De Luchi lo que más me queda es el tono de su
voz, su forma irónica, a veces tierna y otras veces de enojo, que no deseaba contener, sobre todo
cuando imprecaba a viejos amigos de
acuerdo a su moral intransigente y justa.
Siempre andaba con Guillermo Cantore, su compinche,
en andanzas y fechorías menores, por la
ciudad. Los dos se pusieron en confabulación una noche,
ubicados en el fondo de un estrecho y
alargado salón, interrumpiendo a un buen tipo, un conocido escritor, que les
tuvo mucha paciencia, hasta que cansado, abandonó la conferencia, para
emprender al dúo a trompazos, ellos como inveterados secuaces,
se refugiaron entre los brazos
extendidos y los cuerpos de la gente que trató de evitar el choque.
Siendo yo un adolescente, no sé
cómo conocí a Luchi, y lo visité en unos
monoblocs donde vivía con Irene, su mujer, y sus hijos, el sol pegaba fuerte
sobre la biblioteca, y sobre una mesita donde había una pila de libros, casi todos
de poesía. “Es lo que Luchi está leyendo ahora”, me dijo Irene, quien lo
adoraba y soportaba estoicamente todo.
Sus aventuras eran las de un
hombre-niño, solitario y triste, un bebedor insaciable.
Con Luchi no se podía discutir, porque él siempre
tenía razón, su cabeza calva, su pelo rojizo, sus bigotes espesos le daban el aspecto de alguien que había vivido
mucho, y su traje arrugado y desprolijo,
su corbata volante, denunciaban que sobrevivió infinidad de tormentas.
Con el dedo índice mocho señalaba todo aquello
que no lo conformaba, y con la palma de la
mano acariciaba la cabeza de quienes lo queríamos.
Dicen que falleció en el
exilio, el raje que con tanta lucidez supo retratar en un poema.
Se espiantó, y cómo lo hizo no
está comprobado que sea cierto, no vi nada, si hasta el tono de su voz me
sorprende cuando paso por el centro o transito por las calles transversales,
sobre todo cuando doblo una esquina y
pienso que aparece.
*
MATE
EN LA CAMA
Desde ahora en adelante
siempre estaré solo,
No preguntaré por nadie,
nadie preguntará por mí;
los enterraré en el olvido.
Me enterrarán en el olvido
Diré (para mí) una vez yo,
dirán para ellos) una vez, él
No importará nada.
Los mates en la cama
si que los extrañaré.
(Luis Luchi. ¡Gracias Gutenberg!, 1980)
VOLVIENDO
A CASA
Como soy un ciudadano de estos tiempos
no voy para mi casa en un
caballo.
El banco de la nación
no confía en mis promesas
y mis conocimientos
sobre travesuras comerciales
no asombran a nadir.
Si me palmearan en la espalda
y me preguntaran de improviso
diría son ponerme colorado :
soy poeta.
Entonces a colocarse en la
cola;
con el albañil,
con el matasellos de las
sucursales,
con el mozo de café.
Con la suave damita
que ni de reojo me mira,
con el vigilante que sí me mira
de reojo.
con el carpintero que no oculta
su olor a goma laca
con el reglamento que cobro el
boleto de distancia.
Todo recorrido termina, insisto
y bajo.
Podrán averiguar de mí mucho
pasado,
nunca olvidó sus caras.
He leído porque enferman mis
vecinos,
Por qué la frente distrae sus
sonrisas.
Entro a mi casa,
El día menos pensado me voy a
mudar,
Busco un rincón, y libero a los
astronautas
a Colón a Tomás Moro
a los proyectos de la capital de
la alegría.
Y después en la comida,
sin comer no se puede vivir,
aclaro mi garganta y digo:
¿No trajo la paloma un aletear?
¿No vino un telegrama con
saludos?
¿No hubo un llamado con cantos
qué incluyan mi nombre?
¡Nadie golpeó la puerta
y dejó un regalo para mí?
Porque espero una visita
hoy o mañana
algún día será.
(Luis Luchi. Poemas de las calles transversales, 1964)
LA
CASA NO SERÁ LA MISMA
A Alberto
Szpunberg
Esa entrada cambió oxidada por
la humedad,
su llegada perdió la costumbre.
Pasaba el repartidor, así no se
borra el horario.
faltan las coronas de novia.
Esos vidrios rotos no se
remplazan con vitraux.
Y yo tocaba el timbre, la luz
cortada.
¿Quién es? ¿Dónde estás?
¿Por qué has venido? ¿Dónde
estuviste ?
¿Quién gastó estos escalones?
¿Quién dejó la marca de un
cuerpo caído?
Se cambian miradas con significados
y nadie me conoce.
Cajitas de almas ocupan los
lugares
destinados a las bolitas
y
¿a quién esperan que no dicen
nada?
Soy yo, he vuelto,
Estoy tocando el timbre: trin..