20.5.17

Trocha en la maleza, por Alejandro Cesario


La poesía de Jorge Quiroga nos lleva por distintos trechos, pero siempre está el recuerdo, el barrio, la calle, la voz y el brillo de la infancia. “Pero el aroma de la tierra nos envolvía en la riqueza de la tarde”.

El que recuerda difícilmente aparece y cambia un lugar por otro”, así comienza Cuaderno nocturno, su primer libro de poemas. Quiroga nos lleva en todos sus libros por esta misma senda, ya que en su obra hay un mismo trazo, claro, que con distintos brochazos del lenguaje. El lenguaje va creciendo, se pone en juego un tono que se aleja del facilismo de las palabras, pero los recuerdos siguen, las imágenes se profundizan, se tornan poderosas, llenas de emoción, “salimos entonces a la vereda donde nos esperaban los amigos cansados de entender tantas horas de silencio”, “el éxtasis que rodea la piel brota, / levanta una caricia…”. 

Hay dolor, mucho dolor: “pensando / donde la nada excluye el paisaje, /lejos de la superficie / en un desierto quebrado / sin ver lo que se muere”.

El que recuerda, poesía completa de Jorge Quiroga, propone un periplo de lectura por la ética, “no hay luz en ningún cuarto / y sin embargo oye ruidos / una densa oscuridad / lo rodea, / la ceguera de los que olvidan”. Por la extrema fidelidad a la palabra, a la política, porque también hay política en la poesía de Quiroga, sus ilustraciones poéticas pintadas con el lenguaje visceral de las palabras, muchas de ellas escuchadas en las entrañas del barrio.

La voz de Marta, un libro que deslumbra (entre otras cosas) por su falta de caridad, porque no hay caridad, “escucho tu voz, cada vez que en la casa / se espera la llegada del día / y por los vidrios del patio / entra la luz”, lo que hay es una poesía llena de amor, que gime, que grita, que no nos deja ausentes ante la lectura: Marta carraspea y se da vuelta / en la cama / su cuerpo es tibio”.

De Escenas del barrio, cito un poema: En el ocaso del barrio / las mismas luces que tiñen las paredes / de un color nostálgico / parecido  los seres abandonados / se van”.

Quiroga sigue buscando, continua buceando en las vísceras del dolor, de la nostalgia (nostálgico escribe él, hermosa palabra). Huella que nos da la lucidez para nuestra desesperación y por qué no, una alegación para nuestro hálito, “cuando un cuerpo respira al lado”.

La poesía de Jorge Quiroga es la trocha que se abre en la maleza.


06/05/2017