La Gioconda es un texto inédito editados
por Iván Rosado en 2016, escrito por Marcelo Galindo, Pablo Katchadjian y
Santiago Pintabona en reuniones, cenas o eventos mantenidos en el año 2006. El
libro está compuesto por otro relato en verso, Los albañiles, que data del año 2005 y había tenido una pequeña publicación casera
en Imprenta Argentina de Poesía (IAP).
La Gioconda son poemas
de un estado de conciencia fragmentario que pareciera que no narran sino experimentan
a través de personajes que aparecen
puestos en situación. El poema tiene un sentido desde el comienzo, sabe qué
pregunta y busca responder y quizás lo haga de un modo diálectico. Un narrador
ausente supone el reemplazo de una
voz subjetiva curtida por la
experiencia o por el Saber
como verdad del poema. La unión de parodias objetivistas llenas
de imágenes aleatorias marca la cadencia del libro y quizás este sea su principal mérito. Una cadencia ágil, frívola y burlona.
La Gioconda muestra
en su tapa una hermosa obra de Anabella Papa que deconstruye el símbolo del
cuadro de Da Vinci. De modo contrario, en el segundo texto del libro, los
albañiles construyen una iglesia que asume la forma de sublime objeto. Son
poemas fascinados por la noción de ideología,
por esa forma del pensamiento previa y externa al pensamiento inscrita en la
esencia misma del hombre.
Cincuenta
poemas cínicos, no aptos para amantes
de la poesía. Hay algo lúdico mezclado con una irreverencia que no se diluye
con nada, la moralidad puesta al servicio de la inmoralidad. Los
versos transitan por arriba de cualquier ola lírica o estética; Borges, Napoleón, un gato, la playa, el riesgo, nada tiene que ver exactamente con la Gioconda
sino una corriente eléctrica de asociaciones libres. Los poemas pasan de un
estado a otro, representado en historias absurdas que devuelven imágenes con
peso de vida.
Una
conciencia ilustrada dentro de la forma ilusoria del Saber. Imprescindible para
el público intelectual peronista airiano post Charly Gradin. Hay algo solemne
que gravita el libro y es la doctrina de la escritura. Algo experimental o
arriesgado que implica una escritura a seis manos. Algo enigmático y
misterioso, que quizás
sea
el principal atractivo de la inteligencia bien usada, la destreza de una fuerza
alegórica permanente.
El
segundo, aunque originariamente primer, relato de este libro, Los albañiles, se reedita por primera
vez para deleite de sus cultores desde el año 2005. Se trata de una novelita en
prosa cortada, con un hilo que parece narrativo al inicio pero termina siendo profundamente
alegórico. La principal referencia es al problema de la identidad, la forma dialéctica en que la conciencia “resuelve” esa distancia
entre la máscara ideológica y la realidad social.
A
su vez las imágenes y la ensoñación poética marcan una cadencia alejada de las
historias del primer relato del libro. Un puente, un cura, una estatua,
allbañiles. ¿El cura representa a la ley, a la institución eclesiástica o a
Dios? Lo importante es que el cura se enamora del albañil y ahí revive el drama
que enarbola delirios, sueños, contradicciones. Sólo reflejado el yo puede
alcanzar su identidad propia.
En
Los albañiles, Galindo, Katchadjian y
Pintabona relatan una historia que avanza hacia siempre hacia adelante sin
necesidad de mucha descripción a velocidad cómic y son algunas sutiles decisiones
estéticas las hacen aparecer al poema largo, dignos de una sensibilidad bien
usada.
Planes,
intenciones, una historia sobre la incomunicación humana. Novelita gay de
argumento inverosímil; una
metafísica burguesa, conceptual, hermética, donde la idolatría, los hábitos, la
lucha de clases y la paranoia geopolítica se combinan para discutir sobre otra
cosa. El poema desenmascara una épica atemporal, bíblica, inveterada. Un
gracejo argentino con imaginario noruego.
Tomado de: campotraviesa nº 9 - invierno