EN
MI POSTA la antorcha olímpica la destrucción entró a la librería El Ateneo y
fui prendiendo fuego los anaqueles de la planta baja, bajé al subsuelo y regué
lava en las bateas, que se comieron el piso superior y los gallineros de más
arriba con libros quietos hace años y todas las mesas de la entrada y los
acetatos importados giraron como ruedas pirotécnicas, y de frente al furor del
teatro en la entrada todo se derrumbaba hacia el centro y al fondo, sobre el
cafecito que frecuentaban Galeano y Durán Barba, y las llamas alumbraban mi
cuerpo desnudo y lo bronceaban, una onda de calor rozó mis fibras capilares
entre el ano y los huevos y una barba de fuego levantó mi aro de oro disparándome
a los cielos negros de Buenos Aires como un rayo mensajero. El grupo ILHSA
mantenía ficticias ganancias con sus Mondadoris, Planetas y Pene Randoms, me
quedaban otras sucursales, los de Carlos Ruiz Zafón, Tom Clancy, miles de
libros pedorros carísimos, era el momento de afinar la oferta, el lector
argentino no se cae por una crisis económica, sólo los Cogtázags los García Márquez
y Galeanos pero Gerard de Nerval Obras completas seguía sin aparecer, la
distribuidora Waldhuter trae a Panero y las memorias de Casanova, librerías de
usados, en el mercado libre aguantamos y encaramos traducciones de dos
trilogías pavorosas para todos los putitos: la Cities of the Red Night y la Alemana.
Laiseca
estoquea libros y Garcés y otro nabo le roban escritos, serán decapitados y sus
cabezas transplantadas en los farolitos de mi Buenos Aires querido, sus medeas
muertas similarán rostros rastas pudriéndose como en Haití. Todos trapichean
todo lumpen hacen más menos guita, todos se la agarran con la clase media
facha, la progre, la clase media es lumpen pero guarda, que el pozo ascéptico
no se le rebalse, ni las cañerías de la mierda, al contrario de Chile, todos
los chilenos gustan vivir con un toque de perfume de hez en el ambiente.
Los
Vernes del espacio están entre nosotros: El Pibe Burroughs estockea Lamborghinis,
L & O, todos agazapados, en el molde, algunos comemocos ansiosos dejan el
pucho, se habla de la vuelta del LECOP y sus mercados secundarios, sí, mejor
largar bonos, empapelar la ciudad de bonos y hacer correr las mercaderías, las
provincias emiten moneda, las mineras contra oro, la Michetti con tu hermana el
bono gato para ponerla en los puteríos Moyano de la ruta 34, imaginen la Michetti,
la concha necrosada que tendrá, canceroso aro de quarzo enganchado a la silla
de ruedas girando su falo manubrio llega primera a ver arder la plaza cultural
de Santa Fe y Riobamba, qué horror dice ¡qué horror!
Es
la venganza de Prince contra la industria cultural, desde el Paisley Ship
ilocalizable mira todo de cerca, apunta a la Argentina para empezar por pura
estadística de desembolsos a la cultura por parte del estado y por la cantidad
de psicólogos por metro cuadrado, esperando noticias del grupo que iba para Flores
a sopesar las excusas de Aira por mantenerse vivo y sodomizarlo con un
consolador Tesla. Para recordar: cuando vino Prince a tocar en 1991 había
carteles que decían Yankees go Home, o Fuera Yanquis de América Latina, era la
guerra del golfo, el tipo no tocó ni un minuto de más, a la noche fue a bailar
a Lanús toda la noche con una que al final le cortó el rostro, no se quiso ir
con él, y no volvió más.
Ninjas
de aleación de látex negro no respiran más que la guasca que se meten por el orto,
salimos de negro ultra, con el ano de Brahma entre los huevos llegamos al
centro para quemar librerías y bibliotecas, ver arder las humanidades, la
literatura, ya quemamos Adán Buenosayres por no renovar stock en años, librería
vergonzosa, el flaco de barba blanca hijo de puta miserable, y los empleados y
gerentes de El Ateneo hoy, si venden aspiradoras o libros, cafeteras, electrodomésticos,
les da lo mismo, de rodillas sin dientes chuparán pija hasta que sus rostros
sean borrados y la furia cló cló Laclau-tilde Sex Machine suba el Overdrive y
levante la guitarra.
Y
todo por unos odios y un argumento cló cló odio aspavientos, mejillas turbias
como lagos paspados, por no mearse encima pero con el forro de la noche
anterior olvidado puesto carga la bombucha y apoya nalgas en el subte lleno.
Subte
lleno de comida, reses cuelgan, se despostan y venden a la vuelta del trabajo,
los músicos callejeros que intentan ingresar a tocar también son carneados,
pestes comunistas rosas abiertas pulmones negros y meo, todos se mean en el
pañal, todos menos yo que el forro de cualquier marca se infla como piñata de
dos litros, como un envase familiar de coca cola, meo iriente que crepita las
tripas de los mozos músicos, voy a la Random Pene House con el forro lleno de
meoglicerina a turbar a los gerentes, subo directo me esperan me piden un Powerpoint
y les pelo, me abro la bragueta y le doy al gerente en el cuello, el ácido lo
corroe en el acto, de un progre vegano solo queda el aro blanco del ano, una
vez vi el ano sin la piel, en el museo de la facultad de medicina, perfecta la
raba me la calzo en el falo mendaz, falo mentiroso que eyacula programas de
radio de los noventa Hector Larrea, el ruso Verea. Salgo a la vereda y encaro
una cueva de barrabravas, tengo mucho meo, ayer fue mi cumpleaños, empezó el
viernes en realidad y me guardé todo el meo para salir a bailar la mañana, el
gordo me dice querés cien dólares gordito y lo escupo, me atenazan el cogote
dos patovicas y mi falo de elefante se yergue curvo hasta la cara que al oído
me decía fuiste gordito y se traga su cabeza y lo sacude golpeándolo por las
paredes hasta desmembrarlo, reviento la caja, 23 mil 200 dólares y algo, bajo por
la escalera y me meto en El Ateneo de Florida 365, subiendo la escalera
mecánica me desnudo y en cuclillas cago, pateo el sorete al morder el borde de
la escalera en la cara del encargado del segundo piso y meto en el bolso todos
los discos de Prince, el tipo no dice nada, nadie dice nada en las Yennys desde
lo del Grand Splendid pero a las dos cuadras me espera la infantería de la
federal con 250 tipos y me meto en el subte, le di permiso al comisario para
matar a los del gremio de Pablo Moyano, saco la cabeza para aspirar el hedor
aceitoso del bochorno subterráneo, siempre salgo con una tira de forros y otra
de mielcitas que me meto en el orto para el meo mortal de mi falo fiction.
Siempre
vid, siendo joven, 40 pirulos, moliente, picado grueso como ayer en las bateas
regias de la cadena de librerías y discos, si vendieran si fueran electrónicos,
una tienda madre del placer, tantas veces quise unirme pero vuelvo, vuelvo a
por un libro de día del padre uhh-uhh(Bataclan 2002), siendo así que me quedan
cero pesos igual todo acá, las carnizas, el alimento de las perras mis puchos
mi rigor hirviente, la llaga canta falsetto pero no salgo, el médico me da
horario en el centro y sólo salgo a la mañana para volver a mediodía, cinco y
media pm es muy tarde para volver de noche por ese boludo, todo el día en el
centro sin un peso, en el ruido, sin poder hacer popó, porqué no hay forro del
ano solo pañal. Prince dice que se va a la cama ahora, ah estoy tan cansado y
hay que seguir viviendo, quién pudiera tomarse el Fentanyl como aquella vez que
me operaron los pólipos y me llevaron unos aliens en su nave.
Llenar
y llenar 15 mil carillas con el candor de un grano de mostaza fuera de la
atmósfera, una malla de semillas en la piel y crecen plumas, plumas crecen de
semillas en los poros, los millonarios, las aves el codorniz, qué bello pájaro,
encima pone huevos, la tortilla de sesenta huevos de codorniz y una botella de
ron, o sesenta botellas de ron y un huevo de codorniz, como dijo el tío de
Isidoro en una que encontré de colección en Mar del Plata enero del 85’.
Y
hay que ver en los párrafos retardados el tino, el abismo en un segundo que
tropieza de carcaza en la cara anillada de un seunte en pleno sueño, y Fito Páez
volvía a la psicodelia y Prince ya estaba en el siglo 22 con el teclado, vean
los temas de New Orleans, escucho Le Bataclan 2002, Whole Lotta Love, el
Aftershow que se vendía en la página de la NPG en el 2004 lo encuentro ahora
colgado en el blog de un piratero con audio excelente, y el sábado reventaron
un boliche gay en Orlando, otro insecto de esos, descendiente de afganos, su
padre dice que los homosexuales deben morir, después de lo que hizo el hijo,
tendrían que meterle un gancho de res en el ojete y despostarlo para distraer a
los tiburones que acechan las balsas que huyen de los Castro, la ex dice que le
pegaba que se enojaba si no le planchaba bien la ropa y nadie llama las cosas por
su nombre dice Trump, fundamentalismo islámico radical, me gustaría robarle el
traje de Iron Maiden a Burroughs y volar todos esos países posnazis, ay ay
todas las páginas que tendrán que sufrir para que plugue el misterio
consolador, sin veras, sin llantos, la gragea de muerte, la picada, una nuez de
muerte, maní de fiambre, Trump comiendo maní, guiñando el ojo, ya sabemos, el
párrafo en el desierto, vuelan las letras en torbellinos de arena. El punto es
esencial para recordar algunas lecturas y audios de la mañana, nos quedamos en
casa, donde la pulpa de membrillo se filtra en el ron de la tarde, donde se
habrán metido, prometieron una botella de ron, el Jagermeister parece Fernet o
Cynar más fino, no puedo seguir fabulando con el alcohol ni dejar de atontarme
con la medusa teléfónica, ahora que escribo para un solo sexo, y todos los
críticos me aman en Kyoto.
Y él lo sabe
Consolatio Turbinium se llama la canción de los mares, en la mirada del Telekino me despido para siempre de las honduras telenómicas las hayas fantasmales y el trigo ardiente de los manzanos y las dulces nalgas de los enanos palorosa en las veredas del convento de Santa Teresa, entre calles René Houseman y Bordolino de plena capital, y le canto a la marea y mis ojos, mis ojos de la flaca miran las aguas cristalinas y para siempre el cuerpo rebate y adelgaza y toma un nuevo habitante de Atlantis, las algas nervadas caminan como zarzas y los ojos se esconden en los amansamientos salobres como plata que no brilla ora sí, y veo al fabuloso, a Snippet.