19.4.18

La maldición escolar, por Mirta Nicolás



(Sala de profesores de una escuela privada).
Adela: Me pongo nerviosa porque empiezo a tener hambre. Ya sé, en la cartera tengo un alfajor.
Beatriz: Siempre hay que tener esas cosas.
Adela: Tengo que bajar de peso sí o sí. Me gustó esta nutricionista.
Beatriz: ¿Sí?
Adela: Sí, porque no empezó como la otra, a la que había ido en diciembre, prohibiéndome todo. Por poco me decía que tengo que condimentar la comida con agua. Una comida que no tiene sabor no la puedo pasar.
Beatriz: ¿Arroz podés?
Adela: Dos veces por semana puedo comer arroz o pastas, pero medio plato. 
(Se sirve café de una cafetera eléctrica y toma un sorbo).
Beatriz: Está frío el café.
Adela: Me avisaste tarde porque ya me tomé un trago vomitivo.
Beatriz: Cuatro chicas hoy se rieron sin parar durante el himno. Ellas me miraban y seguían riéndose. Jugaban a sostenerme la mirada. No lo podemos dejar pasar. Porque si no los demás se enteran y hacen lo que quieren. Por lo menos ser observadas.
Adela: Me causó gracia cómo lloraba una chica. Ni que se le hubiera muerto la madre.
(Entra Zamudio y deja la puerta abierta).
Beatriz: Cierre la puerta, por favor.
Adela: ¡Zamudio, lo estaba buscando!
Zamudio: Por eso vine.
Adela: Usted va a estar el lunes. Los estudiantes no pueden traer serpentina de moco.
Zamudio: ¿De moto?
Adela: De moco.
Zamudio: ¿Qué van a hacer?
Adela: Van a festejar… yo les dije: es un festejo por los buzos, no se casan.
Zamudio: Sí, yo también les dije que si tuviera que decidir, no hacen nada. Festejar por un buzo me parece una idiotez. Es lo mismo que yo me compre un traje y festeje.
Adela: Pueden tirar papelitos, escuchar música, pero nada de moco. Querían traer una máquina de humo.
Zamudio: De cualquier manera, les diría que lo vamos a pensar. Porque si no, a los ojos de ellos, decirle…
Adela: Les dije que tienen que dejar las cosas adelante, en la secretaría.
Zamudio: Si tengo que opinar les voy a decir que no. Papelitos está bien, pero… disfrazarse…
Adela: Quieren disfrazarse.
Beatriz: Disfrazarse ya es otra cosa.
Adela: Sí, pero si ellos quieren seguir con eso después del recreo, va a depender del profesor que esté con ellos en la tercer hora. Y seguramente van a querer quedarse de prepo disfrazados.
Zamudio: No, en mi clase no, los voy a levantar en peso. A mí que no me jodan, gorros y disfraces, no.
Beatriz: Festejar tanto por un buzo. Una costumbre tan estúpida.
Adela: Qué pelotudez.
Zamudio: Ahora les voy a decir que tienen que respetar… 
(Sale).
Adela: Ah… estoy tan podrida.
Beatriz: ¿De qué?
Adela: De no hacer nada, porque tuve una hora libre.
Beatriz: ¿Te estás durmiendo?
Adela: Sí, no doy más. Tuve que explicar un ejercicio de Matemáticas y no podía porque se me cerraban los ojos. No te enojes, le dije, pero no estoy en condiciones de explicarte nada.
Beatriz: Yo también estoy cansada. Doy diez materias. Y cada materia es distinta.
Adela: ¿Y todo para qué? Para que en las reuniones de padres, como viene pasando en los últimos 15 años, vengan a decirte: “Yo no sé qué hacer con mi hijo”. Y yo tampoco, flaco, matate. Yo no sé qué hacer con el tuyo. Mátenlo, mátense.
Beatriz: La docencia no es algo idílico.
Adela: La docencia es algo horrible. Este trabajo se llevó mis ganas de vivir. Dejé mi juventud en estas aulas inmundas.
Beatriz: Yo tenía tantas ilusiones.
Adela: Yo vi pasar mi vida entre las paredes sucias de esta escuela, como el fantasma del fantasma de un sueño trunco.
Beatriz: ¿Y todo para qué?
Adela: Yo quería ser actriz, pero mis padres no me dejaron.
Beatriz: Qué mierda. Yo hubiera querido estudiar para veterinaria, pero necesitaba algo de lo que poder trabajar, sin complicaciones. Las cosas son como son. Detrás no hay nada.
(Suena el timbre que anuncia el final del recreo).
Adela: Hay que volver a las aulas.
Beatriz: Qué horror.
Adela: Vamos, Beti, que ya falta poco para las vacaciones de invierno.
Beatriz: Estoy harta.  Qué fracaso.
(Entra Zamudio).
Zamudio: Vamos, vamos, que ya tocó el timbre. 
(Sale).
Beatriz: ¿Y a este tarado qué le pasa?
Adela: Desde que se enteró que la vicedirectora está por jubilarse se volvió un viejo servil.
Beatriz. Qué idiota. Siempre lo fue.
(Salen).