3.10.24

Llorando bajo la lluvia, por Gustavo Calandra

 Nunca olvidaré la sensación de miedo y desamparo que me invadió ese martes de madrugada, cuando bajamos con Chicha, por segunda vez, desde que yo había regresado de la Festa del Muzzuni en Alcara Li Fusi.

 Vos sos mi gorda más linda del mundo. Sos la más linda de las perras. No puedo dejar de acariciarte la cabecita y darte un beso en el hocico mientras escribo.

 Ya cuando me iba, la noté rara, pero creí que, en realidad, le había estado trasmitiendo esa ansiedad previa a una experiencia ancestral.

 No comió su pollo. Estaba excitada y jadeaba. La había visto amanecer como sofocada los últimos días. Lo atribuí y, quizá fue parte del cóctel dañino, a que el aire acondicionado de mierda que tenía la vieja que me alquilaba tiraba poco y se apagaba tipo cuatro y había que buscar el control en la oscuridad y prenderlo otra vez y, como era un altillo, al toque, se calentaba.

 Me tengo que levantar a rascarte los cachetes bigotudos y hacerte chiva y vos te echas de costado para que te frote con la palma de la mano el pechito, la manta blanca, moteada de negro, pretensión de Dálmata, rasgo característico de la raza negrapechitoblanco, como el Guapo, mi primer negropechitoblanco, sobreviviente de un destino de container de basura, cuando recién tenía semanas.

 Salimos la primera vez, tipo una. No se estaba cagando. Una pilladita, se frena. Caminó con la lengua afuera media cuadra, me miró y me ladró pidiendo una explicación a lo que pasaba. Y yo no podía adivinar. Hubiese hecho la carrera de veterinaria en una hora si hubiera sido necesario. Pero no puedo. No tengo incorporada la inteligencia artificial. Ante la impotencia, barajaba hipótesis: serían los parásitos. Eran los parásitos, tenía que ser eso. Bichitos hijos de puta. Busqué la pastilla que había traído de Argentina. Dos rolas rosas, grandes. Se le da una y quince días después, media más. Pero no comía. Era imposible. No comía el pollo. Me preocupaba. Nunca dijo que no a una pechuga.

 Pasé horas, estos últimos días, viéndote reposar, dormir con un ronquido pesado, con los ojos medios achinados, las orejas puntiagudas -y curadas sus puntas con la crema que me vendieron en la farmacia de Piazza Dante. A esas orejas paradas le susurro que está todo bien, que yo te voy a cuidar, que nunca te voy a abandonar, que siempre vas a estar conmigo para que me espíes desde el sueño y te acomodes en otra postura.

 De vuelta a la casa, no quiso subirse a su cama y se metió debajo, despreciando su colchón. Me quise convencer de que estaba estresada y encima tenía parásitos. Le mandé un poco de flores de Bach con un gotero y las vomitó. Durmió media hora. Se despertó y bajó del altillo, cosa rara. Desde ahí me empezó a chumbar. Se quejaba que algo le causaba dolor. Yo también habré dormido un rato. Tenía el tobillo detonado de toda la caminata por los barrios de Alcara. En cortos, ojotas y en cuero bajamos otra vez.

 Cruzamos miradas. Yo quiero vivir en esos ojos inocentes de ángel perruno. Quiero que sientas que está todo bien, aunque aún respires con dificultad; que ese diurético que te mandó el veterinario te librará del exceso de líquido en el pulmón. Una sobada de busarda para que me apoyes tu pata en el antebrazo, entrelazando una amistad mágica.

 Esta es una región seca. Sicilia carece de agua pero justo hoy se largó la tormenta. Eran las tres y media de la mañana. Fuimos hasta la zona de los juegos de niños, el tobogán, el subibaja, la hamaca. Oscuro y vacío era un escenario tenebroso. Retrocedimos justo enfrente. No podía acertar qué buscaba Chicha. El aire. Necesitaba oxígeno. Eso lo sabré después. Su corazón se había fatigado de tanto andar, del calor africano, de correr como cachorra en la playa escarbando en la arena y desafiando a las olas. Fue un momento de desesperación, de desolación. Tu llanto finito que me reclama. Sentía que estábamos nosotros dos solos en el mundo llorando bajo la lluvia.

 Amanecimos en la pieza de la casa de Sant´ Agata, esperando que sean las nueve para que llegue el único veterinario del pueblo. A las ocho, nos fuimos despacito por una calle que subía a la ruta Messina- Palermo.

 Radiografía. Un diurético para eliminar la acumulación de líquido que la disfuncionalidad de su corazoncito le generó y un corticoide para estabilizarla. Así nos atendió Salvatore, gentil pero no muy afectuoso. Profesional pero no empático, me recomendó no continuar con el recorrido por Sicilia.

 Debíamos regresar a Messina y, desde allí, viajar a Catania, para asentarnos una semana en esa ciudad y que yo pueda hacer la excursión al volcán Etna, justamente en actividad por estos días. Bordeando la costa sur, sudoeste, pegados al Jonio, pasaríamos por Taormina, Giardino Naxos hasta frenarnos en Siracusa y sus ruinas antiguas griegas, lugar de accesibilidad económica que me daba la chance de ir a la barroca isla de Ortigia. Toda esta travesía, para mí, finalizaba en la casa del famoso comisario Montalbano, célebre personaje de Camilleri y de la serie televisiva de Europa Europa. Toda esta travesía finaliza antes de comenzar.

 Fue una señal, una advertencia. Apenas comienza el verano siciliano y la aguja del termómetro, cada día, promete medir más temperatura. Pequé de ingenuo, no sabía ni me informé que, por ejemplo, Siracusa está circundada, en parte, por zonas desérticas y que sube un par de grados más, ni que Raguzza Marina, bien al sur, justo enfrente de Malta, es el sitio más caluroso de Sicilia. Un clima casi inhumano de 46 grados en Julio nunca me hubiese seducido. Tal vez, visto a la distancia, en el otro hemisferio, este tramo del viaje se revestía de un romanticismo simpático, en donde pegábamos una vuelta, describiendo un semicírculo en la isla.

 Regresamos a Acquedolci, el pueblito donde habíamos estado dos semanas atrás. Nos vino a buscar Anna con su Jeep. Nos quedaremos en la casa frente al mar Tirreno que tiene ella, para que Chicha se recomponga del todo. Confío en la brisa que, desde temprano y luego, cuando cae el sol, refresca y revitaliza los ambientes saturados de humedad, confío en la calidad del aire puro que a uno le permite distinguir las diferentes fragancias florales.

 Alimento a unas lagartijas con rodajas de manzana y trozos de fruta que no como.

 Tanta quietud me da la impresión de que estamos detenidos en el tiempo. Que nunca nos podremos ir de este lugar. Me hace acordar a El día de la marmota, con Bill Murray y ese despertador que siempre sonaba a las seis del mismo día. Pero esto realmente no es una condena ni un hechizo gitano. No sé si repetible ad infinitum pero con Chicha, un poco, ya nos habituamos a la rutina en el paese: una passeggiata  dopo el desayuno, primero por una plaza que está a una cuadra, medio abandonada -solo el sector juegos no tiene un pastizal de un metro relleno con botellas, latas, cartones de pizza que tiran los guachos del pueblo cuando se juntan en plan “malitos”-, luego pasamos a otra plaza más grande, un poco más limpia, llena de pinos, desde donde se puede observar el mar, si uno se sienta en determinados bancos, por su posición ascendente hacia la calle principal de Acquedolci, Via Ricca Salerno. No bien arribamos, tenemos el primer bar, con una especie de patio cubierto de árboles de tilo y otro no sé de qué flor dulzona y que al igual que el tilo atrae a las abejas en cantidades que rompen el cazzo. De la misma mano hay otro donde paran un par de paesanos no muy comunicativos. En frente, a cada lado de otra plaza a la que también vamos y que nunca vi a nadie de día, hay otros dos bares. Nosotros ya elegimos el Bar Lo Sport, que de sport solo tiene la sección del diario que hojeo cada mañana, después del segundo y último sorbo del café, junto a dos máquinas tragamonedas de motivos vampirescos, mirando a los jubilados que están en las mesas de los otros bares, y que me miran con curiosidad, aunque no mucha.

 Estos últimos días cayeron chaparrones justo cuando estábamos ahí, así que la estadía se prolongó de más, hasta le permitió a la gorda, hacerse una siestita con música de gotas en el toldo.

 Cuando regresamos a media mañana, nos quedamos, en el terrazzino, dentro de un vientito que nos envuelve. Yo leyendo, estudiando y ahora escribiendo esto, y ella echada a lo largo.

 En este goce rutinesco, siempre me pregunté por qué Chicha insiste en detenernos en bares, no en todos, sí en los que me gustan a mí. Para ella son solo pisos diferentes, patas de mesas y sillas, piernas de mozos. Creo que ella sabe que, en esos lugares, al menos unos instantes, yo me relajo y disfruto, que son lugares que elegí de purrete como guaridas del mundo, las mesas de los bares y cafetines, y que así se construye la felicidad, en esa suma de momentos, y es esa alegría que le transmito que a ella hace feliz y, por eso, quiere repetir la experiencia cada vez que puede. Quiere sentirme feliz, sentado en la mesa de un bar. Con eso, para ella, ya está bien. Magia de la amistad

 La naturaleza marca el ritmo de la vibración.

 Hay más hormigas y menos gatos. No sé qué les habrá pasado. 

20.9.24

El ritmo de lo que pasa, por Javier Fernández Paupy

 

[Sobre: Jack Kerouac en el bosque de Arden, Hugo Savino, Madrid, Arena Libros, 2023.]

 

Tramado entre citas y con la libertad inaudita que caracteriza cada uno de sus libros, Hugo Savino vivisecciona la obra de Kerouac según sus propios parámetros y lecturas, sin nada de jerga escolástica ni endogamia académica o karaoke sociologizante. En Jack Kerouac en el bosque de Arden Savino aclara: «No hago biografía de Kerouac. No se trata de su vida. Son sus libros leídos en el sugerir y no en el nombrar. Leo la escritura de su vida. No describo nada, no narro nada. (…) Solo mis impresiones. Mis puntos de vista. Responder Jack Kerouac. No me interesa la hagiografía beat. Y menos que menos la contracultura. Ese invento burgués para ser eterna y publicitariamente joven».)

Tomo esta idea de Savino: «¿Y si una crónica sobre un libro solo estuviera hecha de citas? ¿Y si uno se atreviera definitivamente a soltar el saber chamuyo y solo anotara?»

Hay algo en el gesto provocador de Savino que interpela, arenga, discute, ridiculiza, agravia, se planta delante del muro del saber institucional y a la sombra de ese paredón vitupera. Savino inventa un lugar único de marginalidad para escribir, como en los bordes de toda tradición o como fundador de una nueva tradición crítica por demás leída pero sin ninguna gola académica.

Hugo Savino arma una trama de filiaciones. Kerouac con Thoreau, con Robert Burton, con Arno Schmidt, con Meschonnic, con Néstor Sánchez, con Baudelaire, con Balzac, con Proust, con Joyce, con Ricardo Zelarayán, con John Cassavetes, con Victor Hugo, con Shakespeare, con Céline, con Carlo Emilio Gadda, con Horacio Salgán, con Willem de Kooning, con Cézanne, con Pascal, con Thelonius Monk, con Macedonio Fernández, con Simon Leys, con Paul Claudel, con Nadezdha Mandelstam, con Rembrandt, con Bernard Hoepffner, con Marina Tsviteàieva, con Scott Fitzgerald, con Kafka, con Malcolm Lowry, con Alfred Jarry, con Lorenzo García Vega, con Louis Chevalier, con Jack London, con Yeats.

Savino insiste en sacar a Kerouac de los clichés y del estereotipo del escritor beatnik, mochilero y trasnochado.

Savino: «Maldita lectura. No es bueno leer. Es mejor una siesta de filosofía, ahí siempre hay momentos tranquilos asegurados».

Keroauc, según Savino: «Desobedecía con cada libro y aceptaba el desorden de su épica»

«Jack Kerouac escribía en el desierto y su enemigo era “la ética burguesa de los editores de su época”. Más la de sus amigos que trataban de encarrilarlo: Ginsberg intenta “reorientarlo hacia una novela de trama más convencional» (Nicosia) Jack Kerouac estaba “harto, enfermo, de la oración inglesa convencional” pero los editores, no. Pedían más de lo mismo. Nada cambió. Los editores siguen ahí, pidiendo oraciones convencionales, sujeto verbo predicado, con soporte de tramas legibles»

Savino sugiere que las historias no lineales que libro a libro va engarzando Kerouac en su proyecto de obra están más cerca del poema que de la trama realista convencional. Apunta Savino: «Escribir mal o escribir sintaxis enredada son algunos de los reproches dirigidos a Jack Kerouac. Es el reproche del decoro literario a la invención» Según Savino: «Hay que leer “Shakespeare y el outsider”. Así no siguen con el Kerouac beat. O a contracultura. O el Kerouac a madre. Eso se lo pueden dejar a sus envidiosos amigos. Que tocaron solo lo que conocían. Y de paso, Kerouac nunca separó prosa de poesía. (…) La única banda que Kerouac acepta es la del café, el vagabundeo, la conversación y la errancia».

Hugo Savino las llama impregnaciones. Anota: «Joyce no como influencia, no, como impregnación. Céline como impregnación»

Savino aclara: «Toda la vida de Jack Kerouac está en sus libros, que no son ficción, ni autobiografía, son una escritura de la vida. Epifanías, escenas del sentido de su vida» (87:2023). Biografía y época. «“Todos mis libros son 100% historias verdaderas solo que con los nombres cambiados” (Jack Kerouac, carta a Bernice Lemire, una estudiante de Boston College, originaria de Lowell, 15 de julio de 1961)»

La síntesis de Savino sobre Kerouac: «Toda su vida se transforma en una epopeya que pasa por su voz, por su manera de decir» Como si Hugo Savino hablara de su propia época al evocar los tiempos en los que Kerouac bregó por su obra: «El mundo incestuoso de la literatura, con sus cretinadas, y agachadas, sus chupaculos, sus pequeños poderes, y los menesterosos de alguna fama que buscan unas líneas en suplementos irá apareciendo de a poco» Anota Savino: «¿Cuándo se entenderá que los únicos contemporáneos de un escritor son los libros que lee?»

¿Y si una crónica sobre un libro solo estuviera hecha de citas?

«Jack Keruac es el cronista de su vida. Su Leyenda insiste en no dejársela contar a nadie. En no dejarse robar la voz»

«Un Diario se escribe para ir situándose, para saber de lo político y de la política. Y de los pequeños poderes institucionales que defienden el mantenimiento del orden. Para defender lo que uno escribe de la rapiña filosófica.»

«Sí, un cierto desorden se impone en lo que se cuenta, de lo contrario todo queda ceñido a decir las palabras del amor. Kerouac detectó la novela tallerística en 1949. Estaba situado.»

«Siempre habrá un académico que querrá denigrar a Kerouac. Eso tampoco tiene arreglo. Para bien de Kerouac»

Sobre lo que Savino llama «la chifladura megalómana del escritor» y de la que él queda indemne, santificado en su forma acéfala de leer, letrado por fuera de todo rictus académico acartonado, sanchístico, desfachatado, moderno, cada texto de Savino es una lección aún en el gesto de su autor que pareciera querer desmarcarse de toda generación, de todo nicho. Hay una hostilidad y un resentimiento finamente trabajado en Hugo Savino. Inimitable. Su manera de leer y escribir sus lecturas.

En Hugo Savino se actualiza esta idea de Roberto Arlt: «Si usted se dedica a la literatura y lee mucho, en cuanto toma un libro y lee dos renglones se encuentra inmediatamente en situación de decir: Este libro es una porquería, o este libro es bueno. Y no se equivoca nunca.» (El Mundo, 12 de diciembre de 1929)

Savino anota: «Kerouac escribe. Parece algo obvio, pero no lo es tanto. Casi ningún escritor escribe. Cosen tramas dedicadas a representar».

Savino muestra al Kerouac retratista, autorretratista, cuadernista, egotista, al escritor de visiones, de epifanías, de esbozos, de écfrasis. «Kerouac es un Rembrandt con cuaderno de notas. Camina y retrata. Retrata patios traseros silenciosos, edificios de ladrillos rojos, a un hombre que lee el diario, a una vieja en el metro, a otras dos viejitas con cara de perdidas en Nueva York, los baños del metro aéreo, el caminar de los transeúntes, un edificio que le evoca la eternidad, a W.C. Fields, se hace un autorretrato pensando en Cody, pinta a una mujer que tiene la ropa, en un rincón del cuaderno anota la «irritación soñadora» de ella mientras cuelga las sábanas y a su marido que llega de esa injusticia llamada trabajo. Kerouac no hace alegatos realistas, escribe no-ficción, en Visiones de Cody hace poema en prosa»

Hugo Savino muestra el gesto anacrónico de escribir sobre Jack Kerouac cuando nadie parece tenerlo en la agenda cultural.

«Kerouac estuvo ahí, es el cronista de lo que vivió. Estuvo ahí y sucedió eso que vio. Lo que fue seguirá siendo. Hace dedo en 1960 y ve los coches con la familia, los trajes colgados en perchas en la parte trasera y descubre la mutación a consumo inevitable, y la desaparición del vagabundo solitario». Hugo Savino arma una trama que cruza a Kerouac con su propia biografía. Paralelismos en las ensoñaciones. Así, Keroauc ve pasar a Miles Davis y Savino evoca una visión personal, cuando vio pasar a Aníbal Troilo caminando por la calle Talcahuano.

En el generoso Jack Kerouac en el bosque de Arden sobresale un elogio a las libretas de apuntes, una defensa de la libertad de escritura por fuera de las censuras y del control de la orgía social del mefítico ambiente literario.

 

12.9.24

Rábanos y castañas, por Santiago Armando


                               Para los que trabajan para el Príncipe Alberto de Mónaco

 

Ceaucescu y Musollini quemados como un diario, Sadam colgado, Gadafi liquidado horriblemente por los niños, hasta los 95 años de Fidel Castro con la bolsita de culorroto en unos aposentos de porno ruso, y ahora todos se ponen la camperita como el Roberto Leto de Nicaragua y los Intendentes, como bolivianos vietnamitas, por la invasión de la política adventista de chorros, que se vayan a comer cucumelos con los elefantes en un floripondio trompetita una semana en el monte, rústicos, pónganse los patines en los pisos de madera que está todo lustrado, inútiles de mierda que no rezan. Déjenme escribir de Babsha en luna llena, no soy un pintor de Belén pero la he visto porque rezo como forro pinchado en posmenopaúsica como el Presidente, no molesto al mundo y no ando en los semáforos mostrando fotos de donde se es hincado, los apóstatas me llaman orador discapacitado, pero el alma no es un efecto óptico sino del afecto de las almas clavando abajo de la almohada y a los saltos en la sombra del cocodrilo y la cerda, como es debido, prefiero guardarme mis pedos de chocolate para Chuchú. Porque Hicimos Mousse de Chocolate Rapa Nui para The Joker y Yuyito Matafuego II.

 

 

 

Buscando al Neoesenio en la Flor de Harina

 

Pensar que eso que llamé maceta de esmalte de Mafalda no engaña nada, maceta 'e mafalda en Once, Mafalda me pareció, siempre quise ser estampador de Once en las toallas y frufrús cuando veía esas orcas y delfines y las minas en tanga del póster en la ropa de cama con luna, en mi miserable estuario de fumador de submarinos. Ya fui al Moconá brasilero con los cucumelos, lindo balcón en Marte, solo es posible en la novela de cuando vivía allá en el tubo del desfiladero del cañón del Iguazú cuando era lindo, ahora está todo nublado con la humedad, los huesos de imitaciones de carpintero de pináculo con el pescado del teléfono. Arfon se fumó la luz de Tubo del motor que compró Elon para la tía Castronelson.

 

 

Motosierras en la sobremesa de corderos

 

 

Javier no quiere

Tener hijos

Javier vende

Matafuegos Yuyito

 

y su equipo de termo negro

Que completa la campera de mostazas

Que no se lava

Por el mundo entero

 

Y con los relojes de oro

De La prima ‘e Moisés Castronelson

Karina Skeletor

 

Uno en cada brazo

Y Flor de relós

Le regalaron

al rey Carlos

en un lote de piscos

bajo el Puente de Saranda

 

Un Rolex doble carne-doble queso de oro

Para sus manos hinchadas, enfermas

Lo que son, por favor,

Las flemas del rey Carlos

Desde el pequeño accidente marciano

 

Y a mi me miran con dronz

Por una tisana de nervios

Floja de papeles

pero, rezando

la cuerda del Rosario

 

Que no los pise un Cruzer borracho.

 

Pase al privado

de Woody Allen

y Carlos Bilardo

le decía el gordo Porcel

a la camiseta

de Yuyito González

en el holograma

 

 

No tengo nada en contra de los buenos modales, como tampoco tengo nada en contra de robar, para quién asume los costos, dijo el Presidente con prisión domiciliaria.

 

Karol G & Andrea Bocelli hacen el tema de la manzanera que se la chupa al ciego del semáforo.

 

Hoy me habló una maceta de barro de Mafalda con delantal celestito para negarme la inyección. Era como la hija del almacenero de mi barrio, que era igual al papá de Guillermito. Pueden estar todos presentes los parientes rezando.

 

Mi teléfono es un pescado electrónico incomible.

 

Dejen los relojes del Diego a Mc Flannery

Pa repartir nucremitos

Y alfajores Jorgito

 

El desierto de luces

y la cabellera hincada

En la ruta

Con los seguridad privada

Y Enrollado en film

En unas heladeras de mano

Un niño en trozos a Paraguay

Para arreglar a un pibito rico

Primo lejano

 

Tapujes hago

en la frontera

Veinte horas diarias

De jeroglifos hincados

de bombas de varilla y estacas

Con Pipa,

del acuífero Atlante

En el abismo de Itatí

Límite de la Trinidad

Con los paraguayos

Pipa, doncella

Empala paraguas

mascando chicle

con las tetas bailando

 

pasa

el lento tren

de paqueros

suspirando en sus pedos

a la siesta

 

Paraguayo propietario en Chacarita,

donde lo deja el puente de Encarnación

Esas son vidas de albañil

por el Puente Chacarita-Encarnación

 

Un orgullo lo que han progresado

nuestros trenes de paraguayos

Nuestro tren oruga

sobre la fosa

del macizo de sorete de Brasilia

en el desfiladero de Itaipú

tiene sistema de dehensa antiaéreo

pero no hemos tocado el acuifero

escribo de estas cabezas de serpiente podridas

para que las vea la Nuestra Señora

y las pise

 

El deseo de Elon

Es la chupada de ojete

De enfermero boliviano

Para reciclarlo.

 

Así habla

La física teórica relajada

De la ficción

De la inteligencia artificial escolar:

Exagerando

Como el Presidente

 

Llaman de Cancillería

A sacar venezolanos

De la Embajada en Caracas

Con el Chizo de La Púa

 

 

Reunión de perfumes Starlink en Marte. Elon Musk y Flavio Azzaro a los besos de lengua en la remisería de Teslas frente a verdulería bolita.

Cuando le preguntaron a Elon por Loan dijo que no tomaba préstamos pero lo consideraría, con un movimiento de flequillo. En calle Nueva Florida lo aclaman cuando camina con el swetercito azul y los Polo con los náuticos, es sudafricano el

Desodorant dal mizcle. Vende dólar al barra con cana y juega a la paleta en el CASI.

 

 

Descubra el Champán Monseñor de Nordelta en Marte

 

Con Samid en alpacas, Elonclón, y Ortega de Nicaragua con su familia de camperita celeste y el gorrito de intendente meamos en una maceta del Barrio de Mafalda Meloni con DNI, acudan a ver al  blando sacerdote. A Giorgia Melones la dejan ducharse tranquila en el vestuario de mujeres del CASI con el risotto irsuto, Hugo le deja sus traducciones, yo le opongo a su Fanta Pomelo una caja de Havanna Super Dulce de Leche.

 

Commodities en baja terminal, segundo eructo de milanesa de Itaipú para los Atlas del Subfluvial y el Starlink a 229 Pesos, barato la última vez, ya no tenía deseos de milanesa con sida.  La mujer que tomé como nacida en los Chilaverts Económicos de los CEAMSES LIBERTOS en Deportivo Riestra 2 River Plate 0 es el colmo, pensemos por el fútbol. Libertos de ropero culeado, como se debe, en el CASI,  en Gimasia y Esgrima de La Plata, con vestuarios de robar billeteras. Solo conectar al radio del Starlink el escudo del huevo azul de los metatrones y clinch, el tendido de la pista de criptografía con luna cornuda.

 

Nos presentaron después de las artes marciales mixtas en la plaza de Saná, con gorrito y alpacas de súper dignatarios. Alberto Siempre fue un Guitarrista del Conservatorio, nunca debió haber salido de ahí, pero es una fuente de inspiración en todos los países de allá, como Mercedes Sosa en Alemania. Alberto Encadenado a la Embajada, en lengua de hambre de tanga, lanceado por Maduro y Diosdado en tangas más arriba de cuero con tachas y la lengua de vaca entre moradas zanjas de rulo hirsuto con mosquitos de Marte en la cancha de paleta, el Matafuego Yuyito venía con Off y bujes de platino en el bulto. Había que subirles la Catedral arriba de la autopista del tendido a esos masoquistas y no les iba a doler ni un poco el orto,  clavaron sus ganchos en el ojete de Maduro de Elon y 350 atlas que sostenían el tendido saltaron cuando Nicolás le metía el Matafuego a Yuyito, que reía alborozada leyendo la Revista Noticias en la tina con pompas de jabón y afro rubio de viejo alfajor vencido.

 

Cruzamos en elefantes a la India, nos obsequiaron laúdes, dátiles, túnicas, que recibíamos en las carpas sobre los lomos de las bestias. Yo fumaba la Kandahar 23’. Tenía en una carga de elefante medio lote de Kandahar 23’ para el bibliotecario de Cancillería, y el tufo del porro con la carne podrida de las hecatombes de elefantes en el bosque de ombués me dormía… Alberto es un guerrero de las estepas con todos sus berretines de defensa bajo la manga, entre los dedos, los carcajes antiaéreos, su telar de violines, las alas de flexigrafeno, gracias a la pensión que me dio por mi hermano muerto. Susurraba nanas a los elefantes y lo seguíamos a la cordillera del Pamir con la trompetita arriba del globo. Encontramos a Loan con Elon y el consolador de misiles nucleares.

 

-Una mortaja lavada y reescrita, eso es la medicación del escritor milenarista, sobrehoras de trabalenguas con escupidera, y le traía una soda y le pasaba la toallita por el rostro Franchela. En ese estado no descansaría en la farmacia, la maceta de Mafalda no me deja entrar al cuarto donde me dan la inyección, esta vergüenza de mi piadosa madre.

 

 

(Alberto, no)

 

(frunciendo ojete)

 

Algo

A las comadrejas

Comeguisos que escriben

sobre la destrucción

de la armonía y la melodía

empezada

cuando cualquier idiota

se subía a un escenario

y con cualquier bello instrumento

por un código de cortesía

de los músicos negros

con esos balbuceos de niños

los parcos estos

se hicieron una reputación

que impresionó

a los viejos rupturistas

(algunos quedan)

que nunca dirán nada de la música IA

ni del sonido de la ciudad

porque también están muertos.

 

Quizás lo único sobrenatural a mano

Es la música, el porro

Y la armonía del hombre, la melodía

los ritmos y avalanchas

que tocan las almas

en flor de harina

de la que nada sabe

el muerto de frío

que canta en Coldplay

como su nombre lo indica

 

Sin rezar no se crea

No se crea un artista sin rezo

El hombre es un polvo pululante

que se aglomera como asfalto

y se masturba

en su chancro algorítmico

Mirando cuadros de fideos con grasa.

 

(o según)

 

El novio de Sabella

era un genetista

amigo de Bilardo

que lo cruzó con un perrito

para ganar un campeonato

 

Luego de cada partido ganado

le exigía su guasquita

que el buen genetista

le enviaba desde el palco

como una monedita

y entraba al vestuario

 

Lo mismo hicieron
con Mascherano
pero aquella vez
con un perro más bravo

 

El chiro, los gatos, me vino a maullar una gata.

 

 

El chiro

 

Se saludan dos trenes a gasoil, 20:39, 2:45 hs, Benavidez-López Camelo.

 

Los pájaros afinan bien a la mañana y se van, ahora hay pajarracos, loros gimnastas. El que no reza el Rosario molesta.

 

Gracias

Madre Vírgen

Emperatriz del Universo

Ruega por nosotros ahora

y en la hora de nuestra muerte

Amén

 

Matías paró en una finca con sauces y acequia al sudeste. Estaban la gringa y la madre con todo el vecindario copado por talibanes del CEAMSE, los nuevos colonos. Se habían conseguido unos dogos. Naialah me invita al día siguiente, yo paraba en el vestuario de un Fútbol 5 de un gendarme pero la pasé a buscar y fuimos a las cabañas de Nilce un tiempo, nos casamos y volvimos a la finca de pomelos giorgianos con nuevas semillas para los orines del mate.

 

Vívía con Belén hermafrodita y yo también tenía concha y me llamaba Darius.

 

Pegaba el sol en sus gafas

parada

en la garita de la rosada

Y delante de la reja

El campamento

Con la bandera de Evo

Y un gringo con panza adentro

 

También vi

guiadas de pelotudos invitados

a un monumento de Roca,

que aprovechaba un gordo apurado

 

9/8

 

Estábamos en una boda de artistas

A la sombra borrachos

llorando a Osvaldo

a unos venezolanos a unas mendocinas

sanjuaninas

comunicadores sociales

correctores de estilo de Planeta

editores de Florida

mudados a San Isidro

en el bajo del colegio

y no se podía hablar

todos nos pasaban de costado con el culito parado

y empiezo a joder al pibe ACV, a mi hermano

a los amigos, ya temprano, en los pupitres

la editora chilena con el Catena Zapata encanutado

sola divagando escándalos

pero yo no le quería cagar el casorio de la cultura a nadie

y empiezo a descorchar editores al cielo

y a mear a las poetas paraguas

y todo a media luz

a 45 grados

allá en el bajo

cuando salía el sol

abstemio, sin droga

con un par de escritores guardando la bodega

empecé a atar los chistes

y cambiaron esa música de mierda

 

   ***

 

Pegaba el sol en sus tetas

encremadas

parada

con velo

en la garita de la Rosada

pero donde más me mandé fue

en la carpa de indios anotados

Abajo de la bandera de Evo

le dejé en el buzón de caridad

la grasosa calderilla insumable

y adentro solo vi

un gringo con panza

en los primeros pastitos de la Rosada

y en el Subte Catedral

un pibe me abrió la puerta

desde adentro del andén

con su novio del colegio travesti,

alto, con el pelo naranja

con colitas,

faldita corta salmón gastado

y abajo saludando

los encajes frutales del bulto

con el andar del Subte

y un pibe borracho

con la botella de plástico

decía en voz alta

que el mejor del mundo

era Mbappé

 

Ah, linda robota de Elon

toda la magia

Del beso de cabra

Con los ojos de Dybala.

Que me manden una

Que se tire lindos pedos

Enrollada en film

Como Juliana en Arabia

con fuegos

y camello con caramelo

en el campamento pampeano

en Nueva Caracas, Marte.

 

Maduro y Diosdado

Se besaban con lengua en tanga

Solo Yuyito los separaba

Yuyito, La Pajita del Presi a los Diecisiete

Frotaron sus cuerpos temaikeanos

Y crearon el antiforro de sida con gripe

En el higo seco de la primera concubina

Que traía la revista Noticias

 

Pero cambió de perfil

y de manos

y volvió Elon intacta

en una caja

de porno ruso

 

oh
huelo
la chimenea de chocolate
del tren de chocolate
humeando pedos de chocolate
y después

mis alfajores Águila Rojos

Mini Torta Brownie
por el pasillo
del bajo orbital
con el huevo desplanchado

Me dieron un alfajor viejo
en el holograma

 

Me habló un viejo mientras miraba al calesitero sacudiendo la perinola. Me había seguido hasta ese contubernio el pobre, y me pidió que le pusiera la hélice de ojete para llegar al hospital, donde le completarían la osteomía. Accedí apurado y le abroché el medio recto con hélice que tenía en film en el botiquín del auto y salió disparado. Elon patrulla a los intestinos cortados, está inventando el ojete de repuesto para engarzarlo en el recto.

 

Todo esfuerzo artístico es al pedo sin rezo.

 

Y la locomotora a gasoil

Del Tren de Aragua

trae

el tren de cartones llenos

a los fisuras entreverados

en luna llena

paseando

a los galpones

de Solución Acabar

del CEAMSE

de Nueva Caracas

para caldearnos

y comer,

llegaron doscientos mil camiones

de pollos formoseños

de la gendarmería vietnamita

y de toda la pantera del Paraná en Yuyito

Corea del Norte será volcada

En el lago de Itaipú

Con salvas de guasca con cisnes

Y flamencos rosados

Y luego reclutados

Por la gendarmería vietnamita del Paraná

Con Whatsapp con el pique de enfrente

Contra hordas de zombis con filos estacas y carcajes

Con dronz mecanos

parados sobre porongas

como trampolines olímpicos

a los machetazos en las sogas del pontón

a los dronz les gusta comerse las sogas

y las tangas

 

Compro palabras cruzadas

y sopa de letras

con birome Bic

una luca,

no lo quiere nadie

el pueblo que olvida sus cuentas del Rosario

y la sopa de letras y palabras cruzadas

está condenado al defecorio de sida

más fecundo para el polvo

de la fitocultura alienígena

 

Y al folclorista en bombachas del tren

paren de decir que lo hacen por su familia

con declamaciones

del platito de comida a familia

chusmas sin dientes

que se hacen del público,

Pueblo Santo,

búrlate

como solo tu sabes

 

Llego a la estación del D en 9 de Julio

y un viejito con un Doble A

toca un tango prolijo,

con buenas manos,

ataques de orquesta

melodías de los viejos dibujitos,

un arrorró

y le doy los 400 pesos

que no habían alcanzado

para los nucremitos de Georgalos

y me quedo solo parado

al lado del kiosco de diarios cerrado

 

troneras alemanas

haití cuba nicaragua

y el tren de aragua

quemando basureros

 

las chapas de plástico agarran

con bolsas de basura quemadas

y El chiro camina

por el cobertizo de madera del ténder

y huele el jazmín chino

 

Uzis bajo la manga del Lóden, Imperio Austrohúngaro

 

el amigo del vecino cantó

una triste canción de puto en inglés

el inglés relajado de Coldplay

tiene mucho interés, ese resfriado

muerto de frío supirando

como una anémona con birrete

de apostar el ganso,

de jarpín priapesco

con mosquitos de Marte

con las fibras del orto

brillando y jadeando en el viento

a cuatrocientos grados centígrados

 

le respondí por el tejido

hacete culear, maraca

luego del horario

de protección al menor

como pajarraco nocturno

el psicólogo me dijo

que la falta de simpatía

es muy normal,

nada grave

 

 

Aprenda a vivir en Buzios que todavía está a tiempo de ser una herramienta del frufrú rosado de Nicole azul, me dijeron en la Marina, y me mandaron a dormir al submarino de alquitrán con pralinés y no me agarré sida todavía, los submarinos alemanes de la segunda guerra mundial al fin somos freeshop.