I
A David Kalho se le
colaron dos traviesas balas en la cabeza. Sienes estruendosas decoraron su piso
con un inconfundible estilo Pollock.
Podría darle vueltas y
vueltas a la cuestión, pero lo que sucedió fue simple: Bang, bang! y aunque así
no suenen los tiros, el resultado es el mismo (uno menos)
En África, la fabula
occidental de la pólvora mojada no es más que un simple mito, ya que el agua es
un recurso escaso y por ende; cuando se gatilla hay bala. Creálo. Es ley, no
falla.
Así fue para David.
Días atrás, su nombre se acumuló en las paginas acusatorias de una revista -medio pelo/bajo presupuesto- que lo
inculpaba, nada más y nada menos, que de homosexual. Terrible crimen en la
Uganda que, en este siglo, se postuló con vigor para purgatorio African Gay -de
esta dimensión- al mejor estilo Auschwitz.
Sus verdugos fueron dos
machirulos. "Hombres" que, a la fuerza, se metieron en su casa para
insultarlo y golpearlo rabiosamente hasta matarlo y rematarlo a plomazo limpio.
Por nada. Por puto. Por todo. Corta la bocha.
II
Tres noches antes de
que la muerte entrometiera guadaña en su vida, David presentó su tercer libro
de poesías frente a la exigua humanidad que se dispuso a escucharlo: Amigxs,
compañerxs, amantes -animados- de ayer y de hoy e infiltrados de la Uganda
Police mezclados entre desprevenidos noctámbulos, habitués de la varieté
clandestina en Kaampala. Por supuesto, entre toda aquella fauna hogareña,
erigía Yacouba, pasajero frecuente de todos los viajes de su hijo. El entorno
se completaba con lo de siempre… Waragi, Pombe y Chai Masala. Santa Trinidad
rompe hígados!
Para todxs ellxs, David
leyó, apasionado, algunos pasajes de su nueva publicación. La cual, en su verso
inicial y primitivo, ya destilaba fragancia mortecina y sentencia a la hoguera
social, más por su profusa divergencia sexual que por carácter literario en sí
mismo.
Se alternó la noche en
una lírica mágica que tropezó con lxs ilustres literatos canonizados por todx
aquel amante de la poesía romántica. Lo de siempre: Lorca, Darío, Carpio y
Montúfar, cacheteados -por qué no?- por algunos textos filosóficos de Beauvoir,
entre otros (y otras)
III
Cruzando la medianoche,
la perla de África se pone picante y mejor partir, entre Pombe y Pombe (Cerveza
de fermento local) antes que sean las tres y todo el mundo empiece a hablar del
nacimiento del Nilo, como si esa fuera la mejor forma de echar a la huesuda que
ya se regodea babeando la penumbra.
Es justo ahí cuando,
Yacouba Kalho, levanta con suavidad de abrazo etílico a su David para
conducirlo, cual arcángel, hasta la casa de este y casi seguro, también hasta
su cama.
Lo de siempre… viene la
parca, en finas pilchas y siempre algunx cae con el chamullo envolvente de la “Estética de la Muerte”
Mejor es partir
antes.
IV
-Dura empresa la de andar en curda, arrastrando un hijo… pensó
Yacouba, mientras, con un ojo relojeaba el entorno y con el otro calculaba
varios cientos de metros de tambaleo por saldar antes de llegar a destino.
Tanto esfuerzo no es
gran cosa para un padre y un hijo que se acostumbraron a vivir bajo la mirada
quemante de la homofóbia veinticuatro horas, siete días a la semana.
Finalmente, otros
cientos de metros más adelante, ya con la tranquilidad de dejar lo amado a
resguardo. Yacouba, despedida mediante, se quedó pensativo bajo el marco de la
puerta y girando noventa grados sobre el eje de sus viejos mocasines, casi más
afuera que adentro de la casa, cuestionó las "preferencias" de su
hijo en el amor. Sin esperar -o sin querer- respuesta, finalizó su recorrido
con 90 grados más hasta salir del todo.
V
David, fue poeta de mil
versos, mas nunca pudo contestarle a su papá.
Se despidió, sin
saberlo, en una nota de 13 palabras que escribió, esa misma noche, bajo los
efectos de la borrachera:
-Padre, ninguna mujer ha leído, jamás, mis versos con los ojos del
corazón.
(La homosexualidad dejó
de ser considerada una enfermedad mental el 17 de Mayo de 1990 por la Organización
Mundial de la Salud)