Si
el Monitor no duerme, la tecnocracia no vive. Solo su chica puede hacerlo
descansar.
Alberto Laiseca, Camilo Aldao
Gratamente sorprendido con que Gendarmería le sacudiera a Belliboni.
Este chanta empezó usando gente pauperizada que empastillaba con medicación
psiquiátrica, que se formaba para desfilar por todo Buenos Aires con feministas
que los cagaban a gritos con un megáfono.
Siempre que aparece un Caputo aparece un Belliboni. Se había visto en la
primera presencia de Belliboni con este gobierno nuevo que el que lo dejaba
pasar a la Avenida 9 de Julio era el Secretario de Seguridad de Jorge Macri,
sin problema.
Paso el día comentando regurgitamientos en esta bolsa de bólidos, pero
los intelectuales se la pasan hablando como si nos estuviera por hacer cagar un
apocalipsis de ciencia ficción. Y yo solo quiero seguir la melodía que es
hembra.
Mamá me avisa que tenemos que ir a la farmacia
a darme la inyección con la gente trabajando adentro, dejándolos solos. A ella
le encanta bañarse en la pileta al costadito de ellos. Toda esta truculencia me
enferma, y Matías llama y me dice que viene tipo cinco de la tarde. Le dije que
no se moleste en venir hasta pasada la cena con este calor, pero maneja dos
fábricas de pantalones y se acuesta temprano. Los laburantes me esquilman los
nervios por teléfono. Debo permanecer frío e inmóvil, con el aire acondicionado
y el ventilador cruzados, hasta licuarme y enfriarme y ponerme los ponchos.
Los campesinos en Europa
no quieren que sus impuestos vayan para los inmigrantes porque terminarán chupándoles
la pija en un descampado con mal olor y sin sombra como en Tadeys. La agenda
del cambio climático progre es para defender los pedos de unas gordas bolas de
fraile, mientras Elon Musk lanzó noventa y seis cohetes retornables al espacio el
año pasado y tampoco nadie puede opinar del olor a pedo de la Elonósfera.
No hay aire. La pileta no
refresca, debería meterme ya, desnudo, y hacer mi kinesiología en la gamba
izquierda.
Pude bajar el Epub de los
textos recobrados de Borges de 1931 a 1955. Empieza con un negro meando delante
de un policía en los fondos del cementerio de la Recoleta, en la esquina de
Uriburu, fechado en 1931. Me gustan las caminatas de Borges con su visión por
Buenos Aires. Escribía, no hacía prosa poemática, eso lo inventaron después con
sus retazos y el bebop. En esa cuadra había un hotel alojamiento de cinco pisos
con habitaciones grandes en las que se podían levantar las persianas. La vista
daba a los techos de las bóvedas del cementerio con ángeles, puntas, efigies y
gárgolas con la primera luz de la mañana. Arrimaba una mesa a la ventana,
tomaba un lerdo café de telo con una masita envuelta, la taza blanca de loza
con dos sobres de azúcar. Me duchaba y vestía y bajaba hasta la parada del 60
en Las Heras. Buenos Aires me gustaba así. Las pesadillas metódicas de Houellebecq…
uno lee toda esa demencia modernosa europea y se queda admirado por lo
fresquito y lo bien iluminado que está todo.
Había otro telo atrás del
Hospital Rivadavia a mitad de cuadra, mugroso, sin ventilación, que costaba
doce pesos el turno, sobre Sánchez de Bustamante. Me parece que es el mismo
lugar que refiere Milita Molina en un libro sobre su juventud presentado como
un bolichito de drogarse y cojer.
Mediodía, calor pegado al
cuerpo, aire caliente en mi cuarto. La pileta no refrescará hasta que haya una
buena lluvia. Cuando llego al límite y mi cuerpo se derrite, o cuando el ruido
de la computadora amenaza con romperme el cerebro, o ahogarme fumando por
pensar, me pongo bajo el chorro frío de la ducha y me dan espasmos. Por la
tarde cuando baja el sol la habitación queda como una estufa, pongo el aire
acondicionado y el ventilador cruzados y me duermo.
A esta hora me gusta escuchar
un poco los discos premiados de Santaolallla. Sus charangos norteños hacen sonar
a las aguas y a las montañas, me gustan sus letanías telúricas y las sambitas
con arpegios, aunque sea una música superficial tiene todo. La prefiero sobre
el chicle del Bajo Fondo Tango Club, que ahora recuerdo como un mal sueño. Santaolalla
en sus discos de tango electrónico intentó evocaciones del 900 que ya estaban vencidas
desde que el tango se hizo marchita bailable, y el Paganini violín solista. He
pasado toda la semana escuchando los discos de Adolfo Ábalos.
En el año 2007 pude
conversar al costado de una protesta del PO con Mariano Ferreira cuando
trabajaba en el call center Atento en Martínez, vendía tarjetas de crédito del
banco HSBC por teléfono a Estados Unidos, a ancianos, vietnamitas, y cocainómanos,
mayormente, tarjetas con tazas altísimas. Iba en remís, comía helado y podía
leer. Los viernes íbamos a bailar con los pibes. Ferreira siempre estaba en la
entrada con los del PO reclamando que teníamos que estar inscriptos en el
gremio de los telefónicos y no como empleados de comercio, lo que era cierto, pero
yo ganaba seiscientos dólares por mes y no me importaba, le dije que ahora
había laburo en el país por primera vez para mí en democracia. Me dijo que los Kirchner
eran corruptos, e insistía con sus axiomas comunistas. Le dije que si nos
pasaban a los telefónicos los clientes de la empresa se irían a El Salvador o a
la India, y nos quedaríamos sin trabajo. ¿Vos me vas a dar laburo?, le dije. De
todas formas le agradecí por cuidar nuestros porotos. Al final se cansaron y se
fueron.
Sueño con el Diego en
tratamiento en Iguazú, yo estaba allá como se me aparece todo en los últimos
sueños, un pasillo húmedo con ropa náutica colgada hacia la luz de Garganta del
Diablo, y pasa el Diego afuera hablando como una radio sobre su tratamiento.
Tengo tetas grandes por
tener mis brazos y manos y dedos sobre el teclado.
Pienso seguir vistiéndome
con trapos y ceniza y cultivando mi porro suizo de otoño-invierno comiendo
milanesas de soja con soda.
Soñé que con Belén íbamos
a comer carne de perro a un patio de comidas, fuimos a dos, atendidos por
médicos, uno de un doctor tipo Lotocki y el otro de Gabriel Batistuta. La carne
venía en pasos como en los restaurantes de ahora, de colores, tenía gusto a
caldo de gallina. Y otro sueño con Verónica, la misma gente muerta de siempre,
sueños cargados, pesados, con las intromisiones de mi madre a los gritos.
Gabino me dijo que
siempre hay que votar al más trucho y careta. Se lo comenté a Omar y me dijo
que era una frase de sabio taoísta.
11/2
Toda la comida tiene
gusto a basura, la carne, el fiambre, el pollo tiene olor a podrido, solo como
galletitas de agua y tomo mate. La fruta con gusto falso, como si los
productores hicieran un resemblance. Trataré de mejorar las ensaladas, pero
todo lo que me meto en el buche siempre tiene un gusto corrupto. No tengo un
puto peso hasta fin de mes, tendré que endeudarme para comprar unas Don Satur.
Leo a Léon Bloy y el North
de Céline en otra noche sin aire y con humedad inaudita.
12/7
Los diez gramos de porro a
sesenta lucas, imposible.
13/2
Salieron los Cuentos
Completos de Alberto Laiseca por la Random House, con prólogo de un tal Leonardo
Loyola. “Con el cuidado meticuloso de Sebastián Pandolfelli, uno de sus
discípulos dilectos, con material inédito y un retrato íntimo del escritor
atrás del autor”. Cuando veo a Lai en manos de estos dilectos, cómo rellenan
con sus palabras los inéditos con la horrible tipografía de la Random ya sé que
me voy a envenenar. Voy sintiendo que son apócrifos y no quiero mancillar mi
feliz recuerdo de lector. Me leí Camilo Aldao en el Kindle. El prólogo de Selva
Ahumada me ha conmovido. Ahora sigo con Sindicalia.
Es notable como crecen
las flores de la planta cuando les echo clara de huevo. Estarán para mediados
de abril.
El Curupí
Allá con los jesuitas nos corrían
nos hicieron fama con mi hermano
porque mi mamá la bruja nos cogía
y le tomamos gusto de guachos
de muy chico nos creció mucho la pija.
Nos tuvimos que ir por la iglesia
y por nuestra madre hechicera,
bruja mefítica.
Mi hermano anduvo por el norte
yo me disimulé en la joda de Buenos Aires
acá nadie se da cuenta, mas bien
me llevan por el bulto las chicas
allá mi hermano hizo fama
en Santiago y todo el norte
lo seguían las chinas, bueno él es,
nunca hizo daño,
las mujeres solas lo querían.
Tenemos la simiente prohibida,
eso nos mandó la Virgen,
nunca prender galladura,
juramos ser pobres
y solo consolar las urgencias
de mujeres afligidas
A Samoas
Llego tling tling, como araña de guasca y subo a la
arena, vienen las gordas con flores a ofrecer su milanesa de búfala, les regalo
obuses cargados por arriba del monte con chapa arriba en bola de lomo. Me dan
cerveza y de la advíncula autóctona, me apelmazo como un gusano blanco con un
restito de sol de vacaciones. Debo seguir amando esos jamones y la milanesa
profunda con sidra de champetas, que rompe el aire acondicionado y se chorrea
melosa bajo la mano.
Carolina del Norte
Pajas con guante de baseball y piernas de mujeres
en racimos por el agua, arañas de mujer sincronizadas. La verga se dobla y
resuma cuajada, la corriente me lleva, le corro a un submarino, lo retumbo, lo
castigo y me torpedea. El cazadrones los empasta y los cuelgo con hielitos al
Starlink. El mundo se ilumina como árbol navideño. En Argentina me aclaman,
pero Occulus me mira, quiere cobrarme las cuajadas fecundadas.
Jerusalem
Subí al monte con
mis cascos de plata, me la temblaba levemente en subida y encontré una
samaritana que lloraba, sorbí su sangre y la empotré contra el muro de los
lamentos, estaba enferma, las carroñas volaban en círculo y las bajé con una
descarga antiaérea. Una formación de F-35 hizo el escorpión para hacerme
blanco, pero la samaritana me sobaba y les levanté el tercer templo de
Jerusalem en el aire deshecho por la estrella de Belén.
***
Aceite de Tinelli
Después de una vida de vasco en el campo, con
muchas hectáreas y gran fortuna, mandó a poner en su lápida su imagen en la
cabina del último tractor que condujo. Pero nadie visitaba su tumba,
exceptuando a su ociosa decendencia, para emborracharse y fornicar sobre la ella.
Le cagaron humanos, pájaros y demás bestias, hasta que su acomodada y devota
bisnieta tuvo que desemplazar todo aquello de allí cuando anunciaron el
terremoto. Hallaron el cadáver incorrupto y acudieron al obispado, se corrió la
voz. Los enfermos que lo invocaban se curaban y lo declararon Santo.
Siento que mi teléfono vibra
como haciendo gimnasia
Pero más la bomba de agua
Y los camiones
En el piso del centro de logística
Autos, aviones
El helicóptero sin manos de Scioli
Y el reparo de los niños con sus voces
El viento
Y unos pichones
El lado activo de Osvaldo Sabatini
Mi vecino se va temprano apurado, se las toma y vuelve a las siete, su
mujer usa su tiempo libre variadamente. Dejó de sacar fotos de bebés y ahora se
dedica al lesbianismo buena onda con la que encuentre, se suceden unos diálogos
infantiles alegres y baja el volúmen a secretos tiernos, se escuchan caer
cuerpos a la pileta y trombas de sacudidas, terminan en una gimnasia de muslos
con ruidos de tenistas en el borde de la pileta y unas toallas, la ropa y
despedida. Sus hijos andan en bici por el barrio.
***
Con traje de torero. Te apunto el trajecito con
sombrero y zak-zak, le dijo Julio Iglesias a su joven amante Michael Jackson,
ya tu puedes hacer lo que yo quisiera, vete. Me esperan tres masajistas
samoanos.
Allá... allá me lo cruzaba
Al Bambino Veira
En el Ateneo Grand Splendid
Al bar del fondo iba
Con Durán Barba y su
Parva de empanadas
Y Eduardo Galeano
con su camiseta de basket
Y jogging de
Tela de avión azul
Con una Heineken Chiquita,
Busconas europeas
Crotas faloperas
Peteando en el pullman
De todo
En mi jardín de delicias
Hasta que aparecieron las gaúshas
brasileras del sur
de vacaciones
Y no quedó nada.
Pero al gallinero del Colón no llegaron
En el campo de refugiados de Milei tengo
terraza y cultivo mi porro, y mateada, chipita, asado, milanesa napolitana,
ravioles, papafritas. No me dejan trabajar. Pero acá estoy, firme junto al
pueblo.
Neurosandro
Después
de bajar al mate y que mamá se turbara por pararse delante de mi en todos mis
movimientos como un androide de mierda con el teléfono -y que me cuesta honrar-
salí a la galería a mirar el cerco que me comprendía, y pasaba sus escobillas
el viento sobre él, pero dura permanecía mi mirada. Hace calor, me imaginaba
afuera esperando el mate que pochearía mis huevos desnudo en el mar y los subiría
a la superficie como si flotaran, con mis deseos, pronto estaré solo. Nadie me
mira aquí en lo alto, estoy sucio, el calzón grande al revés, meado levemente,
debería cambiarme, bañarme primero, y yo estaba tan intranquilo antes acá
arriba con el ventilador y la compu, sin prender el aire acondicionado. Por la
ventana las copas se mecen y hay cotorras, aparecen los pájaros según la gente,
en el balcón de al lado está la vecina con las amigas, ella como yo, vive de
jogging durmiendo con su gran mota, por la ventana cuando se ducha es
totalmente apolínea y olímpica como mi Verónica, las amigas con el pelito
parejito y bronceadas me aburren. Esta tarde había en lo de mi otra vecina, a
la que su casa rosada o fresa tapan unas guirnaldas vegetales que han crecido y
cuelgan desde el tope del marco de la ventana del baño, una flaca rubia muy
coloquial con sus amigas esta tarde (ya se fueron), que la escuché hace unos
años en dicho baño sin las guirnaldas con sus sonidos de búfala, no sé si
metiéndose los dedos para vomitar, abortando o siendo penetrada. Ah, y ya pasa
todo y yo sigo con el pelito rapado, caliente, en este horno que no es mío,
firme junto al pueblo como la chusma misma.
Leones
de estiércol
Las
cagadas regeneran a la bestia en su marcha,
de
las articulaciones tienden a los músculos y la cabellera
con
los cascos blandos, livianos, y el cabello dorado, como la hiena del hombre, y
bípedos los dos, centinelas, se suben las ametralladoras tras las paredes y
juegan al sapito con blancos.
Los
leones saltan por los techos, cayendo mal, ensuciando la balacera en las
paredes, y se reponen en piques para llevarse unas hordas en la mandíbula como
sacos de arena con fauces ah, serpientes, las he visto levantarse sobre cuellos
de gamo y sigo aquí, y el tiempo pasa como mierda a través del viento.
El camino del tenis
hay que tocar las cuerdas
para no salirse del polvo
por el mango de cuero
con brazo y muñeca de mono
y ser un técnico de tribuna
llamado al banco
y hacer correr
a los delanteros como saques
y todo el bandoneón en equipo
cuando escucho a este tipo
y solo me queda la selección
en la pretemporada
en otoño y primavera
y salgo campeón de todo
con esta música Pipeline
cuando me fumo un porro
de viejo
me siento rápido en el subte,
en el tren y el bondi,
me adelanto a las viejas chúcaras,
para eso mi juventud,
con los otros duermo
me pesa mucho el culo
me salta tanto el culo que se me
enroscan las rodillas
se me escurren
se vio en los subtes
a Bergoglio sentado
le han dejado el asiento
vi en una foto
o tal vez se ha abalanzado
en la Estación Catedral
a pocos metros del Arzobispado
(por eso no quiere salir del Vaticano,
¿Quién que viaja en el Subte
Puede culparlo?)
no he sido yo
no me ha tocado a mi
dejarle el asiento
yo que solo se los dejo
a las viejas monjas
y los sacerdotes del clero
Antonio Coria
anduve un tiempo con un montaraz
con su hacha y su perro,
que susurraba las chacareras de noche
borracho, con el crepitar del fuego
hachaba todo el día,
con cincuenta grados
bajando un monte de tusca,
nunca dormía siesta.
Me costaba seguirle el ritmo,
tenía cincuenta y tres años, yo veinte.
A la noche debía emborracharse era el trato.
Don Jaime le decía a su perro.
Una vez me contó
que cierta noche el perro se le desarmaba,
como reprochándose un poco tanta bebida.
Me acuerdo cuando hicimos a pie treinta kilómetros
para ver a un ladrillero
al que nos mandó don Tuni
que quería cerrar las arcadas de la galería,
eran unas casuchas que llamaban Santo Domingo
Coria volvió tomando un vino fresquito
y no me convidó
ni le pedí, y me dolían las zapatillas.
Esa tarde pasaban todos caballos
con la trompa deforme,
caminábamos por la ruta 34 vieja
atrás de la vía muerta
los quebrachitos de un metro
crecían al costado del camino
yo miraba los desmesurados eucaliptos
de una guarnición de milicos
y el suelo por si serpientes
y llegamos a las cinco
ni ducha me di
ni tomar quise, había cerverza
me senté en la galería
a matear
y armar mis puchos
Una gordita pin up
Con una colitas
Sacude las tetas gordas
Con una fuerza inaudita
En la pileta
Con las Harleys
Y mi alegría lejana
Por las putas idealizadas
Que me ponen circunspecto
Pero las minas
finas, locas, me buscan
Me baten las gomas
Y por un rato
Les muerdo los pezones
Y se alejan nadando
Llevándome prendido
con mi dedo mayor
Metido en el culo
***
Con el chip de Neuralink implantado se puede
mover un mouse con la mente, el siguiente objetivo del chip es el de poder
cliquear con la mente más rápido que con la mano, más rápido que un subastador,
dice el artículo, y la frase de Elon "Imaginen si alguien como Stephen
Hawking lo tuviera". Sin fuerza para escribir cosas confusas que solo se
limpian tanteando con el teclado, solo se podrían seleccionar frases o letras,
la redactora artificial haría el trabajo narrativo, pero el viento, las bolsas
de plástico encharcadas al costado de la ruta, la villera enchupinada con el
pelo arreglado y las uñas despintadas, el perfume dulzón del shampoo y los
afeites del baño con el precario inodoro de villa. Me acuerdo que en lo de Verónica
estaba la familia en el comedor diario y el toilette del living quedaba casi al
costado, yo me estaba cagando mal y tuve que ir con todos ahí a dos pasos.
Tenía una técnica para cagar sin olor pero que podía tapar la cañería, que
había fallado en lo de otra ex, pero me había ido temprano y esa semana
siguiente la casa fue ocupada por una obra de plomeros. Ahora tengo baño en
suite y cuando la empleada y mamá intervinieron mi cuarto la última vez la
paragua comentó lo insalubre que es mi inodoro. Me quedé pensando, solo atiné a
decir que no estaba obligada a venir si yo no la llamaba, pero mejor dejarlo
así, no me sorprende que existan sommeliers de inodoros, comentarios entre
enfermeros o gentes de limpieza como esos debe ser algo común. Esto venía a que
con el chip de Neuralink también se podría defecar, y en el futuro un modelo
más avanzado lo haría a distancia, porque el primer objetivo del hombre
multidimensional será perder el ojete.
Muchos escritores tienen la boca podrida y se
les nota, algunos de estos son obesos y hablan mucho entre excrementos. Estoy
subiendo de peso y comiendo porquerías, clavado en mi asiento. Alejaría mi
persona de la línea, que se derrame y se caiga un tendal de volatineros y
limpiavidrios por un sacudón de la línea, que mejor que salga seca y no el glublohlong
en gelatina morada, o en baba, todo de boca podrida. Voy a comprar unas latas
de birra.
Ahí va un travesti con una antorcha olímpica.
Felicito y agradezco a la UOCRA por el aumento en la presión del bidet
El camino hasta el almacén fue duro después de meses sin salir de mi
casa. Me picaron varios mosquitos en ambas manos. Salí con un jogging y un buso
de polar negros, me rondaban por la cara, se me apoyaban en la nariz, pero
bastante bien, Mis piernas soportaron. Sudé mucho pero tuve mi recompensa, las
tres latas de Stella Artois me costaron 4500 pesos. Las saqué de la heladera
del almacén, había Heineken, Patagonia 24x7 y una Andes verde manzana
metalizada. El almacén tenía aire acondicionado. Volviendo pensé que Juan Abreu
de viejo se parece a Moby Dick peinado a la cachetada y que tengo que comprar
macetas más grandes para mis plantas, mirando la entrada de una casa con dos
palmeras a los costados en unas macetas que no deben ser de más de ochenta
litros. Ahora siento que me pica todo. Dejé las tres latas en el freezer para
sacarlas antes de que se congelen y servirlas en una copa de cerveza belga
Leffe que me trajo mi cuñado occiso de Bélgica en una de sus giras tangueras
hace casi dos décadas. Beberé alcohol después de casi un año, mesmo un viernes
solitario que también se prestaba aunque sin tantos mosquitos, recuerdo que las
tomé sentado a la mesa de mi terraza y había brisa. Ahora estoy en la cripta
con el aire y el ventilador cruzados. Tengo dos de estas copas de cerveza
Leffe, la que me trajo mi cuñado y otra que me traje de la casa de la bajista
de Spinetta, Nerina Nicotra, casada con el bajista de Fito Páez, Guillermo
Vadalá, de cuando remataron las cosas de su casa y se fueron a trabajar como
músicos de estudio a California en el año 2012, vivían a tres cuadras calle
abajo. También me llevé un diván blanco y Vadalá no me quiso vender una
autobiografía de Miles Davis que estaba en una repisa de arriba.
Hoy
manicuré mi planta, una Pamir Gold, del noreste del Himalaya de marca holandesa
modelada en Suiza, y me estoy fumando las hojas que son divinas, me sacan de la
depresión de mi encierro y cagar se hace una experiencia mmm, la palabra es
mellow, pero melosa no es exacto, no tanto, es lo armonioso del cariño, un
placer perfecto. Solo los que amamos la marihuana y le hacemos los honores
podemos decir esto, cagar fumado con una buena hierba no se olvida fácil, pero
no tanto como coger. Traspasar la noche en los ojos azules de la
amada, Belén, destellando bajo la luna. He podido vivir algo, no llegué a los
aeropuertos y los lujos europeos en los viajes, no me interesan tanto las finas
urbanizaciones como el mar y la arena pura, y las rocas de coger con la mujer
cobriza y el pelo de fuego con alaridos de tenis, y salir de noche a escuchar
guitarras flamencas y tomar cerveza ligera. No estoy, no hago mi experiencia,
estoy en mi habitación y soy un mero hombre representativo, pero sigo por esas
callejuelas. Mis viejos me trajeron los nuevos Havana con sal marina y me comí
tres y así pude empujar la carga de galletitas fideos y empanadas de diez días.