23.1.12

Sobre Claridad de Saltimbanqui, por Mariano Massone






Claridad de Saltimbanqui
, Hugo Savino (Ediciones Cada tanto, 2010)

Mientras pasaban las manifestaciones en España, Hugo Savino, desde su departamento de Madrid, le decía a Laura Estrin con una breve sonrisa irónica: “Esto ya lo viví”.

La ausencia de odio en su poética es lo que lo hace brillar. El saltimbanqui se caracteriza por mostrar todas las deformidades sociales desde una mirada aparentemente ingenua y jocosa. Esa es la treta. Como dice Hugo Savino en su primer poema: “memoria extralúcida” para recordar todas las tensiones del pasado que vuelven a resurgir como parodia.

huyen del ritmo

de la línea voceada

se refugian

en el rencor

El libro es un juego burlesco donde varios payasos intentan crear sistemas y estrategias. Obviamente, siempre llegando al fracaso. El horror es “la filigrana del odio el borracho”.

Hugo Savino se aburre de su queja, se duerme viendo pasar la caravana de jóvenes que protestan y puede ver con acertada claridad de saltimbanqui esos sistemitas ausentes que, según ciertos poetas, son verdades inamovibles. “En mi mano está mi voz”. Con esas simples palabras nos damos cuenta que sabe.

El desfile de las Bovarys y las preciosas populistas, los esmerados kierkegaardianos, los retóricos, los poetas delatores y los coloquiales conforman una “tribu escritora”. Es mejor mirar esa tribu de costado. Volviendo a Libertella: toda tribu se define por estar arriba o abajo del árbol del ghetto.

El saltimbanqui da cabriolas entre un esquema y otro. Sólo mantiene dos cosas: el ritmo y “la línea invisible de lo que florece”. Ninguna vía esquizo, ninguna ilusión ni mentira. El saltimbanqui no tiene una estrategia ni un programa, tiene una voz.

el cochero

de Bernard Malamud leía a Spinoza

y no daba gritos de mea culpa por todas las revistas

no

sólo leía a Spinoza y comía nueces

quemadas

Mejor no encontrarse en el lugar donde todos creen que uno está. Mejor sacarse el pijama, ponerse los zapatos, salir a la calle, sentir el viento que pega en la cara y el sol radiante sobre nuestras cabezas.

del lado de los

saltimbanquis que se ponen trajes gastados

entran por la puerta del vacío del tiempo

juegan a caballo mancado

complotan contra el parasitismo de la

anécdota

y buscan una sintaxis