Mostrando entradas con la etiqueta poesía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta poesía. Mostrar todas las entradas

6.7.25

Arquitectura del fracaso, por Gabriel Magri

1

 

en el siglo XII

las murallas que rodeaban París,

rodeaban 275 hectáreas

las construidas en 1360, 450 hectáreas

 

entonces

la preocupación por la apariencia comienza a ser notable

 

las disposiciones municipales buscaban el decoro

ordenaban la limpieza de las inmundicias procuraban 

que los carniceros establecieran los mataderos fuera

de las murallas

 

las nuevas casas mostraban nuevos adornos

gente nueva imponía un nuevo orden

 

la quiebra de los marcos señoriales permitió a la ciudad 

extender sus dominios sobre su entorno

 

pero la nueva gente no estaba acostumbrada a tareas agrícolas

así es que arrendaba las tierras

o las explotaban

con ayuda

de un administrador

 

lo desconocido:

un cambio en la actitud,

la búsqueda permanente y consciente de la ganancia

expresada en el dinero

que se transformaba

en la medida

de El Poder.

 

es entonces

que aparece también

más gente nueva

los juristas

hombres de leyes

nuevos funcionarios

al servicio

de la administración


 

 

2

 

un DJ se arroja desde el escenario

suelta el micrófono

en plena canción

 

en el corazón de la ciudad

cae el ídolo

como una estrella fugaz

cae del cielo

en plena canción

 

en plena canción

el público hoy no lo recibe

no hay crowdsurfing

hay un hueco

como un fin como un vacío como un agujero adonde

cae

el ídolo

intempestivo

cae

el ídolo

en plena canción

el ídolo cae

 

silencio

silencio

 

un dj se ha arrojado desde la escena

un dj se ha arrojado desde el escenario

hoy el público no lo recibe

el público mira pantallas de teléfonos que filman

las pantallas del teléfono, mira el público

las pantallas

en plena canción

 

nadie ataja hoy al dj

en plena canción

en plena canción

 

 

silencio

silencio

 

 

la música vuelve

incontables filman

filman incontables con sus teléfonos

suena aún la música, suena 

y atrás del telón

sobre una camilla

canta

canta el DJ

 

no ha muerto

no ha muerto esta vez el ídolo

está  aún vivo

el ídolo está vivo esta noche

y en plena canción

cantan algunos 

cantan

algunos

OLÉ

OLÉ

OLÉ

 

 

3

 

Mc Carthy

en febrero de 1950

ya había denunciado la existencia

de comunistas

en el propio Departamento de Estado

de los Estados Unidos

 

eran tiempos de la Guerra de Corea

y ésta contribuyó

a crear una atmósfera

donde las denuncias indiscriminadas

llegaron a tener

gran respaldo

popular

 

McCarthy

entonces

creó su famoso

comité

 

por entonces

los sentimientos anticomunistas

alcanzaban la histeria

 

cualquier pertenencia

presente o pasada

cualquier organización

reformista

liberal

o internacionalista

era vista como

sospechosa

 

 

4

 

cuando la bestia se pone a escribir

el reto de una vida sin dios

forzando un resquicio habitable

sucumbiendo

bajo los escombros de edificaciones vecinas

cantando de un tirón

para siempre

y en versión simplificada

afuera estalla la tormenta

la equívoca vanagloria sobreviene

como un síntoma de estreñimiento

 


5

 

JASPER JOHNS

 

caminando con él

en el museo de arte moderno

ella dijo

Jasper, seguramente perteneces a la aristocracia sureña

 

él dijo

no

no, Jane

soy simple basura blanca

no, Jane

no

 

 

6

 

la Guerra De Los Cien Años

iniciada en 1339

como una lucha feudal

acabó a mediados del siglo XV

como una lucha

entre monarquías

 

la profesionalización de la guerra

la aparición de sistemas fiscales para mantenerla

la validación de la política

y la administración

como una ocupación

sentaron las bases

del poder de los reyes

primero

y luego

las bases

de nuestra

moderna

civilización


 

7

 

el grito agudo de las cigarras

en la llanura

esperando por ejemplo

un poema

en el pasto

bajo el sol tórrido

penetrando

penetrando

estremeciendo de golpe

escuchando el silencio 

como un brusco

brusco salto al vacío

en acto pleno de audacia

como una casa sin puerta

como una puerta sin cerradura

o una casa sin ninguna puerta de entrada

 

 

8

 

contra los impuestos

como protesta

los colonos de Boston

tiraron al mar

un cargamento de té

 

esto fue uno de los actos preliminares

de la guerra de la independencia

norteamericana

 

 

 

9

 

como nace el aburrimiento

como nace un género

como ya a partir de una excavación

anidando un espacio que no le pertenece

como un desvío

de una química semántica

cambiante

el borrador cambia de signo

este desvío de hoy

que nace del aburrimiento

traducción absurda

girando

alrededor de la dramática pregunta

el signo de la perversión altera el significado

el mal uso de la máquina emula la escritura de esta coyuntura

que emula el imparable síndrome

que el mal uso puede contagiar

 

 

10

 

VARIACIÓN SOBRE UN POEMA DE LEÓNIDAS LAMBORGHINI

 

pero así

como fueron saltando

los resortes de mis nervios

y el día aún no pasó

acusan tensión

todavía

los resortes

y estallando

y qué haré

uno a uno

todavía

estallando


 

11

 

mi mano está fría

mi mente

está fría

mirando la tela

sin pintar

 

generando misterios

sin pintar

todavía falta algún detalle

penetrando los escritos

la significación real y sombría

y

para perderlo todo

el talento

y atravesando una cerradura

el ruido del viento


 

12

 

agonizando un ratito

en el momento incesante

ante los felices bustos

y el mapa polvoriento

tomamos un trago

por un camino turbio

 

sí, lo supimos 

vaya a saber con qué anhelo

el tesoro

del desierto

21.5.25

Viel Temperley: Estado de Comunión, por Sergio Bizzio.

 

 

Viel Temperley nació en Buenos Aires en 1933. Con su primer libro, a los 23 años, obtuvo la Faja de Honor de la SADE. Entre ese libro y el último volaron 30 años. Sus lectores, pocos, hablan de Viel como uno de los mejores actuales. Ahora –el presente vale– llega de una sesión de rayos y está en la cama, una frazada prolijamente doblada a la altura del pecho.

–Ojoó– hace, sonriendo, y en el piso suena el teléfono.

Por todas partes hay pequeños cuadros pintados por él o por Luisa, su mujer. Hay una biblioteca fina y alta rodeada de fotografías y un Cristo azul acosado por un bosquecillo de plantas sin flores. Viel no es un poeta de cuchicheo mallarmeano. No dice “un texto por fin real que será la explicación órfica de la tierra”, ni “un Cosmos organizado bajo el signo de la belleza”. Él dice: “lo mío tenía que ser todo un mundo”. (Tiempo atrás, hojeando la novela de un sabio, rozado yo por el eco de su éxito, se me ocurrió que la percepción de la belleza tiene que ver más con las sensaciones que con el juicio –lábil ocurrencia, pero me gusta esa antigüedad. ¿No hay un dios que desaparece automáticamente si se lo toca demasiado?). Y si habla de sus libros –en este caso Legión Extranjera (1978), Crawl (1982) y Hospital Británico (1986)–, hace justamente lo contrario de las gentes que, diría Arreola, caen unas en brazos de otras sin detallar la aventura.

–Desenchufá –pide–. No quiero que me interrumpan.

Le digo que parece que hubiera entrado en escena de golpe, en este último año, cuando tiene nueve libros editados.

–Creo que eso es culpa mía. No hice ningún movimiento para acercarme. No estuve en ningún grupo. Siempre rehuí las presentaciones. Y hasta Carta de Marear, que apareció en 1978, había publicado cinco libros... pero yo tenía la intención de romper mi poesía; la notaba demasiado rígida, como atada a un molde, un principio, un medio, un fin: sabía qué iba a decir. Después pasé a decir, a ver, empezó a interesarme la poesía que me permitía no solamente esconderme sino evadirme y hacer un mundo, tener un mundo.

–¿Evadirte de qué?

–De lo excesivamente claro. Yo me destrozo en cada imagen para esconderme, pero dejo (por ejemplo en Legión Extranjera) citas y personajes que hacen de distintos poemas un solo poema. Así que después de esto, cuando tuve oportunidad de mandar todo al diablo, me encierro con un título, Crawl, y la intención de dar un testimonio de mi fe en Cristo, al que nunca había nombrado: decía “Dios”; un dios panteísta, no el hijo, el hombre. Y el hecho es que me encuentro con mi poesía al no saber cómo hacerla. Termino explicando cómo se nada, cómo poner una mano al nadar... Pero descubro que para escribir Crawl tengo que aprender a rezar, y empiezo a tener una relación distinta con la oración y con el aliento. Y al fin de todo consigo mencionarlo como “éste” o “ése”, con minúscula, porque en aquel momento de mi vida espiritual hubiera sido una mentira poner reiteradamente “Jesucristo”. A lo largo del libro lo nombro una sola vez. Yo no era dueño de ese nombre.

–Más que la búsqueda de El Nombre parece la búsqueda de un nombre. ¿O pensás que sos un poeta religioso?

–¿Un poeta religioso? No. De ninguna manera. Seré un místico, un poeta surrealista, cualquier cosa, pero no religioso. Hablo de marineros y de nadadores. Jesucristo aparece a través de un rufián, de un vago, de un bañero. Pongo “Besarme el rostro en Jesucristo” queriendo decir que Cristo me había llevado a besarme a mí mismo en él. En él, pero a mí mismo, eso es lo que me interesa. No me dirijo a él dejando de lado mi amor por esa chica al lado de la lámpara: lo busco ahí. Me bastó con haberlo puesto una vez. Di testimonio. Macanudo. Ya después me copo con la tapa, con el marinero de la caja de cigarros John Player... Yo creía que existía. Me lo había presentado un tío en una pieza empapelada con flores. Y recuerdo que lo quise. Pero ahí dejé de verlo y no volví a encontrarlo hasta mucho tiempo después en un atado de cigarrillos. Había soñado con él, y lo tomé como la cara de Cristo. Dios es idéntico a un marinero, tal vez un marinero judío, por la mandíbula tan fuerte, cuadrada. En lugar de un salvavidas, entonces, le pedí a un amigo que dibujara una corona de espinas. Finalmente, se me ocurrió acompañarlo con la diagramación. Si mirás Crawl arriba es como un cuerpo que va nadando. Yo desplegaba el poema en el suelo y me paraba en una silla para ver dónde había algo que se saliera del dibujo. Me pasaba horas arriba de la silla fumando y mirando, y corrigiendo para que tuviera esa forma. Incluso trato de que las estrofas no tengan puntos hasta la tercera parte, porque quería que fuera un respirar, quería que cada brazada fuera una respiración. Solamente al final, cuando habla con otros hombres, hay puntos y cortes. Pero donde es pura natación, son estrofas.

–¿Y en cuanto al leit motiv “Vengo de comulgar y estoy en éxtasis”?

–Eso sucedió un día en que estaba terriblemente angustiado y me metí en el Santísimo, la iglesia que está acá atrás del Kavanagh. Sin embargo no soporté estar ahí adentro. Salí, me senté en el pasto, en la plaza, y tuve de pronto una sensación de éxtasis extraordinaria... Y me dije que ese era el motivo para empezar cada parte. Y en la primera sigue “aunque comulgué como un ahogado”. Eso, como un ahogado... Otra vez, yo venía caminando por el puerto, y entre una fila de plátanos sentí un ataque de Dios, el golpe de Dios, y me puse a llorar. Hay un plátano en Crawl. También recuerdo que cuando yo era muy chico vivía en Vicente López, y todas las mañanas mamá me llevaba al río, cargado en la espalda. Yo todavía no sabía caminar. Y un día me caí al agua. Recuerdo que estaba sentado debajo del agua en paz, sin extrañar absolutamente la vida, la respiración, el mundo. Lo único que sentía era el éxtasis de ver una pared color tierra cruzada por el sol: era un manto anaranjado que yo tenía ante los ojos. Y era feliz.

–En El Nadador escribís “...agua tan azul que el hombre / entraba en ella y respiraba”.

–Respira el cielo. Por eso en Crawl me quedo tranquilo hasta que un día nublado estoy en una playa y al cerrar los ojos sale el sol y veo dos figuras blanquísimas, y me dije que iba a escribir acerca de esos dos tipos haciendo guardia en la arena. Ese libro sería Hospital Británico. Yo estuve en el Británico. Caí enfermo cuando vi a mamá que quería morirse, y murió cuatro días después de que a mí me trepanaran. Habíamos pasado tres meses los dos tirados en la cama. Bueno, me operan del mate y a los dos o tres días salgo al jardín. Iba del brazo de mi mujer. Nos sentamos delante de un pabellón, al que llamo Pabellón Rosetto. Volaban unas mariposas y había unos eucaliptus muy hermosos, nada más que esto, y fui rodeado y traspasado por una sensación de amor tan intensa que me arruinó la vida en el mundo.

–¿Cómo?

–Sí, la sensación de estar rodeado por cielo, y de que ese cielo me tocara como carne, y que podía ser la carne de Cristo y que al mismo tiempo lo tenía a Cristo adentro... Yo era amado con una intensidad que estaba en el límite de lo soportable. Eso duró una semana. Cuando volví a casa me tiré en el living y abrí la ventana para que el viento moviera la enredadera y estuve hasta el amanecer tratando de recuperar ese estado de comunión, pero no apareció nada.

–Bueno, apareció Hospital Británico.

–El libro de un trepanado. El que escribió ese poema no existe más. Yo, en aquel entonces (no sabía que iban a darme rayos) salí volando con la cabeza abierta: iba a escribir. Se me ocurrió la solución de las esquirlas, lo ordené, escribí lo que habla de la muerte de mamá... y el resto en el estado de un tipo que se había salido de la realidad porque tenía un huevo en la cabeza. Después, sí, después tienen que darme rayos. ¿Quién carajo armó todo eso? No tengo idea. Llega gente, vienen a visitarme, caen cartas, pero lo que yo tengo que ver con el efecto de ese libro es muy poco. No soy el autor de eso como de Crawl. Hospital Británico es algo que estaba en el aire. Yo no hice más que encontrarlo. “Hospital Británico” me permite creer que me salí del mundo y no sé para qué. El cielo estaba en la enfermera que pasaba...

 

Publicado en la revista Vuelta Sudamericana, AÑO I, julio 1987; p. 58.

 

15.5.25

Manifiesto (Hablo por mi diferencia), por Pedro Lemebel

 

No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la justicia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odio
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En esas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es un buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso en el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y ya va a caer, y ya va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese huevo
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.

Nota: El presente texto fue leído como intervención en un acto político de la izquierda en septiembre de 1986, en Santiago de Chile.

 

 

Tomado de: Loco afán. Crónicas de Sidario, Santiago de Chile, LOM ediciones, 1997.-

16.4.25

Empiezo este poema porque se terminó la vida, por Alejandro Rubio

 

Empiezo este poema porque se terminó la vida.

Por un tiempo contuvo

Las ráfagas de fuego

Que salían de mi boca cariada.

Siempre sentí ese ardor

Entre el estómago y los sesos.

Sin imágenes y sin ritmo.

Ahora descanso tomando café y

Duermo mucho y nunca me acuerdo

De mis sueños. Un día

Es igual al siguiente.

 

Gris y callado, mi gente se oculta en sus casas

Y solo el viento corre libre entre los edificios.

 

Este poema va a fracasar. Yo

Soy un fracaso. No se apenen,

Es nada más que un mal día.

La psicóloga de mi hermana

Dice que todo pasa.

 

A menos que tu memoria se resista

A dejar días como hoy en el pasado.

 

Pintó el bajón, dice

Mariano Blatt. Él viaja,

No sabe nada del bajón sedentario,

Recalcitrante, el que hace que te muevas

Entre la cama y la cocina con las manos colgando,

Ése que es previo al comienzo de un poema.

No estoy escribiendo sobre eso.

 

Voy a escribir: extraño la época

De los zeppelines, su elegancia

Y su peligro. Tengo una tendencia fantasiosa

A mirar para arriba.

 

Me rehúso a resolverlo todo

Entre la técnica y la costumbre. Quisiera

Que lo que escribo me hiciera nuevo.

La paloma que me cagó recién

El buzo indica que es demasiado tarde.

Alimentar palomas: inofensiva

Caridad.

 

Debo armarme de paciencia

Para no romper de una patada el monitor.

 

Poema, poemilla mío

Que entre meandros cristalinos te hundes

Y te me escondes, estás más allá

De las grandes obras públicas

Y la memoria.

 

Mi registro es perfecto: una

Máquina. Y no tengo nada que decir.

 

Que escriban los otros, los recién nacidos.

Yo con gran tiento les enseñaré.

Ser tutor o maestro

De una palabra nueva…

No soy yo, pero para él

Sería un buen gigante que le muestra cosas

Solo para después quitarles de su vista

Y así hacerle una imaginación.

 

Los recién nacidos son

Fuertes y exigentes. Mi posteridad

Los abraza y les lame los dedos.

Estoy en competencia con las bellas artes.

 

Hace tanto frío hoy.

Tanto, que sólo pido

Abrigarme con una frazada

Antes de que los miembros se me congelen.

 

Aborto el poema

Porque odio hablar de más.

Chau, huellas de pájaros

Sobre el papel iluminado.

Chau, mamá. Adiós a la noción de grandeza

Que demasiado tiempo me guió.

 

Todavía no almorcé y ya estoy cansado.

Hagan de cuenta que no leyeron nada.

Para epitafio es larguísimo

Y para oda no canta.

He perdido de golpe la voz.

Todo pasa, todo pasa.

Pronto llega el verano

Y la ola sexual correspondiente.

Me voy a quedar acá

Mirando el techo.

 

Son fantásticas las sombras que se dibujan en el techo.

 

 

 

Tomado de: Alejandro Rubio, Habíamos pensado, Buenos Aires, Mansalva, 2025.-