8.8.25

Usos del grabador, por Javier Fernández Paupy

Al pasar, en un cuento de Bernardo Jobson aparece esta frase: «Con un grabador y una filmadora uno podría, en diez minutos, escribir los diez tomos del Testut». Humorada que, hipérbole mediante, solapa una verdad sobre los usos del grabador. Son muchos los libros escritos a partir de las ventajas de la tecnología. Pienso en Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis; Memorial de los infiernos, de Julio Ardiles Gray o Magnetizado, de Carlos Busqued. Libros en los que la oralidad está trabajada explícitamente. Libros que salen de un grabador, como El fin del «homo sovieticus», de Svetlana Aleksiévich. Libros que parecen reportajes novelados y se leen como novelas hipnóticas. Pero ¡Oh, nuestra maestra de canto! Una biografía de Lucía Maranca  (Mansalva, 2022), de Pablo Dacal, se inscribe en otra saga que posiblemente haya inaugurado Jean Stein en colaboración con George Plimpton, con su Edie, an American biography (1982). Me refiero a las memorias corales. En ese sentido, Del infinito al bife. Una biografía coral de Federico Manuel Peralta Ramos, de Esteban Feune de Colombi (Caja negra, 2019) o Fogwill, una memoria coral, de Patricio Zunini (Mansalva, 2014) revelan, en parte como punto discutible, la mitificación del artista y la apología del personaje por encima de la persona que hizo posible una obra. Pero más allá de la perspectiva encontrada y el recorte de sentido, en toda biografía coral la aglutinación de diferentes voces hace que el relato avance sin pausa. Sea Edith Sedwick, Billie Holiday, Luca Prodan o Fabián Poloseski, los  relatos de vida que recuperan testimonios suponen puntos de vista y subjetividades intercaladas. ¿A Lucía Maranca le gustaba cómo cantaba Frank Sinatra o prefería el registro de Tony Bennet? Es lo de menos. Si hay testimonios que se contradicen lo que ratifican es otra cosa.


El libro está dividido en capítulos que son las letras vocales de nuestro abecedario. También recupera la voz de Lucía Maranca, maestra de canto: «Hay que tirar para atrás y hacerse a un costado para que salga el Aparecido. Hacerse a un costado del ego con humildad, sin falsa modestia, para que un enano picarón corte los hilitos que tenemos en la quijada y la boca se abra completamente. La mandíbula entonces se suelta, como sucede a los idiotas, hasta que vuelve a subir. Se abre hacia abajo, blanda, y el Aparecido sale a ocupar el espacio. Lejos de nuestro cuerpo. Nosotros no somos necesarios y mucho menos nuestra buena voluntad, que solo interrumpe su presencia. (…) No abrimos la boca para llenarla de a sino que la abrimos porque decimos una a» (…)  «Tengo que decir, para ser honesta, que yo me replegué mucho, en mí misma y ya no formo parte del mundo funcionante. Pero estoy en contacto con la radio, con la televisión, y me da la impresión que es un mundo más rápido, más superficial y más arribista» (…) «Entonces, si vos me contás lo que sentís mientras revolvés el azúcar en la taza de café… No, hay que encontrar una forma más sublimada y poética de contar lo que a uno le pasa, suponiendo que al otro le interesa». (…) «A lo mejor el deber de alguna gente anciana, digámoslo así, es el de conservar cierto mundo que yo no existe sin plegarse al mundo nuevo. Yo, que también soy joven, conservo ciertas cosas, incluso ciertos ritos, que la gente ya no tiene» (…) «La masa popular rehúye de la música culta porque no la entiende y los que pueden entenderla se aburren. ¿Quién nos escuchará?» (…) «Hablé de cultura. Una de las formas de adquirirla es leer, leer, leer, conocer lo desconocido. Escuchar lo que hacen otros: no cómo cantan, si no lo que cantan».

¡Oh, nuestra maestra de canto! es un elogio de la música, de la disciplina, de la entrega a la enseñanza, de la transmisión, del trabajo. «Estaba deseosa porque todos seamos libres», recuerda Daniela Aphalo. El libro, de manera oblicua, habla de la importancia del arte. Pretende a un músico médium, en oposición a toda persona que pida ilusiones a la altura de su ego. El periplo vital de Lucía Maranca evocado en el libro, de Italia a la Argentina, repone buena parte de las búsquedas vanguardistas musicales del siglo XX, el dodecafonismo, la técnica del “parlar cantando”, la técnica Brugnoli y un método personal en el que la postura corporal, la relajación y el peso de los brazos ocupan un lugar central.  Portadora de la clave para descifrar el  secreto de la interpretación de los  nuevos sistemas armónicos y tímbricos, Maranca, según sus propias palabras: «cantaba todo y lograba que la gente que no entendía nada dijera: “no entendí nada, pero me encantó». Según la maestra de canto: «Cantar es mover el mundo. Decir con verdad». Como si se diseccionara a la maestra, el libro revela secretos o un legado, como cuando Maranca afirma: «Las alturas, en la música, no existen. El  que afina es El Otro. No hay notas altas ni bajas: hay notas más o menos exigidas». Apunta Pablo Dacal: «La música, para ella, dejó de ser una carrera profesional para transformarse en la práctica diaria de un ejercicio espiritual». Lucía Maranca: «Pienso que, al hacer algo, el primero que tiene que estar emocionado es uno. Y en la emoción van unidos el talento, pero también lo que llamamos alma, corazón, estudio. (…) Mi función es muy clara: se trata de enseñar lo que yo sé y lo que he aprendido. (…) ¡Un maestro tiene que ser implacable! Yo no lo  soy suficiente, porque aguanto que un montón de mis alumnos no estudien, pero hay que pedir cada vez más. La dulzura queda en último plano y lo importante es no dormirse nunca, como maestro». Consejos prácticos de una maestra de canto: «No cantamos con el aire: cantamos hablando y para eso hay que hablar bien relajado, dando importancia a la pronunciación y a la modulación. Para cantar tenemos que recuperar la belleza en el hablar cotidiano». Como si en Lucía Maranca se actualizara esa divisa de Nietszche: «El que nació para maestro, no toma las cosas en serio sino en cuanto se refieren a sus discípulos; ni aun se toma en serio a sí mismo».

El libro también despliega un repertorio que inspiró o formó a Lucía Maranca y propone una introducción a la música clásica tanto como contemporánea y de vanguardia. Es posible armar una lista de autores y composiciones a partir de la lectura de ¡Oh, nuestra maestra de canto! Música popular florentina, música renacentista, música del medioevo, música barroca, Falú, Cuchi Leguizamón, Atahualpa Yupanqui, Troilo, Gardel, Mozart, Bach, Schubert, Schumann, Debussy, Chopin, Ravel, Eric Satie, Haendel, Monteverdi, Mahler, Berlioz, Stravinski, Schönberg, John Cage, Charles Ives, Luigi Dallapiccola, Anton Webern, Luciano Berio, Alban Berg.

A través de testimonios de quienes la conocieron, el libro propone una práctica de la memoria como ejercicio colectivo y construcción coral. Todo retrato plural supone la operación de narrar una vida particular –o escenas en las que una vida singular adquiere cierta trascendencia– desde un punto de vista múltiple. ¡Oh, nuestra maestra de canto! sugiere, incluso sin pretenderlo, una reflexión sobre la escritura biográfica y testimonial.

2.8.25

La pradera de bidets, por Santiago Armando

Una tela -para continuar con el cuento- son los pedacitos, botellas de neblina, o- ¿por soñados?- quiméricos simplemente soldaditos de plomo, ¿bajo qué rueda ese pequeño lago, que el ocre transparente en tierra? O diríamos ardillas, domingo de suburbio.

Lorenzo García Vega, El cristal que se desdobla

 

Otra vez escribo en el teléfono sentado en un water al sol. Las villas y los terrenos se entreveraron con bidets inodoros y bañaderas que la gente en camiones fue colocando, que fueron apareciendo, enormes cadenas de montañas donde anidan los gavilanes, aguiluchos, cotorras y demás pájaros han borrado el horizonte.

Mañana iré a buscar dos frascos de porro y mamá me va a requisar a la vuelta. Voy a pasar rápido y decirle que me estoy cagando o tendré que saltar la puerta del costado y apalancarme en el asiento de la bicicleta y subir al ténder y pisar el sostén del aire acondicionado para llegar a la terraza. La última vez que hice eso tenía el hombro bien pero el ténder de madera crujió. Si esta vez cede el ténder me rompo la nuca. Tampoco tenía tan mal las rodillas.

Mate de madrugada. Empiezo a sentir el efecto del Rivotril y la Risperidona. Tiré por el inodoro el Valcote, dos Pregabalinas y una Quetiapina.

Antología de Bukowski, The Pleasures of the Damned. Escribe con la muerte al lado, dice, cosa que a veces comparto. También refiere unos pies azules de mono. El poema The Bluebird lo leí transfigurado, como otras tantas fascinaciones perdidas, cosas leídas que se borraron, ¿será eso lo que llaman desleído?

Bueno. Volveré esta siguiente noche fumado para relajarme en la terraza y escribir, si Dios quiere.

Un escritor que no puede escribir está muerto. Yazgo sobre el bidet-cama.

Me quedé dormido a última hora, me desperte con la fuentecilla de agua al oido. La veo a mamá trepando los bidets oblongos con los que me cubro, levantando un machete de cortar sorete.

 

Fuimos con mi hermano y mis sobrinos a ver Argentina-Colombia a la Sívori alta, subiendo a la taza me lesioné la rodilla, la tengo como un pomelo, son los meniscos, un día uno, otro día otro. El asiento era más angosto que un water, el partido un embole. A la vuelta los trapitos rompieron el vidrio de la camioneta y se llevaron una guita que se habían olvidado.

Hoy es mi cumpleaños. No llamó nadie.

Doná tu sangre a Haití. Vestite con una sábana blanca con la cara de cal y los frutos labiales rojos de beber sangre con órganos, como Larreta en mis sueños.

 

Ayer fui con mamá a una clínica en La Paternal donde me hicieron las recetas. Tuve una breve entrevista con un psiquiatra rengo. La gente horrible, las mujeres gordas, deformes, caras de torta con ojos enormes. Nos vimos con un compañero de habitación de donde estuve internado pero nos hicimos los distraídos.  No puedo escapar a la guardia de mamá, o voy al psiquiatra a que me haga las recetas o llaman a la ambulancia del psiquiátrico, o la calle. En la calle hace mucho frío, en los pastitos verdes bajo los bidets caminan los bichos del sorete. Acurrucarme en un depósito de bidets, inodoros y bañaderas es mi destino obvio. Otro viernes que no busco faso.

Sueño escenas porno con la hermana de Tomás, pétalos rosas y ojos azules de manga. Se caen las ramas del bosque de la casa, me saluda la madre y todo empieza a vibrar en violencia mientras busco mi whiski con Coca Light. Empieza una fiesta.

Belén debe haber heredado la dentadura de Sara Gallardo, según refiere la nota de la Lucía Mazzinghi en Cuarta Prosa.

 

Día del padre, mundial de clubes, comida en casa, mi sobrino hace un chiste con mi pobreza, voy a comprar puchos con la rodilla hecha concha, a siete cuadras, y no hay, charlo con Julieta, escucho Vespertine, tomo mate pasa el tren ya estoy empastillado, mañana feriado.

 

Sin compu ni porro. El técnico se esconde. Son las 16:00. Mandé el Diario del mes anterior a Verónica, Coque y Omar, también a Juli.

No sé cuándo voy a poder fumar. Me gustaría fumarme un Exodus Cheese con doble hoja.

Hoy me tenían que mandar la compu.

Me pedí Eisejuaz por la entrada de Mazzinghi en Cuarta Prosa. El porro queda muy lejos y por las rodillas no puedo trepar por el desierto de inodoros y bidets hasta el tren de la Civilización Sur. Hay que pedirse los libros por el Expreso del Choriducto.

Anoche perdimos dignamente contra el Bayern Munich con un golazo de Merentiel. Le compré la camiseta de Boca nueva a mi ahijado por cábala, la 120 aniversario. Bostero soy.

 

Yo no soy como esos

Que se quedan en casa

Escuchando la radio

Para ver lo que pasa

Yo soy hincha de Boca

No me cabe ninguna

Si me andan buscando

Estoy en la tribuna

 

Pasan días, ahora sopla el viento, golpea el blackout de la terraza, olor a mierda hiperconcentrado. Mi viejo me manda noticias del interés de un club europeo por un jugador de Boca inservible. Me despierto muy tarde estos días. Sigo con los poemas en inglés de Bukowski. Es domingo 22 de junio 18:15. Remolinos del Choriducto. Verónica cambió la foto del mail por una de su nueva cara de mamboretá o Tata Dios, vagamente reconocible.

No sueño. Las pastillas me sacan todo lo que pueda tener para escribir. Yazgo en un bidet de una plaza y media.

120.7 kilos dio la balanza. Uno punto cinco por ciento de aumento en la pensión por kilo engordado.

Le mostré las semillas de CBD a mamá pero no hay caso, me amenazó con internarme. Le dije que ya no tengo vida, que no puedo escribir estos diarios de mierda, que estoy todo el día tirado y que pronto voy a morir desdichado. Me contestó que quiere vivir en paz. Voy a fumar y olvidar, esta semana voy a salir, me voy a fumar a la Plaza Lavalle con los kirchneristas.

Me rompen las pelotas con las pastillas e inyecciones pero no por el hombro, mi manguito rotador. El centro de kinesio de Norverga no tiene entrada desde mi barrio y no hay acceso, solo el corredor vial y cinco kilómetros de pajonales al costado, y del otro lado el alambrado.

Barrí mi cuarto.

De pasar tanto tiempo en el water, el baño tiene olor a riñones. Leonardo Gentilli es el pelotudo insigne de los medios deportivos.

Vuelvo a La Paternal solo con nevisca y aguanieve, me cubre una arboleda de un camino de mantenimiento hasta la parada, bondi y Chorisubte a Palermo y subida por Juan B. Justo hasta San Martín con gente en ropa vieja y cagada como yo. En la clínica tienen te, café con galletitas Vocación, que nunca me gustaron, para las largas esperas, me los como todas. Me atiende la psiquiatra, otra burócrata de obra social, que tiene un lomazo, me pongo los anteojos sucios de vergüenza por sus gomas tremendas, le digo que hoy es la primera vez que salgo solo en casi un año. Me dice lo mismo que todos los psiquiatras, primero el sobrepeso, luego el tabaquismo. El espejismo de las gomas se va cuando pienso que solo es otra mujer trabajando.

Israel advierte sobre posibles atentados iraníes en Argentina.

Me trajeron la compu, me falta el Eisejuaz que llega hoy. Escucho al Embajador de Alfajores Guaymallén don Marcelo Palacios desde Estados Unidos, analfa de aquellos que me hace compañía, mi gordo sonrisas de manzanita, logra que yo sienta que alguien me habla. Me reconcilia con la vida, también con el teclado.

 

Llegó Eisejuaz, esta noche me lo termino, voy a poder terminar un libro. Pero cómo me cuesta la literatura. Eisejuaz llama al Ángel del suri, con un comentario sobre la caza del ejemplar escurridizo y la indefensión de su cría. Ya no quedan más Suri, hay que escuchar los chistes del Pochi Chávez recordando su infancia. Los extinguieron hace décadas. El suri es el nombre del avestruz o ñandú en el NOA y Bolivia. Salvajes solo quedan unos pocos en Corrientes, también se crían en corrales.

 

Boca empata contra el Auckland City, equipo semi-amateur, en Nashville, Tennessee. El Bayern Munich le tenía que ganar al Bemfica para que Boca pase a octavos de final, pero ganó el Bemfica. Bajé a verlo pero como no pasaba nada y estando solo sin papá, subí y puse AM La Red. Los días límpidos. En el campito se alzan las ondulaciones de los bidets antiguos e inodoros apilados, todos buscan nuevos modelos artesanales o italianos, hasta Ferrari hace bidets. El Presidente Javier Zanetti tiene su juego de baño y de café diseñado por Pirinfarina. Y pensar que El Diego murió con un bañito químico con un biombo en su cuarto. Renunció la jueza del caso de la muerte de Maradona con jubilación de cuatro palos a los 47 años.

Suspenden el partido por amenaza de tormenta eléctrica. Reanudación para las 18:10. La gente de Boca no se quiere ir de las gradas. Perdió el Bayern, siamo fuori. Se reanuda el partido, jugamos por dos palos verdes. Anulan un gol. Milton Gimenez es una bolsa de papas. Cavani no salió a la cancha en el segundo tiempo. Jugador retirado, gana doscientos palos por mes y no juega nunca.

 

Final de Eisejuaz con muertes de inválidos, manosantas con putas, hijos y envenenamiento no esperado del héroe mataco y místico. Pero muy lindo el castellano tosido, y fumar las semillas del cebil (anadenanthera colubrina) que se tuestan y se fuman con tabaco para cantar lo que dicen sus dioses. Hermosa novela. Así con tan poco escriben los que transcriben un lenguaje inhóspito. Los especialistas la cruzan con Zama, pero el tosido me da más al arrastre de chancleta de Diálogos en los patios rojos, con otro eco, uno de baldozas y el otro de polvo del NOA. El polvo de Zama es barroco, o más bien no hay polvo, y es de otro río, otra costa con otro color, y tiene otra distancia la lectura del paisaje, otra visión menos miope que Diálogos y Eisejuaz.

A mi me gusta el castellano derechito y árido de Josep Plá, pero ¿a quién le importa? Quizá alguien me lea nombrarlo sentado en un transbordador quema-soretes de la ciudad.

 

Me pedí La rosa en el viento pero me aburre, la dejo. Todavía tengo que ir a vender libros a Capital, ya se juntaron unos cuántos. La termino y ya ni la recuerdo.

 

Estaba tratando de escribir en un sueño

que no tengo un espejo en el oído

ya me olvidé por qué

pero estaba en el estacionamiento

de un centro comercial

que era de mis viejos

y no tenía luz

y me paré de esta misma compu

y empecé a dar manotazos en una columna

y se rompió el switch

al mismo tiempo escuché una voz decir no no

una voz de quejarse

que pensé que era mi vieja

por prender la luz

pero era un chico de la calle

 

 

4/7

Ya tuve dos sesiones de kinesio en Norverga, mamá espera en el Havanna y me compra un alfajor a la vuelta. Debo caminar hasta el auto con gran dolor, todavía no puedo ir a buscar el faso. Leo que la cepa de porro Wedding Cake produce dos kilos y mantiene a las esposas hornies for Romantic evenings (wink, wink). Veo una foto en el Twitter, un frasco de Purple Punch y otro de Wedding Cake, hay que elegir uno, leo los comentarios, gana Wedding Cake. La veo en el Semishop pero son las de granel que se hacen hermafroditas. Qué bajón va a ser no poder sembrar estas temporadas, no hacer la Purple OG Punch de Super Sativa Seeds, la Franco Loja’s Lemon Cheese, la Kosher Haze. Plantar el propio porro es lo más lindo del mundo.

 

7/7

Sueño que no me importa morirme, que tengo excelentes razones para morirme, que tengo cortada una narina por comerme los mocos con la uña de la palma del pulgar y chequeo asustado, me despierto. Son las doce y diez, me dormí temprano. Prendí un cigarro, si quiero lo dejo. Si quiero sigo mi novela y digo como llegué a la Civilización Sur a buscar el porro. Hay túneles en la cerámica o porcelana sanitaria, la ciudad metida ahí dentro, negocios y oficinas como barrios chinos infinitos. Las habitaciones con baño compartido cuestan doscientas cincuenta lucas. Está todo bien ventilado. La panamericana tiene un domo de bañadera por arriba de la capital y el transbordador toma por un techo entubado y baja por La Boca hacia el tren Roca en la parada de Sarandí.

 

Me llegó Hotel Pelicano, ¿Cuántas páginas le sobran a esta novela? La voy a seguir con grandes resoplos y accidentes de decepción. Pocas luces en esta época. Lo arrojo por la ventana.

Entre Hotel Pelícano y los ensayos de Samoilovich, más la biografía de Osvaldo Lamborghini, tiré ciento veinte lucas a la basura. Estaba fuera de ritmo con tanto Kindle.

Cobro. Café en el Havanna de Norverga con conito y alfajor con sal marina. Cuarta sesión de kinesio me hicieron masajes y ventosas y me puse a llorar y a putear del dolor. Me prohibieron operarme.

Me pido Gargantúa y Pantagruel de editorial Acantilado increíblemente barato a sesenta lucas en Buscalibre, más el Diario de la edad del pavo de Fabián Casas y los Cuentos Reunidos de Sherwood Anderson. Por ciento vente lucas.

 

17/7

 

Cancelo esta compra porque veo el nuevo Londres de Céline, continuación de Guerra -con nueva traducción, de las que nadie dice nada, solo esto en la faja de Anagrama

«Describe un número impresionante de personajes perversos o desnortados, de escenas violentas o sobrecogedoras, en la más sombría de las megalópolis modernas» (Hugues Honoré, La Presse).

«¿Erotismo o pornografía?... Una inmersión en el horror de la vida cotidiana» (Jean-Paul Brighelli, Marianne).

«Londres es una novela del desarraigo, la errancia y el exilio» (Le Devoir).

«De una brutalidad inaudita» (Nelly Kaprièlian, Les Inrockuptibles).

«Un novelista colosal» (Damian Catani, Times Literary Supplement.

 

Pero volvía acá porque leo esto de Juan Abreu sobre mi amado Lorenzo García Vega en su blog Emanaciones.

Jueves, 17 de julio de 2025

Detesto la cosa cubana pero no puedo escapar de ella, aunque algo has conseguido no exageres abreu. Así que hago un alto en mi lectura de Robin Lane Fox (ah, si la pavorosa hubiese producido al menos un historiador así) y me pongo a leer La invención de Lorenzo García Vega, de Duanel Díaz Infante. Conocí a García Vega en Miami y me pareció un hombre resentido, envidioso, agrio, retorcido y mezquino. Un hombre convencido de que el mundo le debía algo; a su edad y ni siquiera había aprendido que el mundo no le debe nada a nadie.

Pobre hombre, me decía siempre que me lo encontraba, en los años que viví en Miami. Carlos Victoria lo admiraba y yo me divertía burlándome de García Vega para picar a Carlos. La obra de García Vega siempre me ha parecido una excrecencia menor del gran Lezama. Se benefició de la cercanía del Maestro, pero dada la naturaleza rastrera del alumno, nunca se lo perdonó.Trató de menoscabar a su mentor, retorció su escritura hasta extremos ridículos. Y al final su empeño por tener un estilo, terminó por devorarlo. Nunca se enteró de que un estilo sin un gran genio dentro es sólo una carcasa desolada.

Compré el libro de Díaz Infante porque me atrajo el título, me dije, a ver si alguien al fin dice la verdad sobre este escritor sobrevalorado hasta lo grotesco. Le leído 133 páginas y no es lo que yo esperaba, pero es lo más objetivo que he leído sobre el personaje García Vega. El más objetivo. El menos fantasioso.

Lo que García Vega decía de Lydia Cabrera, consignado por Díaz Infante en su libro, me ha provocado cierto malestar. Conocí a Lydia y amén de su inmenso talento como escritora, era una mujer llena de grandeza. Algo que se echa mucho de menos entre escritores cubanos. Véase al autor de Espirales del Cuje.

Qué tipo tan miserable García Vega.

 

Me sorprende la mezquindad de Juan Abreu con Lorenzo García Vega, no haber disfrutado de su obra que es literatura pura, la más pura que encontré en mi vida, mucho mayor que la del “Maestro” Lezama Lima. Cómeme los huevos, Abreu, Lezama Lima es un plomazo. Lorenzo García Vega fue changarín de supermercado hasta casi los ochenta años, es por eso que tiene derecho a ser todo lo dice Abreu, y todos le debemos algo. Ya quisiera deberle yo algo, comprarle una computadora Mac como la de Abreu, etc. Mejor no hablar de miserables. La bronca viene desde García Vega dijo que Reinaldo Arenas había estado con la revolución en sus comienzos, y por no impresionarse con su drama, además de cierta aprensión a los homosexuales, ya que Lorenzo no tuvo ninguna clase de vida sexual.

Abreu no es un poeta, no puede amar los últimos diarios de sueños ni sus libros como Erogando trizas donde gotas de lo variopinto, o los publicados en Argentina. Un poeta es como fue Lorenzo, desgraciado, desdichado, y resentido, pero no agrio como dice Abreu.

¿Qué escribió Juan Abreu? ¿Cinco Cervezas, y, qué más? Algún cuento suelto. Es todo. Sus memorias no tienen la menor importancia y son solo papel impreso.

 

Inodoros de baja estofa

 

Compro Londres de Céline, el primer ejemplar disponible, traducción abominable; perdemos en la Copa Argentina contra Atlético de Tucumán. Milei vende candidaturas, Milei-Recesión, me quedo ciego, engordo, tapo el bidetazo, limpio el rocicler con un cepillo viejo a medias.

Me bajo al Kindle los Collected Poems de Sylvia Plath y listo. El dólar tarjeta carísimo. Pongo

Megadeth. The Sick… The Dying… and The Dead. Devuelvo Sylvia Plath y no me devuelven lo que se queda el banco central que son cinco lucas.

 

Mamá se olvidó de cargarme el pastillero

y dejármelo al lado del bidón

en la cocina

y yo me había comprado

unos lillos de fumar

que de casualidad había en el kiosco

con un préstamo

un préstamo para picadas

hago caminatas con picadas

alfajores, salamines, Twistos

al tiempo que camino, como

y me traje los puchos y los lillos

y no me di cuenta

que ayer no tomé ni una pastilla

que cuando bajé ya tarde no estaban

junto al bidón

y usé los lillos

cuando el paquete se acabó

casi los termino

con tabaco de sobras de colillas

en el harto basurero

con restos de mate

y envoltorios de picadas

 

 

***

 

Tengo las uñas largas

y los dientes flojos

ya me cagué un segundo

por comerme las uñas.

Los terceros, los colmillos

volaron hace mucho

mi hermano occiso se burlaba

"se te ven las teclitas"

a mi lo que me importa

son las muelas que me faltan

cuatro y media, porque

ya no va el tratamiento de conducto

después de 35 años de pucho

 

Vi que ahora hay como esos dientes

de Drácula que había en los cumpleaños,

prótesis de plástico, baratas, para

salir del paso, lavables

con eso me alcanza

 

 

Luis Thonis me dijo que me haga más el poeta maldito pero elegí la pensión por discapacidad

 

Nunca podría ser un poeta maldito

como me dijo Luis

soy un escritor latino

como El Skunkman

como Ignatius J. Reilly

soy un gato naranja

en la punta del verso

pisando bandadas de gorriones

sobre el hipopótamo de oro chino

 

Ah el sol y los rayos

de la Corea dorada

comiendo con maníes pegados

con la Corega Dorada

 

11.7.25

Con su bolso de piel marrón, por Martín Abelardo Ramos

Tuvo muchos nombres y quizá ninguno. Zacarías Flores nació el 26 de abril de 1971. Ese fue el nombre que tuvo al menos para este registro. En Acassuso lo conocían como Oscar Daniel Palma. Era un pibe que –en principio– tenía aspecto sencillo, humilde, simple; era morocho, bajo perfil, medio petiso, tenía una pierna más flaca que la otra, características que contrastaban con el prototipo del barrio cheto donde vivía. Con el tiempo trascendió –él lo contaba– que vivía con su madre que era adoptiva a quien llamaba “la alemana”. La relación no parecía muy buena ni afectiva entre ellos, era más bien mala. Tal vez nunca se aceptaron: ni ella lo aceptó como hijo, ni él logró aceptarla como madre; evidentemente no construyeron un vínculo muy sano. Su verdadero nombre (el dado por sus padres biológicos que lo abandonaron) si es que lo tuvo, resulta desconocido para este informe. Su padre adoptivo había muerto y no tenía el límite ni la norma que muchas veces en nuestra sociedad y en nuestra cultura suelen marcar los padres (o la figura de un padre o madre que haga el rol de poner límites). Con la adolescencia, rápidamente vino la desconexión de lo escolar y aunque había ido a una escuela privada se vio rápidamente expulsado de ella y de toda escuela. Quedó bastante a la deriva aunque había logrado hacer un puñado de ‘amigos’ o gente que concurría diariamente a su casa con el objeto de ‘pasar el rato’; aquel lugar era utilizado para el consumo y la venta de diferente tipo de drogas. Se sabía que no tenía mucha amabilidad con las mujeres y que a su madre, ‘la alemana’, la golpeaba sin miramientos. Tuvo diversos empleos con el pasar de los años: lavacopas en el bar Jockey Club, heladero, etc. También trabajó para una empresa de correo privado donde oficiaba como chofer. El gran amor de su vida lo conoció en la época en que trabajaba para un correo. Viviana era una señora que lo superaba en edad –le llevaba como 25 años–, casi una figura de madre había encontrado; Vivi también tenía algunos problemas por los cuales formaba pareja con hombres golpeadores de mujeres. Lograron mantener una relación de muchos años. Ella ya tenía hijos y no quería ni podía más pero le permitía a Oscar (‘Osky’, como le llamaban los ‘amigos’) hacer las veces de ‘padre’, otras de ‘abuelo’ de los nietos de Vivi. También en el barrio tenía el apodo de “el Mico’; algo simiesco había en su forma de moverse, de actuar; una especie de King Kong en miniatura que está a punto de estallar. Son memorables sus épocas como bailarín de reggae, moviendo los coditos como una gallina clueca, mientras escuchaba Los pericos, Sumo. También era amante de grupos ingleses: The Clash, Dead Kennedys. No tenía prejuicios respecto del colonialismo cultural. Consumía todo lo que le decían que era bueno esas grandes voces y modelos que eran importantes para él desde los medios. Ella, Viviana, era rubia, alta, una señora imponente; un poquitín racista (solo un poco) y se jactaba que no lo era lo suficiente y daba como ejemplo de su escaso racismo a la persona que tenía como pareja con la que se había casado: Oscar, que era morocho. Oscar, al mismo tiempo, se sentía aceptado por el mundo rubio. Además quería ser aceptado por todo lo que fuera rubio y quería votar –incluso– como aquellos que desprecian a lo popular, a lo ‘peronista’, a lo que muchos llaman “negro” o “cabecita negra”, o “grasa” (dicho este término con sentido peyorativo). En el 83 si hubiera podido, votaba a Alfonsín. Siempre votaba contra el peronismo. Eso sentía que lo hacía ser más culto, de más nivel social y cultural. Le gustaba ir a ver jugar al rugby, un deporte bien macho y bien cheto. Iba al CASI (Club Atlético San Isidro), y al SIC (San Isidro Club).

En su casa ocultó delincuentes; en una oportunidad hubo una pareja de ellos: parió una mujer cuyo bebé no se sabe qué pasó pero murió. Nadie respetaba el cuidado de una criatura ni las prevenciones ligadas al ruido, a la música ni al consumo de drogas, el humo, etc.

Paraban marginales en su casa hasta que su vida pareció encarrilarse. Ya casado con Viviana, se mudó a San Telmo, veía a la madre de vez en cuando. En un determinado momento internó a su madre, Elsa, –quien tenía un trato bastante hostil con todo el mundo como resultado quizás de un resentimiento de la vida– cuando empezó a delirar y a dejar las llaves del gas abiertas. No la iba a visitar al geriátrico donde tiempo después murió. Oscar y Viviana tenían, llegado un punto, una relación basada en la convivencia, el intercambio de dinero y de golpes –en realidad, Viviana los recibía; Oscar, los daba. Cada uno hacía su vida sentimental por su parte. Viviana entabló una relación con el bufetero que vendía panchos en el edificio de su oficina. Oscar era consumidor de prostitución de la más baja calaña. Hubo un detonante para su separación que fue cuando él le envió sonidos sexuales por teléfono a su esposa, producidos por alguna de sus parejas ocasionales. ¿Pretendía generar celos? Las abyecciones se sucedían y llevaban el relato de su vida siempre a un escalón más hondo, un descenso infernal. Algo ahí se rompió y se separaron. Incluso ese acuerdo previo. Llorando llamó a los amigos, expresando su soledad, su sentimiento de culpa y de angustia por “haber sido abandonado”. Mientras él disfrutaba de viajes que se hacía pagar por su ex esposa donde iba a Jamaica, Uruguay y diferentes lugares. Pero sufría mucho. Había amagado con dejar las drogas pero recayó más fuerte. Ya no le importaba nada. Siempre publicaba fotos de comidas y vino por donde iba viajando.

Lo más estable que había tenido en su vida fue el trabajo con un taxi (que en realidad tenía dos) y la relación con Viviana. Ahora esas cosas ya no estaban. Contaba también con un alquiler de dos departamentos que le dejó su madre en Acassuso. Para utilizar ese dinero, elegía vivir en lugares deplorables y así subsistir y cubrir sus pequeñas necesidades con eso sin trabajar. En un momento dejaron de darle el apto de salud psicofísica para manejar como chofer de taxi. En sus andanzas por Constitución, llegó a conocer a Karen Yuliana Beltrán, una bailarina que nunca había formado parte del cuerpo estable del teatro Colón ni del Balet de Moscú interpretando El lago de los cisnes. Karen, una chica que podría llamarse ‘mujer’ por adoptar esa identidad de género, era una joven de unos veintipico de años de origen salteño. Ejercía la prostitución en la Capital Federal. También era una figura destacada dentro del carnaval de Orán, en la provincia de Salta. Karen logró extirparle unos 6000 u$s que tenía Oscar –heredados de su madre– con el argumento de operarse y ‘ponerse’ pechos femeninos a su cuerpo joven y fornido. De algún modo fue su mejor cliente Oscar. En uno de sus viajes a Salta chocó el auto y lo abandonó en medio de la ruta; para siempre. Si tuvo otro nombre aquella a quien Oscar llamaba ‘Yuliana’ familiarmente, resulta desconocido para este relato. También Oscar encontró en Karen –no solo el abrazo paternal que le había sido vedado por su historia familiar trunca– sino los golpes; cuando Oscar se ponía violento, cuando liberaba su ira, se ponía de manifiesto realmente su cuadro de psicopatía y le pegaba, los golpes de Karen también volvían contundentes. Ruptura de celulares, destrozos de departamentos de alquiler, expulsiones de distintos hoteles, eran moneda de todos los días. Cuando las cosas andaban bien, Oscar era absolutamente funcional al grupo de travestis y prostitutas que era el círculo social en el que se manejaba Karen, muy cercano a los vicios, al consumo y al tráfico. Era el ‘chofer piola’ que iba y venía de fiesta en fiesta. Visitando a una vieja amiga en Del Viso, Norma Albornoz, que vendía flores de las de fumar –a nuestro Zacarías Flores– un Oscar fugitivo y golpeado solo llevaba un bolso e iba como perdido. Solo quería “aguantar unos días” a cambio de pagarle una pensión en un cuarto que tenía en su quinta al fondo. Rápidamente y siempre traspasando todos los límites, quiso meterse en la casa, donde Norma ya no podía admitir las conductas agresivas y amenazantes de Oscar. Norma vivía con su hijo de veintipico y con su hija de la misma edad y con esquizofrenia. Bajo los efectos de las drogas Oscar proponía que su hijo prendiera fuego con alcohol a su madre, en lo que decía ser “una broma” bastante siniestra. Norma, antes de echar definitivamente a Oscar, espió el contenido de su bolso y allí encontró 3 consoladores; ¿o cómo llamarlos? ¿penes de plástico/goma? ¿serían robados a Karen y parte de sus elementos de trabajo? ¿tres? No era acaso una desmesura preguntábase Norma, que con cierta gracia, a partir del incidente, comenzó a llamarlo ‘Penélope’, por la canción de Serrat: “Penélope, con su bolso de piel marrón…”.

Karen reveló datos inquietantes de la psicopatía confirmada de nuestro personaje que preferimos omitir. Los últimos datos de Oscar Palma lo ubicaban –ya echado de Salta donde decía ‘haber conseguido una familia’, aunque criticaba a esa humilde familia que lo acogía– viviendo en el barrio de La Boca, en un albergue para indigentes; es decir: se hacía pasar por indigente para ser atendido, que le dieran lugar donde dormir, algo que comer y disponer aparte de su ingreso producto del alquiler. De todos modos, está claro que hablamos de una indigencia profunda en otro sentido. El ambiente decadente nunca le fue ajeno. Siempre iba a ver los partidos a la cancha de Boca, sentía una identidad social a la que pertenecía a través de esos colores, de ese mundo social. Y eso combinado con su exclusión de otros medios, su psicopatía, su imposibilidad de tener amigos por ser traidor, falso e imposibilitado de tener novia por el odio primigenio que le despertaba el género femenino, tal vez como producto de su trauma original de abandono, quedó condenado a una vida en la que él mismo expresó que las cosas que más le importaban en la vida eran el consumo de drogas, comer, ir al baño (para expresarlo de una manera fina) y ya ni el sexo: últimamente venía arrastrando una enfermedad venérea hpb que pescó en medio de su vida disipada entre burdeles y sucuchos lúgubres. Se mantiene todavía, inferimos, con el alquiler de la casa –el depto. de arriba y el de abajo– que heredó y cuya escritura hace mucho que no tiene.

Se alimenta del odio, el rencor y el último contacto que tuvo con este cronista fue el festejo del triunfo de Milei para quien militó y los insultos contra el peronismo. Ese día estaba exultante. No sabemos cómo habrá atravesado esta etapa de motosierra o cómo ésta lo habrá atravesado a él. En algún punto es imaginable un declive anímico, psíquico, físico, económico, espiritual. Y solo puede salvar al pibe que fue, una foto/recuerdo de un día en que tomaba té inglés, fumaba, jugaba al truco, al ajedrez y podía sostener tratos sociales medianamente cordiales. Todo lo perdido ya.

 

6.7.25

Arquitectura del fracaso, por Gabriel Magri

1

 

en el siglo XII

las murallas que rodeaban París,

rodeaban 275 hectáreas

las construidas en 1360, 450 hectáreas

 

entonces

la preocupación por la apariencia comienza a ser notable

 

las disposiciones municipales buscaban el decoro

ordenaban la limpieza de las inmundicias procuraban 

que los carniceros establecieran los mataderos fuera

de las murallas

 

las nuevas casas mostraban nuevos adornos

gente nueva imponía un nuevo orden

 

la quiebra de los marcos señoriales permitió a la ciudad 

extender sus dominios sobre su entorno

 

pero la nueva gente no estaba acostumbrada a tareas agrícolas

así es que arrendaba las tierras

o las explotaban

con ayuda

de un administrador

 

lo desconocido:

un cambio en la actitud,

la búsqueda permanente y consciente de la ganancia

expresada en el dinero

que se transformaba

en la medida

de El Poder.

 

es entonces

que aparece también

más gente nueva

los juristas

hombres de leyes

nuevos funcionarios

al servicio

de la administración


 

 

2

 

un DJ se arroja desde el escenario

suelta el micrófono

en plena canción

 

en el corazón de la ciudad

cae el ídolo

como una estrella fugaz

cae del cielo

en plena canción

 

en plena canción

el público hoy no lo recibe

no hay crowdsurfing

hay un hueco

como un fin como un vacío como un agujero adonde

cae

el ídolo

intempestivo

cae

el ídolo

en plena canción

el ídolo cae

 

silencio

silencio

 

un dj se ha arrojado desde la escena

un dj se ha arrojado desde el escenario

hoy el público no lo recibe

el público mira pantallas de teléfonos que filman

las pantallas del teléfono, mira el público

las pantallas

en plena canción

 

nadie ataja hoy al dj

en plena canción

en plena canción

 

 

silencio

silencio

 

 

la música vuelve

incontables filman

filman incontables con sus teléfonos

suena aún la música, suena 

y atrás del telón

sobre una camilla

canta

canta el DJ

 

no ha muerto

no ha muerto esta vez el ídolo

está  aún vivo

el ídolo está vivo esta noche

y en plena canción

cantan algunos 

cantan

algunos

OLÉ

OLÉ

OLÉ

 

 

3

 

Mc Carthy

en febrero de 1950

ya había denunciado la existencia

de comunistas

en el propio Departamento de Estado

de los Estados Unidos

 

eran tiempos de la Guerra de Corea

y ésta contribuyó

a crear una atmósfera

donde las denuncias indiscriminadas

llegaron a tener

gran respaldo

popular

 

McCarthy

entonces

creó su famoso

comité

 

por entonces

los sentimientos anticomunistas

alcanzaban la histeria

 

cualquier pertenencia

presente o pasada

cualquier organización

reformista

liberal

o internacionalista

era vista como

sospechosa

 

 

4

 

cuando la bestia se pone a escribir

el reto de una vida sin dios

forzando un resquicio habitable

sucumbiendo

bajo los escombros de edificaciones vecinas

cantando de un tirón

para siempre

y en versión simplificada

afuera estalla la tormenta

la equívoca vanagloria sobreviene

como un síntoma de estreñimiento

 


5

 

JASPER JOHNS

 

caminando con él

en el museo de arte moderno

ella dijo

Jasper, seguramente perteneces a la aristocracia sureña

 

él dijo

no

no, Jane

soy simple basura blanca

no, Jane

no

 

 

6

 

la Guerra De Los Cien Años

iniciada en 1339

como una lucha feudal

acabó a mediados del siglo XV

como una lucha

entre monarquías

 

la profesionalización de la guerra

la aparición de sistemas fiscales para mantenerla

la validación de la política

y la administración

como una ocupación

sentaron las bases

del poder de los reyes

primero

y luego

las bases

de nuestra

moderna

civilización


 

7

 

el grito agudo de las cigarras

en la llanura

esperando por ejemplo

un poema

en el pasto

bajo el sol tórrido

penetrando

penetrando

estremeciendo de golpe

escuchando el silencio 

como un brusco

brusco salto al vacío

en acto pleno de audacia

como una casa sin puerta

como una puerta sin cerradura

o una casa sin ninguna puerta de entrada

 

 

8

 

contra los impuestos

como protesta

los colonos de Boston

tiraron al mar

un cargamento de té

 

esto fue uno de los actos preliminares

de la guerra de la independencia

norteamericana

 

 

 

9

 

como nace el aburrimiento

como nace un género

como ya a partir de una excavación

anidando un espacio que no le pertenece

como un desvío

de una química semántica

cambiante

el borrador cambia de signo

este desvío de hoy

que nace del aburrimiento

traducción absurda

girando

alrededor de la dramática pregunta

el signo de la perversión altera el significado

el mal uso de la máquina emula la escritura de esta coyuntura

que emula el imparable síndrome

que el mal uso puede contagiar

 

 

10

 

VARIACIÓN SOBRE UN POEMA DE LEÓNIDAS LAMBORGHINI

 

pero así

como fueron saltando

los resortes de mis nervios

y el día aún no pasó

acusan tensión

todavía

los resortes

y estallando

y qué haré

uno a uno

todavía

estallando


 

11

 

mi mano está fría

mi mente

está fría

mirando la tela

sin pintar

 

generando misterios

sin pintar

todavía falta algún detalle

penetrando los escritos

la significación real y sombría

y

para perderlo todo

el talento

y atravesando una cerradura

el ruido del viento


 

12

 

agonizando un ratito

en el momento incesante

ante los felices bustos

y el mapa polvoriento

tomamos un trago

por un camino turbio

 

sí, lo supimos 

vaya a saber con qué anhelo

el tesoro

del desierto