3.12.18

Donde sangran los bambúes, por Javier Fernández Paupy


(Sobre Voy a decirte algo en secreto, Francisco Garamona, Club Hem, 2018)

Si insisten veinte años con los suyo
–aún andando a tientas–
terminarán siendo geniales
“Artistas”, FG

Como en todos los libros de Francisco Garamona, este tiene una fuerza desmoralizante y antiburguesa. Voy a decirte algo en secreto muestra una forma del poema por fuera del altar lírico y solemne de la poesía. Su escritura parece repentista, pero de un repentismo en el que la improvisación está al servicio de otra cosa. Este libro editado por Club Hem reúne 34 poemas que aluden a la misteriosa ocupación del tiempo que es la escritura. En estos poemas hay un encuentro fortuito entre las cosas. Una superposición continua de planos. Un entramado de registros emocionales. Como progresiones hacia lo microscópico. Donde el poeta traduce o explica un desorden que no viene de la libre asociación de los sentidos. Es una subjetividad vuelta expresión. En estos poemas hay un artificio que hace parecer escritura automática lo que quizás sea un programa.

Una línea dice: «Hay tanto para decir». Y todo el libro abre esa idea. Como si la respuesta o reacción a esa imagen, fuera un largo elogio de la enumeración. Garamona despliega una visión de poeta transgénero que puede pasar por cualquier cosa y pensarse desde la inmanencia de lo inanimado y lo animado. Su poética no es pedagógica ni simplista. Pero tiene que ver con llevar el lenguaje a sus formas más reales. Estos poemas también nos recuerdan que la literatura nace de la oralidad.

Algo que no parece escrito en función de una idea previa. Sin plan. Hay poemas que parecen enumeraciones de pensamientos, deseos y objetos, libres de pasado. En el libro se despliega un mundo denso y fascinante. Y Garamona le pide a todo que sea poema. Casinos, bares, tatuajes, ciudades, guerrilleros, fantasmas, insectos, aviones, esqueletos. Parece decir que el cualquierismo no es cualquier cosa porque sus imágenes, en apariencia aleatorias, componen una escenografía móvil, exacta e imperfecta que ya no está cuando queremos volverla a ver.

Voy a decirte algo en secreto también es como una exploración de la paradoja que lleva al lenguaje a mostrar sus limitaciones en relación al pensamiento. En el poema “El cemento y las flores” dice: «pensaba siempre en todo/ lo que el lenguaje no dice». Y en el poema “Tatuaje”, dice: «te vas para volver,/ volver atrás o ir hacia adelante./ Es lo mismo, según de qué lugar se mire». Y en “Un fuego nos rodea”, dice: «no estamos solos nunca/ aunque siempre estamos solos». Todos estos versos de una elocuencia sencilla tienen mucho que ver con el efecto de perspectiva que aparece en el libro. Donde el sentido es un efecto de perspectiva. La pregunta por la banalidad, profundidad o ligereza de las cosas sobrevuela estos poemas.

Garamona es un poeta que no enseña, que no se ampara en la presunción de estar diciendo verdades o cosas serias. No es un poeta que crea que la poesía es una forma de la moral. «(…) ayer pensé, si es que puedo decir/ que pienso todavía,/ en mis amigas y amigos,/ y en todos los seres que yo imagino/ (aún sin imaginación)». Por la vía de la paradoja Garamona complejiza o vuelca perplejidad sobre el mundo y sus máscaras. Y por toda divisa: «la alegría y el amor deberían de ser obligatorios», como dice un verso del poema “Un chico me habló”.

Quizás el secreto al que alude el título tenga que ver con la posibilidad de decirlo todo desde formas nuevas y cambiantes, incluso desde formas secretas. Garamona acepta el absurdo y lo vuelve una poética donde las cosas expresan una singularidad propia y una pregunta inédita sobre su condición. Y donde lo que parece un montaje íntimo termina siendo una pregunta sobre la naturaleza misteriosa de la vida. Una práctica de la libertad. Hace más de veinte años que Garamona viene tramando una obra coherente, compleja y a la vez sencilla, que parece fluir sola, con seis discos editados y más de treinta libros publicados. El secreto que parece sugerirnos Francisco Garamona en estos poemas es que, o bien porque nada es demasiado importante o bien porque todo es importante, poeta es quien escucha lo que dicen las cosas.