Al pasar, en un cuento de Bernardo Jobson aparece
esta frase: «Con un grabador y una filmadora uno podría, en diez minutos,
escribir los diez tomos del Testut». Humorada que, hipérbole mediante, solapa
una verdad sobre los usos del grabador. Son muchos los libros escritos a partir
de las ventajas de la tecnología. Pienso en Los
hijos de Sánchez, de Oscar Lewis; Memorial
de los infiernos, de Julio Ardiles Gray o Magnetizado, de Carlos Busqued. Libros en los que la oralidad está
trabajada explícitamente. Libros que salen de un grabador, como El fin del «homo sovieticus», de
Svetlana Aleksiévich. Libros que parecen reportajes novelados y se leen como
novelas hipnóticas. Pero ¡Oh, nuestra
maestra de canto! Una biografía de
Lucía Maranca (Mansalva, 2022), de Pablo Dacal, se inscribe en otra saga
que posiblemente haya inaugurado Jean Stein en colaboración con George
Plimpton, con su Edie, an American
biography (1982). Me refiero a las memorias corales. En ese sentido, Del infinito al bife. Una biografía coral de
Federico Manuel Peralta Ramos, de Esteban Feune de Colombi (Caja negra, 2019) o Fogwill, una memoria coral, de Patricio
Zunini (Mansalva, 2014) revelan, en
parte como punto discutible, la mitificación del artista y la apología del
personaje por encima de la persona que hizo posible una obra. Pero más allá de
la perspectiva encontrada y el recorte de sentido, en toda biografía coral la aglutinación de diferentes voces hace que el relato
avance sin pausa. Sea Edith Sedwick, Billie Holiday, Luca
Prodan o Fabián Poloseski, los relatos
de vida que recuperan testimonios suponen puntos de vista y subjetividades
intercaladas.
A través de testimonios de quienes la
conocieron, ¡Oh, nuestra maestra de
canto! (Mansalva, 2022), de Pablo Dacal, propone una práctica de la memoria
como ejercicio colectivo y construcción coral. Todo retrato plural supone la
operación de narrar una vida particular –o escenas en las que una vida singular
adquiere cierta trascendencia– desde un punto de vista múltiple. ¡Oh, nuestra maestra de canto! sugiere,
incluso sin pretenderlo, una reflexión sobre la escritura biográfica y
testimonial. El libro también despliega un repertorio que inspiró o formó a
Lucía Maranca y propone una introducción a la música clásica tanto como
contemporánea y de vanguardia. Es posible armar una lista de autores y
composiciones a partir de la lectura de ¡Oh,
nuestra maestra de canto! Música popular florentina, música renacentista,
música del medioevo, música barroca, Falú, Cuchi Leguizamón, Atahualpa Yupanqui,
Troilo, Gardel, Mozart, Bach, Schubert, Schumann, Debussy, Chopin, Ravel, Eric
Satie, Haendel, Monteverdi, Mahler, Berlioz, Stravinski, Schönberg, John Cage,
Charles Ives, Luigi Dallapiccola, Anton Webern, Luciano Berio, Alban Berg.