el teléfono
te traerá gente
con su llamado,
gente que no sabe qué hacer con
su tiempo
y ansiará
infectarte con
esto
desde la distancia
(aunque podrían preferir
en realidad estar en la misma
habitación
para proyectar mejor su nulidad sobre
vos).
el teléfono es necesario sólo
en casos de emergencia.
estas personas no son
emergencias, son
calamidades.
nunca me alegré del llamado de un
teléfono.
“hola”, contestaré
con cautela.
“es Dwight”.
ya podés sentir su imbécil
anhelo de invadir.
son gente-pulga que
se arrastran por
la psiquis.
“sí, ¿qué hay?”
“bueno, estoy en la ciudad esta
noche y
pensé...”
“escuchá, Dwight, estoy ocupado,
no puedo...”
“bueno, ¿tal vez en otro
momento?”
“tal vez no...”
cada persona está disponible
tantas
noches
y cada noche perdida es
una burda violación en contra del
curso natural de
tu propia
vida;
además, deja un gusto
que suele durar dos o tres días
dependiendo del
visitante.
el teléfono sólo es para
casos de emergencia.
me tomó
décadas
pero finalmente descubrí
cómo decir
“no”.
ahora,
no te preocupes por ellos,
por favor:
simplemente marcarán otro
número.
puede ser
el tuyo.
“hola”,
dirás.
y ellos dirán,
“es Dwight.”
y entonces
vos
sos
una especia de
alma
comprensiva.
De: The Last Night of the Earth
Poems (1992)
Traducción: Javier Fernández Paupy