7.9.18

Símbolo patrio, por Adrián Minzi






Elegía

Cito al poeta de las achuras:
¡Mente supina!
¿Si el arte no drenó al Riachuelo
dónde está?

¡Riacho falso!
¿Por qué de nuevo por milésima vez?
los animales me ven pasar como sombra
Yo soy parte y todo de tu inmundicia
Vos, el asilo de la desesperación
y tu vinagre.

Naciste para ser el descarte
de la civilización y barbarie
tu línea internacional divisoria de aguas
tiene más cadáveres
que los que mandan llamar los de traje.

Esas voces que se escuchan sin sol
 lo que vos sabés
dicen que en tus aulas hay una lucha
desde que Dios es Dios:
trabajo, no vengo, repito.
¿Y de cuanto sirve tu idioma
cuando nadie lo habla?

Conteneme amigo
dame un lugar donde estar
no quiero la calle,
ni olerte a la mañana.
¿Me das una vieja?
Hay muchas en la escuela
pero su cabeza es una olla conteniendo el guiso
que da de comer al progreso.

Juana faltó otra vez
¿Y qué querés?
Fue a la playa de la Matanza.
Vacaciones regaladas
en la arena negra adornada con tolueno.
Pide vasos de soda caústica
Y ve el reflejo de la luna enturbiada,
en las napas sulfatadas.

Ya la oscuridad se apoderó del lugar.
El agua se mimetizó y solo la diferencia el olor
mierda por sangre.
Nuevas criaturas emergen y abren sus ojos
¿Esto no es Argentina?

Madre explica:
“No salimos en el diario hijo”
“¿En policiales tampoco Ma?”
“Solo si matás un cheto,
Beto.
¿Miento?
¡Quieto!”

Les presento a Olga
Un velero uruguayo partió su cabeza al medio
Habría que llevarla a la nueva unidad de atención médica
pero no hay taxi ni plata.
Vamos a tener que ir reptando.

Hijo exclama:
“¡Personas nadando con trajes espaciales, Ma!”
“Son los superhéroes del tercer mundo, hijo
tirales piedras hasta reventarlos”

¡Ay!
En tu superficie hay silicio,
hay furanos,
hay cadmio, niquel, arsénico, selenio
hay restos de barcos, autos e inodoros
hay quienes dicen que si te sumergís en el fondo
podés juntar un ejército infinito:
desde comechingones, pampas,
ingleses con aceite hirviendo,
latifundistas, desertores,
malos amigos, una locura.
Se dice que te recibe Solís.
Están esperando el anillo de poder
Cuando llegue, van a salir a vengar todos los pecados que se cometieron
No vamos a quedar ni uno solo.


Yanis

Yanis perdió el auto
nadie alcanzó su mano.
Salió de Arenales al 300
desbocado, ojos saltando
corrió y tres gavilanes pispeaban la esquina
miró una vidriera de glamour
vió su cara fuera de su cara
¡Fash! ¡Pash!
Fue un stockeo de farofa

A la ciudad se le perdió una yanta
chivos vendiendo
cintas rojas revolucionarias
las barras vendían entradas
el trapo, el cartón y la pickup
más varios clavos enlatados
saturaban la mañana
los perros vendían amor
despellejaban, los reventaban.

Yanis se cagaba
encima tenía la carga
dos sirenitas refractaron en sus ojos
llamaban por la Coca
tres veces gritó su nombre
pidieron llamados por coaxil
via libre, viaje al mundial
No, no estaba para vos
era una marcha contra la avaricia.

La regla era negarla pero la cosa
se ponía áspera y no había
tiempo para changas.
El Hada cartones no proveía los elementos
en la cancha mojaban con arsénico recién sacado
del riacho turbio
¡qué linda era Buenos Aires!

Una patota las encaró en la calle mientras
ahuyentaban mosquitos armaron
abrigos con sachets de leche.

Son los 50 palos que se llevaron
son todos una manga
de ladrones
estos son capos
del endraguetta

San ex-pedito
liberanos de nuestros males
o sacristanos
liberanos de nuestros malos

Yanis perdió
Yanis encontró la banca de la justicia
Divina, anti real
a los pocos o a los muchos
de los jóvenes
que son muerte o botón.

¡Ya Ya!, ¿no viste nada?
Vos lo viste y no lo querés decir
tu estirpe lo vió y no lo quiere decir
Yanis, no te pierdas.

La sociedad de mudos anónimos
balbucea, pedidos de alplax a los gritos
en el paraíso somos todos iguales
no marchen
no cuelen 
abriguen que viene el invierno.

Fa, fa,
no es una nota
Yanis se volvió a perder
sin dientes
quedaron vidrios rotos
y cortes en la calle.


Cardonio

El cactus extiende su parénquima hacia el sol y abre para el viento sus espinas.
Cada uno de los granos de arena que lo rodean quiere pegarse
pero la misma correntada que los atrae tan cerca de su Meca
donde podrán depositarse
en la única alfombra verde, en varios kilómetros a la redonda
que los remueva
de la monotonía, constituido por ese tallo que pronto se secará con ellos encima,
se lleva alejando,
tal vez escondiéndolos por debajo de otros competidores que aplastan.
Y mientras Cardonio Floranga observa la escena
o parece que la observa,
arriba de un Camelisoforme rescatado de la sed mensual a la que fue condenado
por robarse un fardo repleto de lilas, que tan tentadoras le resultan
(y pecaminosas)
al nivel de perder el control de sus jorobas por ellas,
empiezan a aparecer las nubes
en la línea lejana que separa tierra de cielo.

Los pantalones de cuero que sirven de límite piel de piel con pelo
son agitados por el mismo proceso que acerca las gotas evaporadas,
ansiosas de condensarse para perderse en la superficie y correr tan rápido
como puedan. El objetivo: las napas subterráneas. Tan difíciles de alcanzar
cuando cualquier organismo obstaculiza la llegada, absorbiéndolas
en su propio beneficio.
Cardonio Floranga permanece inmutable. Intenta recordar a sus amigos
pero no puede.
Perdido en la mata de sus pelos crespos, a medio viaje entre la selva y el polo
parásitos chupasangres lo sorben
creciendo, multiplicándose y volviendo a sorber.
Él los llama huéspedes de honor en tamaño desierto.

Camelisoforme rebuzna, grita y ladra por sus tres bocas
aproximando la situación espasmo entre medio epiléptico
medio maricona.
Golpea su torso con las espuelas de gomaespuma al punto que hace sentir su talón.
Avanzan dando pasos de otra época pero sin el cactus superado
no queda nada.

La piedra pómez como collar
recubierta de un apóstol eternizado a través de su hemolinfa
manchándola y aportando su cuota de eucaristía
es también el golpe de gracia que domina la fotografía.

Para cuando se haya advenido el ocaso
los recuerdos deberán volver.
De otra manera, perderá el control y se irán esfumando
invasores sorpresivos y predecibles
no hay piedra pómez que pueda con ellos.
Mundo, rayos, espadas, lunas y una antigua baraja de cartas
¿Qué son si no?
Cardonio desmonta, desarrienda Camelisoforme y come una almendra
¿Para qué si no?
 La lluvia acaba de empezar y el festejo es exiguo
¿Cuánto más si no?
Pigmeos materializándose envueltos en togas coloradas emergen
de abajo o de arriba
beben probables aguardientes en cráneos, profiriendo una lengua muerta
como ventrílocuos hablan mientras toman
con sus vejigas natatorias saturadas.
Floranga los espera apaciguado, ya los conoce, en parte los extrañaba
son lo que hay
lo que le queda una vez que Camelisoforme salió arando con sus jorobas.

En cruz sentado
él en el centro espera con el viento furioso que arrasó con el agua
arrasó con la arena
pero esquiva su tacto.