22.4.24

Una ola derechosa, por Román Bay

 «Las leyes de la mayor parte de los países se han hecho para oprimir al desdichado y proteger al poderoso» (Balzac)

Según Daniel Feierstein, investigador del CONICET y profesor de UNTREF/UBA: «El triunfo electoral de Javier Milei fue posible por la configuración de una “nueva derecha” que, aprovechando problemas estructurales de los años previos (alta inflación, destrucción salarial sostenida, aumento de la inseguridad, crecimiento del narcotráfico) como los límites simbólicos y de proyectos de los progresismos realmente existentes, logró articular de modo exitoso tres corrientes. La primera es el profundo sentimiento anti-político que tenía su genealogía ya en los años previos a la crisis del 2001: la segunda, la propuesta anarco-capitalista de valorización de la libertad absoluta por sobre cualquier estructura solidaria comunitaria; la tercera, la apelación neofascista a la fragmentación social a través de la irradiación de técnicas peyorativas que buscan “otros” a los que responsabilizar por nuestro sufrimiento». Circulan mensajes de adoctrinamiento fascista. Modelos sobre cómo se gestiona un país federal. El Estado representa el interés general. ¿Cómo se construye la ciudadanía? En la ley de la selva solo se salvan los más poderosos. Sin un proyecto colectivo de país no hay movilidad social ascendente. Javier Gerardo Milei, terco como una mula, no quiere achicar el Estado sino destruirlo. «Cuando no puede vencerse a un bandolero, lo mejor es nombrarlo barón». En el teatro de violencias económicas que padecemos, la prepotencia de poder hizo en nuestro país de un payaso un presidente. El hombre es para con el hombre como el lobo. La corriente deletérea de violencia económica que evidencian los lineamientos generales de las medidas de gobierno de Javier Gerardo Milei da cuenta de la destrucción del Estado. Se pone en peligro la vida y los bienes de la población. Esto, sin duda, forma parte de las maniobras de seducción que los mileístas despliegan actualmente hacia los experimentados miembros del aparato tradicional parlamentario para tratar de obtener su colaboración. El industricidio tarda muchísimos años en revertirse. Estamos en medio de una masacre. Desconcierto. Rabia. Angustia social. Desesperación. Inquietud. En honor de la verdad hay que decir que nuestro actual presidente es un personaje salido de lo virtual y de las pantallas y nos hace pensar, ahora, qu es capaz de posicionarnos frente a una agenda que no está gobernada por los hechos sino por los dichos. Una realidad que se crea por Twiter y Tik-tok. La tiranía de la opinión. Una velocidad que modifica nuestro sistema de salud, nuestras leyes, nuestros cuerpos, nuestros salarios, nuestros estómagos. Una acción que pega en el cuerpo. Porque el neoliberalismo es una manera de afectar los cuerpos. Algo que impacta en nuestras arterias y en nuestros corazones. Algo que mina nuestra posibilidad de defendernos de la peste. Esta época nos plantea muchos problemas y disyuntivas. Un nivel de complejidad extraordinaria. Sobre la ética en los servicios públicos. Sobre la ética del poder. Sobre el balance entre fines y medios.

Como Ángelo, de Medida por medida, de Shakespeare, el estulto de Javier Gerardo Milei, adicto a Twitter, rastrero de poderes foráneos, violento, machista, se odia a sí mismo y proyecta su odio personal en la vida pública. Es terrible que el destino de una nación pueda depender hasta ese punto de las bofias de un loco. «Gato negro o gato blanco, si atrapa al ratón es un buen gato». Milei, el recalcitrante odiador, se regodea en discursos estigmatizantes hacia lo público. Núcleos discursivos de odio lo envuelven, como si eso fuera parte del éxito de su gestión. Sin obra pública no hay cloacas, no hay puentes, no hay tejido eléctrico, no hay calefacción en las escuelas. Debería saberlo. Pero su demencia y su altanería se lo impiden. La taba cayó del lado de la revolución conservadora. Guardianes del orden improvisados. Adornis rancios, soldados de la matrix y del poder de turno. Quieren implementar una estética pluscuamputrefacta de la aristocracia rioplantense del siglo XIX. Nuevos colonialismos. Somos testigos de la devastación del Estado de bienestar. Mientras nuestro presidente dice que no hay plata y despista a la gente firma una carta de intención para la compra de veinticuatro aviones de combate F-16 a Dinamarca. Hay una pulsión de muerte en el pueblo argentino. Votaron su propia muerte. Tirar el tallo no hará que crezca la planta. Los mecanismos políticos y burocráticos que constituyen en el aparato de poder autoritario de este gobierno rancio de tiranos y fascistas. El fracaso de los gobiernos populares. Los dueños del discurso. El neoliberalismo fracasa en el mundo. Pero el pensamiento instalado repite que el Estado de bienestar es el enemigo. El ajuste lo están pagando los trabajadores y los jubilados, no la casta política. ¿Cuánto impacta el algoritmo en todo esto? Milei, Javier Gerardo, va a ser tirado al vertedero de la Historia. Eso es seguro. La consagración de los privilegios de clase no es nueva. El culto de la personalidad puede engendrar todo tipo de consecuencias nefastas. Nuevas medidas de austeridad encubren un nuevo índice de indigentes. El poder mediático al servicio de los poderes económicos no puede ni podrá jamás competir con el poder plebeyo popular. Milei es tan facho, pero tan tan tan facho que naturaliza hasta el fascismo. Habla de la casta y lo elige a Daniel Scioli como ministro. Daniel Scioli siempre fue Daniel Scioli, una rata acomodaticia al poder de turno. Menemista con Menem, duhaldista con Duhalde, kirchnerista durante el kirchnerato, albertista con Alberto y, ahora, mileísta de la primera hora. Bosta seca de la casta. Caputo es otra bosta seca de la casta. En nombre de la libertad, Milei, reciente embajador de la luz de los EEUU, desfinancia el CONICET, cierra TELAM, desfinancia las universidades, elimina el Fondo de Incentivo Docente. Mientras una CGT colaboracionista más que dialoguista con un gobierno negacionista, hace cursos de budismo zen, meditación trascendental y reflexología, basuras mediáticas de la talla de Eduardo Guillermo Feinmann, a sus 65 execrables años, siguen propagando ese rejunte estridente de lo que considera noticias e información, mientras La Nación + sigue propagando el virus de la desinformación, mientras Carlos Orlando Pagni, a sus 62 execrables años, consiguió convencer a buena parte de la población argentina de que un columnista televisivo podía ser político. Ignorantes orgullosos de su ignorancia avanzan con medidas de desmantelamiento de la cosa pública. En favor de gobiernos formados para el beneficio de las grandes corporaciones, de los grupos económicos monopólicos, la casta financiera y las familias millonarias se alegran. Mientras las universidades públicas denuncian el desfinanciamiento, Milei toma champagne con Elon Musk, gran promotor de líderes de derecha, en un rincón de Texas. ¿El ajuste lo iba a pagar la casta? No. Catástrofe social, golpe algorítmico al sistema republicano. Avanza la precarización de la salud mental, de la vida escolar. Van sobre las jubilaciones y la educación pública. ¿Cómo construir una subjetividad que haga posible repensar nuestra actualidad a la defensiva de una horda de fundamentalistas? Robo de picaportes de bronce, de cables, de medidores de agua. Delitos de la desesperación. La inequidad avanza. La desigualdad avanza. La injusticia avanza. Las políticas del caos avanzan. La improvisación avanza. El marketing político y el humo avanzan. Una ola derechosa que siempre estuvo ahí avanza.