7.2.12

El pasado irreal, por Jorge Quiroga







1


En Montovo el sol sale temprano
anda sobre los techos
mientras tritura la nieve
en las manos .
El pan se cuece en el horno,
y las versas reposan
en el profundo pozo.
La resolana barre la calle



2


Hiende
y enfrenta la corriente,
se desliza entre las ondas del río.
Ya divisó la piedra,
arrepollada y movida
en el perfil de la sombra
respira sonora
atraviesa el fondo del agua
parece navegar y perderse cuando vuelve.



3


La ciudad queda donde se apaga un fuego
hay que buscarla en el hueco del mar,
en la habitación con la ventana abierta,
(cerca de un escenario al aire libre,
monótonamente, una y otra vez,
en el sonido de una música rítmica)
Al desdibujarse la tarde,
camina sin sentido,
porque de pronto puede surgir
envuelta en fiebre y alelada



4


Los vecinos tienen la necesidad
que aseguren su empeño,
el hijo
es visitado muy a menudo,
están un poco vencidos por la vida,
una honda nostalgia los
recluye de todos y siguen un presentimiento
que por su edad es muy difícil,
aprendieron a callarse y a vivir como pueden,
pero a la tardecita en el fresco, nadie los puede desmentir.



5


El pasado nos asombra
con su carga medida,
aparece en el centro de la oscuridad
y es preciso ausentarlo,
pero no se rinde
nos violenta
y no nos permite dormir,
en el insomnio ciertos rostros
se adueñan del espacio
desmoronando cada latido,
entonces en el borde de la cama
un hombre casi sin aliento,
recuerda
ata su respiración el vacío,
con la persiana semicerrada
mirando la zanja de tierra
el descubrimiento se detiene,
las sombras se retira y lentamente se recupera
sin siquiera molestar a nadie
sin volver a pensar.



6


La intensidad del sueño
ahora nos toca
cuando encaramos nuestro rumbo
como una manera de acercarnos
a lo que fuimos alguna vez.
Una tozudez en las palabras,
una mirada que ve a lo lejos,
en un tiempo de otro pedido,
otros amigos
y pocas preguntas
llegando, contra toda certeza.



7


La mariposa se detuvo
al lado,
brilla transparente
como una lluvia fina
en una hoja
Marta la colocó en una caja
de papel madera
la guardó
la puso dentro.
Se voló en la mañana
en el aire
del día iluminado
no la vimos más.



8


Nada de eso es verdad,
está dirigido a quienes,
no se les habla
porque siguieron varados
y repiten lo mismo.
A los que conocemos
hace años
y se sintieron atropellados
por su destino.
Todavía los continuamos
buscando entre
la memoria que se interrumpe.



9


La lavanda del patio
tímidamente
ha sido robada
se trepa a la pared
y se abre.



10


El éxtasis lo lleva en los ojos,
mujeres deshabitadas
se sientan en el mármol blanco
del umbral,
cuelgan una cortina
que impide ver el interior de la casa,
después sellaron con una puerta,
en esa misma cuadra
tardé mucho tiempo en encontrarlos,
ellas no salen a la vereda.
Cuando paso por allí, esquivándolos,
se esconden.