Sobre Las
letras de rock en Argentina. De la Caída de la dictadura a la crisis de la
democracia (1983-2001), de Oscar Blanco y Emiliano Scaricaciottoli
Una certeza posible:
Haroldo de Campos: todo libro es un libro
de ensayo. Prueba e inscripción. Todo libro ensaya un libro, reflexiona
sobre sus presupuestos de escritura. Se sitúa; posee un cariz interventivo.
Contra la clasificación meramente mercantilista que opera lo que se ha llamado sociodismo, en este caso. Una operación
atenta al significante: entre la letra impresa y la adición de significado que imprime
el grano de la voz. Ojos, visión; y escucha atenta. Cito: “‘La balsa’, en la
voz cascada y ronca de Charly, es un pasaporte a la locura y no una invocación
a cortar amarras con lo establecido para expandir la mente y los sentidos,
partir ‘hacia la locura’ abandona el sentido primigenio conformado por la jerga
inicial e iniciática sesentista”, se lee en el libro. Así, creo, Las letras de rock en Argentina se volverá fundación de un campo de
estudio, bibliografía para doctos súper doctos. Eventualmente, por algunos
pocos felices, se valorará la creación de un novedoso objeto literario: el de
las letras que nos convocan. Se hablará de lo que nos reúne cuando nos dispersa,
o de lo que los dispersa, cuando con su voz habitan un estar dentro, aunque
críticamente, de la academia. De la constitución de un aparato de lectura se
hará mención; y de la marginalidad como nota. De su ser –fuera de la tele y colectivamente-
marginales –lo que constituye una elección táctica, enunciativa, en el libro- y
de su estar situados en ahí,
acá, también aquí, sin arrogarse representación alguna. Dicho esto, sin
embargo, quiero leer, hoy, porque puedo, otra “cosa”. Lo que tras, mediante o delante
de los significantes dispuestos página tras página es inscripción de una
intensidad, adscripción vital de esas notas que constituyen todo misterio, lo alguna
vez deseado. Por eso, señalo: he leído la palabra dolor en este libro. Más de una vez. Asistí también a una doble
pasión: eso que nunca se sabe y que nos vuelve un poco extraños a nosotros
mismos. Lo que se intuye a la vez que se ignora: ¡la musiquita! Sentir-pensar:
arcano rítmico que constituye un cuerpo a cuerpo sobre la sintaxis. Trabajo sobre
la grafía. Insistencia siempre diferente de lo que se dice de propio cuando se
analiza lo otro; la producción cultural, letrística, de otro.
Palabras para horadar la
hoja. Cito: “Como en el caso de lo teatral el cuerpo es el que establece el
espacio que sin él es ausencia de un uso, la huella de un remanente, de un
resto, descartado, dejado por la reunión”. Cierta preferencia verbal y léxica.
El lenguaje propio, en algunos vocablos, para plasmar lo que se evalúa del
mundo. La pasión crítica y la marca de estilo. El estilete. De Oscar Blanco y
de Emiliano Scaricaciottoli cuentistas, que, por la distancia temporal – lo
diacrónico del trabajo – montan granito por granito sus símbolos para urdir
bellas, conmovedoras mentiras útiles, bajo las cuales yo, más que inferir una
lógica explicativa, percibo su enseñanza, su valor, su valentía. Cito:
"Virus, a partir de su figura preponderante,
Federico Moura, en despedida, entrega un legado, el testimonio de sí mismo, la
dramática lucidez de un final de juego; dramática en la medida que está amasada
de cierta resignación (…), pero consciente de haber impuesto un camino
necesario y expandido un mandato, en principio para sí mismo (…), Legado y
mandato que no admiten un uso o una coartada para moralistas, apropiación mediocre
que señalen las recomendaciones de la indicación del síntoma de un peligro,
porque pese a todo se dice ‘I’m a lucky man’, se pudo dar vuelta la página
siniestra del horror de aquellos tiempos gozando en el intersticio del hoy
nuevos placeres que implican el castigo ‘por un nuevo dolor’; las políticas del
desenfreno tienen un precio, y empiezan a encontrar un límite, como todo; pero
el legado y el mandato de Virus establece que el desenfreno no involucra más
riesgo que el vivir, en el fondo el albur de la propia ausencia que inicia el
camino del recuerdo; y para conjurar la integración que implica el límite, el
techo, de esa, de cualquier política, la movilidad como antídoto."
Señales de un ritmo
insistente, apenas, que volcado al plano significante se torna densidad,
torsión para dar cuenta de la complejidad de su pensamiento volcado
sensiblemente hacia la forma. Cito: “La resistencia de una utopía o la utopía
como resistencia –o la resistencia de la utopía-, resistencia a abandonar la
utopía y mirar lo que pasa sentado en un sillón frente al televisor”. Esos,
esos son otros Oscar y Emiliano y no, narradores-poetas que para construir su
objeto seleccionan epígrafes y citas siempre atentos a la magnitud de una
intensidad lingüística. Que de Sumo individualizan y traducen los siguientes versos:
“Qué buenos tiempos / qué hermosos tiempos / qué buenos tiempos / pero qué
soledad”. Y que de Virus mencionan los siguientes, fatales, vitalistas: “Las
cosas se alejan de mí / y yo debo seguir soñando”. Una narración entre el
placer cultural, por lo tanto, y el goce volcado sobre el significante, cuando
se pronuncia lúdicamente lo que incomoda. Articulación de una doble potencia
discursiva entre lo desterritorializante y su opuesto, en algunos momentos,
según una función evaluativa nunca ausente. Dominio retórico de una
discursividad expresamente volcada a la valoración política que insistentemente
convoca la elección de la antítesis para ser formulada: “Si el rock nacional se presentaba como una
experiencia autónoma de las demás propuesta políticas y sociales de la época,
afirmando su propia concepción de vida y comportamiento, una contracultura; las
tribus urbanas del rock vienen a romper ese espacio de autonomía. No se está
separado de lo político y lo social, se está hundido”. Narración rítmica
entonces: exhibida en el manejo de la velocidad y de la pausa. Cito:
"Los himnos de Nevermind a la guerra del golfo, tienen su traducción argenta en
respuesta a la naturalización del desempleo, las represiones del mercado, el
boom consumidor del menemato, la potenciación de cibertecnologías y una
intensificación del culto democrático burgués al programa de la propiedad
privada: la era del electrodoméstico, trofeo de guerra en la televisión patria
que regalaba por aciertos; era del azar, del juego, de los viajes,
desregularización, convertibilidad, flexibilidad, megacanje, déficit cero,
corralito… Stop."
Composición de comunidad
que se escande en una construcción a dos intérpretes. Como los duetos de piano
que mencionan o como un back to back en el marco de la música electrónica. No pinta quien tiene ganas, sino quien sabe
pintar. El libro exhibe la autoridad, siempre contundente, del saber.
Palabras
leídas el día 22 de noviembre de 2014 en el marco de la presentación del libro
en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.