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22.1.24

Los perros ladran, debemos estar cerca, por Guillermo Neo

  

Los esclavos

 

El esclavo

que a su vez tiene un esclavo

le dice a su esclavo

que si quiere ser libre

le deberá pagar de por vida.

 

El esclavo del esclavo le pregunta:

¿Cuándo terminará su esclavitud?

El esclavo

que a su vez es amo

le dice que no tema,

que todos somos esclavos.

 

El amo del esclavo

que tiene un esclavo

y no es esclavo de nadie

dice que leyó en un libro rojo

que un esclavo

es todavía más libre

que un obrero asalariado

y que un empleado bancario.

 

 

 

 

 

En estos días quietos

 

En estos días quietos

por fin

no me estoy perdiendo de nada.

 

Terminó

la imperiosa necesidad

de estar en tal lado

o en tal otro.

 

Se suspendieron

todos esos eventos

donde iban a suceder

no sé qué cosas importantes

de la cultura de nuestros días.

 

Hoy

no estoy faltando a ninguna cita.

 

En estos días quietos.

Trato de coser

en el sentido de remendar.

 

Trato de suturar

en el sentido de curar

los baches de mi formación.

 

Recuperar el tiempo perdido.

Volver al origen.





9 de febrero de 1986 

 

Fuimos por el camino negro,

bajo un cielo negro,

hasta donde se termina el asfalto.

Nos detuvimos en la banquina.

 

Buscábamos al cometa Halley 

No vimos nada,

volvimos mientras amanecía,

el cielo nos abrazaba.

 

 

 

 

 

Samborombón

 

I

El patero se acabó.

El patero de uva chinche.

Habrá que volver a la viña de Bernal,

Sarandí,

Brandsen,

Hudson,

Punta Lara,

A la costa mal oliente,

la costa empetrolada.

 

II

Las grúas firmes

sostienen el cielo de Dock Sud.

Los ductos inflan los pulmones de Villa Inflamable.

Aún así,

la flora resiste y crece

y los peces se mantienen plateados

nadando en aguas opacas.

 

III

Las torres de hierro

guían los cables de alta tensión.

Parten de la subestación de electricidad

de la Costanera Sur,

bordean la costa por varios kilómetros,

hasta que por fin se meten en la pampa,

y las perdemos de vista.

 

 

IV

Los sauces avergonzados

cubren la pobreza,

arropan las casas de chapa y cartón.

Un alambrado con ligustrina florece

después de todo.

 

V

Acá en la costa de Sarandí

los militares ultimaron al poeta Miguel Ángel Bustos,

el poeta de Parque Chacabuco.

 

VI

En los campos del Tuyú encontramos

la tumba de Santos Vega,

diestro con la guitarra y con el cuchillo.

 

VII

La sequía nos deja ver el lecho barroso

del arroyo “El gato”.

La garza blanca

enchastra sus patas

en el lodo.

Los perros le ladran

desde la lomita.

 

VIII

Donde la gran llanura entra en el gran río.

El encuentro barroso de dos grandes.

En Samborombón,

la pampa y el río

son la misma cosa.

 

IX

Siguiendo el sendero de los pescadores,

que va bien pegadito a la orilla del canal,

salimos a la desembocadura

Y allí la vimos,

inmensa y sencilla.

La bahía.

El mar marrón.

El mar sin sal.

 

X

En 1939, cuando los buques

empezaron a cañonearse

en pleno Río de la Plata,

los pescadores en la costa

pensaban que tronaba el cielo.

Pero había sol.

Sol y truenos.

Subieron a los médanos y

vieron los relámpagos rojos de la pólvora

del acorazado alemán, y del inglés.

 

XI

Esta es la ría que dos veces por día se queda sin agua.

Este es el puerto donde los barcos quedan en la arena.

Donde se comieron a Solís.

 

XII

Sudestada: el río se mete en la pampa.

Bajante: la pampa se mete en el río.

 

XIII

Ahora, el río se fue muy lejos, muy lejos,

casi que lo perdemos de vista,

casi que lo cruzamos a pie.

 

XIV

En la ribera de Punta Rasa

el riomar pasa de azul verdoso

a un rubio barroso.

 

 

 

 

 

Un poco de ejercicio

 

El Gran Maestro expulsó a los poetas. Les dijo:

“Salgan a la luz, miren y cuenten al mundo lo que sienten”.

Al salir, los poetas mantuvieron este diálogo:

 

¿Ejercicios?

Sí, piénsalo como si todo fuera un continuo ejercicio.

¿Pero si son ejercicios, no deberían ir mejorando día a día?

Son irrelevantes, serán leídos apenas por un puñado de personas.

 

Elige un tema, el tema del poema.

Por ejemplo: el miedo,

el sonido de la respiración de un niño.

 

Elige una imagen, la imagen del poema.

Por ejemplo: el aire se enfría rápidamente en las tardes de otoño.

 

¿Dónde está el poema?

El poema está adentro de esta coraza de palabras.

Acá no se ve nada. Está todo muy confuso. El poema es engrosar una estructura.

 

¿Qué son las cosas?

Las cosas son el motivo de la poesía.

Sin embargo, las cosas también pueden ser solo su nombre.

 

¿Qué es la belleza?

La belleza es un vaso con soda.

Sin embargo, la belleza también puede ser cuando en el aire hay olor a pasto quemado.

 

¿Qué es la culpa?

La culpa es como cuando en las vísperas del invierno buscamos conservar el calor de la casa.

Sin embargo, la culpa también puede ser una postura estética.

 

¿Qué es el olvido?

El olvido es como esos jardines semiabandonados que rodean a los hospitales.

Sin embargo, el olvido también puede ser solo un poco de calma.

 

¿Qué es el infinito?

El infinito es todo lo que quede, el día que nosotros ya no estemos.

Sin embargo, el infinito

también puede ser cuando el horizonte de la pampa

se junta con el horizonte del Río de la Plata,

allá en Samborombón.

Sin embargo, el infinito

también puede ser esa habitación

donde dios fracciona en partes iguales nuestra suerte.

¿En partes iguales?

 

¿Qué es el instante?

El instante es el punto preciso en que nos percatamos que vamos a morir.

Sin embargo, el instante también puede ser demorar lo más posible el final.

 

¿Qué es la humillación?

La humillación es que te obliguen a olvidar tu propia lengua.

Sin embargo, la humillación también puede ser tener solo 10 pesos en el bolsillo.

 

¿Qué es la rabia?

La rabia es dolor.

Sin embargo, la rabia

también puede ser irse al monte con un fusil y un cuaderno en el morral.

 

¿Qué es la mirada?

La mirada es ir de caza. La caza de las cosas.

Sin embargo, la mirada también puede transformarse en una pregunta.

 

¿Qué es la luz?

La luz es la develación de la imagen.

Sin embargo, la luz también puede ser identificación.

 

¿Qué es la razón?

La razón es el indio manso.

La razón es la vuelta de Fierro.

Sin embargo, la razón puede funcionar como un refugio.

 

¿Qué es el horizonte?

El horizonte es hasta donde se puede oír esta canción.

Sin embargo, el horizonte también puede ser salir de nuestro caparazón.

Sin embargo, el horizonte puede ser esa repisa

donde se apoyan el sol y el arco iris.

 

¿Qué es el límite?

El límite es el bosque que rodea mi aldea.

Sin embargo, el límite también alambra mi deseo.

 

¿Qué es la épica?

La épica es la gesta y la espada.

Sin embargo, la épica también puede ser

guardarse como un topo para sobrevivir.

Sin embargo, la épica puede ser un gol sobre la hora.

 

¿Qué es el héroe?

El héroe es el que lleva en su cuerpo las marcas de la batalla.

Sin embargo, el héroe también puede ser Sancho Panza.

¿Qué es el futuro?

El futuro son las celebraciones, las celebraciones magníficas.

Sin embargo, el futuro también puede ser un juego.

 

¿Qué es el mar?

El mar, es esa manta verde que llega hasta el cielo.

Sin embargo, el mar también puede ser indefinible.

¿Sugiere que el mar merece más, sin embargo?

El mar también puede ser un muro acostado.

Sin embargo, el mar

también puede ser un conjunto de hojas en blanco

que nadie pudo escribir, ni pintar, ni nombrar.

Sin embargo, el mar no es más que un gran pozo.

 

¿Qué es el cielo?

El cielo es esa pintura al óleo siempre inconclusa, siempre cambiante.

Sin embargo, el cielo también puede ser un mar en el techo.

Sin embargo, el cielo es el cincuenta por ciento de todo paisaje.

 

¿Qué son las palabras?

Las palabras son cosas formadas por letras, pintadas con tinta.

Sin embargo, las palabras también pueden ser un abismo al vacío.

 

¿Hay una palabra hermosa?

Ojalá. Ojalá, es una palabra hermosa.

Sin embargo, ojal también es una hermosa palabra.

 

¿Qué es escribir?

Escribir puede ser una forma de seguir.

Sin embargo, escribir puede ser una forma de tener.

¿Qué son las preguntas?

Las preguntas son la fórmula del verso.

Sin embargo, las preguntas también pueden ser un perro con la lengua afuera.

 

 

Tomados de: Guillermo Neo, Los perros ladran, debemos estar cerca, Copo de Nieve, 2023.-

27.2.22

San Perón y los signos, por Sebastián Bianchi

 (Sobre Derrotero argentino, de Guillermo Neo, Buenos Aires, Palabras Amarillas, 2018)



En las crónicas sobre el delta del Tigre publicadas bajo el título de El Carapachay, Sarmiento deja por escritos sus preocupaciones, descubrimientos y propuestas con respecto a esa tierra de aluvión que año a año va formando jóvenes islotes y, como buen estadista, pone un ojo prospectivo en esa “nueva California”. Así, en el capítulo titulado “Expedición exploradora. Invención de la Delta. Mimbres” relata una incursión fluvial en un bote impulsado por doce “fornidos” remeros que remontan los ríos y arroyos de la Primera Sección y describe las bondades agrícolas y el aspecto geográfico de la zona; se suceden los nombres –también actuales– del río Luján, el Rama Negra, Abra Vieja, Capitán, Toro, Esperita, en un derrotero de prohombres entre cuyas cabezas asoman las de Mitre, Carlos Pellegrini y el propio Sarmiento. Si la epistemología semiótica que subyace a las investigaciones sígnicas de tan ilustrada comitiva es la del binarismo saussureano de Significado/Significante, esto mismo traducido al imaginario liberal de los exploradores se trueca en un signo bicéfalo compuesto por Civilización/Barbarie. Tras este, su bautismo decimonónico, el Delta del Paraná arrastrará mezclados con el barro los ítems de un binarismo excluyente que sólo podrá quebrarse al introducir -tipo cuña- un tercer elemento. Gracias a un nuevo signo trifásico que destrabe la semiosis y promueva la fuga de la significación al infinito, la oposición reductiva de los contrarios podrá ser abierta al embate liberador de las luchas sociales por la construcción del sentido.

Es, precisamente, a partir de este triadismo de sesgo peirceano que Guillermo Neo ensaya su poema fluvial, no ya enhebrando las líneas que progresan de estrofa en estrofa, sino a partir de la construcción de un artefacto verbal que avanza por tres corredores discursivos, cada uno con su tipografía respectiva: en las páginas pares, una descripción de temas náuticos; en las impares, versos de corte subjetivo y, debajo, contenidos en un rectángulo, el inserto de fragmentos textuales sobre la vida política del peronismo. El libro se abre con una serie de “Instrucciones y advertencias sobre su uso”. Ya desde el comienzo el poeta apela a la interactividad de los lectores o “navegantes”, lo cual queda dicho de manera explícita en el punto 3) “Este Derrotero debe ser complementado en todo sentido.” Del mismo modo en que el timonel establece un rumbo sobre la carta náutica a partir de unas coordenadas leídas en el compás magnético, así deberá el lector bosquejar el recorrido de su lectura como lo hace el pueblo argentino, siguiendo un Norte ciego “en el trazado de su derrota”. A estas instrucciones iniciales se las complementa al final del poemario con otro conjunto paratextual: “Palabras que deberían estar en el texto y no están; Palabras que sobran y debería haber sacado; Glosario del río; Glosario peronista.” Frente a tanta señalética ordenadora del trayecto que debe guiar al ojo entre la selva de signos, la actividad del navegante se parece a la del lector que en la noche busca el destello de las boyas, la luz parpadeante que señala el escollo donde las escrituras se van a pique. En ese fondo sucio confluyen, entonces, el lastre de las palabras que no pudieron ser explicadas, los barcos que pifiaron su derrota y el Pueblo.

Ahora bien, si nos propusiéramos buscar por fuera del corte y pega de los discursos prefabricados y externos al yo lírico, voz esquiva que destila su melopea nacional y popular, terminaríamos hallándola entre los versos centrados de las páginas impares: “Al terminar el primer día del viaje / el pelo se me ha endurecido, / la piel de la cara brilla su grasitud”, etc. Esta voz que progresa errante, remisa incluso a su propia entonación, no vacila en poner en duda la solidez de sus afirmaciones o la efectividad de su método: “Esto no es lo que quiero decir / Ni como lo quiero decir. / Pero es lo último que escribí.” Y a continuación anota lo que al parecer sí quiere decir, fruto de una alegría exclamativa de quien encuentra el tono soñado para sus versos: “¡Mañana es san Perón! / ¡Que trabaje el patrón!”.

Este retorno del autor de Sucesos orilleros al paisaje fluvial del Delta lo muestra menos proclive al elemento narrativo o naturalista de los personajes, a la captura fotográfica de un sociolecto y su color local, y más atento al paso parmenídeo del río en el flujo del discurso, al avance de la historia en la figura de un rumbo náutico entre bancos de arena, boyas apagadas y chatarra que acecha bajo las leonadas aguas. En su compleja articulación retórica, el artefacto poético emite cada tanto señales verbales que refieren al propio corpus, bucle metatextual mediante el cual el poema se señala a sí mismo, se analiza o critica las estrategias discursivas que usó para fabricarse: “Sinceramente hay un punto, hay un momento en que estoy convencido de que la poesía no sirve para nada”; en otros casos, pone en escena las correcciones hechas al bordado de las palabras como si se tratara de una escritura provisoria, en progreso: “Eliminar desde donde dice: desde dónde…”, “Al final de la página agregar: destellos de luz verde”. Podríamos aventurar quizá que este plegado metapoético encuentra su clímax en el poema “Circunvalación”, justamente el último, cuando le hace decir al fragmento que recorta –o cita– de un derrotero náutico: “La presente edición anula la edición publicada en el año 2015 conocida como el Orillero, o algo así, como así también su respectivo Suplemento. De ahora en más, este es el camino a seguir.” Detrás de la máscara de ese Orillero se esconde precisamente el volumen de su poesía reunida, aquellos Sucesos orilleros publicados por la editorial rosarina Neutrinos en 2015, y que ahora vuelven para articular –gracias al trabajo nodal de la lectura– los restos tipográficos de una letra triplemente partida que el río arrastra hacia la desembocadura.


Tomado de: BazarAmericano / Actualización marzo-abril 2019)

 

 

2.11.18

Un campo de observaciones, por Natalia Neo Poblet


(Sobre Derrotero Argentino, Palabras Amarillas, 2018)

La poética de Guillermo Neo siempre me sorprende, me convoca y me resuena. Con el lenguaje exorciza la herida original convirtiéndola en cuerpo poético. 

Este bello libro de Neo tiene tres planos de lectura: el río, el peronismo y la desgarradura del Ser entre los que propone un dialogo.

Uno como lector navega con el Derrotero en la mano. Derrotero significa la carta que indica el rumbo o la dirección que lleva una embarcación durante la navegación. La propuesta es navegar entre palabras con este Derrotero Argentino en mano, haciendo un puente para arribar a sus dos orillas: el peronismo y el Ser con sus contradicciones ahí donde nunca hay confort.

El Derrotero de Neo está al comienzo del libro en forma de “Instrucciones y Advertencias para su uso”, donde nos advierte de algunas cuestiones para su lectura. Paso a enumerar algunas: “Toda vez que utilice este Derrotero y se compruebe que la ruta a sufrido modificaciones a lo que está aquí escrito, se ruega a los navegantes comunicar cuanto antes cualquier error u omisión o cambio del paisaje”; “A este Derrotero se le han agregado ciertos apéndices peronísticos en forma de apostillas”; “La poesía quedó en la otra orilla”; “Las fuentes históricas utilizadas son de dudosa rigurosidad”; “Es poco probable que luego de la lectura de este “Derrotero”, el lector pueda trazar ningún tipo de cartografía: ni histórica, ni poética, ni náutica”; “El orden de los capítulos del “Derrotero” son casuales y fragmentarios, de ningún modo el lector podrá encontrar un Norte en el trazado de su derrota”.

El Derrotero Argentino propone un eterno movimiento porque todo recomienza con una palabra. Como el río, no hay comienzo, no hay primera vez.

Escribe sobre el río y sus adversidades como un modo de graficar el dolor, pero lo transforma en algo de lo vivo.

En el río del lenguaje, Neo con su escritura traza las orillas y en el oleaje encuentra su modo y nos hace habitar su lengua. Su escritura corre como el agua del río y orillea el agujero de la condición humana. Pregonea entre el remanso y el oleaje, entre el cauce fluido y el peligro.

Y este Derrotero nos lleva a la derrota del Ser y de la humanidad: Al tiempo que transcurre y a la vida que se evapora. A lo que se quiere decir y no se puede. A querer desear y su parálisis. A lo que comienza y termina. También a lo que nunca comenzó.

Lo indomable hace también su aparición. Lo indomable del río, lo indomable de las sensaciones. Lo indomable habita el mundo de Neo pero él doma a la palabra cuando escribe con esa precisión. Doma lo indomable por momentos y en otros momentos lo indomable lo doma a él. 

El agua del río encubre lo que no se sabe: la inmensidad, el movimiento incesante, la fuerza, la naturaleza, la sed, lo desmedido, en definitiva encubre la vida, lo vivo y la creación. El agua también es esa masa de lenguaje que por momentos salva, pero también es lo que nos hunde.

Neo con su Derrotero nos lleva de esta orilla del Ser a la otra orilla: la del peronismo en forma de notas aclaratorias. Neo encuentra en el peronismo la resonancia de su poética: la diferencia de clases, los cánticos que hacen a un pueblo, el ritmo y la lengua de la argentinidad.

Derrotero Argentino es un campo de observaciones minuciosas sobre el caudal del río; las superficies y el fondo del peronismo y el campo de batalla del Ser. Entre esas tres orillas navega Neo, se sumerge y nos propone como lectores dejarnos llevar por ese caudal.  El agua, en este Derrotero, encubre la creación, delinea las orillas, circula entre palabras y se evapora en el aire.  

22.8.17

Sucesos orilleros, por Guillermo Neo



 Parte 2


uno

El calor en esta selva
hace que todo el tiempo tengas la piel mojada,
resbalosa y caliente.

Hay muchos ríos barrosos y tibios para bañarse
pero uno, nunca termina de enfriarse.

Los riachos están secos,
mejor dicho, son un camino de fango marrón.

Con el calor
viene la bajante.

Del barro surge un olor ácido y penetrante,
el lecho queda al descubierto:
quedan a la vista los restos de una vida submarina
y la mosquitada inquieta.

Como la mayoría de las veces,
estos calores terminan con un tormentón
que entra por el sur.



dos

Un grupo de perros desparejos
surgen de todos los rincones.
Corren a los botes, las bicicletas,
y entre las patas de los caballos.
Ladran a todo tipo de motores.
Nunca imaginé que hubiera tanto perro.

La manchita, 
la rubia,
bigote,
renguito,
lobo,
un pequinés mezcladito
y una salchicha marrón
Comen las cabezas de las bogas muertas en el barro.



tres

Un yate 
cruza veloz el río.

El casco blanco
destella al sol.

En cubierta dos jóvenes mujeres
se asolean
entornan los ojos como si durmieran
se auto convencen
de su estado general
de satisfacción.



cuatro

El río se te viene.
Se te viene despacito.
Sin que te des cuenta.

Si después de las diez sigue creciendo…
prepárate
que seguro se anega todo.
Levantá los muebles,
llevá los animales al monte,
apagá la heladera.

Vas a ver,
el viento irrita los ojos
el ambiente se electrifica
los vecinos se alteran
los perros ladran largo.

Cuando la tarde parece que se cierra por completo,
las nubes se abrirán
dejando pasar una luz verdosa y un viento frío
esa
es
la sudestada

El agua transita las pendientes del arenal
en el desaguadero
desbordan las canaletas
llega hasta nosotros el barro del lecho.



cinco

El arroyo lo cruzamos a pie
por la parte más angosta.
Piedras bajo el agua.
Brillan.
Como ágatas
como amatistas pulidas por el río.

Sumerjo las piernas.
No me veo los pies.
Los peces escapan veloces.

Cuánto más profunda
más fría es el agua.
Un tronco hundido
duerme en el fondo arenoso

Un ancla de madera
bajo el estero
un bosque incendiado
un bosque inundado.

La tierra se ha endurecido
cubierta por una capa de ceniza.
Está seca como los ojos de un muerto.

Más tarde o más temprano
la lluvia hará barro del polvo
Y los cipreses germinarán entre juncales.



seis

El más cachorro de los perros del barrio
viene mordiendo el fuselaje de alas
de una gran ave muerta que encontró en el río. 
Juega con ese pedazo deforme y descompuesto entre los dientes.

Un vecino me advierte que se puede enfermar
por lo que con un palo agarro el cuerpo despedazado
y lo tiro al rio.



siete

Con el fin de la tarde
entra el viento húmedo de la costa.

Trae el olor del puerto

La sal se mezcla
con el olor de las refinerías.

El pueblo se reúne en la orilla del canal.
Un grupo de gente se baña en un mar aplanado.

Tres jóvenes caminan hacia la principal
van tomando de una botella de plástico.

Dos chicas pasan en bicicleta.
Los chicos, gritan algo que no llego a escuchar.

Una pareja de ancianos sentados en la costanera:
escuchan las noticias en la radio portátil
ella deshuesa una naranja con manos y dientes.



ocho

Doña Mirta llevó una bolsa de carbón.
Dijo que paga mañana.

Un hombre pasa en bicicleta
no pedalea
aprovecha la pendiente                                                  
se deja caer calle abajo.





Tomado de: Guillermo Neo. Sucesos orilleros. Poesía reunida 1993-2015, Neutrinos, Rosario, 2015.-