17.8.25

Otros ámbitos, por Cecilia Bainotto

 

Un hueco en el cantero

 

 

Esta mañana algo pesaba sobre mi costado. Un ardor, un hueco…

Era algo inidentificable incluso pudiera ser un cosquilleo.

Salí temprano y caminé varias cuadras. De una avenida seguí hacia una calle medio desierta decorada con un cantero de piedra laja rebosante de plantas. Cuando llegó a este punto de contar la experiencia, la escritura se detuvo y además de lo que sentía se sumó el desasosiego de la página blanca, las “divinidades blancas” de una llanura que está muy lejos.  Era   demasiado en ese cuarto pequeño de hotel francés y además lo que quiero contar no tiene nada de extraordinario.

Envío  un mensaje a HB, un amigo avezado en estas cuestiones. Él escribe y es filosófico, pero no sabía que diera diagnósticos médicos a la distancia. Me dice que es otro aprendizaje que le viene de la meditación y cada tanto levita. Para él pueden ser síntomas de una enfermedad y las asociaciones, que realizó en segundos, parecían las de un algoritmo especializado.

Casi una catástrofe.

Por suerte en este caso el algoritmo estuvo equivocado Y retomé la escritura sin descartar que la conversación pudo ayudar porque escribir también es una coralidad aun cuando las otras voces estén ocultas. Pero dejamos aquí para no incurrir en teorías literarias. De todas formas, le digo a otra persona amiga, después de leer su publicación en este blog, lo bueno que estaría viajar y grabar testimonios de la gente, diseñar un poco “la maqueta” o la reconstrucción con cientos de autores anónimos. Nace un libro, una obra homérica.

Con este tema y dilema, el ardor, el hueco o lo que fuera seguía como una extensión de mi cuerpo. Al mirar de cerca ese abigarrado de hojas, en el cantero descubrí espacio en un ángulo. Si hiciera la descripción geométrica era lo más semejante a un cilindro de tierra vacío.

Me di cuenta de que lo que sentía en mi costado hacia minutos había desaparecido y de cierta angustia pasé a una curiosidad hiperbólica. Sentí que lo que ya no tenía era ese hueco oscuro por contraste con el verde de las hojas. Ese espacio era el lugar de algo truncado en el inicio. Sea por debilidad o por engendro. Tomé un puñado de tierra y tapé con apuro el hueco que deslucía en el conjunto. Mis zapatillas mostraban manchas y las uñas estaban ennegrecidas por mover tierra. No había agua cerca. Pedí al viento por ella y por si fuera insuficiente mojé con saliva.

Entre la brisa que movía las hojas y dos chicos que hacían cabriolas con sus bicicletas el espacio quieto comenzó a moverse. Me alejé del lugar con el deseo de que allí renaciera alguna hoja.

En una vereda frente a un taller de carpintería vi a un artesano en tarea de reparar sillas rotas: los respaldos no eran los mismos de antes, al igual que los asientos y los travesaños. La escena me llevó a deshacer un anhelo de crepúsculo. Cuanto más miraba el ceño fruncido, las manos en lucha con martillos y la camisa sudorosa, algo providencial me unía al hombre. Quizá la lucidez de una metáfora. 

 

 

 

Justo el Día de la Pachamama

 

“Sigamos” dice J.

“Preparar tus cosas y empacarlas”  Para ir... ¿a dónde?

Prever el destino de viaje y  sobre todo por el clima. ¿Por qué? pregunta Alicia.

¡Vamos al grano! Científicos de la Universidad de York y The London School of Economics anunciaron que en el planeta aparecieron dos nuevas estaciones. Una síncopa en la música tradicional de las cuatro estaciones. La irrupción de dos fenómenos: la niebla y la basura alteran el ritmo de la naturaleza. No es espontáneo. La mano del hombre es la responsable. La estación de la niebla se observa en Indonesia, Malasia e India cuando queman los residuos de cultivos.

En Bali la estación de la basura es de diciembre a marzo y los vientos monzónicos arrastran residuos hacia las costas. Países a los que afecta: Filipinas, Tailandia y Estados Unidos.

Registrar los lugares y meses para que los fenómenos no sean obstáculos de tu viaje. Hace tiempo que hay señales del estrés climático. Más allá de ciertas contriciones espasmódicas, las cosas se toman con toda naturalidad como el caso de El bigote de Emmanuel Carrère .

“Credo quia absurdum” dice un amigo emulando a Tertuliano. No lo dice por los fenómenos expuestos sino por la sinrazón del hombre en la falta de cuidado del lugar que habita. Elon Musk lo previene. Quiere construir estaciones en el espacio porque dentro de 8 millones de años la Tierra será inhabitable  por el fuego del sol. Un hombre previsor con todas las letras. Resulta gracioso de tan “ Cómo decirlo” pregunta Samuel Beckett.