4.12.16

Los programáticos, por Lara Villalba


La Gioconda es un texto inédito editados por Iván Rosado en 2016, escrito por Marcelo Galindo, Pablo Katchadjian y Santiago Pintabona en reuniones, cenas o eventos mantenidos en el año 2006. El libro está compuesto por otro relato en verso, Los albañiles, que data del año 2005  y había tenido una pequeña publicación casera en Imprenta Argentina de Poesía (IAP).

La Gioconda son poemas de un estado de conciencia fragmentario que pareciera que no narran sino experimentan a través de personajes que aparecen puestos en situación. El poema tiene un sentido desde el comienzo, sabe qué pregunta y busca responder y quizás lo haga de un modo diálectico. Un narrador ausente supone el reemplazo de una voz subjetiva curtida por la experiencia o por el Saber como verdad del poema. La unión de parodias objetivistas llenas de imágenes aleatorias marca la cadencia del libro y quizás este sea su principal mérito. Una cadencia ágil, frívola y burlona.

La Gioconda muestra en su tapa una hermosa obra de Anabella Papa que deconstruye el símbolo del cuadro de Da Vinci. De modo contrario, en el segundo texto del libro, los albañiles construyen una iglesia que asume la forma de sublime objeto. Son poemas fascinados por la noción de ideología, por esa forma del pensamiento previa y externa al pensamiento inscrita en la esencia misma del hombre.

Cincuenta poemas cínicos, no aptos para amantes de la poesía. Hay algo lúdico mezclado con una irreverencia que no se diluye con nada, la moralidad puesta al servicio de la inmoralidad. Los versos transitan por arriba de cualquier ola lírica o estética; Borges, Napoleón, un gato, la playa, el riesgo, nada tiene que ver exactamente con la Gioconda sino una corriente eléctrica de asociaciones libres. Los poemas pasan de un estado a otro, representado en historias absurdas que devuelven imágenes con peso de vida.

Una conciencia ilustrada dentro de la forma ilusoria del Saber. Imprescindible para el público intelectual peronista airiano post Charly Gradin. Hay algo solemne que gravita el libro y es la doctrina de la escritura. Algo experimental o arriesgado que implica una escritura a seis manos. Algo enigmático y misterioso, que quizás sea el principal atractivo de la inteligencia bien usada, la destreza de una fuerza alegórica permanente.

El segundo, aunque originariamente primer, relato de este libro, Los albañiles, se reedita por primera vez para deleite de sus cultores desde el año 2005. Se trata de una novelita en prosa cortada, con un hilo que parece narrativo al inicio pero termina siendo profundamente alegórico. La principal referencia es al problema de la identidad, la forma dialéctica en que la conciencia “resuelve” esa distancia entre la máscara ideológica y la realidad social.

A su vez las imágenes y la ensoñación poética marcan una cadencia alejada de las historias del primer relato del libro. Un puente, un cura, una estatua, allbañiles. ¿El cura representa a la ley, a la institución eclesiástica o a Dios? Lo importante es que el cura se enamora del albañil y ahí revive el drama que enarbola delirios, sueños, contradicciones. Sólo reflejado el yo puede alcanzar su identidad propia.

En Los albañiles, Galindo, Katchadjian y Pintabona relatan una historia que avanza hacia siempre hacia adelante sin necesidad de mucha descripción a velocidad cómic y son algunas sutiles decisiones estéticas las hacen aparecer al poema largo, dignos de una sensibilidad bien usada.

Planes, intenciones, una historia sobre la incomunicación humana. Novelita gay de argumento inverosímil; una metafísica burguesa, conceptual, hermética, donde la idolatría, los hábitos, la lucha de clases y la paranoia geopolítica se combinan para discutir sobre otra cosa. El poema desenmascara una épica atemporal, bíblica, inveterada. Un gracejo argentino con imaginario noruego.


Tomado de: campotraviesa nº 9 - invierno