En 1957 Oliverio Girondo publicó un libro de poemas
absolutamente extremo, en términos de propuesta de lenguaje poético, por su
calidad y rigor, libro que aún no ha sido suficientemente medido en la historia
de nuestra poesía y en los efectos que provoca y provocará pensándolo como
investigación y proyecto.
Girondo es un poeta de neto corte
experimental, lo que quiere decir
que trabajó, en última instancia, con materiales que le sugerían el diálogo
interior, con un fondo o una masa de lenguaje, a la que llegaba a través de una
búsqueda signada por la incertidumbre.
En la Masmédula es el resultado provisorio de esa interrogación, que trasciende la
expresión habitual y corriente, para encarar el desmembramiento de los vocablos
y su recomposición, hasta llegar a la médula de lo hablado, pensado, escrito, y
sentido, en un verdadero estado de conmoción.
La obra poética de Oliverio Girondo
accede a ese desenlace de su producción, primero determinada por la Vanguardia histórica del 20/30 , y luego envuelta
en las consecuencias de la neovanguardia de mediados del Siglo XX que hace su eclosión en la década del
60, y que se extiende hasta la virulencia estética del 70.
En este sentido, es precursora de lo que
vendrá, en términos de investigación que indaga, con sus propios recursos, una
situación, en su caso de existencia, límite y de
intensa crisis espiritual.
Por esos años, Rodolfo Walsh arma un
juego aparentemente diferente en confluencia con la hiperpolitización de
la época, y descubre con Operación
masacre un nuevo territorio textual, que conlleva la transformación de
acuerdo con la experiencia misma de la escritura.
Esta va modificándose, en la medida que
se modifica, al propio escritor, colocándose al borde de su particular
búsqueda.
¿En qué se parecen, y en que se separan
estas dos obras fundamentales de la literatura argentina?
En las dos, se configura un imaginario
que se sumerge en las densidades de la experiencia que se va viviendo. En el
libro de Oliverio es la presencia insistente de la orfandad, y de la muerte
acaso cercana, en el de Walsh la mirada acuciante de los otros, el peligro
y la incógnita misma de la
imagen de esos fusilados.
Los dos encierran una pasión por el lenguaje, el uso extremo
de procedimientos de escritura, que niegan la acostumbrada ficción, en procura
de aventuras inéditas.
El libro de Girondo es impensable en
relación a lo escrito hasta allí, inclusive por Oliverio, por las
características de una lengua imprevista, pero de ninguna manera frívola ni
arbitraria. Formada por palabras inventadas, residuos y yuxtaposiciones,
nuevas maneras de fusión que tiende a una significación entrevista, que quiere
ser un grito de estremecimiento. Es indudablemente producto de una
circunstancia límite más acá y más allá de lo literario.
El libro de Walsh inaugura un nuevo género, difícilmente clasificable. Ya que el autor escribe como
trasponiendo el umbral de lo previsible. Tiene que ver con la ética y por lo tanto
excede el marco de lo meramente verosímil, para rozar y ahondar la verdad,
transformada en circunstancia política.
Un texto y otro utilizan elementos
puestos en circulación y de alguna manera irrepetibles. Para la poesía
argentina, el modo particular del último Girondo, encontrará aciertos y
desmesuras que parecen ser
adecuados a la extrema estética
de su escritura.
Operación masacre inicia una literatura hiperpolitizada, que lo
vinculará estrechamente y de forma indeleble, con las preocupaciones y la
sensibilidad de un tiempo histórico.
El libro de poemas de Girondo aparece
también en un momento especial de nuestra historia social y política, la
primera entrega es de1954, luego en 1956, y otra edición ampliada en 1963, es
decir en los finales del gobierno de Perón, después en el llamado período postperonista, que
tanta importancia tuvo en la configuración de un contexto de crisis.
Por lo que se puede afirmar que surge en
una coyuntura cultural, que estaba de alguna manera condicionada por el estado
estético del retorno de la vanguardia que aquí estaba construyendo su actitud de descubrimiento del lenguaje con su propia lógica que irrumpía a
través de una lengua muy particular.
La voluntad artística con que se
escriben estos poemas consiste en entablar un diálogo interior, interpelación
que trata de buscar un idioma singular que va traduciendo vivencias llenas de
quiebras y aristas.
Es un libro desafiante, un modo de
intervenir con un soliloquio en el campo cultural de la época, que era pequeño,
quizás provinciano, aislado, como correspondiendo
a un país periférico, pero también cruzado con líneas artísticas de avanzada en
la plástica, en la literatura. En el teatro, y que explicarán las expresiones
posteriores del Instituto Di Tella.
Claro que como sabemos estas
tendrán unas especial
relación con la suma politización del 60, producto de las encrucijadas sociopolíticas.
El cosmopoliticismo
de Buenos Aires es un ingrediente que determina estas realizaciones de la
vanguardia, que en el caso de Girondo se presentan en su obra, como receptoras
de una circunstancia límite, la angustia y la desesperación llegan juntos de
una indagación extrema Algunos poemas son vertidos casi evitando la lectura,
porque ella solo será posible si se aceptan los procedimientos de esa poética
girondiana que se muestra interesada en fijar sobre todo sus inquietantes
significaciones.
Girondo escribiendo un libro como este, que publica muchos
años después de la moderada
propuesta del Martinfierrismo, del cual el poeta fue propulsor y protagonista,
cuando la mayoría de los escritores que procedían de esta corriente, ya
había entrado en otros
caminos estéticos, al insistir
en la frescura de su búsqueda, plena de actitud de ruptura, reivindica así ese
pasado y el ejercicio de una escritura poética que lo obligaba a ser riguroso.
Trabajó entonces incansablemente,
rodeado de libros y diccionarios
en el silencio de su escritorio, eligiendo palabra por palabra, sentido por
sentido, uniendo y deshaciendo, operando y manipulando el lenguaje.
Su vanguardia consistía en un gesto
desmesurado que se explica por su voluntad de culminar su obra, en un momento
crucial de su vida.
El libro no era resultante, inevitable
de la poesía que se venía escribiendo, por lo tanto se constituye como
algo no aguardado y que indirectamente expresaba estados de conciencia, que se
fragmentaban en sentidos y significaciones inéditas.
Producto de preguntas vitales de
carácter individual, encerraba una posición aristocrática, pero que clamaba por
una comunicación renovada. Incluía por un lado, un estremecimiento existencial,
una evidente verdad, puesta en estado
de ebullición. Se centraba en la obtención de climas que ya dejaban de ser
frívolos y que iban presagiando un destino inexorable.
De alguna forma podía leerse como un
trance trágico, una especie de exorcismo y que mediante una detallada elección
de vocablos, y el movimiento creador de nuevas palabras, iba en procura de la
expresión exacta y el desprendimiento.
Dice Daniel Freidenberg: “Desde Veinte poemas para ser leídos en un tranvía
(1922) a En la
masmédula ( 1956 ) Oliverio Girondo llevó a cabo una de las mayores
aventuras de la lengua castellana. El juego con la imagen brillante y la irreverencia en un principio, un desolado rastreo
en la incertidumbre más tarde y finalmente la reelaboración bullente y desquiciada de
las posibilidades de la lengua son los principales rasgos de una obra que,
a más de un cuarto de siglo de
la muerte de su autor, vuelve a nacer ante los ojos de quien quiera leerlo” (1)
La aventura, en este sentido la
palabra mencionada es muy significativa tratándose de una época que localizó lo
heroico de la aventura humana como riesgo y mirada hacia los otros, como acto
cargado de significado activo, Girondo, auscultándose de todos modos,
realizando una entrega personal.
El mecanismo esencial empleado primero
es la negación, la mezcla, el autosondeo hacia lo incierto de la vida
y la muerte, como dos polos fascinantes y aterradores. Indagando en el ser, con la marca y la alimentación
de la nada, asimilando imágenes contradictorias y graves.
El movimiento tiende a la dispersión y
al ensamblado de partículas que cobran nuevas direcciones, mitologías
intransferibles volcadas en un lenguaje
cifrado pero que es transparente y que con claridad dice su intención.
Esto significa explorar hacia dentro y desdoblarse para ser otro. Encontrar
quiebras, grietas, erosiones que muestran lo indefenso del ser, su condición de
búsqueda.
El tiempo se despedaza en tropos, las
palabras se unen, formando secuencias y líneas interminables. Es el darse sin
límites, como si la escritura poética consistiese en estar alerta a un llamado
incierto que nos conmociona, rodando entre estertores de la muerte.
Se sigue un más allá del lenguaje,
entonces las ausencias no son tales, en la intensidad del olvido.
La inmovilidad ante esas formas que no
cambian, el exilio más urgente, dejan extender el pensamiento hasta el vacío
más inminente, amenaza el buceo en el mismo yo, el lenguaje interno, cercano al
grito y a la angustia, lindando con el llanto, fuera del tiempo, en un espacio
flotante.
La atmósfera y la poesía se encuentran relacionados con la pesadilla y
un espacio existencial de
intemperie vinculado, con una sensación de profundo miedo. Son anotaciones de
un viaje interno que astilla a las imágenes.
Hay un registro minucioso de situaciones
de vértigo, que se trasladan al poema extraviando su turbio angustiante bagaje. El tiempo se difunde en los
huecos, porque lo que se desea es capturar el íntimo secreto de las cosas,
hechos y planos de la
orfandad extrema.
Es un destino errante en el cual todo
está distorsionado y tenso y tiene que ver con la entrega total. Se vaga por un
mundo erosionado desgastado, desprovisto. Evidentemente, en el marco de una
crisis existencial, cuando rige la nada, el destiempo, el yo minimizado, ante
la inmensidad de lo incierto.
Alguien vive todavía en un déficit de
asombro y se encuentra dispuesto a trasponer los umbrales del sueño o la
pesadilla. Girondo se enfrenta en su último libro con un universo
contradictorio, horrendo y hostil a veces, dulce otras, del que sólo podrá
salir con la intensidad del fondo de una cerrada noche, utilizando capas de
insomnio.
Siendo fiel a su búsqueda peligrosa,
escribe una poesía hundida en interrogaciones y hallazgos de lenguaje, que lo
hacen renacer y reencontrarse en la ausencia.
Testigo de su propio naufragio de vida,
este viaje hacia la nada atisbando el más allá, es uno de los documentos más
inquietantes de la poesía argentina contemporánea.
La época no explica esa aventura
poética, pero nos ayuda a intentar interpretarla, el desgarramiento y la
ruptura eran partes esenciales del sentimiento de esos años, por un lado, de
alguna manera eso tiene que ver con la crisis y el cuestionamiento individual,
cercano a la muerte, la extrema politización es otro signo, trágico en sus
efectos y quizás necesario, de un clima de encerrona, de encrucijada y de
avance popular. Los vientos de la Historia, empujaban, según la famosa frase de
Walsh, así como la lógica de la ruptura que propiciaba la neovanguardia de
mediados del Siglo XX, estaba preanunciada, o por lo menos hacía posible el
desborde del legado último de la poesía de Oliverio Girondo.
Acercar estas realidades. no solamente
significa constatar una
coincidencia de época, el mismo Paco Urondo, resaltaba en un libro de esos años
(2), que Girondo había sido el poeta del 22, más consecuente con una estética
que tiene sus raíces en el Martinfierrismo, y que supo ser fiel a la ruptura
como estética, sin hacer concesiones, y con
una fulgurante coherencia.
También en ese tiempo una revista, Zona de la poesía, se encargó de exaltar
la figura de Oliverio Girondo, dedicándole un número y exhibiendo su fotografía como
homenaje en la tapa. Es decir que debemos enmarcar esta obra de Oliverio, como
un encuentro de ciertas preocupaciones,
que sobre todo están en el clima de esos poemas. Ellos son atravesados y tienen
cruces con otros textos con los cuales en algo dialogan, y se acercan en
puntos, convergencias y divergencias, que conforman un haz de posibilidades
inscriptas en un determinado lapso de tiempo y una literatura.
Transcurridos años de la muerte de
Oliverio Girondo es pertinente tratar de reflexionar como su poesía se
constituye en un punto de referencia inevitable, si queremos pensar el sentido
de una obra experimental
que nos sigue convocando, y que se seguirá releyendo una y otra vez.
Oliverio Girondo es un poeta que de
alguna manera arriesga bastante en este su último libro porque él tenía ya un
prestigio que provenía de
su trayectoria intransigente, pero con estos poemas se colocaba en una posición
radical que lo alejaba bastante de lo que fueron sus compañeros generacionales
y planteaba una escritura
poética sumamente extrema.
Habría que pensar este trabajo poético de Girondo,
contextuándolo, a pesar que la escritura de En
la masmédula se resiste, porque su intento es el resultado de una crisis
existencial que se transfiere a una intensa búsqueda de lenguaje.
Claro que la pasional circunstancia que
vivía la llamada generación del 60, debe
incluir al 70, formando una unidad porque allí está el núcleo de una
transformación de las expresiones artísticas que debe ligar y cruzar estos órdenes, que en
apariencia están polarizados pero que necesita encontrar vínculos, porque al
mismo tiempo que se cuestiona una política, se comienza a gestar una propuesta
integral.
Es por eso que los poetas y narradores
más conscientes de esa época,
se dan cuenta y pensaron a su obra, que es de indagación y de
literatura, cuya característica es dejar que la realidad tenga lugar en ella, y
además sean permeables a la
investigación y a la problematización estética.
Rodolfo Walsh es un ejemplo, siempre se
mostró atento a las manifestaciones renovadoras de nuestro Arte, Francisco
Urondo como vimos pensaba Girondo constituyendo un precursor y un antecedente
que formaba parte de una verdadera tradición rupturista que había que recuperar
(junto con Macedonio Fernández, Raúl González Tuñón, Juan L. Ortiz, Roberto Arlt,
Nicolás Olivari, los Discépolo, etc.), la poesía de Juan Gelman está traspasada
en muchos poemas de elementos residuales
productos de la neovanguardia, hasta inclusive un poeta como Luis Luchi aparentemente
reacio a toda, tesitura escribe algunos textos que únicamente pueden ser leídos en esa óptica.
La figura del escritor anti-oficial era
dominante, y convocaba a la escritura, Girondo fue tomado como el ejemplo que
invitaba con su conducta, a continuar
el camino de su intransigencia, su carácter transgresor lo colocaba en una
situación privilegiada. Pero lo que hay que remarcar es que la trayectoria de
Oliverio Girondo excede el marco de la mera Literatura para convertirse en una figura muy emparentada con una
sensibilidad poética de cambio. El que lee sus poemas, comprende en esta
actualidad que no necesita
continuadores de su poesía, sino más bien comprender su actitud de cambio, de
cuestionamiento y de
incesante crítica, una especie de más allá literario, que en realidad es la
asunción de una ética.
(1) Daniel Freidenberg: en “Imágenes
en vuelo” ( Poemas Inéditos ) Ed. Losada – Nobel Fotografías Eduardo Longoni.
Bs. As. / Oviedo 2004
(2) Francisco Urondo: “Cuarenta años de
poesía argentina” (1920- 1960) Editorial Galerna, Buenos Aires 1964.
*
EN LA MASMÉDULA - Oiverio Girondo
El pentotal a qué
Lo no moroso al toque
el consonar a qué la sexta nota
los hubieron posesos
los sofocos del bis a bis acoplo de
sorbentes subósculos
los erosismos dérmicos
los espiribuceos
el ir a qué con meta
los refrotes fortuitos del gravitar a
qué con cuanta larva
en tedio languilate en los cubos del miasma
los tantos otros otros
la sed a qué
las equis
las instancias del vértigo
el gusto a qué desnudo
los tententedio tercos del infierneo en
familia
las idóneas exnúbiles
el darse a dar a qué
el re la mi sin fin
los complejos velados
el decomiso aseto
los tejidos tejidos en el diario
presidio de la sangre
los necropiensos con ancestros de polvo
el “to be” a qué
o el “not to be ” a qué
la suma lenta merma
la recontra
los avernitos íntimos
el ascopez paqué
cualquier a qué cualquiera
el pluriaqué
a qué
el pentotal a qué
a
qué
a qué
a qué
y sin embargo
La mezcla
No sólo
el fofo fondo
los ebrios lechos légamos telúricos
entre fanales senos
y sus líquenes
no sólo el solicroo
las prefugas
lo impar ido
el ahonde
el tacto incauto solo
los acordes abismos de los órganos
sacros del orgasmo
el gusto al riesgo en brote
al rito negro al alba con su esperezo
lleno de gorriones
ni tampoco el regosto
los suspiritos sólo
ni el fortuito dial sino
o los autosondeos en pleno plexo trópico
ni las exellas menos ni el endédalo
sino la viva mezcla
la total mezcla plena
la pura impura mezcla que me merma los
machimbres el
almamasa
tensa las tercas hembras tuercas
la mezcla
sí
la mezcla con que adhrerí mis puentes
Arindandantemente
Sigo
solo
me sigo
y en otro absorto otro beodo lodo baldío
por neuroyertos rumbos horas opio desfondes
me persigo
junto a tan tantas otras bellas concas
corolas erolocas
entre fugaces muertes sin memoria
y a tantos otros grasos ceros costrudos
que me opan
mientras sigo y me sigo
y me recontrasigo
de un extremo a otro estero
arindandantemente
sin estar ya conmigo ni ser un otro otro
Destino
Y para acá o allá
y desde aquí otra vez
y vuelta a ir de vuelta y sin aliento
y del principio o término del precipicio
íntimo
hasta el extremo o medio o resurrecto
resto de éste o
aquello o de lo opuesto
y rueda que te roe hasta el encuentro
y aquí tampoco está
y desde arriba abajo y desde abajoarriba
ávido asqueado
por vivir entre huesos
o del perpetuo estéril desencuentro
a lo demás
de más
o al recomienzo espeso de cerdos
contratiempos y destiempos
cuando no al burdo sino de algún
complejo herniado en
pleno vuelo
cálido o helado
y vuelta y vuelta
a tanta terca tuerca
para entregarse entero o de tres cuartos
harto ya de mitades
y decuartos
al entrevero exausto de los lechos
deshechos
a darse noche y día sin descanso contra
todos los nervios del
misterio
del más allá
de acá
mientras se rota quedo ante el fugaz
aspecto sempiterno
de lo apasrente a lo supuesto
y vuelta y vuelta hundido hasta el
pescuezo
con todos los sentidos sin sentido
en el sofocatedio
con uñas y con piensos y pellejo
y porque sí nomás