La poesía de Jorge Quiroga nos lleva
por distintos trechos, pero siempre está el recuerdo, el barrio, la calle, la
voz y el brillo de la infancia. “Pero el
aroma de la tierra nos envolvía en la riqueza de la tarde”.
“El
que recuerda difícilmente aparece y cambia un lugar por otro”, así comienza
Cuaderno nocturno, su primer libro
de poemas. Quiroga nos lleva en todos sus libros por esta misma senda, ya que
en su obra hay un mismo trazo, claro, que con distintos brochazos del
lenguaje. El lenguaje va creciendo, se pone en juego un tono que se aleja del
facilismo de las palabras, pero los recuerdos siguen, las imágenes se
profundizan, se tornan poderosas, llenas de emoción, “salimos entonces a la vereda donde nos esperaban los amigos cansados de
entender tantas horas de silencio”, “el
éxtasis que rodea la piel brota, / levanta
una caricia…”.
Hay dolor, mucho dolor: “pensando / donde la nada excluye el paisaje,
/lejos de la superficie / en un
desierto quebrado / sin ver lo que se
muere”.
El
que recuerda, poesía completa de Jorge Quiroga, propone un periplo de
lectura por la ética, “no hay luz en
ningún cuarto / y sin embargo oye ruidos / una densa oscuridad / lo rodea, / la
ceguera de los que olvidan”. Por la extrema fidelidad a la palabra, a la
política, porque también hay política en la poesía de Quiroga, sus
ilustraciones poéticas pintadas con el lenguaje visceral de las palabras,
muchas de ellas escuchadas en las entrañas del barrio.
La
voz de Marta, un libro que deslumbra (entre otras cosas) por su falta de
caridad, porque no hay caridad, “escucho
tu voz, cada vez que en la casa / se espera la llegada del día / y por los
vidrios del patio / entra la luz”, lo que hay es una poesía llena de amor,
que gime, que grita, que no nos deja ausentes ante la lectura: “Marta
carraspea y se da vuelta / en la cama / su cuerpo es tibio”.
De Escenas
del barrio, cito un poema: “En
el ocaso del barrio / las mismas luces que tiñen las paredes / de un color
nostálgico / parecido los seres
abandonados / se van”.
Quiroga sigue buscando, continua
buceando en las vísceras del dolor, de la nostalgia (nostálgico escribe él, hermosa palabra). Huella que nos da la lucidez
para nuestra desesperación y por qué no, una alegación para nuestro hálito, “cuando un cuerpo respira al lado”.
La poesía de Jorge Quiroga es la
trocha que se abre en la maleza.
06/05/2017