Poemas,
por Rosa Cedrón
A
Juliette del Bosque
Tus botas cansadas esperan junto al fuego,
su marrón
¡¡¡el Soñad botas aladas…!!!
…hallazgos…
…cabeza baja…
…ya que los bolsillos están vacíos…
…pasos…
…pasos…
…pasos…
…hallazgos…
y tus botas… Clap, clap, clap…,
en los charcos, genitales del otoño,
clap, clap, clap…,
hacia el bosque.
Encuentra tus miniaturas en la vereda,
Encuentra tus criaturas en tu camino…
…Un pequeño camello en el hule…
…Una estrella plástica azul y oro…
…una bolita, un gran bulón, un tornillo…
…un jocker de trébol… ¡¡¡…ah…bonne chance…!!!
…clap, clap, clap,
Cabeza baja
Tus botas vuelan por el bosque,
en la luz, junto al fuego, las viejas botas descansan
ya los niños, y sus rondas melancólicas se han
callado…
y la luna brilla sobre tu pequeña ventana que da al
cielo.
Las botas respiran calmamente y sueñan
sueñan con un largo camino
sembrado de amor y de tristeza,
de piedad y de lágrimas como el hierro…
Charenton,
invierno del 89
Como una violencia se agazapa en mi estómago
parir un poema descuartizado y furioso
como el mar en invierno…
muriéndome
la lluvia y el viento golpeando las ventanas
una luz agónica penetra el monte
y el frío en las manos
como cuando era niña…
no, una no debería volver a los lugares
Así y todo los eucaliptos son pulmones gigantes
Dicen que sí, eternamente al espacio
Obligado a callarse… como siempre
un estallido sin fin, en serie… mi cabeza…
he prometido que me comería ese mar…
Así callará su insolencia insoportable…
Se acabó el mate filosófico y Gardel enmudeció den
serio
Me tragaré el mar, pisotearé la estupidez
moriré y crearé un hermoso desierto…
entraré a caballo en los Champs Ellysees, con Didier y
François y «Alfred»
en
la cintura…
Las épocas cambiaron «Juan L.»… qué daría por ver tu
Rivera rosa y
dorada
ser La Niña flaca que habita tus poemas…
Charenton,
invierno del 89
SUDESTADA
Látigo del viento
que azulado conmueves las copas de los pinos.
¿De qué vientre sale este viento que barre los ranchos
y fanático envuelve a esos niños azorados pidiendo
bajo la lluvia?
Viene nomás como un eco, a susurrar la crueldad
¿De qué materia es el mar que se contagia su rencor
plomizo?
Entrañas femeninas, las del océano
Ya esa devastación fundamental barre la cosa en el
crepúsculo
Con respeto supersticioso, los Caseríos se alejaron de
la costa
Lugar
deshabitado refugio de pájaros excéntricos,
donde sólo se atreven los decentes y los niños…
agresivo invierno el de Camet… y sus duendes…
Un pozo era el cielo, que teñía la noche con su miedo
antiguo…
Y las
moles de los árboles custodiando mi regreso…
Un
niño en el camino, triste y su caballo emblemático
una lenta amistad los une, dudosos los dos, como
sombras…
¿Qué sueños, qué pensamientos ahora?
rostros curtidos por la inclemencia, del desprecio
(vuelven de la ciudad)… y yo aquí sin una canción…
Silbó un tango para ahuyentar el miedo
Y me responde la espada de la noche, como un espejo
roto…
…silencio…
Una noche sin fin nos separa del mundo
El desprecio y la crueldad del cielo es lo único que
obtenemos
¡Arrogantes… hasta cuándo vuestra vehemencia asesina…!
agazapados en vuestra cobarde mediocridad, vuestro
futuro es sequedad…
vuestros hogares, sepulcros…
…vuestras palabras, carroña maloliente…
(Del otro lado del monte, ahora ellos duermen todos
juntos acurrudacitos
con su madre
“…las casas de madera son las más calentitas…”)
Camet, junio de
1991
El
maíz
bajo el cielo dorado,
los cerditos, esferas luminosas
Trepadas a la alta torre
las dos niñas descubriendo el mundo
A
un enemigo
A
Didier Barbier
Hay días en que me gustaría estar contigo,
recuperar, contra el mundo las transparencias que
generábamos
El mundo se ausenta si no te encuentro;
Marean tantas puertas cerradas con llaves
Este estallido que no tiene principio ni fin…
La mano y la sombra de mi mano,
La letra y la sombra de la letra…
Tu negra figura talmúdica cruza mis pupilas como
relámpagos
eco de los azahares de tu sangre andaluza;
una burla marcó el comienzo,
desde el vientre mugriento y obsedido de mi madre
enferma.
Escríbeme Épervier
Rápido como un rayo recorrerás las calles sin mí
Vagabundos nocturnos y lágrimas de niño-Padre
El alcohol, una lágrima sobre tu piano… no robarás un
banco esta noche…
Charenton Fans (París),
invierno del 86