I
La rosa siria se retuerce en su cáncer de tinta negra y cardamomo
cuando pienso que sabía un péndulo de fuego blanco
sí señor no señor
porque muere la rosa y la sangre de las viudas constantes se desliza
sobre el hambre que no grita monstruos-elefantes pisando sus pechos
de lunas y pulgares donde la niña reina gira sobre su eje
con su delirante amor por las flores amarillas.
II
Entonces un paso hacia adelante y mi cuerpo hacia atrás
cuando ya lo comprendo cortado en su molde de tomate y carne
a punto medio un poco más a la derecha negando el centro
y sofocando el siniestro arrebato adolescente de lo único
que moderadamente me interesa en su erguida constante
que me aburre hasta el desvío cuando por ahí pasa una mosca
III
y dios no te tiene y te busca dice el lobo italiano
cuando al extender su brazo hacia la fe que sospecha
mi boca no responde a la plegaria donde me quiso
y me quiere como el alba prerrafaelista
a mi medianoche de expresionismo alemán.
VI
Y son estos hermosos cinéticos eventos en la duda carne adentro
de los fantásticos turistas que esperan de palmas abiertas adjetivos varios
que resuelvan el misterio de la perfecta armonía de esta danza
que abrazan como propia con todos sus lunáticos efectos
que se dilatan y contraen en este suicidio colectivo de esperanzas anacrónicas
sobre esta melodía falsamente conmovedora que se empeñan en reducir
a una fotografía en blanco y negro
(alguien dijo que en la víspera murió Madame Bovary)
Tomado de: Acuarelas Alemanas, La nave de Teseo, Editorial autores de Argentina, 2020.