El juego de la edición
hogareña: una visita la casa editorial Fadel&Fadel
Para
reconocer la casa de un editor artesanal hay que mirar los timbres: si el
número del departamento está impreso sobre la pared con una tipografía antigua,
entonces estás en el lugar correcto. Este es el caso de la editorial
Fadel&Fadel, un espacio híbrido entre casa e imprenta de poesía. Al fondo
del pasillo, en el último departamento de un PH en Chacarita, un recibidor
junta cajas de vino mendocino (un rubro complementario del editor Tomás Fadel,
oriundo de Tunuyán) y abre a una sala de techos altos donde los estantes
repletos de libros y las herramientas de trabajo respiran con tranquilidad. Hay
impresoras, prensas, un telar para el cosido a mano, un revelador de
fotopolímeros, una abrochadora de pie de 1940 y, más arriba, en la terraza, una
máquina de imprenta con tipos móviles para las confección de portadas.
El cuidado que muestra Fadel al
manejar las máquinas y contar la historia de cada una de ellas convive con una
fruición notable por los materiales de trabajo: los distintos tipos de papel
que acumula para libros futuros, serigrafías sobre cartón y elementos sólidos
poco frecuentes para las encuadernaciones. “Yo hago libros-joya”, formula Tomás
mientras arma un cigarrillo. “Se habla de los libros-objeto, pero un objeto es
una cosa cualquiera, una piedra. No, a mí me gusta hablar de libros-joya”.
Su primer contacto con el
quehacer editorial fue en la Escuela de Poesía y Edición de Daniel Durand. En
los años de formación en escritura, lectura y armado de libros, Tomás Fadel
trabó amistad con Durand y terminó formando parte, junto a Matías Heer, del
equipo editorial de Ediciones Chapita. En el aspecto del diseño, lo que
caracterizó a esos proyectos editoriales, según Fadel, fue la libertad que
proporcionaba no depender de las normas que imponen las imprentas. “Ahora
existe la impresión por demanda, pero en esa época tenías que depender de que
te hicieran tantos libros mínimo, de que tal cartón sí tal cartón no... esto
sí, esto no... Entonces la idea de la editorial independiente de los noventa
era poder hacer lo que uno quería”, sintetiza Tomás mientras me muestra las
plaquetas de Ediciones Chapita, brillantes, mate, coloridas y siempre con una
distintiva chapita de botella incrustada en la portada. Cada libro tiene un
diseño distinto, incluso varios ejemplares del mismo título; un rasgo que le
brinda singularidad a cada volumen, sí, pero también un rastro de que cada
libro nuevo es una oportunidad de hacer lo mismo de otra manera. “Lo que
nos diferencia de otras editoriales es la cosa lúdica, porque para nosotros es
medio un juego tener una editorial. Sacamos plata para ir de viaje, hacer más
libros, nos damos gustos, pero ninguno de nosotros vive estrictamente de
esto”.
La necesidad de ampliar más y más las posibilidades del juego los llevó, en un momento, a querer expandir su taller casero. “¿Qué es lo que queríamos hacer?”, piensa Fadel en voz alta cuando retoma los que fueron sus primeros años de creación conjunta con Matías Heer y Daniel Durand, “Ya hacíamos serigrafía, ya sabíamos imprimir libros, pegarlos... pum, queríamos aprender algo nuevo. ¿Qué queríamos aprender? Letterpress, que es impresión con tipografía de plomo, con pintura sobre cartones. Ya habíamos empezado a jugar con los gofrados: huecos con formas que se le hacen al cartón, formas que sacábamos de impresoras viejas, de la calle, de cualquier lado. Cualquier metal que encontrásemos, lo mandábamos. Entonces dijimos 'vamos a comprar una máquina que imprima tipografía'”. Así se inició un período intenso en el que dieron cacería a máquinas viejas, fueron adquiriéndolas mes a mes, las repararon y se pusieron a jugar. “Empezamos a experimentar con las impresiones y dejamos de hacer tantos libros. Fue encerrarse a aprender a usar las máquinas”, recuerda Tomás, como el fin de una etapa y el comienzo de otra. “Dejamos de hacer Chapita; en 2014, yo empecé con Fadel&Fadel; en 2015, Dani se fue a Filipinas, y de a poco me fui trayendo sus máquinas a mi casa”.
La formación intensiva y la incorporación de las máquinas de imprenta que habían ido acopiando fue el combo potente que dio inicio a un sello propio: Fadel&Fadel, editorial que reúne varias colecciones (poesía argentina contemporánea, traducciones, ensayos de poetas sobre pintores y libros de fotografía) y que lleva adelante con la ayuda de Guadalupe Alfaro y Aldo Giacometti. Pero, a diferencia de Chapita, en la editorial actual de Tomás Fadel el colorinche no es la línea; más bien rige una estética minimalista, prolija y elegante que deja lucir los variados materiales (distintos tipos de papel, cartón y tinta) adaptados a cada libro. “Las decisiones de diseño juegan para el texto; así tiendo a pensar el diseño yo. Si el diseño se impone, es que está jugando para él mismo y sólo quiere verse bien diseñado (lo que sí puede servir para crear una colección distintiva dentro de la editorial). Nosotros editamos poesía, literatura, así que nos importa que el diseño juegue para el contenido”.
Pero, ¿qué significa pensar el diseño para que juegue a favor del texto? Un ejemplo sería la serie de textos conceptuales The text is silence que “reúne textos silentes, experimentales, en donde el que habla y les da sentido finalmente es el lector. Todos fueron impresos en tipografías de plomo y madera para darles una onda corpórea, una onda sólida, maciza, material a textos que, si no, serían puramente conceptuales”. La materialidad subrayada que les brindan la máquina Minerva y sus piezas de plomo es un recurso para justificar que estos textos migren del plano efímero de Internet o el archivo en PDF al soporte físico del libro.
Así como cada libro requiere un diseño propio, también es fruto de una etapa de toma de decisiones. Tomás habla de esa instancia como la de un diálogo que se entabla con el autor del libro. “Por ejemplo el último que hicimos es el de Léonce Lupette, Äkste & Änkste denxte. Este libro lo hicimos todo junto con él: elegimos la tipografía, la impresión a calor de la tapa, sumamos unos grabados de un amigo suyo para separar las partes del libro, lo armamos y lo imprimimos. Él me ayudó a armarlo también. Eso facilitó mucho el trabajo. La idea de la editorial es que, si el autor quiere, puede sumarse al proceso de armado”. Y así cierra, con otra escena lúdica (un juego de a dos), el proceso de diseño y edición hogareña en la casa Fadel&Fadel.