22.9.25

Strawberry cheese, por Santiago Armando

 

 

Amaneció gris, llovió de madrugada, la atmósfera pegajosa, truena a lo lejos. Y hay una mujer de carne rebobinada en el jardín y una ventana que da al fin del mundo.

Juan Abreu, Emanaciones

 

 

 

Last Thursday in New York Jamie and I were over the moon to get to play a loud wild set at the famous Café Carlyle. We celebrated the Nili Lotan x The Kills campaign with dancing and electric guitars. It was a blast!!! I am only now just recovering from the London to New York whirl of fun, the jet lag, the ‘rock neck’. Thank you Nili for throwing such a great party, for including us in the campaign, for all the creativity you harness and nurture. You’re the best!

 

Alison Mosshart, 8 de Septiembre, Instagram

 

 

 

 

 

Oh las olas en las puntas de los versos

Caídas como acciones de la bolsa

Ah mi barco, la rectitud de mis estrofas

Levantadas por las bobas risas de conjunto

De unos corredores que pasan hablando

 

***

¿De dónde venía yo?

De andar andar

y caer en el ombligo de un ombú del bajo,

fusilado por las pastillas,

¿o era una cama con sábanas y colchas blancas

donde me metí cuidadosamente?

Había desaparecido y así, como a esta hora,

me desperté y fui con toda la ropa náutica sucia a mi casa,

la casa emparchada de madera de los Acha,

como un Arca, cada mujer con su bebe nuevo,

la de Anita: Ivonne, pero se pronunciaba Fawn.

Nacho apenas me vio me quiso echar

pero salió la madre y la miré

y me dijo apurate vos,

y la otra Anita, la mujer de Nacho

me dijo del otro bañito para ducharme

y me dio unas llaves, realmente

yo estaba hecho un fisura,

con las lagañas de todos estos años

desde que me fui del laburo,

¿dónde había estado, falopeándome,

fumando paco y llorando?

Lloraba de emoción por todos los bebes nuevos

y entré al bañito de luz blanca

suspirando el llanto como El Chavo

 

***

 

Me llevan a un pueblo del gótico ganadero

a ver un campo, yo iba

a acompañar a un amigo

pero me la querían dar

por mis códigos, al toque,

entonces ya tenía preparado un auto

como el de Batman que venía por la ruta

que me sacó de ahí, un auto inteligente

al que ya perseguían con satélite

pero que tenía un depresor

que lo hacía ver como un Renaul 12  

y me dejó en un almacén

que tenía un juego de matar gente

y empezaron a ver como jugaba yo

unos turistas de Noruega,

uno era Erling Haaland,

y otro me tapó la vista

y le partí un frasco de pickles

en la cabeza.

 

***

 

Milei vive en una

Ópera de Alcantarilla

el color de su voz

se pierde en gritos gruesos

a una cloaca suburbana

con la boca llena de Conogol

 

 

***

 

 

los barrios cerrados y las villas

tienen los mismos

ladrillos de conventilleros

déjenme trabajar

mis cenizas

tírenlas al inodoro

 

 

mujeres en tetas

bailan en el lago

bajo la tormenta

 

el árbol creció y

tapó la vista de la luna

con el borde de la teta

de la vecina en toallas

 

 

Alison Mosshart
desnuda en la lluvia
en el lago

 

 

sargentitos mecánicos de madera

golpean a la noche

las paredes de ladrillo hueco.

 

 

Las estrofas impasibles

 

 

Alison Mosshart

en el lago oscuro

bajo la lluvia y los truenos

acostada flotando

la levanto en brazos

y la llevo a la carpa

pisando la grama

de frutilla suiza

que mezclo con queso

 

 

La tormenta ondula la parte alta de la casa

 

 

Yazgo vendado en ayuno

muy delicado de los huesos

y las amenazas de echarme de mamá

en el aguacero

esta vez sin hospital

voy a curarme y juntar semillas

modeladas en los alpes suizos

que engordan con los aguaceros

todavía tengo fuerza

si hago ayuno

 

vendado y quieto adelgazo fumando

mi frutilla con queso

atendiendo el aguacero

con los meniscos en gajos

a merced de las lluvias

como los kirguisos y los kazajos

 

yazgo y no me turbo, me levanto

a separar mis gajos meniscos

la vida gris del dolor

en ayuno y silencio

con el último tabaco rascado del tacho

y el faso de queso y frutilla

que he inventado

 

 

Domingo, 21 de septiembre de 2025

 

16.9.25

Des/articulaciones, por Cecilia Bainotto

 

 

Para J.C.

Escucho los aullidos de un lobo apátrida, deportado, que quiebra el habla ante una luna oblicua. Golpes, trituración, convertir el poema en un hilo sujeto a un gong.  

“El vivir/que es el crujir/ rescribía golpe y contragolpe/ en el mismo cuerpo/ mismo desespero” “…Ni siquiera pronto/ ni siquiera al fin/ Aquello que es un peso/ aquello que no es nada.

 

 

Horacio…

¿Vamos, venimos?  Suena el silbato del tren y me vuelven deseos de regalarle suerte. Una intuición. Alguna lúcida metáfora. Todo el entramado para que lo desentrañe en un minuto revelador. Una foto del mar. ¿No es acaso un regalo dulce?

 

1

A veces preguntas, cientos de veces preguntas ¿adónde te guía tu memoria de simio? ¿Ves un árbol? ¿Ves el hueco?   ¿Quién te hizo esos tatuajes? Rompés la aguja, tirás los parches contra el piso y te acostás peripatético.  Sentís que la cama es blanda. La querés más firme, la querés más blanda.

Seguís una mosca que en el ala tiene un tatuaje. Le das un paletazo y cae muerta en el piso. Para eso nacieron las moscas.  Para ser matadas apenas nacen. Buscás la aguja, el lápiz o la paleta de plástico para hacer estás cosas.

Temblás de frío, temblás de rabia, temblás de angustia y volvés a tu cama a esperar el sol de la tarde.  Apostás al 69 que se confunde con la deuda. Ya ves, te preguntás y se te pasa la hora de la apuesta. Es tu cabeza plantando ideas en otras cabezas o viceversa. 

De repente algo aparece: “Está muy bueno, ¿te gusta? Sí ¿a vos?  ¡También!” Es un rato en el sueño de una tarde y es volver... 

 

Alicia…

El corredor de nubes atraviesa la frontera.  Gases impuros bajan a la tierra. Cuestión de Geoingeniería.  Allá abajo… ¿15 mil pies abajo? Lo dijo la azafata.  No la escuché.   No importa.  Veo desde el aire el   cordón de los Pirineos. Las crestas blancas, los surcos inmóviles de los ríos, los valles y los acantilados que resguardan la libertad de las águilas.  Demasiado magnífico para ser un límite sujeto a otros fines. 

 

2

Estaba viendo que todo se iba con la ira de una aspiradora en la limpieza urgente. Nada sutil, por cierto.  La distorsión de la vereda tergiversa las ventanas y la puerta de calle.  Imposible abrirla con la llave vieja.

 

3

Los lunes nos ponemos Zen. Los martes nos despertamos griegos. Los miércoles somos más americanos. ¡Viva Zapata! - grita un campesino ebrio. Todo embriagado con buen vino muestra el triángulo de su tristeza.  El cuerpo no se equivoca. 

 

4

 

¿Carlos ingresó al sanatorio con su abogado o ingresó al estudio del abogado con su médico? Ingresó a la Facultad de Derecho y egresó del Banco. Sabía y sabe mucho de plantas. Sabe detectar las variedades de los helechos. Sabe cuidar un esqueje para que sea un árbol. ¿Agrónomo o abogado? 

Veía un naranja vibrante cuando otros veían el color rosado. Pronunciaba la elle y no la ye. “Estás aprendiendo a hablar” decía cuando alguien pronunciaba, entre la broma y la burla, pollera – imitándolo- y no poyera.  Perdió un poco la pronunciación misionera. Le gustan la mandioca frita, los pierogi y el whisky.  Además, leía dos novelas largas en pocos días como si nada. Ahora apenas lee el prospecto de un remedio. Dibujaba hermoso. 

Vendió un automóvil viejo y compró un automóvil de alta gama.  Carlos hacia números en el aire y yo a veces los hacía atornillados. Manos desesperadas tratando de esquivar el volantazo.

¡Cuidado, está en rojo el semáforo!  La caja, con artículos de lujo y baratijas desparramadas, sin llegar al 21 de cada mes de cada año. Del lujo asiático al rancho. 

Alguien tosió en Wuhan. Fue el aleteo de la mariposa que ingresó a millones de casas. 

En la mía puso las cosas en equilibrio, pero el juego del Blackjack no es olvidable.

 

5

Un cuerpo de tres dimensiones proyecta una sombra de dos dimensiones. Marcel Duchamp.

Un cuerpo de cuatro dimensiones considerando que la cuarta es el tiempo, ¿qué sombra proyecta?

También se lo pregunta Martín que deja su cuerpo pegado en un bar a orillas de la ruta donde trabaja 12 horas diarias, más 2 horas de tren y le restan 10.   

 

6

El camino hace círculos. El mundo, como un extraño vehículo espacial, avanza rápido sin señales de progreso. El paisaje parece habitado por sentimientos extraños y la curiosa ambivalencia del público tan fascinado y tan agraviado simultáneamente.

   ¿Qué le parece todo esto? 

   Es difícil saberlo.

   ¿Cómo está usted?

   Maravillosamente pero mal. 

El efecto del conjunto es ingenioso pero una parte del público piensa que es un vehículo catraminoso del siglo XXV.

 

7

La estabilidad del transatlántico exige que en su estructura inferior haya vacío.  Franz Kafka dice que ese vacío está lleno de ratas por lo que no es tal. 

Pero aun así la estabilidad temporal se da si sobrevuelan los buitres y picotean con frenesí la cubierta. A punto de un racionalismo armonioso. 

No obstante, no es difícil imaginar que, durante la travesía, el barco se convierta en “esqueleto” de un fantasma.

 

8

“Me hice amigo del tiempo, es más, empecé a quererlo.  Mi sometimiento a él es irrevocable y ya no estoy disponible”.

No lo dice Borges que “dispone de todo su tiempo y en resumidas cuentas J.L.B. no es un hombre ocupado” escribe el autor de Siberia blues, Néstor Sánchez, en una entrevista que le hizo al hombre de los espejos y de los laberintos.

 

6.9.25

Un paraguas, mil historias, por Javier Fernández Paupy

 

 

Soy un ala redonda a la que no dejan volar. Me han dicho que en realidad soy un techo que camina, un techo ambulante que aparece cuando llueve. Me abren y enseguida me inflo como un pavo y siento caer la lluvia sobre mí. Cuando me cierran, me siento mustio, marchito como una flor o peor… como un fósforo apagado.

 

Ricardo Zelarayán, ‘La confesión de un paraguas’, Traveseando

 

Como decía el doctor Johnson en el siglo XVIII, hasta la vida de un palo de escoba puede volverse interesante en manos del narrador sagaz. Nicolás Schuff demuestra esa premisa en Vida de un lápiz (Limonero, 2021), historia sobre las posibilidades que supone la existencia y sobre el hilo misterioso que une las acciones más inesperadas, sobre la vida mágica de un lápiz pero también sobre el magnetismo invisible que hay detrás de los objetos.

 

Hijo de un hijo de un hijo de Scheherezade, Schuff cuenta historias. Inventa mundos donde prevalece la emoción. Sus libros son objetos parlantes con aventuras en las que ilustraciones desconcertantes, oníricas o quiméricas dialogan con sus palabras. Sus poemas también son viajes del lenguaje, sean acrósticos o metáforas literalizadas. Una literatura pensada para niños, pero en la que los adultos encontramos un reducto de evasión y fantasía. En su vasta obra aparecen piedras preciosas, relatos en los que la vida de las cosas inanimadas se vuelve motor de la narración.

 

En El paraguas (Lecturita, 2025), ilustrado por Andrea Antinori, Schuff cuenta la historia de un paraguas verde que, acostumbrado a ser olvidado, deja crecer su espíritu aventurero y descubre el placer del extravío. En cada una de las personas que tuvo relación con ese objeto se desgranan aristas de la condición humana, ya sea el descuido, la generosidad, la aversión, el entusiasmo o la inspiración. Reflexivo, el paraguas parece observar a los personajes que lo manipulan, sin pretensiones sociologizantes. Disfruta de los viajes y de las peripecias. El libro, reforzando el mecanismo milunanochesco de una historia dentro de historias, lleva en la guarda un sobre que esconde el tesoro de un pequeño fanzine silente: Momentos incómodos en la vida de una niña y un paraguas.

 

El arte de Andrea Antinori evoca la famosa idea del pintor que afirmaba que a los doce años ya pintaba como Rafael, pero le llevó toda una vida aprender a pintar como un niño. Sus trazos gruesos, en apariencia torpes, sin el manierismo de la perspectiva y el color académico, devuelven el asombro inicial con que vemos las cosas por primera vez: la lluvia detrás de un vidrio, la saliente de un precipicio, el trazo infantil cuando se lo observa con atención o la capa de indeterminación que a veces se extiende sobre el pensamiento.

 

El paraguas, de Nicolás Schuff, nos devuelve esa capacidad de mirar el mundo con extrañeza y maravilla, como si los objetos nos devolvieran la piedad de su mirada. Una literatura que sigue contando historias para mantener viva no solo la vida de los personajes, sino también la de las cosas que nos acompañan.