6.3.22

En el bar de la juventud perdida, por Jorge Quiroga

 I

 

La casa junto al río

Que pasa dejando un fragor

Atenuado por la oscuridad.

Desde la habitación

Y desde la cocina por sus ventanas

Se pueden ver las hojas de los árboles

Y las malezas que los rodean

Con un haz de luz del reflector,

Y el pasto húmedo

Cerca del pasillo

El viento cierra las puertas

Y el aire es raro.

 

 

 

II

 

La brisa y el viento

Cruzan el mar

Sentada a las mesas de los cafés

Una muchedumbre ociosa,

Al borde del mediodía

Bebe en vasos rojizos.

Las nubes se asientan

Llovizna y sale el sol

Al mismo tiempo volvemos.

 

 

 

III

 

Camino lentamente

Por la galería

Hasta llegar al frente

Donde está el alambrado

Me aguarda y pone su palma

En mi hombro

El sol se esconde

En el horizonte

Una imagen

O una fotografía.

 

 

 

IV

 

Comienza el aguacero

A morder los umbrales

Constantes y fuertes.

Nos refugiamos

Bajo la pared de enredaderas

Hasta que pase el temporal.

Después corrimos

Con la ropa muy mojada

Y las costuras empapadas.

En los rostros había

Un signo de incredulidad

Se extiende para que

Aquellas voces

No se interrumpan

Nos acostamos temprano

Las gotas se arremolinan

Sin que se lo advierta.

Es la última vez

 

 

 

V

 

Los días felices

Sobre la mesa

Las migas de la cena.

Se abandonan a los pensamientos

Unos y otros.

Se queda en silencio

 

El ropero de caoba

Tiene una muesca,

Un golpe.

Siempre rozando

Veo esa presencia en la noche

 

 

 

VI

 

En el bar de la juventud

Perdida nos arrimamos pensando

En los días pasados

 

En la ventana que da a la calle,

Todo se escapa

Por la avenida transitan

Pasajeros

El tiempo se alejó

En la vereda.