7.8.24

La información, por Alejandro Rubio

 

 

Martes cuatro, la ley nueva

todavía se discute, 99 por ciento

de humedad. El depto huele a coliflor,

en cientoveinticuatro planchas la grasa

crepita, las familias se desplazan hacia la mesa

y juegan con el cuchillo, el tenedor, el vaso, la cuchara.

Estoy liquidado. Mi hijo también,

por otra parte; pero él

no debe saberlo, debe pensar que aún hay lugar

entre ésos que son, van, vienen,

se mueven, edifican. Para salvarlo

del tedio vecinal yo mismo edifiqué

un búnker en el living; sentados atrás

de la metra soviética miramos todo el día

televisión por cable.

Jueves ocho, la ley no salió, media ciudad

respira aliviada, la otra mitad

se pincha el ojo al tratar de ensartar

otro bocado de carne. Sábado seis

o sábado siete, el nene ya gatea, resistimos

con la última tira de munición; tengo miedo

a que corten la luz, bajen el martillo

y el anuncio llegue en forma de aullido

de lechón desangrado hasta donde estoy

con la mochila a los pies, el bebé a la espalda,

mordiendo comida fría.

 

 

Tomado de: Música mala, Bahía Blanca, Vox, 1997.