A Carrá y al sampi
de Candy
Ha llegado a la
tarde, un viernes cotidiano, un otoño falso, sin esperarlo nadie, sin
imaginarlo nadie, con una bolsa voluminosa repleta de no se sabe qué, un cuerpo
joven inidentificable, un cuerpo cargando una bolsa pesada, haciendo crujir con
sus zapatos el ripio vulnerable, cruzando el barrio, de murmullos, hasta la
casa del amigo, plantándose extranjero, palmeando zonzo, esperando un saludo
familiar, un código tribal hace mucho olvidado, una risa, un grito,
sorprendiendo con su cuerpo medio inclinado por la bolsa, trastrocando la
sintaxis de su emoción, entorpeciendo la frase su asombro, perturbando
eventualmente ya las cervezas del padre, típico padre represor, padre ugly and
bad kid
Ha llegado en pleno viernes laboral, a la tarde, bastante limpio con su camisa
floreada y el vaquero no muy gastado, bastante decente a pesar de la pesada y
voluminosa bolsa, no muy alto y el pelo largo y despeinado, cruzando el barrio
con aire vencedor e ingenuo, mirando con detenimiento y ternura, como si no
estuviera yendo a ningún lugar en particular, como si no se apurase, como si
nadie lo molestara con una espera ansiosa, como si sólo fuera ojo y mirada y
nadie fuera su fin ni tampoco su comienzo, como si ningún universo pudiera
entrar en un cataclismo por culpa de sus distracciones, como si todo el tiempo
que tardaba en cruzar el barrio no estuviera mirando sino soñando, como si
fuera un hombre recién nacido y no un joven de más o menos veinte años, como si
pareciera sordo y mudo y ciego pero al mismo tiempo energético decidido y
vital, como si hubiera sido obnubilado por ese viernes veraniego y luminoso,
como si fuera un niño que nunca había salido de casa, como si fuera un cuerpo
sin alma, joven
Ha llegado solo, sin necesitar un guía o un conocedor de la zona, tal vez con
un croquis garabateado allá lejos venga de donde venga, porque no ha hablado en
ningún momento, no ha preguntado nada a nadie, caminando marlonbrandescamente
pero sabiendo dónde iba, sabiendo el fin de esa trayectoria desganada y lenta,
sin cansarse de cambiar la bolsa pesada del hombro izquierdo al hombro derecho
y viceversa, totalmente tranquilo, demostrando que no es de aquí, que no conoce
a su población formada de ladrones diurnos y nocturnos, sus negros constantes
en el cuchillo y la pistola, caminado por las calzadas del barrio como un galán
de telenovelas, sintiéndose el punto absoluto de la cámara, galán con bolsa, el
blanco de las ansiedades libidinosas de todo un encuadre visual, caminando
despreocupadamente, pensando que la tarde es infinita, hecha para él y su
secuencia de joven desconocido llegando con voluminosa bolsa
Ha llegado con una bolsa pesada y voluminosa, cruzando el barrio, en la tarde
salpicada de jugadores de billar en los bares y chicas en short en las calles
afanándose en un partido de volleyboll, enteramente silencioso, pero no triste,
más bien insinuando inmóvil, una sonrisa canónica y de bendición, como si se
estuviera diciendo que todo estaba bien, como lo había previamente soñado allá
de donde venía, tal vez con algo de hambre y una leve rebelión estomacal,
ruiditos y gemidos descontentos de su interior, alguna contracción del brazo
que sostiene la pesada y voluminosa bolsa sobre el hombro, sin saludar a nadie,
sin preguntar por ningún nombre o una dirección, desconocido por todos, sin
sexo, por no mirar a las mujeres ni a los hombres, “una bomba”, como murmuraría
seguramente, “es una bomba”, alguna ciega arrinconada, ciega fumando tabaco en
hojas al oír un corazón raspando el silencio de la calle
Ha llegado en la tarde con una bolsa voluminosa y pesada, y sus pasos
ateológicos, es decir, caminando como sobre una tarde infinita, como sobre una
calzada eterna, más bien flotando que caminando, flotando porque caminaba pero
no progresaba, iba a algún lado pero no se sentía que iba a ese algún lado, es
decir, eternizaba sus pasos, más todavía, porque no decía nada como sólo no
decía nada un mudo o un extranjero, en todo caso un perfecto extraño, un
extraño con croquis, al fin, porque no preguntaba, no rogaba, no se perdía, tal
vez un ángel, tal vez un ladrón o mejor un asesino prófugo, tal vez un santo
con una voluminosa y pesada bolsa sobre el hombro izquierdo, tal vez el
Anticristo y los males metidos en la bolsa pesada y voluminosa, un anticristo
bello y joven, soñador y dulce, andrógino y mudo, hablando sólo la lengua de
los pies, eterno idioma del hombre-sacerdote, del hombre-brujo, de los profetas
y de los ermitaños, una caminata sin fin, ateológica, ateleológica, en todo
caso, o un disparo del acaso que hacía su curva fatal sobre los ladrones y
caería no se sabe dónde, tal vez después de la eternidad, después del barrio
Ha llegado con su bolsa voluminosa y su caminata perezosa y ateológica que ha
destruido todas las otras caminatas, caminatas idealistas conscientes y
codiciosas aquéllas, ha hecho irrupción sin matar a nadie pero sí a la manera
de caminar de los ladrones, de este barrio de ladrones: primero, un caminar
extranjero, luego un caminar perezoso, increíblemente perezoso, hijo de James
Dean o de Actor`s Studio, perezoso, increíblemente, porque la bolsa pesada
agobia, ya sea su hombro derecho o su hombro izquierdo, y dobla, ya sea, su
brazo derecho o su brazo izquierdo, alternativamente, acalambrando, ya sea su
mano derecha o su mano izquierda, alternativamente, y hace arder, en toda la
trayectoria interminable de cruzar el silencio de las facas y las pistolas en
los bolsillos, los dedos, alternativamente derechos o izquierdos, luego otra
vez el silencio, la des-urgencia de la palabra que pide o pregunta, la des-emergencia
del dedo que apunta o ataja, luego des-ontoteología de un caminar reducido a
simple alternancia, del pie derecho y del pie izquierdo, un juego dialéctico
habitual del cuerpo, un ajedrez en juego sin los jugadores, una ruptura sin fin
del espacio, una lucha de persistencia entre el pie izquierdo y el pie derecho,
lo apolíneo y lo dionisiaco trenzados, luz-oscuridad girando, un vértigo, en
fin, un vértigo repugnante para cualquiera con pistolas y cuchillos
Ha llegado al barrio sin que nadie sepa su nombre, su edad, su origen y
profesión, si le gusta la música clásica de la gran cultura o en cambio la
música pop del consumismo global y occidental, si Beethoven o Madonna, si le
copa el jazz aristocrático o el punk-rock subversivo y autodestructivo, si
Miles-Trane o Sex Pistols, si detesta los solos narcisistas, ya sean de
guitarras o de trompetas, si le pegaría una buena dosis, sea para despertar o
morir, de improvisación free o noise politizado, si la anulación del beat en el
jazz, poco aristocráticamente, o la des-jerarquización de los instrumentos en
el rock-punk, destructiva y subversivamente, si superación del idealismo en la
creación musical o simplemente cambio de piel, nacimiento de una sensualidad
más fuerte en el tiempo, en la historia del oído y del cuerpo, de ese joven,
sin saber en verdad si le gusta la música, si no es sordo, y mudo y ciego y
anticristo y ángel y bomba y niño y desconocido de todos y sin sexo, sin saber
si curte penetrar o que le penetren, si se droga con las mujeres o los tipos,
si suda a causa de púberes o casadas, ni la manera de practicar la cópula,
kamasutra o perversión del puritanismo victoriano, sexo oral o vaginal,
fellatio o cunninlingus, vivir o morir, to be or not to be, violación o burdel,
casamiento o clandestinidad callejera, ritual dionisiaco o ensoñación manual,
to be or not to be, morir o vivir, sin saber si sabe que podemos habitar una
masa de fuego que va de lo más improbable a lo más probable o un universo claro
y tomista, inmóvil y ordenado, sin fantasmas de bizarros nombres como entropía
generalizada, si en la gran ruleta de la enciclopedia jerárquica, la postura
política, apostaría por Aristóteles o Nietzsche, si se compraría, aun en forma
de pastillas o polvo o cigarrillo, cultura, el arte de cultivar, de MacLuhan o
la de los sacrificios y el potlach, la sensibilidad en el sistema nervioso
central, el cerebro, o la sensibilidad en la población de los poros, la piel,
sin intuir siquiera para peligro de los pobladores del barrio, si es comunista
o comunista-maoísta, o comunista-troskista, o castrocomunista, si está a favor
de la eliminación de la Policía que “vela por el bien común”, plusvalía
cristianoburguesa, si es racista, conservador, de derechas
Ha llegado con su voluminosa y pesada bolsa, como un beat jazzístico de batería
y bajo, bolsa, a partir de la cual empezar el trip, la caminata larga e
infinita, a través de pistolas y facas y bandidos, obnubilado entre las escamas
del lagarto, la improvisación colectiva, las ramas y bifurcaciones que se abren
y despliegan, el caleidoscopio de los fatamorganas, los tejidos de un swing
psicotrópico, el machismo de las pisadas sobre la calzada, el olvido del beat
(no del Ser), de origen desconocido, una trayectoria aleatoria, podríamos
llamarlo Pollock, considerarlo de New York (sin o con don torres) por ejemplo,
o llamarlo Mingus Mingus Mingus, el ñandé tan importante para el free-jazz de
los 60 y el Black Power, contra el racismo del comienzo-medio-fin, contra el
fascismo del idealismo en estética, en guerra constante contra ese nuevo
Ku-Klux-Klan, contra el carácter anal que demuestra toda nuestra “tradición”
oficial, orden, claridad y sentido, el beat, ya sea con la batería, pesado y
voluminoso, o el bajo, también pesado y voluminoso, el olvido del croquis, la
imposibilidad de encontrar las cervezas, el padre y el amigo, la paradoja de
siempre, el presente de la realidad, pesada y voluminosa, y el presente de la
palabra que tantea a ciegas esa bolsa y a Marlon Brandon y Pollock y Mingus, la
nostalgia de carne que tiene todo Verbo, como el ciego de Buñuel en Los
olvidados que cita Jorge Polaco en Siempre es difícil volver a casa, una fuerza
ciega tanteando en el vacío, tanteando con violencia hacia dos cuerpos que
copulan (Polaco), hacia la calle copada por niños ladrones (Buñuel), hacia
Marlon Brandon que llega
Ha llegado, joven, raspando la espesura del instante, la calzada, pesada y
voluminosa, dripping de mirada, tacto, sonido y olor, la palabra del escritor
como la palabra de un viejo, la bolsa, una road story, Win Wenders pero viejo,
la palabra, último refugio de todo impotente, voluminosa y pesada, imaginemos a
Marlon en road story de un viejo Win Wenders escritor, objeto y palabra,
realidad y símbolo, separados, disyuctos, sin conexión posible, Brando
mojándose bajo el poder de la realidad-lluvia, Win Wenders que desesperado
recurre a la palabra, mierda, mierda, escupe Marlon Brando bajo la
realidad-lluvia, pesada y voluminosa, mierda mierda, Win Wenders y la lluvia,
disyuctos, separados, la lluvia mojando no más ni menos a “héroe que llega”,
inundando el mundo con más palabras, aunque sin lograr exorcizar, mierda, la
mierda lluvia, words, words, words, maldita costumbre, la palabra mostrando su
imposibilidad de influir en lo real (la lluvia), la lluvia (lo real) incitando,
produciendo más mierdas (words, words, words), fantasías legibles,
transportables, comerciables, expo-palabras que incuban a su vez más
shakespiriadas, originando fuentes de trabajo, como diría un agraciado con la
fortuna de la plusvalía, formando un mundo paralelo al real, como diría otro
viejo, esta vez uno ciego y ultraconservador, traspirando a otro joven Win
Wenders, que escribirá “short road stories” en vez de hacer la revolución, o
violar a alguna burguesita culona y culí, valga la paradoja, en vez de
arrojarse directamente en el terreno de la acción, esa palabra que no habla ni
se lee ni se escribe ni se traduce, palabra que habita en el tiempo, es decir,
entre la vida y la muerte, en vez de abandonar a Marlon en su frenesí neobarroco,
sin beat, pero también sin política y sin sexo, neobarroco cuyo sustrato es
como sabemos el tedio, el horror vacui, pesado y voluminoso, el mismo que mueve
a algunos a cremar judíos, a otros a romperles las costillas a los negros, a
las mujeres a entregarse con afán extático a la hermosa limpieza de los judíos
sábados, viernes con sol, bolsa, voluminosa, road, pesada, story
Ha llegado con su bolsa pesada y voluminosa, es de tarde, una tarde con sol, es
decir, con mucha luz, de una manera total y nula al mismo tiempo, pudiendo
decirse que su llegada es perfectamente un absoluto, el absoluto de la nada,
sin necesidad de citar a Kundera y elaborar por ejemplo la siguiente frase: que
su llegada es el juguete de la nada, o mejor, la nada, él y la nada, la nada
primero, luego él y la nada de nuevo, él metido entre dos nadas,
inexorablemente, coexistiendo con esas dos nadas que en el fondo son una sola,
pasando de metafísica dualista a una metafísica monista, que él, con su
llegada, ha dividido en dos, su llegada como un presente incrustado ente una
nada-pasado y una nada-futuro, su/la llegada como un presente perfecto y único,
rodeado de un mar (de palabras) llamado nada, ontología del presente, del
instante como absoluto, del dios encarnado en el ahora, él y su llegada con una
voluminosa y pesada bolsa, un viernes otoñal, pero con sol de verano, y
después, y antes también, nada más, es decir, la nada, monismo nihilista, nihil
mono, latinismo patafísico, pata nada, nada físico, nada nada
A la tarde, mierda, un viernes, mierda, solo, mierda, cruzando el barrio,
mierda, caminando, mierda, Marlon Brando, mierda, izquierdo, mierda, derecho,
mierda, brazo, mierda, mano, mierda, dedos, mierda, alternativamente, mierda,
pie, mierda, dialéctica, mierda, cuchillos, mierda, pistolas, mierda, ladrones,
mierda, fuera del beat, mierda, dentro de la road story, mierda, escamas,
mierda, trip, mierda, fatamorganas, mierda, Jazz, mierda, punk, mierda,
aristocrático, mierda, subversivo, mierda, trompeta, mierda, guitarra, mierda,
sax tenor, mierda, sin solos narcisistas y masturbatorios, mierda, Davis-Col,
mierda, Rotten-Vicious, mierda, to be or no to be, mierda, vivir o morir,
mierda, pastillas, polvo, cigarrillos, mierda mierda mierda, MacLuhan-cerebro,
Potlacht, mierda, realidad carne Marlon Pollock Mingus Mingus Mingus, mierda
mierda mierda, y el Verbo ciego Buñuel Polaco después, mierda, metafísica
dualista, metafísica monista, mierda mierda, nada nada, palabra impotente viejo
mierda, mierda, lluvia, mierda, words, mierda, words, mierda, words, mierda,
Shakespeare, mierda, Win Wenders viejo, mierda, Win Wenders joven, mierda,
revolución, mierda, burguesita, mierda, culí, mierda, culona, mierda, acción,
mierda, neobarroco, mierda, horror vacui, mierda, voluminoso, mierda, pesado,
mierda, ha llegado
Última advertencia del autor
Al empezar a escribir este texto, él, siempre, eternamente, primero que la
palabra, contradiciendo las consignas bíblico-platónico-idealistas, ha llegado.
Yo, texto-sombra, texto-plegaria, texto-nostalgia del cuerpo, fantasma
ambulando entre hojas blancas, presente perdido y muerto, me reconozco mendigo,
siervo, cazador, enamorado, pequeño, después.
Tomado de: Amor Karaíva,
Milena Cacerola, Sexo Kon Kualquiera, 2017.