10.12.23

Los montes de la loca, por Marisa Wagner

 

 

SILBANDO BAJITO ANDO

 

Silbando bajito ando.

Me construyo un girasol

–es decir me lo dibujo–

Y lo pego en la pared desnuda y grisácea del hospicio.

Después le pongo yerba al mate

y me voy a pasear por mis recuerdos.

Había una mamá, allá en mi infancia,

que trenzaba mi rubia cabellera,

que me ponía moños primorosos

y vestiditos con puntillas.

–Mamá no vino a verme nunca

ahora que estoy en el hospicio–

¡Cómo me gustaría que me trenzara el pelo!

Estoy aburrida de ser grande y estar sola.

A veces, hasta me aburro de estar loca

Y juego a la lucidez, por algún rato.

Mientras me cebo otro amargo

que aseguro-ayuda-a soportar la realidad,

los abandonos,

los etcéteras.

Me construyo otro girasol

–es decir me lo dibujo–

y lo pego en las paredes del hospicio.

(Ya casi tengo un girasolar completo)

 

31 de agosto de 1997

 

 

 

LITIO

 

Se habla de la bipolaridad de mi locura.

De la necesidad del litio de por vida.

Hace diez años:

Litio en desayuno.

Litio en el almuerzo.

Litio en cena.

Y cada tres meses una litemia.

(Valor de litio en sangre)

Una ecuación psiquiátricamente perfecta.

Sin embargo, yo siento

que mi locura

tiene mucho más que dos polos.

Muchos más matices.

Muchos recovecos.

¿Será, tal vez, multipolar y multifacética?

Me pregunto si puede el litio con todo esto.

¿No estarán podridas mis neuronas de tanto

Ceglutión en cuotas?

Maníaca. Depresiva. Psicótica.

Caractericemos.

Encuadremos.

Traguemos la pastilla.

Que pobre mi locura bipolar

que se queda quietita con el litio.

Que retrocede asustadiza.

Y yo vuelvo a ésta lucidez de morondanga.

Prolijita, Mustia. Gris.

Casi calladita.

Es que si río demasiado tiemblo.

(Me estoy euforizando, temo)

Si lloro, también tiemblo.

(Me estaré deprimiendo, pienso).

HAY QUE CUIDARSE DE LOS POLOS.

–Me convenzo–

que a no olvidar son dos. Y me rebelo.

 

A la doctora Gabriela Vranges

La “loca” del litio y la litemia.

 

 

 

EN DEFENSA DE LA IDENTIDAD Y DE LA BELLEZA (MECANISMOS)

 

A mí me gustan los caballos blancos,

Los girasoles.

Los cigarrillos rubios y los negros.

El café muy fuerte.

El mate amargo.

También me gustan los pepinos

–como los prepara Nomi–

los langostinos, las rabas, los locos, los erizos…

–en fin, todos los mariscos–

Las canciones de Serrat,

José Larralde,

Spinetta, Manal, Charly García.

Violeta Parra.

El tango, Piazzola. El Polaco y La Tana.

Algunos versos de Neruda.

Todo Vallejo.

Los libros de Cortázar.

Los hombres con el rostro aindiado y otros hombres.

El mar.

Los Redonditos de Ricota.

El teatro contemporáneo y algo del teatro clásico.

La voz de Janis Joplin.

Los cuadros de Dalí.

Las mujeres de Modiglianni.

El Guernica de Picasso.

El Jardín de las Delicias, de H. Bosch.

Boca Juniors.

El asado y las ensaladas.

La provoletta a la parrilla.

El piano de Villegas.

Los cuadros de Mauricio Stem.

La cerveza bien helada.

El color amarillo.

El humor de Eduardo Arce.

Leer Artaud de vez en cuando,

Y también a García Márquez.

Las caricias.

El dulce de leche.

Levantarme en medio de la noche

E irme a pasear por Buenos Aires.

Los hombres y las mujeres que luchan

Por un mundo más habitable.

Los pies chiquitos de Malena.

Algún cuento de Borges.

Dos poemas de Benedetti y cuatro de Gelman.

Los besos de Malena.

La poesía de Sergio Darlin.

Las canciones de la nueva trova.

Dibujar.

Hacer el amor cada cuatro días.

Escribir boludeces…

Pero en realidad, ahora que lo pienso,

yo me fabrico estas listas

porque aquí en el hospicio

me son muy necesarias.

Así uno, no se olvida

De quien es, al menos…

Y de paso se acuerda que existen cosas linda

 

 

 

CONSEJOS PARA VISITANTES

 

Si Ud. hace caso omiso

De nuestra sonrisa desdentada,

De las contracturas,

De las babas,

Encontrará, le juro, un ser humano.

Si mira más profundo todavía,

Verá una historia interrumpida,

Que hasta por ahí, es parecida…

Si no puede avanzar,

si acaso le dan náuseas o mareos…

no se vaya…

antes, por lo menos,

deje los cigarrillos.

 

 

 

DISQUISICIONES

 

“Cada sociedad tiene el hospicio que se merece…”

Y uno, que vive en esta sociedad,

Quiero decir, en este hospicio,

sabe a ciencia cierta,

que eso es cierto.

Y si está de gusto, como casi siempre,

se pone a hacer disquisiciones.

Piensa , por ejemplo,

en el puesto de vigilancia que está en la puerta .

No se sabe muy bien para qué sirve.

Si para evitar la salida de los locos

o para evitar la entrada de los cuerdos.

Por lo primero,

no debieran preocuparse, creo.

Los que estamos adentro,

escuchamos radio ,

miramos televisión,

quiero decir, estamos informados

de lo que pasa afuera.

Y muchas ganas de salir no tenemos.

Tampoco veo grandes multitudes

pugnando por entrar,

con enormes ganas de visitarnos.

Los aquí depositados, abandonados, olvidados

y otros ados,

vemos que los muchachos de la puerta

toman mate y fuman aburridos

(como nosotros)

todo el santo día.

Nadie entra.

Nadie sale.

La paz de los cementerios se nos hace rutina.

Y nuestras familias, por fin, duermen tranquilas.

 

 

 

SI YO NO ESTUVIERA LOCA

 

Si yo no estuviera loca…

¿Qué estaría?

¿Muerta?

¿Desaparecida?

Y estar loca…

¿No es una manera-como otra cualquiera-

de desaparecer o de morirse?

Pero no filosofemos… ¡no jodamos!

Si yo no estuviera loca estaría cuerda.

Haciendo la fila

para pagar la luz, el gas, el teléfono.

Haciendo otra fila

para pagar los impuestos.

Estaría mirando los clasificados.

Los informativos.

Estaría soñando

Con ser alta, flaca, rubia

–como las modelos–.

Estaría yendo de Shopping

por ejemplo.

No sé si lo resistiría.

Creo que no sabría que hacer del otro lado.

 

A Alberto Sava

 

 

 

¡VIVA CHILE, MIERDA!

 

Con vos aprendí a decir

Antofagasta, Iquique,

Cochayuyo, pisco,

a nombrar el odio

y decir carabinero.

Con vos supe del Mapocho,

de las poblaciones,

de las barricadas,

de Isla Negra, la isla del poeta.

Ir al sur, decir Parral, Temuco,

bosque y lluvias.

Con vos aprendí a cantar

Gracias a la vida de Violeta.

A saborear las cazuelas, los locos, los erizos

–los riquísimos mariscos del Pacífico–

Con vos aprendí a decir

¡Viva Chile, mierda!

y a llorar la muerte de Allende, en La Moneda.

A decir Lautaro, Caupolican

y Araucanía…

todas esas hermosísimas palabras fueron mías.

Creció mi geografía…

la cordillera fue solo un accidente desde entonces,

que ya no divide, hace de puente…

“Una Pilsen…dos, una mesa llena de botellas”

para brindar por el sueño americano.

(Los americanos del sur, también soñamos)

¡Un pueblo ha sido asesinado!

El tuyo y el mío…

el mío y el tuyo…

es decir, nosotros…hemos puesto la sangre.

Pero la sangre tiene-tú sabes-

destino de semilla.

 

A Francisco Suárez Castillo

 

 

 

LADRILLO A LADRILLO

 

Ladrillo a ladrillo

había levantado mi pared.

El mundo estaba allá, del otro lado

–quieto, previsible, ajeno–

Pero llegaste…

ladrillo a ladrillo

derrumbaste

mi paz de naftalina.

Todo está otra vez bajo sospecha,

ya no hay nada que se quede quieto.

El desorden se adueñó

del reloj de arena de mis venas.

Es otra vez el caos, como al principio.

¿Qué voy a hacer con todo esto?

Ya no puedo ni quiero pedirle al corazón

que marche más tranquilo.

Es que tu piel huracanada

le ha puesto espuelas de plata a mi deseo.

Y todo es vértigo encendido,

lava, piedra madre y torbellino.

Todos los vientos

y además el viento.

Estoy desnuda, hambrienta,

tengo mucha sed.

Me acabo de dar cuenta que estoy viva.  

 

 

 

Tomado de: Los montes de la loca, Buenos Aires, Ediciones Baobab, 2007.