MODO EMPAREJADOS
Como la farsa se iba prolongando demasiado,
Richard preguntó entre bromas y veras: “Pero, en fin, ¿qué es lo que quiere ese
Fantasma?”
El
fantasma de la Opera, Gastón Leroux, 1910
SIN PILOTO (automático)
Justo en
la cresta del temblor… dos ojos altos como estrellas adormecidas. Poca agua,
insuficiente en los últimos meses.
Tienen la fórmula para
fabricarla: OH2. Una de oxígeno dos de hidrógeno, más… La química es la pasión.
“No olvides nunca”
“Me falta
el aire” –dijo.
Por
primera vez la mujer salió urgente a comprar el remedio que aliviara su mal. En
la oscuridad y por confusión cree, regresó con pastillas de aire comprimido. El
hombre tomò dos y a punto de explotar
gritó desde la ventana.
“¿Dónde
estás? ¿Por qué has desaparecido justo ahora?”
“Aquí
cielo, estoy aquí” responde ella con culpa.
Las dos
estrellas hermosas, con brillo enceguecedor, la miran. Mezcla de ruego y
recriminación.
La
sirena de los bomberos y de la ambulancia, un hombre con ambo verde, otro con
mono azul, la luz intermitente, más mangueras, tubos, aspiradoras,
nebulizadores, monitores, tensiómetros y sondas, modifican la casa. El cuarto
es una sala de terapia o un salón de ferretería. Con la normalidad vuelve a ser
una discoteca.
“El
cuerpo es una máquina perfecta. Si no fuera por la inteligencia nuestros
sentidos serían más arteros y podrían detectar sin error, por olor y sabor, que
una pastilla de aire comprimido no es una pastilla de formaterol”
Con este
último pensamiento la mujer se tranquiliza lo que es más o menos decir “Fijate
lo que tomás o lo que llevás a tu boca”
Algunos
días, cuando los tañidos de bronce de las campanadas de la iglesia coinciden
con las ocho horas de la tarde, el hombre las escucha y la mira con rabia.
Piensa que nadie muere en la víspera y se envalentona un poco.
“Aha…
por qué tanto empeño en…”
“No sé
de qué hablás”
“Ja, si
lo sabes”
“Mirá
una no sabe lo que los demás piensan porque a veces ni lo hacen”
“Qué
ocurrente sos” remata el hombre con una carcajada.
El resto
del día es un cielo con dos ojos altos como estrellas, por encima de las
cúpulas, por encima de los árboles más altos, en pleno espacio. Todo lo que sea
querido es encantador y se realimenta, piensa ella, pero…
Habitan
una casa, dos casas, que limpian con frecuencia y también el espejo, del que
penden como perchas en cada lado, dos sombreros. Y el detalle es que hay un mechón claro del cabello de la mujer
en el sombrero del hombre y un rulo rubio del hombre en el de ella.
“Ya ves
eso es lo importante” el hombre señala el espejo y lo que cuelga a sus lados.
Lazos ridículos que lo parecen cuando finaliza la obra en conjunto. No antes.
Ambos
saben de imágenes que se corren por el vaivén permanente, se miran y bajan la
mirada.
“Somos
de largo aliento” murmuran como consuelo y conocen alguna andanza hacia otros blancos. Como si esas fugas afianzaran el amor que
sienten el uno por el otro pero…a la larga o a la corta la interrupción en la
permanencia se expone, coralmente.
Sin
embargo, hay una intención oculta de parte de la mujer de mover. En él
también. Una intención que persiste en
anticiparse (por olfato) para no mirar el derrumbe de las casas que habitan.
Muchos
lo saben. Es una visión horrible. Hasta que la construcción se desvanece sin
gotas de culpas sobre las espaldas.
Por
ahora los dos están tranquilos.
NO ME HABLES
Paula y Ramiro, Ramiro y Paula. El orden
era indistinto porque ambos eran uno solo.
Pero Paula no podía callarse. Cuando Ramiro
hacía un comentario Paula hacía otro. A una objeción de Ramiro, Paula redoblaba
la apuesta. Si Ramiro estaba callado Paula lo hincaba con palabras irónicas y
hasta agresivas. La última palabra era la de ella. Siempre
–¿Te pasa algo que estás
tan calladito?
–No. No me pasa nada.
–Ah… entiendo. No te pasa
nada de nada –y agregó– Eso significa
que tampoco sentís nada y menos por mí.
El hombre la miró con un cansancio tan
desbordado como la última inundación que se llevó muebles, ropas y hasta fotos
de cuando eran felices. Paula y él.
El silencio no existía entre ellos porque
Paula así lo había determinado. Y Ramiro lo anhelaba como esos atardeceres de
carrozas rosadas en las que ambos paseaban mientras se miraban. En silencio.
Todo llega y llegó ese día.
–So long Paula, adiós
Paula, hasta siempre Paula. Te lo digo de varias formas para que elijas la que
más te gusta.
Los días eran interminables para Paula. La
soledad era un peso para su medio ser.
Una tarde vio que las cortinas se hacían globos blancos y escuchó gemir
la madera de las puertas. El agua de las
cañerías gorgoteaba en el interior de las paredes. El perro se ponía loco y
caminaba en dos patas. Los electrodomésticos de la casa parecían funcionar como si tuvieran vida
propia. Los platos y los vasos bailaban en una fiesta sin invitados.
No pudo más y de pie ante las paredes
habló. “¿Te cansaste de estar solo, ¿eh?..
Ahora venís mansito. No me dirijas más la
palabra, y menos, si jugás a las escondidas”
Paula
levantó el volumen del televisor para no escuchar a Ramiro.
EL
OLVIDO
“Tal vez
fue el azar un pretexto para el juego que la vida nos tenía reservado” dijo el
hombre. Pero al ver en el espejo el reflejo amoroso de la pareja desechó el avance
y retrocedió sobre sus pasos. Aflojó el nudo de la corbata para tragar mejor la
tristeza y caminó hacia el lugar al que no hubiera querido llegar ni por asomo.
“Solo a
un idiota como yo se le ocurren estas cosas” Querer ser admitido en un espejo
que reflejaba por ley física lo que está enfrente. Por espacio no por tiempo. La obsesión de un
espacio que él mismo había modificado por deseos extraños “no quiero ser la
causa de tus perturbaciones” le dijo una noche a esa joven mujer, “linda y
espontánea como pocas” así la pensaba.
El
hombre miró por última vez las luces de la celebración y, con tenaz congoja, lo que había allí adentro.
Se propuso el olvido tajante en el acto consciente, aunque bien se sabe que
aquel puede ser flotante como la hojarasca en los rincones que el viento
zarandea a su antojo.
En otra
celebración la mujer y el hombre del espejo saludan. Hay muchas personas. La
mirada, en una de ellas, sobreactúa. Demasiado es el empeño que evita el cruce.
La fría indiferencia una pose. La mujer amorosa que arregla la corbata del
esposo con cuidado, entiende.
Es
necesaria la alta escena para sostener con honestidad la elección después de
aquello. Quizá lo mejor es lo que nunca
ha sucedido al igual que las historias que no se han leído. Esas historias que
no piden pista para revelarse. Están en la lengua del inconsciente y, a veces,
aparecen como libros abiertos en una mirada aún en la que se oculta.
Ambos lo
saben, la mujer del espejo y el hombre que no estuvo en ese reflejo. Caso
contrario no hubieran llegado a ese acuerdo tan tácito.
Una
complicidad que alguna vez surge en cada uno de ellos al mirarse a sí mismos en
espejos diferentes.
EMPAREJADOS (Part time)
Tu reloj en la muñeca, malla negra y cronómetro. Es
irresistible. Sigue la vestimenta negra hasta las botas negras que aprietan el
acelerador de la camioneta. Girás suavemente el volante hacia la derecha y
enfilamos por la nueve hacia el NUEVE.
Número perfecto.
Una llamada de tu madre, “tu padre tuvo un derrame
cerebral". Regresamos por la nueve sobre el carril SEIS.
Dejamos la perfección en el
silencio de la ruta
–¿Cuál es tu nombre?
–Nadia.
–Ah, qué lindo nombre: NADIA, NADIE.
–Nadia te
dije. NA-DIA –con tono recriminador.
–Bueno...
tanto lío por una vocal. “Me cache” en dié.
–¿Quién?
–Nadie, Nadia.
¡Nadie!
Nadia se fue reptando. Nadie quedó llorando en el cordón por Nadia
Y NO ES NO, Y NO ES SI, Y SI ES NO Y SI
ES SI. Mezcla las fichas para empezar a
jugar.
“La entrada cuesta la razón”
Peter Pan no encontró a Campanita.
Cruella le mató todos
los perros.
El cruzado y su
esposa medieval en las costas de Melilla.
Una incursión en una choza con la antropóloga alemana.
“Un esposo sumiso” Mira por los rincones
y busca los soldados y los floretes. Pero antes quiere gimnasio de alcohol y
cigarrillos para iniciar el duelo. Dice que prefiere la escuela francesa por
eso del "Touche”
“Desde una perspectiva humana nomás.
Un cálido abrazo” dijo
“Irlandés, griego, japonés… Extraña
mezcla la de Lafcadio Hearn. A la mezcla le sumó los amores de una mulata en
New Orleans y terminò su vida junto a una geisha. Lo que se dice; una vida con
vueltas”.
To: HB
I will
miss you.
“One
snowflake never falls in wrong place”
From: Copito