Jungla
urbana
Teme la extremaunción del horizonte
Laura Salino
En la jungla urbana,
los crepúsculos son
arrebato
de la flora grisácea,
que no muere de pie,
pero mata.
En la jungla urbana,
la flora exuda
su fatídico néctar;
los pistilos, voraces, se apoderan del cielo.
Sobreviven erráticos,
al amparo de nada,
(multiplicando su pena, su especie),
seres despojados, de color y de gracia.
Denostados por quienes,
los execran al paso,
y alimentan su herrumbre,
con desechos humanos.
En la jungla urbana,
de la otra se añoran,
el rumor, los cantares,
y a la vez se los calla.
El rey, solitario,
(imposible)
marchita su ser.
Desconoce, ignorante,
su abdicar pasmoso.
Muerto,
en su sueño,
el cendal es embozo.
El horizonte es recuerdo
en la jungla urbana.
***
Invasión
La noche me
reencuentra
con los grillos
de fondo
(de infancia)
aunque aquende
(hoy),
alternando presencias
y ausencias
en el contorno de la
sierra,
el lejano, veloz
rugido de las
máquinas centinelas
me recuerde
—a cada momento—
que el día es de
ellas.
***
Epílogo
Las nieves ilusoriamente eternas
Juan José Saer
Luces muertas
señalan el camino de su adjetivo,
cuestionando a las nieves eternas
la continuidad del suyo.
Naturaleza y cultura,
―ahora sí―
comparten verdugo.