17.1.25

Cuando la novela es el poema, por Javier Fernández Paupy

 

Existe la saga de los Glass que inventa J. D. Salinger. Es el universo de Buddy Glass, hermano de Seymour, y sus textos sobre la familia, compilación de diarios, cartas, así como las ficciones de Buddy que podemos pensar que son las que leemos en los Nueve cuentos. Existe la saga de los Duluoz, de Jack Kerouac, quien aclara en la introducción de Big Sur: “Mi obra comprende un vasto libro como el de Proust, excepto que mis recuerdos están escritos sobre la marcha en lugar de después, en una cama de enfermo”. En ambos casos, un grueso de textos funciona como un solo gran libro. Emilio Jurado Naón evoca ese gesto proustiano de la narración de largo aliento y del programa narrativo. Sus títulos se enmarcan en una serie mayor. Así, en El tópico de los dos viajeros (Palabras amarillas, 2020) despliega las bases de su poética de saga en dos narraciones. Una ucronía sorprendente, “Las espigas de trigo”, por su capacidad de actualizar y desarmar la moda pueril de la autoficción, y otra, “Sobremesa” que parece tomarse en serio esa broma de Osvaldo Lamborghini: «Una literatura familiar: el deseo (y también las ganas) de prolongar indefinidamente la sobremesa». (Conversación con Luis Thonis). En el poema Zanja grande (Fadel&Fadel, 2021) aparece en primer plano la música del siglo XIX, como en esas páginas abigarradas de Joyce que hay que escuchar en voz alta para entender el modo en que forma y contenido son la misma cosa; un poema para escuchar con los ojos, un poema que habla sobre los silenciados de la historia oficial. Como si el poeta pudiera reproducir el fluir de la conciencia de un trabajador del siglo XIX que cavó la zanja de Alsina, como si emulara la voz de un ser humano/animal de carga. Así también, en Los Pincén (Omnívora, 2022) Jurado Naón explora, entre otros géneros, una serie de cartas que reconstruyen una historia familiar y en las que aparecen Felisa Shoo, esposa de Agustina Roca, Vicente Pincén y Carlos A. Roca.

Emilio Jurado Naón escribe sobre el pasado, desde el presente fugitivo, proyectado hacia el futuro, en un acto de solidaridad histórica. Orfebre del lenguaje, recupera el átomo de un tiempo perdido en su saga de los Roca y los Yo. Evoca cantones, ejércitos y gestas más o menos heroicas. Agustina Paz (Emecé, 2024) es la historia de un comienzo. La trama de la novela despliega la campaña del exgobernador Javier López contra el gobernador de Tucumán, Alejandro Heredia y el fusilamiento de López y de Heredia. De no haber sido por la hija del ministro Juan Bautista Paz, Agustina Paz, el padre de Julio Argentino Roca hubiera sido fusilado. Ubicada en Tucumán, alrededor de 1836, Jurado Naón hace de un episodio perdido de la historia argentina, una novela histórica que se lee como un largo poema en prosa. Una ficción arcaica, que remite al origen. De los comienzos de la historia nacional y del arranque de la propia saga del escritor. Emilio Jurado Naón rastrea en las sombras del pasado las tinieblas de nuestro tiempo.Quizás el argumento sea un pretexto para desarrollar una política de escritura. Este libro sirve de ejemplo. Su narradora discute sobre recursos de la narración, a medida que su recitativo avanza. Un relato lírico que reflexiona sobre el lenguaje y sus usos: “Comparar es señal de pereza además de un hábito que obtura la inteligencia sobre las cosas del mundo. Costumbre perniciosa, a veces inmotivada, que justamente por surgir de manera automática amerita el esfuerzo de aniquilarlas. Las comparaciones engañan la imaginación aunque aleguen asistirla; mientras más rica la comparación, mientras más original, más lejos se descarría la comprensión de los asuntos”. Agrega: “La metáfora es un salvajismo”. Según la protagonista, la prosopopeya amenaza con parasitar su narración. Porque es un personaje con una consciencia aguda del poder de la expresión, como cuando dice: “(...) ignoro si las palabras tienen, en efecto, un sentido específico, o al contrario, se ven sujetas siempre, como nuestro ánimo, al flujo cambiante del propósito con que se pronuncian”. En una trama de rancios abolengos, rangos, distancias y jerarquías, con pocos personajes, Agustina Paz repone la historia de un desvío, de un plan delirante de rescate.

Juan José Saer sugiere que la ficción supone una posibilidad de enriquecer la realidad. No sería una reivindicación de lo falso: “La paradoja propia de la ficción reside en que, si recurre a lo falso, lo hace para aumentar su credibilidad” (“El concepto de ficción”). Agustina Paz juega con formas del anacronismo, en un gesto que aparece en otras de sus obras, como cuando en su Sanmierto (Leteo, 2019) elige a Juan Bautista Alberdi, asaz increíble, como el remitente que desde los umbrales le dedica la obra al autor. Un desfasaje voluntario con el propio tiempo que quizás muestre cómo nos devora la fiebre de la historia y la forma en la que tenemos que rendirle cuentas. En ese sentido Jurado Naón resulta un autor contemporáneo, por lo inactual del mundo que evoca y reconstruye. Como si buscara en ese pasado histórico la metáfora de un presente no menos tenebroso.

Emilio Jurado Naón escribe para el oído. Engarza con maestría piedras preciosas de lenguaje en un poema novelado. Hay un despliegue visual y el poema en la página ocupa el espacio de grandes bloques. Oraciones con subordinadas hábilmente enlazadas. Frases rítmicas de largo aliento. Perlas de lenguaje. Como si el argumento de la novela estuviera en un segundo plano y la apuesta por la vibración del idioma fuera lo que realmente importa. La filigrana verbal e inteligencia narrativa de Emilio Jurado Naón consiste en usar modelos de la tradición letrada para innovar y crear una novela con la música del siglo XIX. Hay una apuesta barroca en su fraseo así como una aventura de lenguaje. A veces, un poeta se mide por las palabras que sabe usar. La prosa, cuando tiene fuerza, es poema. En tiempos en los que la escritura pareciera someterse a un mandato servil de legibilidad vacua, transitable y cómoda, es decir, un fiasco superficial con pretensiones de adaptación al mercado, los libros de Jurado Naón escandalizan por su inadecuación. El arte de narrar, en el autor de A rebato, supone la transparencia irreductible del lenguaje así como sus matices y complejidades semánticas. Por todo esto es posible leer Agustina Paz como un poema novelado, tesoro de la lengua, lírica histórica, moroso teatro de nuestro idioma argentino.

 

11.1.25

Migrante, por Gustavo Calandra

  

Purtroppo, parece una condición casi innegociable que el migrante deba pasar por una primera etapa incómoda, de sufrimiento.

De hecho, he visto que hay una cuenta de Instagram donde una persona comenta y analiza situaciones “incómodas” de los recién llegados a Italia, para luego, resaltar sus partes positivas. En uno de los posteos, alguien sube el volumen de una radio y canta “L´italiano” de Toto Cotugno mientras ordena las cosas de su nueva vida en Firenze.

Yo mismo llegué a sentirlo. Tal vez sea porque Gustavo Calandra nunca tuvo la plena convicción de haber dejado su tierra natal, y habrá quien vea un acto de cobardía en esto de no soltar del todo la mano patria, y puede que tenga razón.

Al desarraigo y la explotación laboral, yo agregaría el factor climático.

Debido al calentamiento global, cada año la zona mediterránea mide índices muy altos de temperatura, convirtiendo al verano en una estación infernal.

En caso de estar dispuesto a transitar esos primeros infortunios, esos primeros traspiés hasta poder pisar fuerte y firme, Gustavo Calandra debería aceptar que cuatro meses al año serán casi de calores extremos y, por lo que se percibe, de aumento progresivo.

Mañana torniamo a Napoli. Pienso si es allí donde debo estar en este presente de mi vida, acompañado de una perra un poco anciana que ya ha acusado el desgaste que genera este ritmo aventurero en el que nos movemos.

¿Cuál es el mejor lugar para estar con Chicha, hoy?

La primera opción a mano es siempre el regreso a “casa”, a Buenos Aires, donde está tu gente.

E mo. Gustavo Calandra tiene la oportunidad de realizar algo diferente.

¿Hasta cuánto estás dispuesto a ceder en ese mercado de trabajo que sería lo que te permite trazar un camino alternativo?

Y nosotros ya estamos en Napoli, Volvemos. El Vesuvio desde la ventanilla del tren. El hall, atestado de turistas en ojotas, de Napoli Centrale. Giles del mundo en chanclas. Infradito, en italiano. Palabra horrenda. Tira la chancleta.  Y pensar que está de moda la chinela con medias, onda recién salido del vestuario del club. Pero ojotas Armani. Arriba el sol que calcina. La playa y el lungomare. Los barrios pintorescos y el buen humor de la gente. Los gritos y las vespas. Fenómeno de gentrificación, le dicen. Los centros históricos de las ciudades recorridos cual parques temáticos por las multitudes que buscan cazar imágenes con sus celulares. Turismo de masas. Para mí un café y una sfogliatella.

Vive una crisis existencial.

Por momentos, quiere volar hacia el fuego, como esas polillas que veíamos, en las fogatas mochileras patagónicas, enloquecerse entre las llamas danzantes hasta quemarse y desaparecer, tirarse de cabeza a la lava del volcán. La imaginación de la destrucción, de la autodestrucción. El imaginario del Tánatos.

Una salida hacia la disolución.

Una salida diferente. La puerta chica que se abre dentro de la puerta gigante de madera, antigua entrada de la servidumbre al palazzo señorial.

Afuera los bares ya están activos. Del interior de algunos, brota la canzonetta. Aún no llegan los muchachos naranjas de la muni a limpiar la resaca de la noche. Fisuras desperdigados, tirados en los pastos. Vidrios rotos. Ojo con las patitas de la gorda.

Se abren paso, a través del calor pegajoso, los turistas y esquivan a los africanos que se desperezan en colchones mugrientos, en Piazza Garibaldi. Uno sacude, estruendosamente, sus zapatillas destrozadas y ríe, con pocos dientes brillantes, a una pareja escandinava que lo gambetea.

Olor a meo, basura, ratas diurnas y atrevidas.

Arenella – via Domenico Fontana, 57

700 euros – 347 434 9768

San Lorenzo- via Luigi Settembrini, 68

400 euros – 329 073 4335

Apunto direcciones, llamo por teléfono, visito conocidos, uso el chat de las aplicaciones.

Un domingo al mezzogiorno, Gustavo se irá hasta San Giovanni a Teduccio, conocido como el bronx napoletano para tantear un posible hogar. Ante los murales hechos por Jordit, es imposible no tomar una foto con ese Diego con líneas rojas en las mejillas. De espaldas, la piazzetta Maradona se yergue orgullosa. Pasa uno en moto, baja y me saluda con apretón cordial de mano y también me aconseja no vivir allí: mucha malavita.

Se vuelve pesadillesca la tarea de encontrar un lugar, nuestro lugar, el oasis en el desierto de cemento.

Las fotos de las publicaciones distan mucho de la realidad o cuestan demasiado o se encuentran en callejones oscuros y de apariencia no muy pacífica. Se evapora en sudor esa fascinación por sitios antiguos y decadentes.

De golpe, viaja con el Google Maps, al Abruzzo. Me aparecen nombres de pueblitos que hasta el día de hoy desconocía: Celano, Ovindoli, Rocca di Mezzo. Sitios cerca de la montaña, a poca distancia de Roma y con un clima más benevolente.

Pero ahí no conocemos a nessuno y como es agosto te castigan con los alquileres.  Parece una tradición el disparo de los precios en ferragosto, ya legitimada por quienes lo sufren.

Nos pasamos a un hotel de oferta donde me abrocharán con el suplemento del cane.

Nos vamos a Universitá, vicino a la estación del metro, Quartiere Porto.

Amaga con regresar.

Le alquila a M. el departamento donde estuvo en mayo. Paga dos semanas solamente ahí, en el Vomero, para ponerse un plazo y decidir.

Gustavo Calandra habla mucho, por teléfono, con sus viejos, con su hermano, con sus amigos.

Están los que opinan que deben regresar, poner fin a esta aventura, cerrarla y cuidarse en la vuelta y quienes alientan para que continue el viaje, traten de acomodarse en Italia, agoten los intentos, Argentina se hunde, el país está mal y mejor es permanecer en cualquier otra parte con Chicha. Ella descansa sobre la cama, pegadita al ventilador.

Perdimos, luego de mucho tiempo, el beneficio del aire acondicionado.

Hace caldo en serio. Cada tanto le paso una toalla húmeda para refrescarle el lomo.

Si nos quedamos, si la hiciera un poco más larga, debería comprar otro ventilador o esos aires acondicionados portátiles, los pingüinos.

Mientras tanto le escribo a F., el contacto más rico que tengo en mi agenda, a ver si me tira una soga:

Ciao F. come stai? Noi siamo a Napoli. Ho dovuto sospendere tutto il giro…

…ho bisogno d´un altro lavoro per restare qui…

…scusa la lunghezza del messaggio…

…ti lascio anche il mio numero…

El lunes temprano en una galería compro un aire acondicionado portátil.

Me afeito un poco. Voy a hablar a un mesón español por lavoro. Noventa mesas. Sirven tapas.

No da tregua la ola de calor.

Tengo miedo por Chicha.

Nos volvemos.

Hablo con mi amigo Robert que, desde Barcelona, me apoya y se quiebra de nostalgia: el regreso de un migrante abre esa pesada puerta que comunica los dos continentes, demostrando que, en realidad esa puerta nunca estuvo cerrada sino es con el fruto de la fuerza y entereza que precisa el desarraigo.

ITAL ARWAYS

INTERCITY

HOTEL RIMINI

No solo hay que saber irse de viaje, sino también cuando regresar.

Si hay algo que me queda claro, es que no hay un lugar que pueda ser más importante que el amor por los seres queridos.

Pongo un tema de Pino Daniele en el celu, le hago una caricia a mi perra y cierro la maleta negra y roja que nos acompaña hace cinco meses. Guardo la imagen del Gauchito Gil, ese muñequito comprado en el santuario de Mercedes, Corrientes que, en cada sitio donde estuvimos, nos cuidó siempre desde la entrada del hogar.  Le pido su protección y salimos.

7.1.25

Tránsitos, por Cecilia Bainotto

  

A Horacio Bonaparte

 

“... Lo que hay detrás de los ojos, no los cuencos vacíos…allá cambia la piel de la decrepitud… Energía pura amiga y que le vaya bien con este deseo mío” H.B.

 

 

Cuando te perdés en una ciudad desconocida puede ser un viaje en el tren fantasma o una vuelta al mundo con estrellas. Hacia adelante, hacia atrás, mirás a un costado y hacia el otro. La respiración pesa en el apuro de pasos. Lo extraño en acecho desde una esquina, homeless con frazadas sobre sus espaldas y mugre, a tres minutos de distancia. Los aguantaderos abren la puerta y salen espásticos e invertebrados. El paisaje es inquietante y hasta la luna como pendiente de nácar no tiene alabanzas. No circula un taxi, poca gente en las calles y esta criolla sin saber cómo hacer para regresar al hotel. “What bus can I take to Columbus Avenue? Please speak slowly because…”. “¿No es esto lo que estabas buscando acaso? ¿No era el incidente para probar tus nervios? ¿No es parte de querer mudarse hacia otro lugar así estés a cien kilómetros de distancia? No te quejes”.

El tranvía ha quedado varado, no pasará otro por el atropello a un ciclista. Camino, hago que me entretengo mirando vidrieras. 19:30 hs. es de noche y todo se va cerrando. Aparece una persona rezagada desde un negocio que baja sus persianas. Es Rosita con Jano, su esposo. “Argentina?” pregunta cuando busco la confirmación del recorrido de la línea de “bus” de la que me ha informado otra persona.

La mujer me cuenta que es chilena y vive hace años en San Francisco. El centro de entretenimientos en ese parque desconocido se desplaza mágicamente. Caminan conmigo hasta la parada de la Línea 38 que está a dos cuadras. Rosita me alerta que no debería andar sola por ese tramo de Market Street durante la noche. Es insegura. Y me señala con la mirada algunos antros, más de los que había registrado. San Francisco ya no es lo que era. Me cuenta cosas de “la ciudad santuario” y lo que la gente espera en California con el cambio de gobierno. “Aquí, allá y aculla” y “es la economía, estúpido” los conforma. No importa quien asuma si aquella funciona. El día siguiente se celebra Thanksgiving y la ciudad es un alboroto de luces, de pantallas Led gigantes, con moños rojos, hojas de muérdagos en los árboles y en las fachadas. Hay un gran contraste entre las sombras de los sin casa y todas las luces. Babilonia sobrevive en todas partes.

 

Llegamos a la parada. “Y ya que estamos” interviene Jano, “sigamos con Cecilia hasta el embarcadero, cenamos algo y brindamos por el encuentro”

El Embarcadero o Fisherman / Pier 39 está muy cerca del hotel. “Perfecto” respondo. El restaurant explota como si en él se hubiera concentrado toda la gente que falta en las calles.

Por cuarta vez el brindis con un vino californiano está justificado. El pan ahuecado con una sopa cremosa de frutos de mar es un tesoro gastronómico. La música suave, la charla con dos personas desconocidas. Nada es perfecto pero ese momento lo parece por el alivio que siento.

Casi siempre encuentro algo cuando me pierdo, casi siempre hay algo que flota por encima de mi cabeza. Como si moverme sin tantas alertas tuviera una recompensa. Un buen azar digamos.

“Te has vestido con más tranquilidad también” me dice la voz que cada tanto habla.

 

*

 

El oro y el barro

 

"Solos con nuestra locura y nuestra flor favorita"

John Ashbery

 

Cuando Chung Fo llegó a California dejó en su cantón un largo poema inconcluso. Prometió terminarlo cuando las revueltas reformistas finalizaran. Su madre trabajaba como prostituta en Nankim y su abuela había sido amable regenta. Chung escribía versos y no sabía hacer otras cosas. En San Francisco había oro pero no todo el oro reluce y había que embarrarse con el riesgo de jugar con los chanchos. No era apto. Él era poeta ya viejo a los doce años cuando escribió la suavidad del pétalo en una boca. Ahora tenía veintitrés. La boca de Chung enloqueció a Jeff y a otros. Con la piel transparente pegada a los pómulos parecía una escultura de mármol pero cálida.

Hubo extrañas transferencias en esa época. Las costumbres no se rasgan fácil pero pueden hacerlo en la sordidez de un cubículo o en un cuarto donde se apilan cuerpos que tocan tom, tom, tom. El sonido que convoca. Una versión americana de los colchones calientes.

¡Bienvenido Tom a este mundo!

En las piernas de Chung se encontraron marcas y medias de seda robadas en una tienda. Y cartas no enviadas a su familia.

Los versos de Chung quedaron escritos en las pacíficas aguas de la bahía. La herencia quema con el fuego del dragón y es una marca en el orillo del cuerpo. Lin, el abuelo paterno de Chung, escribía poemas con granos de arroz y contemplaba el dibujo de las grullas en el cielo y en sesenta y cuatro hexagramas.

La raza se entrelaza.

"En la noche un brazo caliente rompió el hielo. Compartimos juntos un pequeño cuenco de sopa".

Con palabras más leves, imagino, y con la pincelada caligráfica que es dote de poetas del Oriente, habrá dado cuenta Chung del despertar de un sueño que no era un cuento chino. Pasarían años antes que Castro lanzara el grito y Chung ya estaría muerto.

 

*

 

Sopa de tortuga

 

Me cai del último muro. Rotura de rodilla. Los carbohidratos no curan los huesos. Si los curan la gelatina que se hace con la sopa de tortuga. Se cuece con tiempo y sin pausa hasta casi la disolución del quelonio. Es de no creer. Parece un brebaje alquímico hecho por brujas. Pero no. En la coccion lenta y el proceso de osmosis entre el liquido del hervor y la sangre fría de la tortuga, está el secreto.

¡Vaya paradoja la de la tortuga!

Sorprende y más aún cuando te enterás de que hay algunas que te comen los dedos como palitos de caramelos.

Es tan cerrada que nadie conoce sus capacidades ocultas.

Una podría haber inferido algo cuando se le escapó al embajador en Buenos Aires y que Sara era patera, Sarapatera y todos los sábados ( se ) cargaba a algunos chicos. Sus rodillas lucían impecables.

 

*

 

Incomible

 

El secreto de la supervivencia es la distancia. Tiene que existir el vacío para la circulación del aire. Lo cercano se apelmaza como el arroz mal cocido /la cola mojada del perro entre las patas.

 

 

*

 

Última foto

A Mirta Sola

 

Hay viento. Los pájaros vuelan como hojas. Hacen círculos en el aire. La gente camina más rápido. Es por el frío que llegó más tarde a New Orleans. Sobre el Mississippi flota una linea de bruma. Las palmeras de Canal Street con sus veredas brillosas son un reflejo de las mil y dos noches.

Soliloquios de fantasmas o soliloquios de vivos que escuchan música. Hay un tembladeral bajo sus pies. El mar está cinco metros por encima de la ciudad y “puede suceder cualquier desastre” cuentan. Lo sobrellevan, tienen expertos rescatistas.

En cada ascenso el agua deja la marca en los frentes de las casas y cuando esta desciende se observan dos coordenadas cruzadas. Es el registro de los equipos de rescate. En cada uno de los cuatro espacios los equipos escriben el día, la cantidad de víctimas fatales, la cantidad de mascotas muertas o rescatadas durante el siniestro. Pero lo que importa es la gente que muere. Un “karma” topográfico con el que conviven al igual que con la música y los cánticos de los esclavos de las plantaciones de caña de azúcar. El algodón está más al norte.

Y tienen también el jazz que se emparenta con el tango por su origen prostibulario. Bourbon Street es alegría con bandas de música que comienzan a tocar temprano a la tarde y hay algo de “carnaval” eterno en sus costumbres. La ciudad es hermosa, cada fachada una joya, cada balcón una pieza de orfebrería en hierro.

No es casual que inversionistas compren propiedades y si atesoran historias de fantasmas mejor aún. Hay quienes gustan de voces de otros mundos. La esclavitud es un tema digerido, no existen traumas a la vista y más asombra aquel estado de cosas a los turistas.

No hay evidencias de estar a favor o en contra de aquello. Ha pasado mucha agua por el Mississippi y hay petróleo en sus cercanías y mucho gas que no se toca. Tienen reserva para casi un siglo mientras se pasean por otros lugares sin tocar el propio.

New Orleans tiene algo de vieja elegancia y mucho de gótico por lo umbrio de sus parques, por atajos arbolados, algo imprevisible por el suelo pantanoso, mucho de viejas películas y esos largos tranvías como los deseos de un mendigo que no se cumplen a pesar de tener un billete de un millón de libras que nadie se lo acepta. ¡Qué gran metáfora!

Mientras, las palmeras de sus boulevares resisten los huracanes porque son tan salvajes. No puedo sino entrecruzar a Faulkner, a Twain, asomarme a Otras voces y oámbitos de un Capote menos violento. Si después de todo, esto es fiesta o el sueño de una fiesta que cuando despertás alguien te dice que te has comido un dedo humano adentro de una sopa de tortuga sin darte cuenta. Pero la sopa de la cocina cajun era exquisita y puedo sumar una noche a las mil y una. Siempre habrá alguna historia para contar de una ciudad que al más futurista puede despertar asombro.

 

*

 

Chico triste

 

Un día cualquiera amanece tarde/ a trasluz era una calavera con sombrero y gafas.

¿Quién cantaba esa canción tan triste?

Un muerto por otras circunstancias.

 

*

 

Frenchman Street, New Orleans.

 

Qué mal se ve esto. El metano se hace irrespirable. Meta línea meta línea blanca meta ano a la negrita. Una línea blanca y otra, otra.

Es el despabilo justo para empezar el día a las 3 P.M., es el olvido del día de cumplir años.

Parece resfriado, parece va a mandarse con el movimiento equivocado.

Parece un renacuajo negro, parece algo subalimentado, parece un perro con sarna, parece un mono en su jaula.

A todo se parece menos a un hombre.

No tendría que haber nacido. Con el aliento cerca prevalece la estética.

 

*

 

Lobby de hotel

 

Suele haber un diablo/un dios en los desiertos cuando no se sabe dónde poner un punto en escribir o para coser la boca de alguien que no para de gritar.

¡Oh, por qué no vendrá otro alguien para hacerlo!

Justo no tengo hilo ni aguja.

¿No habrá sido satisfecha su cuota de necesidad y deseos diarios?

¿Pide más de la cuenta?

Tal vez fue un susto o un descubrir que el agua con la tierra hacen barro

y los zapatos/zapatillas en esas circunstancias se manchan?

En verdad la persona en cuestión estaba muy nerviosa, muy sacada. Temí que tuviera un arma. Caminé hacia otro hotel. Sin papel, con algunas palabras, recupero puntos y preguntas suspensivas también, alguna coma y me puse a escribir este parte.

 

Advertencias:

El afuera puede presentar pequeñas turbulencias

 

Recomendaciones:

Sometase a su instinto/ intuición. Use calzado cómodo por eventuales y rápidos desplazamientos. Si es de los que entregan su integridad a Dios, rece. Ya sea si está dentro del grupo de los que ven panes en las piedras o en ensoñaciones caer mana del cielo.

 

Recomendación extrema:

Las pitones comen las ovejas. Apele a la lógica difusa.

 

*

 

Distancia crucero

 

No sabe si esa distancia está compuesta por piedras pequeñas que son puntos o un azul tan abisal que es océano.

No tiene, no ha tenido ese revelo. Siempre ruega saber, una vez al menos, cuál es el procedimiento adecuado del registro de esa distancia.

Hay líneas largas que se han mostrado en un recodo de niebla.

Entre el impulso de esculcar y un poco de templanza.

Entre semillas que brotaron sin empeños.

Otras que lo han hecho con “dedo verde” y el respeto por cierta  separación que requieren las plantas.

Quedó atrapado en concepciones románticas.

Pero aquella está pendiente.

Es furtiva a la mirada y hasta el buen cazador pierde la noción de que es juego.

26.12.24

La guerra humanitaria, por Santiago Armando

  

A Conchita del Aire y Guasquín del Porro

 

La gimnasia y el deporte producen imbéciles.

Léon Bloy

 

 

¡Ahí están

Ahí están

Los F-35

En Teherán!

 

La cueva de la tanga de la paraguaya

 

A la siesta

Por el ténder quieto

Cruzando a la pieza

Por la media sombra

Con comida y bebida

Hasta la mañana

Del otro lado de la pared

Del Frenopático O’Gorman

 

***

 

La renguita me está

esperando en el patio

No quiero bajar

por el calor

Linda polaquita

camina destartalada

Mica se llama

La cité bajo la ventana

de Los Pensamientos

Tampoco tengo plata para coimear

al travesti violador de niños

que hace la guardia

 

***

 

Me tiro pedos monstruosos

Enormes mariposas azules

con tentáculos

Que salen por la ventana

Por encima de la cama

del sacerdote

 

***

 

Un saxo de puerta desaceitada

se cierra lento

Y se estampa

 

Martes 16/10

 

Omar vivía en una finca con acequia de aguaclara y llegamos con los gatos del fútbol del Diego, era Brasil, las ciudades Pumper Nic al otro lado de Garganta del Diablo. Julieta Prandi hace un comentario xenófobo para histeriquear con Omi. Estaba Oscar, era otro suburbio de la carpa de Al Bumba y el fútbol tenía cáncer con Monseñor Macri.

Omi guardaba la civilización y era la memoria del occidente sudamericano.

 

Miércoles 17

 

En la elección que ganó Javier le compré un libro que me trajo en persona, no era un libro suyo, sino nuevas ediciones de libros judíos sacados de los arcones de la memoria del Pueblo, y empiezo a caminar con él por la calle, ya electo, y veo más y más libros inspirados o latosos pero muy gruesos y agarro todos, todos tapas de Atlántida o Grijalbo de los 90’ pero sólidos y en perfecto estado, libros de aventuras y místicos judíos apilados en las esquinas, pero nadie los quería, pongo todo en una carretilla. Yo tenía una hija. Javier vuela, era un húsar de la mística Rikifór y compra trajes de Elvis y anteojos de Elton John.

 

Llego a una casa con mi novia Cristina Fernández, la Presidenta, y Alberto y Fabiola, pero ellos me meten los cuernos y yo tengo vergüenza de quedar como un cornudo a los ojos de mis padres y abrazo a Alberto y buscamos a los músicos para hacer algo. Emmanuel Horvilleur ofrece unos versos malos y le digo que no sabe “quebrar los versos” y saltan Dante Spinetta y Agustín Pichot para pelear pero le digo que no saben quebrar ni un puto verso y se la tienen que comer porque es cierto.

 

17/10

 

Viaje en combi por San Isidro, se trabajaba de pituco en el CASI, todos muestran pedigree con anillo y los lódenes con sombrero, se hablaba un catalán astuto y parco y se rechazaba la memoria y la autobiografía porque todo era vestirse y tomar cafecito en las financieras, ir en combi y leer libros malos.

 

Encuentro una manera de sobrevivir robando cocacolas y paso por una obra en San Isidro donde está toda la esquina echa hormigonadora con un dibujo de una ballena blanca y escucho que una banda está tocando un tema viejo de Suicidal Tendencies y opr otr lado veo a un tipo que está por correrles el piso para abrirlo a una serie de cuchillas que producen una escabechina y rumor de líquidos de vísceras, sigo buscando hotel y me encuentro con unos músicos y paro y todo me queda en el medio, a mi cuñado muerto lo esconden, aparecen amigos, los familiares se lo llevan, enfrente de la matanza está la embajada chilena cómplice y un enano mapuche aparece para pegarme pero lo impido con amagues chaplinescos.

Limpian las calzadas y construyen a nuevo todo como barrio cerrado con Pumper Nic, refugiados con vivienda peronista desmontable con teleguerra y limpiadores de escombros. Limpiar escombros y construir, los alemanes tenían los escombros numerados después de la guerra. Ahora con las Catepillar te levantan todo y te enrollan las plateas. Y en tres años nuevos colonos chivos.

 

Miro el Canal 26 y caigo en cuenta de que es Chino

 

Me desperté en una cama doble en un cuartel de madera, estaba todo muy oscuro, negro, quise levantarme y correr, tenía un moribundo frío y sudoroso a mi izquierda que me extendía un brazo, hizo un intento de detenerme pero estaba todo oscuro y me quedé quieto, tenía otra persona al lado, estaba frio, salí corriendo derecho al mango y mefui llevando por un pasillo de costado y bajé por una escalera larga, todo de madera y salí, había unos oficiales entre los que encontré a Aragón, el psiquiatra, que me dejó salir. Caminé un poco, había muchas cabañas de madera y una mujer me invitó a su casa y me dijo que si me quedaba con ella me haría un streaptease, tenía delantal rosa con rulos teñidos y un diente de mentira, su sonrisa era amigable y acepté, me fui acercando pero me fui yendo de costado con otra piba que me mostró la parte de atrás del campamento bombardeada con armas químicas, a las chicas el químico les ponía el pelaje de hiena en la parte donde les alcanzó el químico. Yo tenía mis gafas y ella una bolsa, me dijo que nos escondiéramos porque un pibe me había fichado las gafas.

 

París, últimas lamentaciones.

 

Dentro de un edificio de madera pobremente iluminado hay un niño negro en el piso que me es señalado como el anticristo. Se junta una turba de gente que empieza a discutir sobre qué hacer con él. Y todos comienzan a deformarse y transformarse en negros de pequeño tamaño.

 

*

 

Boca pierde contra un equipo femenino de bolognesas.

 

*

Falsetto

 

Un suspiro de guasca

Y porro en flor

En el lillo de haschisch

De los galanes llorapañuelos

Que envejecen para atrás

Y se mueren en pañales

Que se llevan

Las gaviotas del CEAMSE

Y el pulpo en el retrete

gira

y se sienta al bidet

abre las manijas

y se lava

cierra todo

y se sube al ordenador

pone una musiquita tecno

fuma los Lucky Strike de 1500

y se arrastra a su cama de agua

con las pastillas

 

19/12

 

Hoy sesión grupal en el hospital de día. Dos paraguas, tres mujeres mastodontes, un viejo trolo, otro choborra, una que duerme, uno se la quiere dar en la pera en el recital de La Renga en Mar del Plata después de un año limpio. Éramos pocos. Dije que me tienen que sacar el Halopidol para leer mejor y no dormir tanto. Pero la psiquiatra viene una vez por mes. Todo es al pedo pero según mi esfuerzo presencial será el tiempo de mi alta. Drama en mi casa para conseguirme transporte allí con la prepaga.

 

24/12

 

Muerte de mi madrina de bautismo por un enfisema pulmonar.

 

Horrible muerte de mi amigo Fernando Riaño, ex compañero de cataratas, por un accidente laboral en su trabajo de chofer de camiones. Le explotó una rueda de camión en la cara.

 

Nochebuena en lo de mi hermano con una música horrible a volumen altísimo para entretener a los adolescentes. Recibo una fea billetera de cuero. La comida buena pero escasa.

 

26/12

Sueño que peleo con cuchillos con mi hermano vivo para defender a mi hermano muerto. Desde que voy al hospital de día tengo las pesadillas horrorosas que tenía cuando iba al colegio. Me despierto con disparos en la cabeza, con negros desfigurados y reducidos de tamaño. Es esto o la calle o volver al loquero. Tenebroso por donde se lo mire. Compruebo que hay cosas peores que la muerte.