19.7.12
El socialismo dimanche. El despido de Sollers y el repudio a Bernard Henry Lévy, por Luis Thonis
El gobierno socialista de Hollande no tuvo un buen comienzo en Francia. El insólito despido de Phillipe Sollers luego de trece años de Journal du dimanche por una boutade sobre la mujer de Hollande y esta nota que escribió en su blog sobre el repudio que genera el film de Bernard Henry Lévy, El juramento de Tobrouk, tienen algo en común: el miserabilismo. ¿Qué se cuece en éstas mentes del socialismo dimanche, una Francia vichy-socialista? ¿No sería mejor atender a la crisis sin solución del euro o los problemas de desocupación sin apelar al eterno “pongo impuestos y luego distribuyo” que ha hecho fracasar a los gobiernos socialistas antes de silenciar a los intelectuales?
Esperemos que no se vuelva a los tiempos de Miterrand que hacía la vida imposible a los periodistas críticos. Si apuntaron a Sollers, con la trayectoria que tiene, qué le espera a los otros. El film trata acerca de la caída de la dictadura de Kadafi y no sería bien visto en la Argentina que postula que cada amo puede hacer lo que quiera en su matadero propio: la Presidente llamó “compañero” a Kadafi y puso el grito indignado en el cielo cuando se intervino en Libia para parar la masacre, apoyó a Al Bashir, el genocida de Darfur, no dijo una palabra sobre lo que sucede en Siria, lo haría si se interviniese para parar la masacre indiscriminada. Condenó el golpe de Honduras y luego que su público se distrajo hizo buenas migas con el nuevo gobierno y es posible que la crisis en Paraguay siga el mismo camino. La nota cómica del asunto fueron las condenas de Castro, Chávez –que apoyan a viva voz la masacre en Siria– y la izquierda caníbal transfigurados en demócratas. El juicio político está legitimado por la constitución pero en la Argentina es imposible violarla porque la constitución no rige.
Para colmo en el film aparece el primer ministro británico David Cameron diciendo que no se puede permitir que Libia se transforme en una nueva Bosnia o una nueva Ruanda. Pero aquí estamos en el país de Voltaire que supuestamente no ama a los dictadores. El film recuerda a La columna Leclec hizo una travesía por el desierto para atacar el fuerte de Koufra controlado por los fascistas italianos y el general Leclerc, líder de las fuerzas de Francia libre en 1941–que entró con los aliados en Paris y Estrasburgo, llegando luego al cuartel de Hilter en Berchtesgaden– pronunció el llamado Juramento de Koufra donde se enuncia el objetivo final de la resistencia y la causa aliada: “...Juramos no abandonar las armas hasta que nuestros colores, nuestros bellos colores, floten sobre la Catedral de Estrasburgo”.
La vigencia de este juramento le dice al futuro que Francia sea libre, no la República de Frankistan. ¿Hay que borrar de la historia a un héroe como Leclerc por no haber sido socialista? ¿De Gaulle, el que organizó desde Londres el movimiento Francia libre contra el gobierno pronazi de Vichy y fundador de a V República sería de derecha? ¿Castro y Kadafi estarían del lado bueno de de la historia? ¿Lévy sería “narcisista” por en soledad total haber obrado para detener un exterminio y dar testimonio de ello?
¿Olvidan que la derecha fantasmal que critican ha sido el obstáculo tanto del nacional socialismo como de la izquierda totalitaria? Se puede disentir con Lévy pero es ridículo llamar narcisista a un hombre que escribió sobre lugares del mundo donde Dios –el espectáculo– no pasó.
El gobierno de Hollande comienza por censurar a un apasionado lector de Dante probando una vez más que el infierno es la Moral y los que repudian el film de Lévy le pasan facturas por denunciar la agresión a judíos a quienes se toma como reflejos de un Israel abstracto, inexistente, inventado a la medida de una izquierda nihilista que se da la mano con los hitlero islamitas o por decir que Benedicto XVI tiene sobrados motivos para afirmar que actualmente los cristianos son el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones en el mundo.
Esta izquierda apuesta al porvenir de la negación emprendiéndola contra una derecha mítica, y el despido de Sollers como el repudio de Lévy por gaullista tienen en común a un público semejante a los votantes de Hollande.
El miserabilismo favorece el embrutecimiento masivo y explica el crecimiento de Marine Le Pen en las últimas elecciones, una nostálgica del nazismo que en la Argentina como dijo James Neilson con su autárquico proteccionismo sería de izquierda.
BHL por Phillipe Sollers
Ya me encontré al menos con veinte personas que me han hablado muy mal del film de Bernard Henry Lévy, El juramento de Tobrouk, sin haberlo visto. Un tipo tan espontáneamente detestado debe tener algo de bueno. Fui a ver su film, que es excelente, imágenes y sonido. Se descubre un actor hiper-surrealista que, por la virtuosidad de desplazamientos y comunicación desencadena operaciones militares de gran envergadura. Miradlo, en pleno desierto libio, telefonear por satélite, convocar a Sarkozy, Hillary Clinton, jefes de tribu, israelíes, Turcos.
Un hombre solo, con los medios personales ¿puede demostrar que se puede salvar poblaciones y hacer mover las líneas?
La crítica, hipócrita, le reprocha su "narcisismo". Es verdaderamente enceguecerse, por celos, sobre los momentos asombrosos, como aquel del barco aproximándose al puerto de Misrata en la noche. Creo adivinar lo que choca más: los documentos sobre la primera victoria de la Francia libre, con el coronel Leclerc, en Koufra, que evocan a Malraux y la guerra de España. Los sonámbulos del espectáculo no quieren más que se hable de Historia. Vaya, una cruz de Lorraine en pleno desierto ¿BHL "gaullista"? Seguramente. Su film, entonces, debe ser execrable, en tanto que es simplemente muy bello.
(Traducción: LT)
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