14.4.08

Bukowski - his wife, the painter


su esposa, la pintora


Hay bocetos en las paredes de hombres y mujeres y patos
y afuera un gran colectivo verde esquiva el tránsito como
la locura que surge de la ondeada línea; Turgenev, Turgenev,
dice la radio, y Jane Austen, Jane Austen, también.

“Voy a hacerle un retrato el 28, mientras estés
en el trabajo”.

Él sólo está en ese límite de gordura y camina constantemente, él
se consume; lo tienen; se lo están comiendo como
moscas atrapadas en una tela de araña, y sus ojos amamantados de rojo con furia y miedo

Siente el odio y el rechazo del mundo, más filoso que
su afeitadora, y siente su intestino colgando como un pólipo húmedo; y él
toma sus propias decisiones derrotado tratando de sacar la
barba que quedaba en la afeitadora con agua (como la vida), no del todo cálida.

Daumier. Rue Transnonain, le 15 Avril, 1843. (Litograph).
París, Bibliotèque Nationale.



“Ella tiene un rostro diferente al de cualquier mujer que conocí”.

“¿Qué es esto? ¿Un asunto amoroso?”

“Tonto, no puedo amar a una mujer. Además, está embarazada”.

Puedo pintar –una flor comida por una serpiente; ese rayo de sol es una
mentira; y esos negocios huelen a chicos desnudos vestidos,
y debajo de todo algún río, algún ritmo, algún giro que
trepa a lo largo de mi sien y muerde vagamente…
los hombres manejan autos y pintan sus casas,
pero están locos; los hombres se sientan en la silla de la peluquería; compran sombreros.

Corot. Recuerdo de Mortefontaine.
París, Louvre.


“Debo escribirle al Kaiser, aunque creo que es homosexual”.

“¿Todavía estás leyendo Freud?”

“Página 299”.

Ella hizo un pequeño sombrero y él puso dos fotos bajo el
brazo, mientras se levantaba de la cama como la larga antena de un
caracol, y ella fue a la iglesia y él pensó ahora tengo
tiempo y el perro.

Acerca de la iglesia: el problema con la máscara es que
nunca cambia.

Tan vulgares las flores que crecen y que no crecen bellas.
Tan mágica la silla en el patio que no soporta piernas
y vientre y brazo y cuello y boca que muerde en el
viento como al final de un túnel.

Él giró en la cama y pensó: Estoy buscando algún
segmento en el aire. Flota entre las cabezas de la gente.
Cuando llueve, en los árboles, se sienta entre las ramas
más cálidas y de sangre más real que la paloma.

Orozco. Cristo destruyendo la cruz.
Hanover, Dartmouth College, Baker Library.

Se esfumó en el sueño.


his wife, the painter: There are sketches on the walls of men and women and ducks/ and outside a large green bus swerves through traffic like/ insanity sprung from a waving line; Turgenev, Turgenev,/ says the radio, and Jane Austen, Jane Austen, too.// “I am going to do her portrait on the 28th, while you are/ at work.”// He is just this edge of fat and he walks constantly, he/ fritters; they have him; they are eating him hollow like/ a webbed fly, and his eyes are red-suckled with anger-fear.// He feels the hatred and discard of the world, sharper than/ his razor, and his gut-feel hangs like a wet polyp; and he/ self-decisions himself defeated trying to shake his/ hung beard form razor in water (like life), not warm enough.// Daumier. Rue Transnonain, le 15 Avril, 1843. (Lithograph.)/ Paris, Bibliotheque Nationale.// “She has a face unlike that of any woman I have ever known.”// “What is it? A love affair?”/ “Silly, I can´t love a woman. Resides, she’s pregnant.”// I can paint–a flower eaten by a snake; that sunlight is a/lie; and that markets smell of shoes and naked boys clothed,/ and under everything some river, some beat, some twist that/ clambers along the edge of my temple and bites nip-dizzy…/ men drive cars and paint their houses, / but they are mad; men sit in barber chairs; buy hats.// Corot. Recollection of Mortefontaine./ Paris, Louvre.// “I must write Kaiser, though I think he’s homosexual.”// “Are you still reading Freud?”// “Page 299.”// She made a little hat and fastened two snaps under one/ arm, reaching up from the bed like a long feeler from the/ snail, and she went to church, and he thought now I h’ve/ time and the dog.// About church: the trouble with mask is it/ never changes.// So rude the flowers that grow and do not grow beautiful./ So magic the chair on the patio that does not hold legs/ and belly and arm and neck and mouth that bites into the/ wind like the end of a tunnel.// He turned in bed and thought: I am searching for some/ segment in the air. It floats about the people’s heads./ When it rains on the trees it sits between the branches/ warmer and more blood-real than the dove.// Orozco. Christ Destroying the Cross./ Hanover, Dartmouth College, Baker Library.// He burned away in sleep.




Charles Bukowski. The days run away like wild horses over the hills, (1969)


Traducción: Flavia Cogliano Jalabert & Javier Fernández Paupy