Sobre Paranoia Club: Notas urgentes, de Nadia Gómez (27 Pulqui, 2019)
1. Tenía la
tentación de leer unas notas para la presentación de Paranoia Club: Notas urgentes, pero hace poco ya había usado ese
recurso (casi un chiste interno conmigo mismo) cuando llevé un cuaderno de
lectura para hablar de Cuaderno del poema,
de Gabriel Cortiñas. Repetir la mímica del recurso (un cuaderno para Cuaderno, unas notas para Notas) podría haberse entendido como un
acto de vagancia de mi parte o un “síndrome”.
La
escritura de Nadia tiene una manera de usar las palabras apenas ladeada, que le
otorga un plus estrábico de sentido a los términos, como cuando dice del
“síndrome” lo siguiente:
“7/ Ver
un punto y hacer de eso, que para otros es un aspecto positivo, el carozo de un
problema insoportable. Convertir ese punto en el motivo de una desdicha. Ése es
tu síndrome, el síndrome de provocar en el otro el punto que lo desestabiliza”
Pero lo peor de repetir el ademán mimético de escribir unas notas para presentar otras notas no hubiera sido ni la vagancia ni el síndrome de repetir, repetirme, sino el riesgo de hablar de la publicación de un libro omitiendo el contexto del que forma parte, el diálogo constitutivo del que las presentaciones de libros como esta son un apéndice más.
Que la primera vez que leí la escritura de Nadia fue por recomendación de Gabriel Cortiñas; que algunos de estos textos, tal vez en una versión embrionaria, fueron publicados en la revista cubana La Noria, y otros los leyó Nadia el año pasado en la presentación del tercer número de Revista Rapallo; que el primer libro de Nadia salió en Palabras Amarillas, que edita Javier Fernández Paupy, con quien también intercambiamos lecturas y libros, son datos de la realidad y nombres propios que no tendrían por qué ser conocidos ni darse a conocer y cuya mención alguien podría entender como fuera de lugar, como impropia de la presentación de un libro, casi una mención embarazosa; porque los nombres propios suelen constituir la antesala de la escritura, la lectura, conversación y discusión de textos, la publicación y difusión de libros.
Hilos:
Dicen
las notas urgentes: “Para mí el arte son todos los hilos que ya no se ven como hilos,
susurra Diego”. Poner de relieve los hilos, tanto del texto como de su contexto
de producción y circulación, es asumir una parte real y efectiva del derrotero
de un libro, pero también consiste en defender ese diálogo constitutivo como
instancia importantísima de la cadena de producción artística: que es una
instancia colectiva. Los hilos ya no se ven como hilos no por estar ocultos o
naturalizados, sino porque se vuelven parte apreciable del arte. “Para mí el
arte son todos los hilos que ya no se ven como hilos, susurra Diego”.
Recuerdo también que, en la contratapa de Bichos raros, el primer libro de Nadia, se avisaba que eran relatos que emulaban la práctica del taxidermista pero dejando a la vista las costuras. Hilos y costuras del texto, entonces, del quehacer de la escritura, podrían ser un rasgo a anotar de la textualidad de Nadia Gómez. Cabe sumar a la familia de palabras al piolín, que, si se tensa y clava a un vaso de plástico en cada extremo, funciona como medio de comunicación y de juego.
2. El diálogo también es parte sustancial de la confección
de Paranoia Club, pero ya no se trata
del diálogo como contexto de producción de un libro, sino de uno o varios
diálogos interrumpidos, entrecortados y sustraídos de su contexto original.
Interrupción:
“Le
preguntan qué la interpela de la música. Hace gárgaras dulces. Dice preferir la
libertad del jazz. Esos no eran maestros, eran gremialistas disfrazados con
guardapolvo. Desde luego que me alegra mucho que los hayan cagado a palos, ¿qué
te parece? Tiene que haber un límite. Pero vos escuchame una cosa es una
mentira con lo que cobran por antigüedad ni un oficinista que tiene el culo
roto. ¿Y la ley? No me vengas, a mí no me vengas”
Hay algo del método de escritura de Ricardo Zelarayán en estos pasajes, pero distinto. Zelarayán anotaba, también, “frases fuera de contexto” que rompían, para él, con “la vida lineal y alienada”; frases de aquellos “hablados por la poesía” que le interceptaban la oreja parabólica y daban pie a la escritura. Eran arranques de texto, en general: frases pedernal que daban mecha a la pólvora de sus textos. Entre las notas que organiza Nadia hay varias que son parlamentos, frases habladas de los hablados por la poesía (si seguimos el decir de Zelarayán), pero el arranque es aprovechado en su energía inicial, no en su dirección; no se usa la frase de arranque como el puntapié para un relato, sino que se aprovecha el envión y se lo multiplica. Nadia colecciona arranques dispersos que, por acumulación, van construyendo un nuevo contexto de habla deliberadamente caótico.
Pienso la frase fuera de contexto como unidad mínima de Notas urgentes. La frase, ya sea copiada de lo que se oyó, lo que se subrayó en un libro, lo que se vio en un aula o lo que se transmitió por la tele, apretujado y empaquetado por Nadia en la unidad mínima de la oración. Un trabajo poético que se interesa por maximizar el sentido de la frase (su valor intrínseco y unitario) y también por lo que hace la frase (su funcionamiento) en la totalidad del texto, en relación a lo precedente y a lo siguiente. Es un doble movimiento de condensación e interrupción: condensación del sentido en la frase e interrupción de la linealidad del texto mediante la frase.
En Paranoia Club no interesa tanto la referencia a personajes (ni siquiera la identidad o caracterización de la narradora o el narrador parece importar), ni la construcción de escenas, acciones, trama. Podríamos pensar en frases, parlamentos, imágenes, pensamientos, recortes sacados de su contexto original y vueltos a pegar, en collage, para la construcción artificial de un contexto nuevo y provisorio.
Paranoia:
La alusión a una paranoia
seguro tenga que ver con esa suspensión de las referencias y los sujetos.
Cuando no se sabe del todo quién habla, quién dice qué, cuándo y acerca de qué,
las atribuciones se vuelven múltiples y ambiguas. “Ese texto es una forma de
parafrasear la paranoia, decís”, dice el texto, pero no se sabe quién lo dijo.
¿Quién es ese “vos”, esa voz?
Así, las referencias y el
contexto original de cada cosa anotada se pierde en beneficio de la frase como
unidad mínima del tejido. Pero esa pérdida sigue latiendo, suena como un bajo
constante, un fantasma del sentido. Frase independiente en detrimento de su
contexto original de aparición; imposible de apreciar, sin embargo, fuera de
esa interrupción del contexto.
3. Las continuidades entre Paranoia Club y Bichos raros
son muchas: están los mismos temas (el aula, la injusticia social, la
divulgación científica, la anatomía de los freaks, la mitología circense, la
abyección natural y bella de los cuerpos), está el mismo tono y está la misma
voluntad de romper con las estructuras (de la sintaxis, del relato realista,
del perfil, de los géneros y registros de la lengua).
Bajo la máscara artera del boceto (porque, si somos paranoicxs de verdad, tenemos que desconfiar también, o por sobre todo, del título que se nos ofrece: Notas urgentes), esta segunda publicación de Nadia, aparecida el mismo año que la primera, podría haberse leído, si la serie hubiese sido inversa, como una preparación para.
Notas que son poemas como preparación para capítulos que son relatos.
Pero no somos tan ingenuxs. En realidad, Paranoia Club: Notas urgentes tiene el carácter de boceto en el sentido de los esbozos de Tarsila do Amaral [ver Abaporu]: que eran síntesis (posteriores) en línea negra y continua de sus pinturas al óleo. Rompiendo la lógica temporal y causal del esbozo, tanto los bocetos de Tarsila como las notas de Nadia apuntan a la condensación de la imagen a través del trazo simple o del fraseo continuo, respectivamente.
Consolidación de un estilo o antes bien de un dispositivo de escritura; constituyen un aprendizaje en el manejo de la lengua como materia prima (para el relato, para el poema, para el texto). En ese sentido Paranoia Club: Notas urgentes es una superación de Bichos raros. Una continuación de las exploraciones de la escritura, en la misma dirección, pero ya en un estadío superior: una apuesta más arriesgada pero también un producto mejor consolidado.
Bajo la máscara artera del boceto (porque, si somos paranoicxs de verdad, tenemos que desconfiar también, o por sobre todo, del título que se nos ofrece: Notas urgentes), esta segunda publicación de Nadia, aparecida el mismo año que la primera, podría haberse leído, si la serie hubiese sido inversa, como una preparación para.
Notas que son poemas como preparación para capítulos que son relatos.
Pero no somos tan ingenuxs. En realidad, Paranoia Club: Notas urgentes tiene el carácter de boceto en el sentido de los esbozos de Tarsila do Amaral [ver Abaporu]: que eran síntesis (posteriores) en línea negra y continua de sus pinturas al óleo. Rompiendo la lógica temporal y causal del esbozo, tanto los bocetos de Tarsila como las notas de Nadia apuntan a la condensación de la imagen a través del trazo simple o del fraseo continuo, respectivamente.
Consolidación de un estilo o antes bien de un dispositivo de escritura; constituyen un aprendizaje en el manejo de la lengua como materia prima (para el relato, para el poema, para el texto). En ese sentido Paranoia Club: Notas urgentes es una superación de Bichos raros. Una continuación de las exploraciones de la escritura, en la misma dirección, pero ya en un estadío superior: una apuesta más arriesgada pero también un producto mejor consolidado.
Desafío:
La pregunta que podría aparecer, maliciosamente, es ¿qué viene después?
La pregunta que podría aparecer, maliciosamente, es ¿qué viene después?
Si quisiéramos ser esquemáticos, podría asumirse el camino de un libro a otro bajo la fórmula siguiente:
Bichos
raros
– estructura narrativa = Paranoia Club
Esta ecuación parecería dar por sentado que no hay narración
en Paranoia Club (o que Bichos
raros es menos poema que este nuevo libro). Las dos afirmaciones serían
erróneas porque el interés no va tanto por enclaustrar definiciones de géneros literarios sino más
bien por tratar de definir las intenciones de un texto. La intención de Paranoia Club, leído en la serie de la
escritura y publicación de Nadia Gómez, parecería ser la de condensar la
escritura. La estructura del relato, el realismo y el naturalismo, el trabajo
con el registro de diversos géneros discursivos (todos elementos presentes en Bichos raros) quedan atrás, datados en
aquel otro libro; mientras que, en Paranoia
Club, la protagonista pasa a ser esta tan nombrada unidad mínima del
discurso: la frase.
La lengua como objeto:
“24/ El significado denotativo de concha es almeja, el significado connotativo de estoy hecho polvo es abrumado, el significado denotativo de perra es mamífero cuadrúpedo que puede ladrar, el significado denotativo de animal es ser vivo. Anublar significa que anochece sobre el campo. Yo no quiero estudiar porque voy a ser policía, dice Cassinotti. Se puede estudiar la lengua como objeto. ¿Qué es la soledad? Una hormiga sin casa. Una aguja sin hilo. Lo más lindo que existe.”
La consecuencia inevitable de jugarse todo por la frase es la carencia de estructuras perdurables. La lectura se vuelve una sucesión de momentos autónomos que pueden arrastrar impresiones previas, guedejas del pasado inmediato de un texto que se preocupa sólo por seguir avanzando (anotando). De ahí que el atributo de “urgentes” le venga bien a estas notas. En la lectura urgente, nosotrxs podemos suponer que compartimos, con quien escribe, una misma inclinación hacia las frases, que nos lleva a buscar, como dice el texto, “entre las estatuas de los santos una complicidad provisoria”.
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