2.10.16

Precipitaciones, por Celeste Diéguez


Si  la altura en que crece frondosa la tromba de piedra  y cemento que preña al río que envuelve la polimorfa alegoría de vida donde articulados cruzamos de par en par el hueco que deja abierto  nuestro intento de formar una pira una pirca un grupo de objetos apilados  en el mundo que nos haga volver  que nos sirva de seña en  la polvareda que somos  el polvito que nos agrande el pedazo de cielo  que nos toque  el pedazo de cuerpo que cargamos el pedazo de piel que transa con lo externo el órgano que llevamos  cruzado en el pecho como una honda  si atravesamos a nado ese río y su  hermético  fabricar de símbolos  constantes a cambio de guijarros semillas valores sellos o si uno vuelve presuroso  bajo tierra  en transportes públicos  demasiado cargados apretado contra  la boca del otro  con la palabra del otro adentro  que se respira como un secreto 
si se cree digo
en la posibilidad de un fugaz reposo en esta sucia estructura  que se derrumba precipicio que se escabulle o se aplana tridimensional o escarpado vertical o invisible dejándonos siempre  jadeando al borde probando vinculaciones  que de antemano sabemos fallidas.



El cuarto propio pero abarrotado de ajenidad una boca que habla en otra lengua que se habla a sí misma una boca que le habla a otra boca una lengua que consiguió otros bienes va atrayendo la desgracia la peste  la corrupción y si eso que se llama el otro fuera sólo un cuadro con lo que hay que aprender  una  sosa raya de karma que si no quedó claro ahí vamos que si vas por ahí de nuevo  ya sabés que después  viene eso?



Puede la carne enrollarse como un colchón sin uso
o  jugosa presa, levantarse
cada vez como una llama
el humo de una aparición solapada
cada escama de adn en su espiral abominable.
Pueda sentarme, carne al fin
la espalda contra el árbol
restregando mis muñecas marcadas
libre del deseo ajeno y del propio
libre de la ansiedad de la vibración y el jadeo;
cuando me siente al pié de ese árbol
yo también seré pié
metro
parte ínfima de un sonar complejo
apenas una rúcula en la pizza de jamón del diablo
un  averroes
royendo su hueso pelado;
guirnalda de gusanos orlará el cuadro
estaré  muerta  en paz de órganos y aparatos
ya no más planta deseante
ya no mas coyuyo sufriente
amancebada égloga rudimentaria,
bien pastoril.



El sosegado clamor de las gallaretas
levantándose en la aguada lejana
toda untada con la grasa murmurada al oído
puro rosa en el atardecer ;
así  el ávido picaflor se abre
ante el coyuyo montaraz
montera la paloma arroja
con la honda un cuarzo
espejeando
así de sudorosa brilla
la piel yegua
que se raya y rezuma
al manotazo ahogado de crines y saliva.
Un belfo que se hunde en la pupila cebada,
el fragor que domina la campaña y la yerra,
el cuerpo enorme que tiembla
al lazo y al fierro;
suave el polvo  envuelve los cascos
al vaivén de las pequeñas pisadas
principia el tornado y la fiebre, todo vuela
el viento es una hélice en el eucalipto
hoja vibrando en la boca que la sopla
el cielo se encauza en el zanjón,
las estrellas entreveradas  con los terrones.
Ya vendrá la cigarra y la lluvia a contar sus cosas;
las semillas prenden  aún en la tierra seca.



la pala hundo en el humus humano el metal brilla fluido amalgama es hermoso pensar en materiales interviniendo dialectos explotando por fin en insultos delictivos deleites la fuerza pala la intelectualidad pala ardiendo al rojo hervor de los cánticos que tejen rápido entrelazando la urdimbre los hilos de acero el dibujo acuarela de la praxis empala la idea por el sexo de la idea por el testuz el torso la idea muestra al fin su líquido vital el palo que sujeta su carne sobre el fuego cociéndola cada palabra mide el tiempo lineal de su utilidad un concepto se solidifica al caer como se enfría de rápido la cera hace moldes también se rearma con nuevo pabilo adentro quemar lo que solo ha sido causa de servicio



Un hueso agujereado en el medio de su centro por donde se escapa  la paz el amor la paciencia  por donde se va el tao  turbina  que  descentra y reconstituye  chupa y expulsa  en constante arremolinar de esquirla a polen ácaro en la brisa huella ósea remotísimo diente a punto de desaparecer una pala excava tan hondo que se lleva todo y no deja ni el marco

 el borde arranca y exclama -el hoyo sos vos

Un haz de fibra óptica que parpadea tratando de retener  algo  una hebra que no se vuele que pringue el cristal para estudiar su forma  y reproducir  en nuevo molde  un metal liviano que decante  raíz que me sujete no me haga volar agitada y chocando contra  todos esos  eventos que en la práctica se llaman vida, que en la teoría se llaman vida y que todos sabemos que no lo son.