pegado y he llevado a la gente a dolores muy
fuertes.
- ¿Nunca
violaste ni forzaste?
- No, soy un moralista.
- Yo te
tenía por un mal tipo, un corruptor bravo…
- No, es por la fama de los pendejos. Claro que
los pendejos me seducen pero los curto por seducción. Cuando trabajaba en
televisión tenía los pendejitos de 15 que venían a proponerme coger para ver si
entraban a la TV. La
gente cree y le gusta la idea que para entrar ahí hay que coger. Tienen ganas
de hacer ese sacrificio.
- ¿Qué
hiciste en televisión?
- Siempre hice programas pelotudos desde Canela
hasta Hiperhumor. Los hice para ganar plata. Hace tres años dije basta, nunca
más. El problema es que odio la televisión, nunca veía y los tipos que laburan
en TV no bancan eso. Me toleraban porque soy muy eficaz trabajando pero yo
odiaba todo ese mundo, nunca me interesó…
-
Desconozco tu historia…
- Mi familia era rica y mi viejo era un boludo que
se peló. Vivíamos mal, sin agua caliente y yo tenía que ir a bañarme a la casa
de mi abuelo. Mi viejo le fundió la fábrica a mi abuelo. Vivía en una casa con
calle de tierra. Pero en verano me sacaban y me llevaban a Mar del Plata.
Siempre trabajé de todo. Durante 10 años llevé gente a Bariloche, llevaba
turistas. Desde los 18 años hice eso. Hasta los 18 fui cadete, me metía en los
piringundines y me hacía coger por las putas. Yo iba por eso, pero también
porque los tipos me tocaban la pija. Después también me los cojía.
-
¿Viviste en la miseria?
- Nunca viví en la miseria porque siempre hice
prostitución. Tenía clientes de mucha plata y aún hoy tengo amigos ricos. La
ventaja que tenemos los homosexuales es que podemos trabajar la calle. Siempre
tuve un buen cuerpo y resulté atractivo. Mis viejos, de pendejo, me metieron en
esos clubes y yo hacía trapecio, barra, esas cosas. Lo raro es que si un hombre
me toca la pija se me para, y si me la toca una mujer también.
- ¿Pero
te gustan o no te gustan las mujeres?
- No, me gustan los hombres. Aunque los hombres
tuvieran concha me acostaría con hombres antes que con una mujer. De la mujer
siento el encanto, el encanto de una flor en un florero ¿por qué se me para?
Porque si la mujer se copa conmigo me siento el mejor…
- Me
identifico con vos en el sexo y las drogas, pero escribir…
- ¿Viste? Es cierto. Yo me veo escribiendo y me
parece la imagen más desagradable, un tipo escribiendo es un pajero…
- ¿Y
entonces…?
- Me acuerdo que en Ciudadela yo untaba bronce y
aluminio en la quema, de eso vivíamos todos los pibes del barrio. Y en esa
quema encontré un libro, no voy a decir qué libro es, para no perder la magia,
pero ese tipo sabía mi vida, ¡Ese libro era mi vida! El personaje hasta tenía
una hermana que se la quería coger otro amigo y yo también tenía esa hermana y
ese amigo y el tipo se había hecho amigo de otro tipo que lo adoraba y a mí me
pasaba eso. ¡El autor hablaba de mi vida! Y en la quema nadie me hablaba como
ese escritor. Entonces, te diría que escribo libros como ése que encontré,
escribo literatura para gente de la quema, para pendejos como ése que era yo,
¿Vos sabés la cantidad de pendejos que andan con mi libro? A esos pibes nadie
les habla, no tienen interlocutor ¿Sabés lo que debe ser que encuentren un
libro de alguien que fue igual que ellos? Para ese pibe de 14 ó 15 años, mi
libro está vivo. De los 30 años para arriba, no me interesan los lectores. Me
chupa un huevo y te soy sincero, si el libro gusta o no gusta, si es bueno o si
es malo. Yo escribo parta unos cuantos pendejos.
- Pero le
debés haber tomado el gusto a la fama, por más pequeña que sea…
- Claro que me gusta entrar a un boliche y que
venga una minita y me diga: “Ay, lloré con el final de tu libro”. Soy frívolo
pero conozco la medida de eso. Cuando llego a la noche a casa busco mi droga,
mi amante y un buen libro.
- ¿Cuál
es la mejor droga?
- El LSD. Lo rechazan los que se tienen miedo. Yo
coincido conmigo mismo. Cuando me voy a dormir, me voy yo. Yo leía a Epicuro y
Epicuro me enseñó que el placer es posible todos los días. Todos los días peleo
para que el placer sea más grande que el dolor. A veces digo “ando mal” porque
disfruto andar mal, pero igual cojo y en la cama gozo con lo que se le ocurra a
la otra persona… no es una habilidad, es una dedicación.
- ¿Te
gustó la obra de teatro que hicieron de tu texto Marc, la sucia rata?
- Yo creo en la acción, Enrique. Si hay un montón
de mediocres de no sé dónde y quieren hacer la obra de algo que escribí pues
que la hagan. Yo respeto mucho a Omar Chaban, a Omar Viola, a vos. Te defiendo
donde voy. Si alguien te critica, le digo: “pero ustedes ¿qué hicieron?”.
Enrique Symns hace una revista, yo nunca la leo, pero la espío en la casa de
algún amigo y encuentro alguien que ve el mundo como yo: si dos pendejos tiran
a un viejo de un tren para sacarle el reloj, todos están con el viejo. Y Cerdos y Peces estaba con los pibes: “El
viejo es un hijo de puta por andar con el reloj”. Vos sos el tipo que das esa
versión del mundo y yo te agradezco, aun cuando no te conociera.
- Además
de optimista te describís como si no sufrieras, ¿no tenés bajones?
- Tremendo bajones, pero no los cultivo. Sé cual
es la medida: si ando por la calle y veo gente y ni siquiera me la quiero coger
entonces estoy muy mal. Aunque se haya muerto la persona mas querida, agarro y
voy y cojo o me hago una paja y duermo bien. Me gusta el placer, me gusta
morfar bien y tomar el mejor whisky y me gusta sentar mi culo en el avión y
aparecer en Nueva York, soy feliz cuando entro a los casinos. Vivo bien y
cuando vivo mal, escribo.
- ¿Y
todas las relaciones que tenés son satisfactorias?
- Cuando no me la chupan bien, cuando siento que
no me la chupan en serio, entonces no les doy lo que se merecen, la generosidad
y el egoísmo son lo más importante en el acto sexual. Estoy viendo una concha y
no me pasa nada, igual la miro y alimento las ganas, me doy máquina. Te tienen
que hacer sentir grande. Yo estoy chupando una pija en un baño de un bar y al
tipo lo hago sentir el macho de la tierra. Hay que evitar coger con los
mezquinos. Los mezquinos son lo peor del mundo.
Publicado
inicialmente en la revista El Cazador
nº 1, octubre de 1992.