El
año 1972 fue convulso para la Argentina. Mientras los levantamientos populares
se multiplicaban en el país, la dictadura de Lanusse alistaba una retirada
“ordenada” dejando a su paso un derrotero sangriento. En medio de aquella
ebullición, la juventud era una olla a presión a punto de estallar,
consecuencia de casi dos décadas de regímenes militares y democracias acotadas.
La música no permaneció inerte a los cambios sociales y comenzó a canalizar la
ira reprimida de forma cada vez más imaginativa en una época en la que bastaba
con poco para pasar la noche en un calabozo.
Entre
los mayores exponentes del emergente rock pesado se encontraba Norberto
Napolitano, el guitarrista de La Paternal que, al mando del grupo Pappo’s Blues,
había editado su disco debut en 1971 y volvía a las andanzas con un nuevo álbum
que se tituló Volumen II, una
obra imprescindible en el cancionero popular. La placa se grabó en el sello
Music Hall al calor de una formación renovada que sumó al baterista Luis
Gambolini y al bajista Carlos Pignatta, con participaciones ocasionales de
Black Amaya en los parches, quien había emigrado a Pescado Rabioso ese mismo
año. Napolitano acababa de regresar de un viaje por Inglaterra en el que se codeó
con la escena local. Allí compartió zapadas con el mítico Lemmy Kilmister,
futuro líder de Motörhead.
Volumen II es un
disco enérgico y sintético, conformado por ocho canciones que se reparten en 30
minutos, donde la banda vuela a través del blues, el rock n’ roll tradicional y
un heavy metal emergente que comenzaba a tomar la escena. Los tambores de
Gambolini marcan el inicio con El tren de
las 16,
una apertura poderosa para un tema que se convertirá en himno con el correr de
los años. Entre riffs demoledores, historias sencillas y solos interminables,
Pappo deja en claro una fascinación correspondida para con su instrumento. Llegará la paz y Solitario Juan son radiografías del momento que atravesaba el país,
mientras que Blues de Santa Fe, una
canción salida de las entrañas mismas del Misissippi pero trasladada a la vera
del Río Paraná, marca el costado más tradicional del músico.
De
todos modos, la canción que superará con creces el paso del tiempo es Desconfío de la vida, un blues tan
sencillo como emotivo donde el músico desnuda su alma solitaria con un piano en
recuerdo de amoríos fallidos y relaciones tortuosas. Esta es, sin dudas, una de
las características más llamativas de Pappo: su capacidad para sintetizar
emociones con recursos simples. A partir de su éxito, el tema sería
reversionado infinidad de veces, incluyendo una en vivo con Charly García y
Miguel Botafogo acompañando al autor.
Si
bien en la actualidad el disco puede sonar con ciertas falencias –consecuencia
de la rusticidad de las grabaciones de aquella época– ubicado en tiempo
espacio, Volumen II es de
una densidad intensa pero dinámica. El álbum incluye la oda Tema I,
que fue interpretada anteriormente por Spinetta bajo el nombre Castillos de Piedra en Spinettalandia y sus amigos, un trabajo
que sirvió como transición entre Almendra y Pescado Rabioso, y que preanunciaba
el rumbo que el Flaco quería imprimirle a su nueva búsqueda.
En
resumen, Volumen II fue la síntesis de una corriente musical que buscaba
alejarse del pacifismo y la “liviandad” que manejaban otros artistas de la
época. Influido por bandas como Cream o Jimi Hendrix Experience, Pappo’s Blues
legó una pieza que fue difundida por generaciones hasta constituirse en una de
las gemas más preciosas en la joven pero intensa vida del rock nacional.