11.12.24

La fiesta de San Giacomo que no pudimos ver, por Gustavo Calandra

 

 

 

Nos van a echar a cañonazos. Y si afirmo algo tan difícil de creer es porque literalmente tuvimos que dejar Capizzi debido a los disparos de un cañón, al tercer día de habernos instalado en la casa que nos dio Nino, el ragazzo del bar Milenium y que me había prometido, una noche, cuando vino a Sant Agata con su familia a cenar.

 Ya habían comenzado en los primeros días de julio con los cañoncitos y, ahora, que estábamos en la semana de fiesta, cada vez que terminaba una misa especial dada por curas importantes de la zona, hacían temblar el paese con nosotros adentro. Nunca vi desde dónde tiraban ni calculé el calibre de las piezas de artillería. No era muy lejos de donde se realizaba la ceremonia religiosa y tenía participación militar debido a que la Orden de Santiago como cofradía de nobles caballeros había peleado contra los moros en antiguas disputas. Supongo una explanada que daba al vacío de las colinas del emplazamiento. La cosa es que Chicha se cagó toda. Con el primer estruendo quedamos sorprendidos los dos y yo, que ya había leído un folleto en el bodegón donde almorzamos con Daniel ese domingo al mediodía, nuestro primer mediodía, digo que el folleto hablaba de una de las formas de representación militar y el uso de la pólvora cuál droga que se quema, al toque, me avivo y trato de desviar su atención. Pongo la radio en el celular, al palo. Pero es tarde ya: Chicha acaba comprender que eso es una forma de amenaza sonora mucho peor que los fuegos artificiales, parientes lejanos de las armas, que ella conoce. Poco tardé en aceptar que estábamos frente a un problema y que ése era el principio.

 Creí ver la silueta de la parca que acechaba. Los ojos se me llenaron de sombra.

 Hablé con algunas personas, con Nino, su mujer tedesca, el otro pelado de anteojos que está en el bar desde que fui en 2011, y sí, parte de los festejos serán cañonazos y en cantidad progresiva.

 Podrían meterse en el sótano, dice ella, le dice a él pero como para autorizar una propuesta absurda que así y todo, terminaré poniendo en práctica ese mismo día, a las 18, porque estaban anunciados más cañonazos

 El sótano parecía un refugio antibomba de la Segunda Guerra. Paredes de ladrillo ocre y telas de araña prehistóricas. Tenía un baño en cual nos encerramos de humedad, FM Kiss Kiss para animar la velada, y vamos mi gorda que no pasa nada. Y si pasó no escuchamos. ¿Seguro que era a las seis de la tarde?

 Salgo en cuero medio chivado a la puerta. Hay una pibita sentada en su zaguán pétreo, Le consulto acerca de la hora de los cañonazos. Siete y media, se asoma celoso el novio con respuesta cortante.

 Repetimos la escena a la hora señalada y salimos ilesos, creía, de aquella guarida subterránea, en busca de oxígeno. Una vez en el balconcito ya se respiraba bien el fresco del ocaso. Lejos, el bravo Etna se fumaba unas secas de bocanada volcánica.

 Decidí ir a comprar agua mineral, pues apenas me había stockeado. Eran trescientos metros, un mercado de pueblo, con su cartel que anuncia bagatelas en venta. No alcancé a leer la segunda de las ofertas mientras avanzaba a paso decidido, cuando otro cañonazzo  me sacó de órbita. Otra vez hacían fuego.  Estuve a punto de girar, acalorado, sobre mis talones y emprender una vuelta vertiginosa hacia la casa pero recordé que tuve ocho clavos de titanio en la tibia y tobillo derecho: me fui enfriando resignado, a paso largo.

  El saldo: dos sillas volcadas y un pis en la cama de abajo, a partir de ese momento, clausurada para mi estadía. Por suerte en la planta alta hay otra pieza donde durmió Daniel la primera noche.

 Habíamos llegado a la hora de los fideos y hacia allí dirigimos nuestro horizonte. Daba la sensación que solo los girosos quedaban en las mesas de los bares de Capizzi. Nino era uno. Que había tenido que ir al aeropuerto, que el bar no cierra nunca, que me voy a dormir y cuando me levante, veremos el tema de tu casa.

 Ejemplares masculinos bastante rudos, detrás de vasos de cerveza calentita, gruñen saludos. Estaban en mesas de plástico que habían agregado, en la vereda, los muchachos del bar, extendiendo su dominio a la calle de enfrente. Era obvio que el evento místico aumentaba la presencia de los pobladores en las calles, sobre todo, la gente que pertenecía a la congregación de San Giacomo.

 De pronto, dopo pranzo el pueblo había enmudecido. No quedaba nadie afuera. Decidimos dar una vuelta por el Nebrodi y pasar la tarde en Cerami, otra comarca amable, a ocho kilómetros, y con la diferencia, positiva, de poseer una gran plaza con pasto y árboles, sencillo accidente geográfico que Capizzi adolece.

 Ya de noche, los padres de Nino me dan la llave de la casa en Capizzi, a dos cuadras de donde se realiza el milagro, lo que significa derribar la pared prediseñada que el próximo viernes, luego de la procesión, de pasear al santo por todo el pueblo, de tomar aliento, de tomar cerveza, de tomar carrera, de tomar vitaminas, en carrera propulsora, los más fuertes conducirán, en ataque frontal, con las puntas del pabellón como lanzas, abatiendo ese muro de los pecadores.

 Por la mañana, por esas calles cortas que siguen caprichosos rumbos adoquinados, pasa la orquesta alegrando el despertar de los vecinos. Era el inicio de la fiesta de San Giacomo que no pudimos ver.

 Tampoco podré ver al Michael Jackson siciliano que se anuncia con pompas y, menos aún, se me ocurriría presenciar el final de la celebración a todo cohete.

 Seguiré el consejo de mi amigo Robert, desde Barcelona: festejos religiosos habrá muchos; perra, una sola. No debo someterla a mi capricho, la está pasando mal. Otro sitio que deviene hostil para mi Chicha. Tengo los huevos llenos. Si hasta me sugieren estos “parientes” lejanos, dejar a mi perra sola en un campo a varios kilómetros, con una cucha, llevarle comida… E si muore, facciamo un buco e la mettiamo li, di dove è la tua famiglia… Andatealareputísimamadrequeteremilparió. Menos mal, que tengo línea directa con Daniel que puede venir a rescatarnos, atravesar todo el bosque, sortear toda clase de peligros y dejarnos, de vuelta, en la estación de Sant Agata, para enganchar algún tren y desandar el camino de regreso a Napoli. Sentía, en ese instante, el filo de una guadaña que nos perseguía.

 No sé por qué, pero el Intercity, el tren que cruza sobre un ferri, de Sicilia al continente, no estaría funcionando estos días. La viejachotamalaonda de la ventanilla me puede dar del Regionale solo para llegar a Messina y, de allí, tomar el traghetto que cruza el stretto, pero también pone en dudas que me dejen subir con Chicha y vacila en vender el ticket del barquito. Trato de hacerle entender que Chicha sí puede viajar pero ella no lo sabe, nunca lo hizo y por las dudas hasta consulta por teléfono con otra estúpida igual a ella y que tampoco sabe. Véndemelo igual, dale, como te crees que vinimos, pelotuda.

 Cuanto más nos vamos acercando a la península y más nos alejamos del centro de Sicilia, atrás va quedando, también, ese pequeño cortometraje sobre Giacomo, San Giacomo, los Calandra y horas de filmación sin editar que se me presentan inconclusas.

 Cruzamos el Tirreno y ya, pisando tierra firme, intenté un último manotazo de ahogado: sabía que podría contactar a alguna familia de la ‘Ndrangheta en los parajes de Gioia Tauro. Era la posibilidad de reunir fondos para proseguir con mi proyecto cinematográfico.

 No resultará este paraje de Calabria muy amistoso. La hostilidad de algunos de sus habitantes desmiente la apariencia de aldea tranquila: en el primer paseo, cuando bordeábamos el estadio municipal, de una casa rotosa, salió un ser monstruoso, de apariencia rotosa, fofo, con pliegues de grasa asomando por un vestido descolorido, rodeado de niños y niñas desnudos, de edades diferentes, con mugre para repartir. Nunca supe si era la madre, la abuela o un ogro que los tenia cautivos. Me amenazó con envenenar a la perra si llegaba a cagar en su vereda. Le dimos la espalda y la dejamos injuriando o, tal vez, regurgitando alguna alimaña tragada hacía poco, y embroncadísima porque la mandé a limpiar, primero, la basura apestosa de su pueblito. Puzza!

 De golpe lo oía al flaco Skay cantando “La oda a la sin nombre”. Escuché una sirena.

 Del encuentro con los picciotti, descendientes refugiados de Tommasso Buscetta, no diré mucho.

 Seguimos camino pero tuvimos que aguantar dos días más en Scalea por un accidente ferroviario en el sur de la Campania. Los gritos y alborotos de los veraneantes napolitanos nos acercaban ya al mundo partenopeo. El verano no daba tregua. Jornadas agobiantes. Playas privadas vacías y amontonamientos en las públicas los pomeriggios sofocantes.

 Julio sucumbía. Precipitamos el regreso a Napoli como avecillas que vuelven a su nido en busca de cobijo. Un nido con volcán que, en agosto, se vacía de habitantes y se llena de turistas, que transpira en los muros del centro histórico su invasión.

 La literatura me lleva a que esta aventura se trasmute en ideal, que ya no pueda suceder. Fabricar con palabras una trampa para no ser afectados por el tiempo y la muerte.

Escuché un millón de voces en esta tierra. Oí tu silencio al partir. Escuché un susurro que me decía

"Ella baila siempre detrás”.

9.11.24

Sin piloto, por Cecilia Bainotto

 

MODO EMPAREJADOS

 

Como la farsa se iba prolongando demasiado, Richard preguntó entre bromas y veras: “Pero, en fin, ¿qué es lo que quiere ese Fantasma?”

El fantasma de la Opera, Gastón Leroux, 1910

 

 

SIN PILOTO (automático)

 

Justo en la cresta del temblor… dos ojos altos como estrellas adormecidas. Poca agua, insuficiente en los últimos meses.   Tienen   la fórmula para fabricarla: OH2. Una de oxígeno dos de hidrógeno, más… La química es la pasión. “No olvides nunca”

“Me falta el aire”dijo.

Por primera vez la mujer salió urgente a comprar el remedio que aliviara su mal. En la oscuridad y por confusión cree, regresó con pastillas de aire comprimido. El hombre tomò  dos y a punto de explotar gritó desde la ventana. 

“¿Dónde estás? ¿Por qué has desaparecido justo ahora?”

“Aquí cielo, estoy aquí” responde ella con culpa. 

Las dos estrellas hermosas, con brillo enceguecedor, la miran. Mezcla de ruego y recriminación. 

La sirena de los bomberos y de la ambulancia, un hombre con ambo verde, otro con mono azul, la luz intermitente, más mangueras, tubos, aspiradoras, nebulizadores, monitores, tensiómetros y sondas, modifican la casa. El cuarto es una sala de terapia o un salón de ferretería. Con la normalidad vuelve a ser una discoteca.

“El cuerpo es una máquina perfecta. Si no fuera por la inteligencia nuestros sentidos serían más arteros y podrían detectar sin error, por olor y sabor, que una pastilla de aire comprimido no es una pastilla de formaterol”

Con este último pensamiento la mujer se tranquiliza lo que es más o menos decir “Fijate lo que tomás o lo que llevás a tu boca”

Algunos días, cuando los tañidos de bronce de las campanadas de la iglesia coinciden con las ocho horas de la tarde, el hombre las escucha y la mira con rabia. Piensa que nadie muere en la víspera y se envalentona un poco.

“Aha… por qué tanto empeño en…”

“No sé de qué hablás”

“Ja, si lo sabes”

“Mirá una no sabe lo que los demás piensan porque a veces ni lo hacen”

“Qué ocurrente sos” remata el hombre con una carcajada.

El resto del día es un cielo con dos ojos altos como estrellas, por encima de las cúpulas, por encima de los árboles más altos, en pleno espacio. Todo lo que sea querido es encantador y se realimenta, piensa ella, pero…

Habitan una casa, dos casas, que limpian con frecuencia y también el espejo, del que penden como perchas en cada lado, dos sombreros. Y el detalle es que   hay un mechón claro del cabello de la mujer en el sombrero del hombre y un rulo rubio del hombre en el de ella.

“Ya ves eso es lo importante” el hombre señala el espejo y lo que cuelga a sus lados. Lazos ridículos que lo parecen cuando finaliza la obra en conjunto. No antes.

Ambos saben de imágenes que se corren por el vaivén permanente, se miran y bajan la mirada.

“Somos de largo aliento” murmuran como consuelo y conocen alguna andanza   hacia otros blancos.   Como si esas fugas afianzaran el amor que sienten el uno por el otro pero…a la larga o a la corta la interrupción en la permanencia se expone, coralmente. 

Sin embargo, hay una intención oculta de parte de la mujer de mover. En él también.   Una intención que persiste en anticiparse (por olfato) para no mirar el derrumbe de las casas que habitan. 

Muchos lo saben. Es una visión horrible. Hasta que la construcción se desvanece sin gotas de culpas sobre las espaldas.   

Por ahora los dos están tranquilos.   

 

 

NO ME HABLES

 

Paula y Ramiro, Ramiro y Paula. El orden era indistinto porque ambos eran uno solo.

Pero Paula no podía callarse. Cuando Ramiro hacía un comentario Paula hacía otro. A una objeción de Ramiro, Paula redoblaba la apuesta. Si Ramiro estaba callado Paula lo hincaba con palabras irónicas y hasta agresivas. La última palabra era la de ella. Siempre

¿Te pasa algo que estás tan calladito?

No. No me pasa nada.

Ah… entiendo. No te pasa nada de nada y agregó– Eso significa que tampoco sentís nada y menos por mí.

El hombre la miró con un cansancio tan desbordado como la última inundación que se llevó muebles, ropas y hasta fotos de cuando eran felices. Paula y él.

El silencio no existía entre ellos porque Paula así lo había determinado. Y Ramiro lo anhelaba como esos atardeceres de carrozas rosadas en las que ambos paseaban mientras se miraban. En silencio.

Todo llega y llegó ese día.

So long Paula, adiós Paula, hasta siempre Paula. Te lo digo de varias formas para que elijas la que más te gusta.

Los días eran interminables para Paula. La soledad era un peso para su medio ser.  Una tarde vio que las cortinas se hacían globos blancos y escuchó gemir la madera de las puertas.  El agua de las cañerías gorgoteaba en el interior de las paredes. El perro se ponía loco y caminaba en dos patas. Los electrodomésticos de la casa   parecían funcionar como si tuvieran vida propia. Los platos y los vasos bailaban en una fiesta sin invitados.

No pudo más y de pie ante las paredes habló. “¿Te cansaste de estar solo, ¿eh?..

Ahora venís mansito. No me dirijas más la palabra, y menos, si jugás a las escondidas”

Paula levantó el volumen del televisor para no escuchar a Ramiro.

 

 

EL OLVIDO

 

“Tal vez fue el azar un pretexto para el juego que la vida nos tenía reservado” dijo el hombre. Pero al ver en el espejo el reflejo amoroso de la pareja desechó el avance y retrocedió sobre sus pasos. Aflojó el nudo de la corbata para tragar mejor la tristeza y caminó hacia el lugar al que no hubiera querido llegar ni por asomo.

“Solo a un idiota como yo se le ocurren estas cosas” Querer ser admitido en un espejo que reflejaba por ley física lo que está enfrente.  Por espacio no por tiempo. La obsesión de un espacio que él mismo había modificado por deseos extraños “no quiero ser la causa de tus perturbaciones” le dijo una noche a esa joven mujer, “linda y espontánea como pocas” así la pensaba.

El hombre miró por última vez las luces de la celebración y,  con tenaz congoja, lo que había allí adentro. Se propuso el olvido tajante en el acto consciente, aunque bien se sabe que aquel puede ser flotante como la hojarasca en los rincones que el viento zarandea a su antojo.

En otra celebración la mujer y el hombre del espejo saludan. Hay muchas personas. La mirada, en una de ellas, sobreactúa. Demasiado es el empeño que evita el cruce. La fría indiferencia una pose. La mujer amorosa que arregla la corbata del esposo con cuidado, entiende.

Es necesaria la alta escena para sostener con honestidad la elección después de aquello.  Quizá lo mejor es lo que nunca ha sucedido al igual que las historias que no se han leído. Esas historias que no piden pista para revelarse. Están en la lengua del inconsciente y, a veces, aparecen como libros abiertos en una mirada aún en la que se oculta.

Ambos lo saben, la mujer del espejo y el hombre que no estuvo en ese reflejo. Caso contrario no hubieran llegado a ese acuerdo tan tácito.

Una complicidad que alguna vez surge en cada uno de ellos al mirarse a sí mismos en espejos diferentes.

 

 

EMPAREJADOS (Part time)

 

Tu reloj en la muñeca, malla negra y cronómetro. Es irresistible. Sigue la vestimenta negra hasta las botas negras que aprietan el acelerador de la camioneta. Girás suavemente el volante hacia la derecha y enfilamos por la nueve hacia el NUEVE.  Número perfecto.

Una llamada de tu madre, “tu padre tuvo un derrame cerebral". Regresamos por la nueve sobre el carril SEIS.

 

Dejamos la perfección en el silencio de la ruta

 

 

¿Cuál es tu nombre?

Nadia.

Ah, qué lindo nombre: NADIA, NADIE.

Nadia te dije. NA-DIA con tono recriminador.

Bueno... tanto lío por una vocal. “Me cache” en dié.

¿Quién?

Nadie, Nadia. ¡Nadie!

Nadia se fue reptando. Nadie quedó llorando en el cordón por Nadia

 

 

Y NO ES NO, Y NO ES SI, Y SI ES NO Y SI ES SI.  Mezcla las fichas para empezar a jugar.

 

“La entrada cuesta la razón”

Peter Pan no encontró a Campanita.

Cruella le mató todos los perros.

El cruzado y su esposa medieval en las costas de Melilla.

Una incursión en una choza con la antropóloga alemana.

“Un esposo sumiso”  Mira por los rincones y busca los soldados y los floretes. Pero antes quiere gimnasio de alcohol y cigarrillos para iniciar el duelo. Dice que prefiere la escuela francesa por eso del "Touche”

 

 

“Desde una perspectiva humana nomás. Un cálido abrazo” dijo

 

“Irlandés, griego, japonés… Extraña mezcla la de Lafcadio Hearn. A la mezcla le sumó los amores de una mulata en New Orleans y terminò su vida junto a una geisha. Lo que se dice; una vida con vueltas”.

 

To: HB

I will miss you.

“One snowflake never falls in wrong place”

From: Copito

 

 

1.11.24

El resto es odio, por Román Bay

 

Con el mismo tono neutro con el que habla sobre cuatro futbolistas que tienen causas por violencia de género, un periodista habla sobre cómo impacta el RIGI en la provincia del Chaco o la declaración de Patricia Bulrich sobre que “el talco siempre se confunde con cocaína”. Aumenta el desempleo. Cae la actividad económica. Adorni afirma que los sindicalistas no te dejan trabajar. En el fangoso terreno de los índices macroeconómicos abstractos, Adorni dice: “El trabajo de reducción de déficit es relevante, antes había un despilfarro de dinero insólito”. Es el ascenso de la derecha y la utopía de la libertad y la utopía de la igualdad y la utopía de la paz y la utopía de la justicia social y la utopía del desarrollo sostenido en la región más desigual del continente, América Latina. Tengo miedo de América. Basta de utopías. Vivimos en la era del capitalismo planetario. Un nuevo tecnofeudalismo nos rige, aúlla y gime. Una miseria sin precedentes nos persigue. El planeta al borde de la destrucción. Víctimas de una época pervertida en un mundo abominable, inmundo. El mercado no puede garantizar la paz social. El negocio de la guerra no puede garantizar la paz social. El belicismo del idiota de Milei y su amor a los perros no pueden garantizar la paz social. Sus declaraciones estúpidamente coléricas no pueden garantizar la paz social. Factores de poder económico y sectores hegemónicos de los medios de comunicación. El idiota de Alejandro Fantino no puede garantizar la paz social. El idiota de Tata Yofre no puede garantizar la paz social. Los hilos no visibles del poder. Intereses creados. Inserto en una tradición espuria. La ironía sucia del estúpido de Milei. Están vaciando la democracia desde adentro. Lamoine, Caputo, Adorni, no son inocuos. Son el veneno de una casta imperial. El sector privado.

Robespierre, La teoría del gobierno revolucionario: «La teoría del gobierno revolucionario es tan nueva como la revolución que la ha traído. No hay que buscarla en los libros de los escritores políticos, que no han visto en absoluto esta Revolución, ni en las leyes de los tiranos que contentos con abusar de su poder, se ocupan poco de buscar la legitimidad; esta palabra no es para la aristocracia más que un asunto de terror; para los tiranos, un escándalo; para mucha gente un enigma. El principio del gobierno constitucional es conservar la República; la del gobierno revolucionario es fundarla. El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad pública. Bajo el régimen constitucional es suficiente con proteger a los individuos de los abusos del poder público; bajo el régimen revolucionario, el propio poder público está obligado a defenderse contra todas las facciones que le ataquen. El gobierno revolucionario debe a los buenos ciudadanos toda la protección nacional; a los enemigos del pueblo no les debe sino la muerte.»

Distopía y tragedia y preguntas y más distopía y más tragedia y más preguntas. Nostalgia de la vida antes de la era de los celulares “inteligentes” que nos estupidizan. ¿Dónde estamos? Dolarización de la economía. Dólar cara chica, billetes rotos. Los gremios docentes reclaman. Decadencia de los salarios universitarios. Gente desesperada  que está perdiendo el trabajo. Pasividad social. Tremendo descalabro energético. Sin subsidios. Milei, el topo que está destruyendo el Estado desde adentro. Milei el zoofílico. Milei el incestuoso. Las grandes multinacionales se van a llevar las riquezas del país. Es un país enfermo. La gente discute por el fútbol lo que no discute por el robo que se perpetra contra el país. Milei se burla de la pedofilia porque él la conoce desde adentro. Lourdes Arrieta, mierda seca, te odio. El diputado pedófilo de La libertad avanza, Germán Kiczka, representa el código de conducta de tu partido. Tetaz , basura inmunda. Patricia Bullrich, energúmeno aberrante. La cultura es un derecho ganado que tiene que estar al alcance del pueblo. No es un gasto oneroso apoyar el cine argentino, llenar las bibliotecas de libros para las escuelas públicas. El neoliberalismo, como sugiere Wendy Brown en En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente (2019) se dispone a destruir conceptual, normativa y prácticamente la existencia de la sociedad y la idea de lo social. «El ataque neoliberal a lo social (…) es clave para generar una cultura antidemocrática desde abajo, al mismo tiempo que para construir y legitimar formas antidemocráticas de poder estatal desde arriba». «(…) si el gobierno funcionara como un negocio, especialmente el tipo de negocios de su padre y de su suegro, los ciudadanos-clientes se volverían sus objetos de ganancia, desprotegidos, explotables y manipulables.»

Que el imbécil de Mariano Cúneo Libarona exprese ante la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara de Diputados de la Nación, que rechaza la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología, a las cuales consideró inventos subjetivos, desconociendo así las vidas reales y concretas de miles de argentinos y argentinas no tiene que asombrarnos. Los dinosaurios están en el poder. La desigualdad es cuestión de género de y de clase. Depende de quién cuente la historia podemos ver qué actores sociales quedan fuera del cuadro. La cultura tiene que ser inclusiva y empática. Otra excusa para la piratería global internacional. El exceso de información finalmente desinforma. El ascenso del individualismo como estructura social. Los legados de la esclavitud, el colonialismo y el patriarcado se actualizan en estas pantomimas neoliberales en su vertiente posmoderna y “libertaria”. Un discurso que reduce la libertad a la censura y la coerción.  Que los esbirros de Patricia Bullrich repriman con palos y gases pimienta a los jubilados, que reclamaban frente al Congreso contra el veto del oscuro presidente Javier Milei a la ley de movilidad es un reflejo cabal de la crueldad de nuestra época. Fuerzas sociales reproducen la superioridad y la hegemonía masculina. El nefasto Adorni expresó: «No hay que tener miedo a a represión, hay que tener miedo a los que incumplen la ley. Todo se hace dentro del protocolo para mantener el orden. ¿Hay que pedirles por favor que se corran de la calle?» Como apunta Wendy Brown: «La libertad sin la sociedad destruye el léxico por el cual la libertad se vuelve democrática, unida a la conciencia social y anidada en la igualdad política. La libertad sin la sociedad es un puro instrumento de poder, desprovisto de las preocupaciones por los otros, el mundo o el futuro».

Wendy Brown: «(…) el ascenso de la razón neoliberal, el ataque a los social (…) ha sido tan relevante como las más conocidas facetas del neoliberalismo (…) a la hora de construir poder corporativo, legitimar la desigualdad y lanzar un nuevo ataque formal contra los integrantes más vulnerables de la sociedad.» Como si esta época, en general cualquier época, no fuera sino un largo recitado de desgracias y tragedias. Sobrellevamos nuestra tristeza a carcajadas histéricas. Entre fantasmas y muertos transcurren nuestros días, acá, en esta oscura región del cono sur.

Medidas intimidatorias. Amenaza verbal de recurrir al uso de la violencia. La nueva derecha de influencers. Inercia popular. Una nueva subjetividad de odio. La ideología de la clase dominante. Milei propone desplegar la figura del odio desde el aparato de Estado. Milei, topo pederasta, representa una cultura de la crueldad. Una parte de la sociedad mira y asiente. Débiles cacerolas se escuchan batir. Tecnofeudalismo. Mecanismos de animalización de sectores populares implícitos en políticas que recortan drásticamente derechos. La plaga de la desocupación. La debacle industrial. Lo que aparece como una amenaza. Grupúsculo de fascistoides.

 

30.10.24

Domenica, por Gustavo Calandra

 

 

Los fines de semana, vienen desde Catania, el marido y los hijos de Anna, cada uno por separado, y el menor de los jóvenes con su novia y, entonces, la planta alta cobra una vida que no suele tener.

Yo estoy sentado abajo escuchando reggae. Trato de adivinar las conversaciones, a momentos, en tonos fuertes y que hasta sugerirían reproches. Imagino las diferentes posturas de las manos. Gli italiani parlano con le dita. En sus diarios de viaje, a Kafka le llama mucho la atención un italiano que no puede contenerse, unas mujeres que también hablan con gestos. Parecen pellizcos al aire, observa. Al igual que ellos, Kafka está turisteando en Gandria, Suiza.

La App del servicio meteorológico ya mide 28. Será una jornada difícil. Cuando el agua pierde sus azules, celestes y turquesas, cuando no pueden distinguirse las islas eolias, Salina, Filicudi, Vulcano, hay que prepararse: un manto de neblina húmeda viene a cagarnos de calor. Así y todo, aguantamos afuera hasta el mediodía, tipo una, porque ya el sol estará sobre nuestras cabezas y ahí regresaremos a la casa. Mientras tanto, Chicha descansa a mis pies sobre las baldosas frías y, cada tanto, se tira a tomar sol en pose de esfinge y me mira sonriente.

La canícula.

También la avenida con sus bares está más animada y emperifollada cuando la bordeamos, ya emprendiendo la vuelta, siguiendo el consejo veterinario de passeggiata corta y bien temprano en verano.

Lo mismo sucede en las casas vecinas. La presencia matutina de los hombres que, a esa hora, suelen estar trabajando, parece aumentar el volumen de las radios. A los niños les despiertan ganas de jugar y salir en familia. Quien no lava el auto, lava la lancha y la prepara para posibles paseos marítimos.

No hay futbol local. Italia fue se fue rápido de la Eurocopa. Hoy abre un museo lliliputiense del Fiat 500, un Fitito cheto: tienen dos autos y un par más de juguete.

Charlas de cocina y de cubiertos barajados. El aroma pomodoro. Parece una publicidad de Molto. No pasa nada. En realidad, no pasa nada. Ni casi nadie. Ni la grabación de la voz que anuncia los trenes en la estación se siente, porque hoy hacen huelga. Se mangia la pasta, se puede escabiar desde temprano: es domenica.

¡Qué tentación esa minibotellita de Campari, bien fría! Dos tragos colorados de esa bebida así, sin ghiaccio, ni la rodaja de naranja.

Importa mucho la composición de la imagen. Me empondero como embajador de una estética viajera. Ni siquiera me atrevo a sacar el mate frío y lavado y el termo de la mesa. Junto al ebook, la compu, los celulares, una libretita y hasta una tuca sostenida por un encendedor con la foto de un cachorrito forman el cuadro en el que estamos inmersos y el que el mundo exterior percibe cuando pasa por acá.

En la semana vivo dentro de una postal muda.

En cuero, barbudo y con un perro termino devenido el jipi que critiqué un par de fechas atrás. Encima revoloteando en fiestas litúrgicas que a casi nadie le interesan excepto los lugareños. Y pensar que cuando rajé de mundo jipi, lo primero que hice en el hostel de Giusseppe fue poner un show de Pappo en el Cosquín, tomar whiscola en la puerta y malinconiarme con el rock nacional.

Buenos Aires te quiero desde lejos, dijo una vez Calamaro.

Tomaré mate, hasta que se acabe el termo. Puedo sentir el sonido de los palitos de la yerba cuando se hidratan con el agua caliente. Puedo contar cualquier boludez total recién empiezo. Sigo usando la misma bombilla de caña. Puedo oír la queja del mate luego de la chupada larga. Casi siempre son dos: una primera, corta que, sobre todo en los primeros mates, sirve como precaución por si está muy caliente el agua. Puedo hablar con un perrito marrón que cuando nos ve por la calle nos sigue y le quiere oler las partes íntimas a Chicha. Medio lanudo, con collar, no debe pesar más de seis o siete kilos. Va y viene por el pueblo. Cruza la avenida varias veces entre los autos como la ranita del Frogger. Chicha le tira buena onda hasta que se le acerca, ahí deja de moverle la cola y le gruñe. Gruñe ahora desde debajo de la mesa del patio porque el perrito lanudo descubrió donde vivimos y viene a recostarse a nuestra puerta de rejas para hacerse el lindo. Mirá que Chicha es una señora grande, hijo de puta. Petizo pijudo, lo lamento pero nunca te dejaré entrar. (Igualmente luego, le daré un buen pedazo de pechito de cerdo, restos de un asado con unos muchachos argentos).

 Si no pongo la radio de Napoli, puedo escuchar los interiores de las casas en el momento del almuerzo. En una, al parecer, debe haber una persona muy mayor que se duerme en la mesa y ronca hasta que lo trasladan a alguna cama en otro cuarto, desde donde continúa roncando. Esto ya lo vi, no me acuerdo dónde, ¿en Feos, sucios y malos?, en otra película, ¿en varias? De ahí mismo, de esa casa estallan pedos. ¿Cuál sería la onomatopeya para una ventosidad aflautada de ese calibre? Prrrrrr, pffft, en español. En inglés podría ser fart, poot, toot.  ¿Y en italiano? Peer. Pedere del latín, ventosear. Peer.

En un principio creía que era el niño que se oye jugar pero parecía que ni estaba. Tampoco nadie se reía. Retumbaron un par de pedos largos y la gente siguió con la comida.

Repica el campanario convidando a la celebración parroquial.

Tiene otra jovialidad la iglesia, cuando toca domenica. Estacionan de cola en la plaza de enfrente. Hay casipegado un bar que pone sillones inmensos y mesitas ratonas para grupos grandes que restan afuera.

Una domenica, en la RAI 3 dan La domenica della buona gente, con Sophia Loren, en blanco y negro. El domingo y el futbol. El clásico Roma- Napoli. El hincha, la novia, la madre, el padre fanático.

Come dentro uno specchio… scorre la domenica, qualsiasi domenica.

También será una domenica al mediodía cuando arranquemos para Capizzi. Sólo iremos Daniel y yo con Chicha. No pudimos juntar cuatro paisanos. Y no faltan en la zona. Llegaron de Argentina, muchos  y muchas en los últimos meses para tramitar la ciudadanía con más celeridad.

Un combo de gestores, abogados, empleados públicos, inmobiliarias que incluye gente de los dos países y que ha visto campo fértil para sembrar su negocio, los convoca con promesas no siempre realizables a término, más bien, resbaladizas por el tobogán del chamuyo. Promesas para ese grupo heterogéneo que busca otra opción de vida en el exterior ante la pesadilla fascista y mediocre argentina.

Exodus.

Hace cien años llegó mi bisabuelo.

Hay una vieja de la muni que parece le pone dedicación y le da prioridad al trabajo con las carpetas para la solicitud del trámite. Para un futuro buscar en este suelo.  A la mayoría mucho no le interesa la tierra de sus nonos. Hay hambre y hay dolor, su alma está marcada por la guerra. Pero cuando hay humedad, la señora sufre de achaques y se queda en la casa. Europa quedó atrás, llegaban a montones a estas tierras.  El Consulado te patea el turno para 2030. Surgen gestores sonrientes en la red. La onda es tomarse el palo cuanto antes.  

Bisabuelo viniste al pedo.

Parecería no ser o querer ser permeables a otra cultura, esta juventud migrante. A lo sumo se llevan la cittadinanza y un catálogo de playas.  Son jóvenes provistos de un coraje y una esperanza colocada más allá del océano.

Sería injusto generalizar, aunque da la sensación que prima el individualismo. No forman comunidad. No pasan más allá de un grupo de WhatsApp.

No es el caso de Daniel. Él vive en Sant’Agata porque su hijo vive y trabaja allí en un restaurante. También juega al futbol, el pibe, en el primer equipo de San Fratello previo paso por el Nicosia y está cerrando su pase para vincularse a Orlandina, la squadra de Capo d’Orlando. Ellos han logrado combinar el futbol de ascenso con el turismo regional: cada partido que su equipo debe jugar de visitante es una ocasión excelente para recorrer paesinos de Sicilia.

Daniel, unos cuantos pirulos más que yo pero con sus músculos de acero cuál titán, nos llevará y luego rescatará de Capizzi cuando sea necesario, convirtiéndose en una especie de héroe del capítulo siguiente.

25.10.24

Luna de langostas, por Santiago Armando

 

 

A Bruno Cattaneo

 

 

La colaboración ÓPERA anunció que el análisis de las medidas para la velocidad de los neutrinos muónicos en su experimento arrojaba valores superlumínicos. En particular, la velocidad de esta cierta clase de neutrino podría ser un 0,002 % mayor que la de la luz, constituyendo la anomalía de neutrinos superlumínicos, en contradicción con la teoría de la relatividad. Sin embargo, el mismo organismo reconoció meses después que a la hora de la medida de la distancia recorrida por los neutrinos hubo un fallo en el sistema de posicionamiento (GPS), al tener un cable desconectado, por lo que la medida de la velocidad superlumínica ha sido descartada.

 

Es muy pequeña la posibilidad de que un neutrino interactúe con la materia ya que sería necesario un bloque de plomo de una longitud de un año luz (9,46 billones de kilómetros) para detener la mitad de los neutrinos que lo atravesaran.

 

Pasa el camión con parlante por Las Tunas ofreciendo pan lactal, veinte patys o dieciocho salchichas por seis mil pesos.

Esquilo de Gredos nuevo seis mil pesos en Colegiales. Periodismo de premio Nobel diez lucas, Camilo José Cela, tomo tapa dura editorial Destino. Dos libritos de Josep Plá cuatro lucas. Me quedo con Cela y El Invendible. Presupuesto mensual de tres libros usados. El Invendible está caro.

Esta casa de barro grueso para todos aguanta el zumbido de huevo de alien del galpón con ventiladores. Pero es imposible escribir con el ruido industrial espástico y los gemidos de medusa resfriada de Coldplay, se me cagó el teclado pior, tengo que sobrevivir al verano con chapa arriba sin quedarme electrocutado, no me tengo que olvidar de sacar el Kindle del cargador del baño, se puede quemar la casa a causa del electricista discapacitado que contrató mi hermano. No pasó nada me acuesto. ¿Qué queda de literatura? La bomba de agua bajo mi cama y El Invendible.

 

 

Tertulia, pedos, rancheras

 

De New Orleans no me hables

por una trompetita criolla

de hipopótamos chusmas

no sabés nada del mundo,

guarda en Estados Unidos

con los evangelistas

con moco y ametralladora de pollos

hay budas de chorizo en Pumper Nic, te lo tengo que decir

sin envidia

acá es todo un mondongo formoseño, buen viaje

mantenete en lugares habitables

 

Los preservativos chinos
no sirven para chivos.

Más que La pelota no se mancha,
las pelotas no tienen la culpa.

Pedile a tu ángel de la guarda
que te encuentre un lugar
para estacionar el auto
y comprate un alfajor Rapa Nui
en Norverga.

 

 

Tu Bisabuela Yuyito Montenegros

Escribo mal
los editores
desean párrafos
como tarántulas
en el reverso de la mesa
de paraguayos que roban

-Poné lavandas.

 

¿Piel con acné y manchas?
-Tomá champeta de garcha.

 

 

La Senda de los Budas

 

La caravana de elefantes

cargando lotes en Paquistán

holgazaneándonos

con nuestras cargas afganas,

que no quemaban la carne

en el bosque de ombués

 

En un ombú

caga mi elefante

una pequeña réplica

de Sagrada Familia de Gaudí

que esfuma

aceite de huevo

con anchoas

toda la valija jolgórica

que espantaban los loros

y los pajaritos rosados

de las sedas de los budas

 

Impávidas las Nicol Neumanns

Ondeando en las sábanas,

Y los frufrúes

Con las líneas de Nazca

En estampitas de laburo

de estampador de Once

 

Seguía molestando la gente
Que no reza
En la senda de los budas
Y la discapacitada total
de Patricia Bullrich
borracha en tetas
con ¡croacs! de eructos
sobre las milanesas

El sol y las guitarras Spotif,
muchacha ojos de escobillón
Despacito entre las manos
Crayones suizos de teclado
en La paz del Rapa Nui con candado
en los cruces de los bosques
donde el tiempo no pasa
el escobillón de caspa

 

 

El prestigio de limpiarse el orto

 

Ah mis viajes

claro que dejamos de fumar

tenemos plata

chacra en Mallorca

arena rosa en Cerdeña

y pañuelo con bulgaros de seda

para limpiarse el sorete

en el paquebote de Mónaco

llamado Ritz-Carlo

 

***

 

Vuestras reverendísimas

con fresco pescado de Crótalo

fumando con Rosario,

visto en Crónicas de Iglesia

derrotando a Santander

en el río Culeander

de la India con sida

de calefones oxidados

 

 

La kosher haze

con la blueberry

hacen la Bluecheese,

y las choco thai

con la kosher haze

hacen la Chococheese,

también puede salir

el Bluechoco.

 

Caen de cortesía

unas NLX x Owl’s Skunk suizas

En la primavera del tiempo

De leer La Orestíada

cuando cierra

el mercado de porres

 

El mamut

con rifi de Paquistán

y el queso azul

bajo la luna

y las orcas

de Nicol Neumanns

y adiós Destroyer autóctona

de semillas paraguas

 

O Shaquenho Palavecino en la hoguera

del gótico ganadero, la AFIP

le extraía su última gota de gota.

 

Chacarera-chacarera

abriendo campo a conchazos

desmalezando tv ortos

escuchando la radio

cosechadoras de pelotudos

y cosechadoras y cosechadoras-comeculo

serraban chapas

perforadoras, cajonazos

cada vez más fuertes,

no paran nunca los conchabos

y de noche el zumbido

de huevo de alien

de los hipergalpones

y las barbas del jazmín de abejas

del bosque de Antúnez

con ventiladores aventadores

de maricones demacrados

y una máquina de jugo de naranja enorme

para no se qué carajo

 

Ponferrada

con el clavo de remaches

de forros chinos

ratatá-tatá

tecno el forro de plomo

el tren de costura

de polleras de Corea

con la jabalina en la puerta

de la nueva Venezolania Soldada

del Tren de Aragua

con Radio Colgate

 

El jaguareté hace

como que mira

el reloj de una pata

junto al hipopótamo de oro

del sol de Pumper Nic

cruzando la Corea

 

El Pastor en gruya

y un acordeón en brazos

de un sapo

y grillos y langostas

bailan de la mano

en el fogón

Cae la tarde y se va el bus

y todos los días lo mismo

con papel de culo Prestigio

 

El dolor es como el oro

ambos exigen respeto

pero los miserables

no tenemos ese celo

y vendemos estampas

de Alberto Fernández

en la facultad de derecho

 

 

El poeta

solo puede hablar

de su dolorosísimo

huevo izquierdo

martillado

y despegado con espátula

que ofrece

en su lánguido paño

en la facultad de derecho

 

Más bien olvidar

y rezar

dormir la siesta

sin demasiadas

pasiones berretas

que se cambian

por el alma

oro del dolor

que habemus

de entregar a Dios

 

 

Bolsa de sueño

 

Buenos Aires era como un lúgubre garaje de mecánicos, yo estaba con mi familia, nos limpiábamos con trapos, mi hermano era el único que trabajaba y aparece esta persona de Cataratas que había sido mi compañero de clase en el colegio y jugado al rugby en la misma división y le trae unos cajones con plata. Todo era plata y yo estaba tumbado leyendo como corresponde a mi posición de combate, pero cuando se estaba yendo empiezo a imaginar playas brasileras y le pregunto si no habría lugar para mí en la empresa y me dijo que llame.

 

Pasos afuera, chilenos merodeando. Saqué un perro policía de la puerta de mi cuarto, lo empujé escaleras abajo, toqué su pelaje grueso, era enorme. La misma luz mortecina del pasillo de los otros sueños con pisos o capas de ambientes en la escalera.

 

Vivíamos en las torres infinitas de Puerto Madero, con negros yanquis, con perros enormes, y todos pedíamos recetas de la AMIA, nadie sabía el número de la Ley AMIA, y las farmacias las rebotaban, a veces ponían Gracias AMIA y la aceptaban, había como una nueva Puerto Madero en una Palestina Art Decó altísima, los pisos eran deslizantes. No se conseguían ascensores con lugar y había que subir unos pisos, a lo de mi amigo Gabino, con sus amigas, y bailábamos, y las mujeres en faldas blandas se nos sentaban de culo, y volábamos. Los primeros pisos eran de consultorios, farmacias, conferencias, casas de Havanna, hogar y electrónica. Había viento allá arriba, una gravedad más flotable, deslizable. Y abajo estaban los negros yanquis con sus perros enormes.

 

Había que pasar como en la caja del súper el cadáver de mi viejo, tenía cortinita, llegué y pregunté cómo estaba, “tiene manchas”, me dijeron como si tuviéramos que saber los parientes de alguna enfermedad congénita, el tipo se lo cargó hincado de espaldas, lo abrazaba atajado a las cadenas con una vara horizontal elevada, había que mirar y esperar, era como una especie de morgue con tintorería. Lo tenían colgando enfrente mío tras una cortina verde, de espaldas, y el operario lo maniobraba. Me dieron un ticket que decía Soretito de Oficina.

 

Quiero quedar bien con una amiga de mamá y le compro por el teléfono una crema y un Eau de Toilette en el Aeropuerto, ella ya casi está embarcando, estamos en la puerta, pero entro a la página y me van contando el viaje por Roma, todo magnífico, me encuentro viajando por el teléfono hacia abonar con un montón de vicisitudes, me siento en la tabla del excusado, no me alcanza el dinero para la versión sin todo este preámbulo, y sigo con la que me alcanza, estamos todos viajando, estamos en París, en las perfumerías, mil cosas pasan y llego a pagar cuando está en la puerta de la escalinata del avión esas dos boludeces que no sé cuándo le van a entregar, si en el avión o cuando mongo aurelio, y yo re contento gastando guita al pedo para quedar bien en esa aventura por el teléfono con una vieja araña de galpón.

 

Aprendo a flotar y a desplazarme sobre el colchón azul de una plaza. Steve Vai toca para los paraguayos de unas torres en obra y me pasa la guitarra con la que sigo mis viejos punteos de los que mi hermano se burlaba en las horas previas a su propia muerte, voy y vengo de una torre a otra y cierro con unos acordes toscos pero parejos, y los paraguayos gimen de arrobo cuando le devuelvo la guitarra al dueño. Siempre quise tocar alguna de las Ibanez de Stevie.

 

29/09

Recién hablaba con una psicóloga guatemalteca que trabaja en Alemania como psicóloga de refugiados, parece que tiene una muy buena posición porque se burló de mi oficio de vender libros. Le dije que la compadecía en su labor civilizatoria de musulmanes y africanos y se enojó, me acusó de ultraderechista admirador de Milei. Me llamó ignorante. Pero pobre, qué puede saber una psicóloga con título de una universidad de Guatemala. No le pude explicar que el uso masivo de inodoros en occidente es mucho mayor al tiempo en que los africanos dejaron de ser animistas caníbales y ahora los tienen en monoambientes por toda Europa comiendo arroz, porque eso es el nuevo humanismo alemán. ¿En qué estaba pensando la Merkel cuando les dio paso? Y los musulmanes, simplemente son como las hienas. No hay que darle mucha vuelta al género humano con aquello llamado psicología. Deberían enseñarles todo el Antiguo Testamento a medida que se los recibe, por lo menos, pero ya ha corrido mucha agua -y sangre- bajo el puente y eso ya es imposible a estas alturas de la discapacidad global.

 

 

Responso en el Submarino

 

¡Escuchen el silencio de la muerte!

Y recuerden

las pajitas de bolsillo

por las escaleras

y las recámaras

subiendo y bajando

durmiendo y fumando

 

Somos nosotros,

camaradas,

en nuestra tumba silente

 

Solo el esperma

que se derrama

no se escucha

en los radares ingleses

 

Pero hoy cantamos

Las más profunda

Canción de cancha

para darles caza

a los Veintitrés Astutos

que violan nuestras aguas

por nuestro finado Capitán

Muro de Huesos

 

Cuando muere un inglés

relumbran los serafines

 

¡Recuerden el silencio de la muerte!

 

 

1/10

Esta mierda… Tres y ocho AM. Sueño con Cristian Pignotti y Lucía Mazzinghi, qué linda mina, apenas amaga a levantar el mentón, nada que decir, siempre la imagino de costado como a una foto de juventud de mi vieja. Salgo afuera y Cris en un 128 naranja me da un paquete y medio de Phillip Morris, vamos a leer en público, no traje nada. Me levanto y pongo Last Chance to Dance Trance, que no camina, las últimas de Uninvisible que terminan con el partido de Ping-Pong se pasan porque me saca de lugar El Chiro. Recorro un poco los Medeski, Martin & Wood de mi juventud, pongo los discos que tenía, un par de The Dropper, la Note Blue tarada, y Combustication, el cuento de Whatever Happened to Gus. Aparece Savino y le quiero decir que a Sánchez le hubiera gustado fumar un par de cepas nuevas de porro, que también el cuerpo se me descoyuntaba, pero hube de mantener el rigor, y lo veo pasar bailando perfiles de tango levantando la cabeza con Andrea Frigerio. La Hindu Kush es tal cual El Amhor, Los Orsinis y La Muerte. Debería ir cerrando, los instrumentos buenos costaban cinco mil dólares, llegué a una Henri Selmer C-700 de las últimas y después la vendí por no encontrar baterista y me aburría, un bebe a dos casas lloraba con mi tétrico blues. Lo comprendo a Savino con Albert Ayler, pero hay que respetar a los vecinos. Ahora le toco la armónica a las plantas, que les gusta, en Re, la Si bemol me trae recuerdos amargos, con la Sol marchitas, chamamé, tango. Toco con dos juntas, pero me aburro, la música del Siglo XX empezaba con los preludios de Debussy, pero no pudo mantenerse la manzanita con dulce de leche por mucho tiempo y todo se hizo vomitivo. Guarden discos de Tchaicovski por las dudas, Troilo y armónicas Hohner en Re y en Sol.

 

 

Cris y La Tensegridad

 

Fui a Tensegridad en Nuñez, casi se me perforan los tímpanos como después de no tomar avión por mucho tiempo. Había gringos demócratas californianos. Los del Lincoln. Danzas de brujos coreografiadas. Supongo que todas las llamadas facetas de la personalidad llevadas al máximo de separación logran eso que hacían esos brujos mejicanos.

Acá tenemos La Buenos Aires Tenebrosa y eso es suficiente. Pero se perdieron muchas cosas. Todo falta ahora, y ya pasaron los mejores años. Spinetta siempre me pareció un pelotudo más.

 

 

Se acerca el verano, 2025 AD

 

Hay que ducharse, afeitarse, tomar café. Volver a la ciudad. Animarse un poco. Pobre Roberto Arlt, quedó escribiendo con el tono de Fantino. Nadie habla pero ya hay que tocar pito porque hay muchos locutores retóricos con la voz engomada. Los Adrianes Suar y Franchelas me violentan a niveles de Palito Ortega. Azzaro vocalizando como con la boca llena de pan dulce defendiendo a Riquelme, Ducatenzeiler dice algo, pero los pibes miran el fulbo. Anoche no fue nadie a la cancha de Racing. Veo cinco minutos y cambio a Jerónimo Torres Santoro. Le dije a mi ahijado que Paul Fernández está paseando en la cancha y se despertó con una sonrisa y asintió, le dije que Echeverri no pisaba el área hasta que llegó El Muñeco y me miró por arriba recordando lo que vio en la tele y se quedó regulando, seguí: Vos viste al Real Madrid, Benito. Yo te quiero comprar una camiseta de Boca pero la de estos muertos de ahora, no. Y me callé. Los Pumas mucho mejor, pero con las boludeces amateurs de siempre, las amarillas y la expulsión del jodido de Matera. No podés jugar contra Sudáfrica con dos menos porque te comés cuarenta. Pero estrictamente, salvo estas calamidades puntuales, los veo mucho más rápidos y con muchos menos errores no forzados. El Ala rubio número 7 de Sudáfrica Pieter-Steph du Toit es un jugador fantástico.

 

Hablando con una Santiagueña de Clodomira me dice que no puede dejar la casa más tiempo que las horas de jornada laboral porque le entran por el techo y después la llama un desconocido que le ofrece comprarle la casa, que la policía se le burla, le dicen que tiene que compartir con los que no tienen; que los campos están improductivos o destruidos por no rotar cultivos. Que todos tienen planes y los pibitos andan por la calle con cuchillo, que todo Santiago está así. Le robaron el título de farmacéutica de la Universidad de Tucumán. Se quiere ir a España, anda sola, sin parientes ni pareja, sin hijos, posmenopáusica. Toda la mañana leo su desgracia en el Whatsapp y desaparece. Me dijo que los eucaliptos que trajo Sarmiento a Santiago eran para erradicar el paludismo y la malaria y que ahora talaron todo. Que los mosquitos santiagueños son helicópteros. El verano pasado fueron record en dengue. Le dije que los quebrachitos siguen creciendo solos pero me contestó que los muertos de hambre no perdonan ni una maderita viva. Que Termas de Rio Hondo es una zona volcánica erosionada y que por eso hay agua pura y agua envenenada, que arruinaron el Rio Dulce y que hicieron dos puentes más de La Banda hasta Santiago.

 

De La Banda hasta Santiago

Hay un puente que cruzar

No le pegue mucho al trago

Porque puede resbalar

(dos más)

 

Antes se plantaba palo de escoba para el salitre pero ahora ya no se hacen escobas con palo de madera y volvió el salitre, y así progresivamente relevamos toda la destrucción de Santiago del Estero.

 

Hace más de veinte años que no escuchaba el final de Combustication de Medeski & Cía. 6:15 hs. Amaneció. Un avión, pájaros, los galpones no apagaron las luces de noche, mi cuarto detonado. El Spotify sigue solo con jazz de ahora. ¡Quién quiere escuchar un solo de batería actual a esta hora! En You Tube suben al toque los videos de la gira BEAT de dos de los Crimson con Vai. Belew ya tiene setenta y cuatro años y parece un pibe del circo, lo adoro. Chau Medeski. Me voy a tirar un poco con el Menstrual Cycle de Prince.

 

Despierto al mediodía, veintidós grados, los pájaros chillan, una moladora. Iré a cargar tierra en las macetas. La semana pasada despedí a la mucama y al psiquiatra, me va a traer problemas con los viejos que están en el sur, pero ya no los aguantaba más. La doméstica con su susceptibilidad de villera malcriada se fue llorándole al teléfono. Durante años daba vuelta toda la casa patas para arriba, hasta el tacho de basura, y se ponía a planchar mirando la novela en el teléfono y dejaba todo así hasta la última hora que juntaba todo y se iba, dejando la casa intransitable durante esas horas. Mamá no le decía nada porque le pagaba dos mangos. Pero yo le quería tirar el teléfono a la pileta cuando la veía en la cocina mirando las novelas mejicanas. Cuando le dije que se vaya me empezó a gritar y le dije que no levantara la voz porque la sacaría de los pelos a patadas. Le dije que se apurara, que mueva el orto y desaparezca. Venía vestida como en el cuento de El balneario de crotos y comía y miraba las novelas lerdamente. Fueron diez años cruzándomela hincada sobre la mugre por toda la casa con ese cuerpo horrendo y fatigado de pilar del rugby femenino paraguayo. Sus chismes de la villa y el dulce chamuyo paraguayo mentiroso e intrigante que le hacía a mamá, el relevamiento permanente que hacía de las cosas de valor de la casa. Su desprecio por mi presencia irredituable. Sus últimas milanesas crudas. Me ponía estampas de San Cayetano de prepo en el escritorio y yo le gritaba que me recago en el laburo, que se las metiera en el orto. Ya no vendrá más.

El psiquiatra se dedica al marketing de pastillas y al coaching desde que renunció a su puesto de médico gendarme y se transformó en otro discapacitado funcional del chamuyo, quedó igual que los curas imbéciles de ahora, que como tales con los sacramentos, solo sirven para expedir recetas. Iré a un neurólogo.

Levanté tres tachos de veinte litros de un volquete y me compré tres automáticas Jack Herer, si Dios quiere tendré al menos un par de frascos de la dulce Jack para año nuevo.

 

 

Edad del pavo 3.0

 

Odio a mi padre
y a mis hermanos
y a todos
los soretitos de oficina
como ellos

 

Quiero dormir atrás

de una librería con patio

con sombra de árboles

mis plantas y pájaros

y que a los clientes los atienda

un atajo de electrodomésticos

vertebrados

 

También ir por la costa

Hasta Chubut

A la temporada de orcas

Y poner un arco

Arriba de un médano

Y tapar tiros libres

De lobitos en vuelo

 

Total pobreza y abstinencia. Rezo, duermo, leo.

 

 

Sueño

 

Pude hablar con mi tierno amigo Léon Bloy al fin, le rodeaba los hombros con mi brazo y me sonreía, el tierno corazón del gran Léon me sonreía, en el cielo vestía de blanco como un francés real, le recordé en una suerte de cine de castillo que la gran consolación que él esperaba después de la primera guerra mundial fue Hitler, y me miró con una breve mueca de circunstancia, estábamos en un lindo campito con su esposa Jeanne y dimos unas vueltas, miraba ya todo aliviado del dolor y era el hombre alegre que siempre sospeché que era en el fondo, solo que en este mundo había elegido cargar la cruz del Pobre. Me fui por un sendero hasta un retiro donde estaban mis amados compañeros de equipo y me invitaron a una fiesta, era un gran casamiento en la avenida Libertador al que fui con unos viejos amigos del colegio pero recuerdo que salí rápido y me quedé en la entrada, caminando por los ravioles amarillos divisorios de las manos de la avenida me acosté sobre una hermosa mujer que se me acercó y la pasamos cómodamente tumbados en dichos quesos amarillos, no había tráfico y estuvimos horas hablándonos a los oídos y besándonos y apoyando, una hermosa mujer de pelo y piel castaños. Vi a Maurice Dantec esperando el colectivo y le chiflé y levantó el brazo desde el primer escalón, la mujer desapareció y salieron los del casamiento, tenía doce pesos y le pedí a los chicos si me podían acercar a casa recordando que ya no vivía en San Isidro y por supuesto porque todos ahora viven cerca o de paso, pero seguimos bebiendo de unas bandejas un buen rato.

 

***

 

Me había quejado de la demora a la semillera y me mandó una Jack Herer de más y veinte Blueberry regulares uruguayas de regalo, más el paquete con las tres Black Afghan. Voy a la paquetería y cruzo la plaza sin mosquitos, ya cargué las macetas. El día es amarillo con los black outs bajos.

Limpio mi cuarto y empiezo el Levítico.

 

 

4/10

 

Tarde para el baile

lo que me gusta es la abstinencia

y el ardor de cuchillos

en los pulmones

de la carcaza chupada

por el pucho

bajo las mantas

 

La bombilla mira torcida

como el gato pidiendo comida

y todo es dolor y convalecencia

y bajar las líneas

hasta que vuelva a rezar

en la luna nueva

de las langostas

 

 

6/10

Volvieron mis padres de vacaciones en la casa de un banquero sidoso y mi madre me comunicó que seré trasladado a un asilo. Solo lo lamento por mis plantas.

 

 

7/10

 

Armonioso conjunto de miserias y tormentos. Chocolates viejos de regalo, unas insípidas galletas contemporáneas, y los ruidos consabidos: el lavarropa, un torno, bordeadoras, el grito atronador de un sodero y la bomba de agua.

 

 

8/10

Anoche Raúl Gámez fue a El loco y el cuerdo. Ochenta años, jubilación mínima. Ayudaban hasta hace poco con su mujer en la panadería del hijo hasta que la señora se lesionó y tuvieron que mudarse de Liniers a un lugar donde les alcanza el dinero. Con remoridimiento se reprochó no haber tenido bien a su mujer en su época. Azzaro le preguntaba si todavía se prendía cantando “Soy del Barrio de Liniers…” A veces sí, dijo. Va a la popular con los nietos. Recordó el fondo de inversión de Macri para traer jugadores, dijo que el lagarto está metido en todos los chirimbolos redituables del fútbol, en los de seguridad y en las apuestas, y que Milei es un sapo por llamar a las personas mayores “viejos meados”, cosa que podría pasarle a su propio padre, dijo. Yo pensaba que por Riquelme una persona con estudios de séptimo grado no puede ser presidente de un club importante. Gámez llegó hasta sexto grado y sacó campeón del mundo a Vélez contra el Milan de Berlusconi. Mostraron fotos de él en México 86’ a las piñas con los hooligans. Hincha de Alfonsín y del Papa. Dijo que lo trajo a Bianchi porque el farmacéutico del barrio le insistía. Que el clásico de Velez Sarsfield es Ferrocarril Oeste, pero que Ferro quería ser el mejor club en todas las disciplinas, aspiración que ahuyentó a la gente que practicaba deportes de manera amateur, lo que terminó fundiendo al club. Dijo muchas cosas que me emocionaron. Azzaro y Ducantenzeiler lo cortaban. Cuando se fue quedaron como bobos y apagué y recé por él y su mujer repetidas veces.

 

***  

 

Mi padre me dice que tengo que estar un tiempo internado y resetearme para poder levantarme temprano y trabajar, que las plantas de marihuana las tengo que tirar. Tratamos de hablar pero es un intemperante total que le sube la presión porque le digo que rezo, leo y no molesto a nadie y que la marihuana que cultivo tiene poco psicoactivo y es especial para mis nervios, y que de irme de casa fumaría lo que hay en la calle, que es el equivalente al alcohol de farmacia. Se queja de que no hablo con nadie, ni con mi hermano, se avergüenza de mi nula vida social, que es lo último que deseo. Van a llamar a la ambulancia en cualquier momento y caeré en esos subhumanos psiquiátricos de la guardia de Galeno peores que los públicos.

Mamá se queja de que la joda mía de echar a la mucama le va a costar un millón de pesos e intuyo que quiere que me internen para que ese bicho vuelva. Percibo sus ganas de adoptar a esa mujer de albañal y abortarme a cambio.

Les digo que soy un poeta y estoy desnudo en el mundo, y que mi suerte ya está echada.

Plaga de ojetes con serpientes.

A mediodía me llevan.

 

9/10/2024, Benavidez