10.5.24

El Kush, por Santiago Armando

  

Kush enrollado, vaso lleno… ¡Elijo las cosas buenas de la vida!

Rihanna, Twitter

 

Sabíamos que no podíamos hacer que fuera ilegal estar en contra de la guerra o ser negro, pero si conseguíamos que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína, y luego criminalizábamos fuertemente a ambos, podíamos desbaratar esas comunidades. Podíamos arrestar a sus líderes, allanar sus casas, disolver sus reuniones y difamarlos noche tras noche en las noticias. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Por supuesto que sí.

John EhrlichmanHarper’s Magazine

 

 

El dueño de una reputada semillera holandesa viaja por el mundo para recolectar semillas. India, Malawi, Sudáfrica, Marruecos, Colombia, Jamaica, Tailandia. En Malawi encuentra una planta con franco olor a Ananá y exclama de felicidad contra las índicas: “Quiero que todo el mundo esté para arriba y no colocado”, el sabio secretario le recuerda que ya han tenido muchas veces esa discusión y que hay momentos para el vino y hay momentos para el whiski.

Tailandia legalizó la marihuana y ahora mismo en Nepal hay movidas de despenalización por izquierda y derecha. Desde que Biden dijo la semana pasada que bajaría la calificación de peligrosidad de la marihuana, la criminalización está siendo reconsiderada en todos los países con especies autóctonas con siglos o milenios de uso, que no tenía otro uso muy diferente que el de la coca en Bolivia, distraer el hambre, trabajar a destajo y dormir. Con las índicas o las híbridas naturales no se puede trabajar y menos como se trabaja hoy, son para la vida contemplativa y el ensueño. Las sativas para la profunda contemplación están contraindicadas. Cuando en el prensado paraguayo se colaba alguna híbrida dulzona se lo llamaba “Faso de mina”. Categorizo a grandes rasgos: faso para arriba, faso de colocarse y faso dulzón o mellow. Fumar mucha índica presenta a la calavera, si no es posible dormir, y es que Shiva, el dios de esta planta, es el dios de la muerte. No hay que darle bola ni asustarse, mantener la actitud que tiene la familia de El Fantasma de Canterville y comer algo dulce.

El Charas se logra frotando la resina de la planta florecida viva o recién cortada con ambas manos, se deja que se pegue en las palmas la substancia pegajosa de color negro y después se la remueve con un cuchillo un poco calentado. Según las crónicas inglesas del S. XVIII, el mejor Charas era el de Nepal, de una planta Sativa, Nepal tiene solo sativas y crecen al costado de los caminos. En el Kush y el Pamir sativas e índicas se entremezclan, allá muy arriba en poblados donde la gente no puede tocar a los extraños que llegan, y siempre hay un vigilante que manda a quemar algún plantío. Se ven semillas rojas, verdes y violetas.

 

La Pamir Gold holandesa se vende como feminizada fotoperiódica en Argentina, crece todo el año y se planta hasta en Ushuaia. Apuesto que esa planta debe dar un excelente Charas, tiene olor y gusto a sándalo con pera, es algo muy especial, de efecto sutil, con poco THC.

Los Rastafaris plantan en un mismo lugar durante siete años y después buscan otro lugar siguiendo preceptos bíblicos.

Muchos veteranos de guerra fuman, de Malvinas, de Irak y Afganistán, lo agradecen y aconsejan: Stay lifted.

Desde que tengo relaciones sexuales fumado, cualquiera que hable en contra de la marihuana me parece un terrible pelotudo. Se coge mejor con sativas.

 

 

Llegó SHERWOOD ANDERSON Y YO. Relato del Viaje de un Escritor Norteamericano a través de su propio Mundo Imaginario, de la Editorial Santiago Rueda. Se terminó de imprimir en el mes de marzo de 1945, traducido por Luis Echávarri (El mismo que tradujo Los paraisos artificiales seguido de El spleen de París para Losada). Libro grande de 385 páginas, vuelta a pegar la tapa al revés, a 3500 pesos. Es la autobiografía, el título original es A Story Teller’s Story. Publicada en 1922. Sherwood Anderson es lo único que puedo leer. Y el Manuscrito encontrado en Zaragoza, la versión íntegra de Valdemar, con toda la historia del judío errante.

 

Se cortó la luz del barrio al presionar el punto en el teclado, tercera vez que me pasa. Cracks y ruidos de animalitos en el pasillo, una pila de ratas sobre otras me miran desde la columna de la terraza. Me entró guita y pude pagar todo lo que le debía a Mercado Libre, y a la redeuda del porro: Mazar y la Black Lebanon. De noche tenebroso es escribir, fumado peor, me acuesto, hablan los electrodomésticos, aparecen flotando las dos bolitas de la Trinidad con la figura de un Cristo Talibán. Mejor escribir de día con viento, cotorras, chicharras y flaps angélicos. Bien temprano se escucha la Panamericana. El viento hace un mar sobre los álamos.

 

La infancia pobre y rural de Anderson con su madre india que le pasa grasa en las manos a sus hijos antes de dormirse, su padre pintor de carteles en los caminos rurales, borracho y luego actor itinerante. Las intercalaciones y tratamiento de las palabras que hace me permiten leerlo, su técnica, estilo, o tono, me da lo mismo. Retrata la incipiente civilización norteamericana con fluido y trazo parejo y magistral. Un sabio escritor costumbrista que mira con afecto cómo me cagué la vida, al fin. Me hubiera ayudado a su tiempo. Consuelo tardío. Lo hubiera leído en la adolescencia en lugar de las toneladas de boludeces que ya no tienen arreglo. Tiene unas Memorias que se llaman Intimidad de un Novelista, a 3700 pesos un ejemplar sin contratapa.

En una presentación en un pueblo rural el padre se enamora de una mujer más joven sin dientes cuando la madre enferma. Eso lo he visto de cerca. Marido con la esposa con cáncer terminal sale a reuniones sociales con camisita de lino ajustada y el pelito cuidado con perfume y cara de póker. Anderson pasa sobre estas cosas con gran detalle sin detenerse, todo queda en el camino de escribir. El segundo capítulo va del comienzo de su padre como actor nómade inventando dramas de la guerra de secesión, y de su extroversión grotesca, típica de los hombres del espectáculo, que en esta época presente se ve más en los periodistas que en los actores. Periodistas y locutores comen caramelos de caca para salir en vivo.

Ahí clava un mojón de su obra: su padre explota sus aptitudes histriónicas mientras su adorada y silenciosa madre, que solo se expresa mediante miradas, agoniza. Los robos y juegos con sus hermanos de otra raza, cada uno con un nombre indio compuesto en francés. Las miradas de su hermano y su madre indias que nunca podrá imitar. Sherwood era más como su padre, a su pesar, se dedicaría a la publicidad con éxito. Su mirada de indio estaba puesta en la escritura, en la definición de los personajes, en la extraña familiaridad de sus adjetivaciones.

La bomba de agua

El viento

El mate amargo

Y el tabaco agrio

Que se va acabando

A la par de los lillos

 

El poema sale

En la cama

De un bife de hígado

Tapado con frazada

 

 

The Sperm Chopper

 

Vuelve un aborto como alien en Harley

del choriducto de las ánimas

H.R. Giger, blanco, perlado,

con las fauces blancas de tu madre

(que me chupó la pija en segundo año)

en la moto de filos

Con la Corega Dorada

y el pelo recogido

de grandes colgajos blancos rastas de guasca

con la itaca

Por la panamericana

disparando a los autos lentos

En la mano rápida

hasta la Gral. Paz.

 

En la cancha de River

dispara una gruesa guasca y queda

como la esfera de plasma de Tesla

y nos dan la sede

del Mundial 2030.

 

Sube la 25 de Mayo

y pisa por arriva de la villa pringando

es un charco de nácar pisteando

cruzando Libertador por arriba

Santa Fe, Córdoba, Corrientes

hasta Avenida de Mayo

que dobla en contramano

y doblando y frenando los autos

silver spurts puddles

en veredas y ventanas abiertas

hasta la Pirámide de Mayo,

y coge un pañuelo y acelera

y tumba la reja.

 

Javier desayuna con Caputo,

están cerrando los números, le explica

el de pelo blanco,

el déficit,

podremos dolarizar con tu cara.

Javier está divertido

se podía volver

al uno a uno con verdes,

lo que no previno

fue la retroguasca

del pozo del fondo

del Choriducto

de las ánimas

Sperms Chopper

lo devuelve a repollo blanco

de feto sietemesino

y no llegan del Garrahan, no,

Ni cerca

las ambulancias con incubadoras

sin presupuesto

y de Javiercito quedaron sus ojitos

y su boquita chupada

con los pulgares juntitos para arriba

sietemesino,

y se lo comen sus perros.

 

Espermas en choperas de las costras

de atrás de Arquitectura, Isla Maciel, El Reconquista.

por el paso a nivel Pueyrredón.

Sperms se subió a los fierros

del viejo puente de La Boca

se quedó dormido y se deshizo

glisando guasca

en el agua negra del Riachuelo.

     *

 

Cof-cof: Rikifiord

Con mascarilla de aire y su madre

Con Afro de Claudias

en el campeonato de poemas bobos

del Hotel Conrad

lleva

un Carefree de Culo con barbijo

repelente trucho

y tres Havannas con sal marina

de la farmacia vasca

con kiosco

 

Repaso Las Series Infinitas de Pablo Farrés. Moroso con tono de radioteatro. Avanzo las páginas hacia el amante del novio de la mujer que relata, Claudio Scherer. Esperaba algo especial, esperaba a Rikifiórd, con su fusor Mbappé, la mascarilla de carité y el tanquecito de aire, con un Carefree de Culo con barbijo, Corega Dorada y Afro de Claudias. Son 650 páginas. Me perderé el bouquet osvaldo-deleuzo que promete y promueve Omar Genovese, por el tono de radioteatro mamón de las primeras páginas. Trataré de adelantar algo para hojear las visiones sodomíticas dantescas. Supongo que me encontraré con eso, y con los típicos terrores acelerados de los novelistas actuales. Pero se hace desear. Paso cientos de páginas y sigue hablando la boluda desconcertada de radioteatro, parece que viajan al espacio, etc.

 

Ganó Boca. Risas y Coregas en el aire con corpúsculos de pizza y Coca.

 

Ayer fumé la Kosher Haze y me trajo paz y suavidad en la cama, couchlock. Boca ganó el clásico. Encontré la Black Lebanon.

Ya no llevo una vida de lector abnegado, pero me crucé con el Manusctrito encontrado en Zaragoza, ya no me interesa leer y leer ni tener libros de consulta o adorno, solo repaso. Los cómics de Frank Miller, Sherwood Anderson.

He plantado germinaciones de variedades resistentes al norte de Europa. Hoy seguro que habrá helada. Escuché el podcast de Arcadi Espada y Yaiza Santos. Hoy es la marcha por las universidades públicas. Iría, pero siempre odié estudiar. Terminar el secundario fue un trauma. Me acuerdo de la fiebre loca que me dio en lo de mi abuela cuando pasé la última previa.

Espada y Santos hablan sobre los norteamericanos. Que no follan. Teresa me dijo que en España es igual. Yo estoy en paz con mis masturbaciones. Los curas ahora pasaron al acto con su gran formación en chamuyo en el Seminario de San Isidro. Me dice mi hermano que el párroco de Nordelta es pedófilo, que hay audios. Me fijo, en Instagram encuentro un comentario. Me acuesto, me duermo.

Dan estadísticas sobre la caida en polvos de los yanquis. Que los únicos con afán de coger son los inmigrantes. El cafecito con telo está mermando.

 

Mamá, no resoples por

Que puse la pava

Para mi mate

Cuando querías

Hacerte un té

Yo, mamá, nunca

Me pararía antes que vos

En la fila

Salvo en la farmacia

Para adelantarnos

Mientras vas al mostrador

A buscar las pastas

 

Del trabajo a la mesa,

Exprimir el limón

Con el tenedor

Sobre la milanesa

Y despejar semillas

La tele

La casa enorme para tres,

Los pañales

O el cáncer de ojete

La morfina

Y la muerte

 

Me despierto en una cama en bolas, miro hacia un balcón. Anne Hathaway enfrente con un vestido claro de satén y escote recto y voluble, mira al costado. Rikifiord desde el living que da al cuarto donde estoy le dice "qué boluda". Corte. Salgo de la cama en bolas y una asistenta me dice "buena toma" mirándome el pene. Bajo por el ascensor al lobby del edificio, hay un bar, veo toda la plaza Vicente López rodeada de confiterías y el bar con nuestro catering sin gente y comento el desperdicio de comida. El director toma dos piezas enormes de una torta blanca y me las zampo. Comiendo hago el comentario de mi alimentación frugal, mate con bizcochos y lo que haya.

 

1/5

El defensor Lema le pegó una patada a un metro sesenta del piso en la cara a un delantero de Estudiantes, alegremente y sin mirar, en el borde de su propia área chica, y quedamos afuera.

 

5/5

Murió Menotti y Estudiantes salió campeón.

 

6/5

Hice la jardinería. Por un sueño supe que tenía que plantar ahora las Black Lebanon y las puse a germinar. Hace una semana lo mismo con las Mazar. Cambié la tierra de una maceta porque era muy arenosa, ninguna planta había sobrevivido ahí. La arrojé al pasillo del jardín y con la pala metí nuevos treinta kilos de tierra nueva y la subí a la terraza, era lo que necesitaba para aplanar los nervios, me duché y puse a germinar las Lebanon. Serán pequeñas por el períoso vegetativo en pleno invierno, pero florecerán de septiembre a noviembre, supongo. Ansiedad por oler el sándalo y el anís y los dulces más íntimos de las plantas, de más lejos solo se huele un fuerte olor a pata. Solo quiero fumar el Kush y el Pamir. Ya estoy viejo para las híbridas de ahora, salvo excepciones como la MAC1 y todo lo que haga Karel Schelfhout.

5.5.24

Chicha y yo: ancora una volta, por Gustavo Calandra

  

1- Las tres bombillas de caña

 

Sentado al tavolino, Chicha acurrucada a mis pies porque ya comienza a sentirse el frío en L´Aquila, región del Abruzzo, espero que un pibito me prepare un panino de pechuga de pollo y me traiga una lata de Fanta que, será por el agua o será por la variedad de la naranja, tiene un gusto diferente.

Me aborda el monólogo interior y me pregunta: ¿qué estamos haciendo acá?

Ayer comí en este mismo barcito porque es barato y pasaban Hip Hop y los chaboncitos tenían pinta de fumetas y tal vez podían tirarme una nota. Ayer tomé birra, porque era una especie de desahogo de nuestra bulliciosa llegada a esta pequeña ciudad que aún se reconstruye después de sufrir un terremoto en 2009, que dejó más de trescientos muertos.

Vinimos con un trencito azul de dos vagones cubiertos de polvo, bastante antiguo, que manejaba un viejito canoso pelo cepilludo y donde otro viejito de uniforme oscuro bajaba en cada estación con una campana para indicar la pronta partida. Atravesamos montañas, valles, cerros, varias veces por abajo -o daba esa sensación- y llegamos a la estación de L´Aquila, situada a diecisiete cuadras del centro histórico.

No tenía ninguna reserva segura. Había visto, en Booking, un hostel bastante accesible y con disponibilidad pero cuando llegamos con el taxi, no había nadie.  Un taxi que tuve que pedir desde un hotel que estaba justo frente a las vías y que estaba completo. Vinimos al otro, no respondían al timbre, quedaba en el segundo piso. Nos trajo un taxista que no quería que la cagnolina tan simpática se subiera a los asientos porque los pelos y eso y no sé qué otra estupidez decía y que preferí reprimir a decirle la reconchadetumadremehacesproblemaporuntapizadodemierdaboludo y mientras a Chicha le chocolateaba el hocico, luego de un husmeo por unas plantas con pinches que había en la parte donde esperábamos el auto.  Así y todo, fue gentil y me ayudó con el equipaje, al descender.  Una señora del negocio de ropa de al lado ni siquiera sabía que existía un albergo ahí y un muchacho trajeado que regresaba del laburo y vivía en el tercero nos abrió la puerta para que subamos con él, en ascensor, y toquemos el otro timbre, dejando la valija con toda mi ropa abajo, casi, diría, si esto sucediese en otros confines del mundo, tirándola a la marchanta, para que cualquier vivillo se la quiera cargar, aunque no creo que le hubiese sido tan fácil porque pesa un montón.

No será la única vez que tenga que dejar sola mi maleta en este viaje que, en principio, parecía corto, porque depende el camino que se tome, son sólo 88 kilómetros de Roma pero eso si uno tomara el autobús desde Tiburtina, cosa que yo no puedo porque viajo con mi perra y en los bondis medio que se ponen la gorra y también porque es más incómodo con todos los bártulos -soy una mezcla Ekeko andino con San Francisco de Asís- así que tuvimos que tomar el regionale veloce de Trenitalia en Termini, que terminaba en Ancona y bajarnos en Terni, lugar donde combinaría con el trencito azul.

Resultó in ritardo el primero. Entonces perdimos el de las 14.50 y tuvimos que esperar hasta 16.40 el próximo que también saldría in ritardo.

Y mientras esperaba, café y cornetto de por medio, tuve que ir al baño y abandonar mi equipaje, librado a la vigilancia de un desconocido que atendía el bar de la estación. Ni siquiera recuerdo qué le dije pero habrá sido un “che loco, me mirás las cosas un toque?” traducido al argentano. Y me fui llevando a Chicha hasta la otra punta del andén.

No había sido un comienzo tan accidentado. Erré el vagón y subí en Primera Clase y parte del primer tramo lo hicimos en poltronas distinguidas hasta que el chancho corroboró la diferencia y nos dijo que vayamos al sitio que nos correspondía. Una señora brasileña quiso pagar esa diferencia en plata porque decía que yo viajaba con un angelito. Ya casi estábamos en destino, así que agradecí y le hice ahorrar su generosidad.

Llegamos a las siete, casi de noche. Falló el primer hospedaje. Agarramos la peatonal. Se encendían unos faroles amarillentos. Los bares y cantinas relucían sus copas de vino montepulciano en las manos de los parroquianos relajados que concluían su jornada. Sitios de nombres curiosos: Arrosticini divini. La cantina del boss. Il vermuttino. Algunos perros hostiles nos ladraban como recibimiento. El “angelito”, mejor dicho, “la angelita” se quiso agarrar a las piñas con una bóxer marrón que tironeaba agresiva. Por esquivarla, tiré un macetón y llené de barro la entrada de una joyería, por suerte cerrada. Hubo gente que se apiadó y arregló ese bardo, al menos poniendo a la pobre planta otra vez en su casita, si bien con menos tierra que quedó desparramada en la vereda.

Divisé un B&B (Bed and breakfast) y solicité asilo humanitario. Se venía la noche y la ciudad está rodeada de montañas con nieve, sobre todo el gran Sasso, una piedra gigante, atractivo turístico de este centro de esquí. Consultaron, vino un tipo, llamó a la esposa con el celu, habló con otro tipo que se prendió un pucho mientras oía, se metió las manos en los bolsillos, se metió adentro, vino el empleado y me dijo que estaban completos hasta el jueves.

Hasta las bolas.

Pero también me tiró un número del Hotel Federico II y ése sí tenía habitaciones libres. Ahí podría darme una ducha caliente y descansar luego de hacer un rodeo de diez cuadras según la indicación de una chica que se acercó a “ayudarnos” con la situación. En realidad, estábamos a sólo cinco. Nos mandó para el otro lado. Justo donde el bóxer y su dueño se habían detenido vaya a saber a qué. Justo para que Chicha pidiera el segundo round.

Hogar dulce hogar. Balconcito con buena vista. TV satelital de pantalla plana. Loza radiante. Desayuno de lujo, jamón crudo, queso de cabra, Nutella. Un poco salado el precio.

Era el momento del descanso. Me faltaba el faso. Acá se vende legal con CBD pero ni eso tenía. Sólo una piedra de hash que me vendió un africano cuidacoches en la puerta de una pizzería por Castro Pretorio, en Roma, y que si no se mezcla con tabaco es imposible fumar. Es como querer darle una seca a un pedazo de goma.

Por eso me traje tres bombillas. Porque la última vez que había estado en Roma me pasó lo mismo y usé uno de esos palitos de caña como pipa y me quedé sin tomar mate. Probé, la verdad, y abandoné al segundo sorbo. El gusto era un asco. Ya no servía para matear. Y acá la yerba costa troppo. Lo cierto es que era más fácil traer una pipa pero no tuve la sagacidad de planearlo así que sacrifiqué la bombilla más vieja y como estaba medio rota no funcionó. Tendría que buscar un Grow shop en L´Aquila. Ahí me compraré una pipa de silicona con el dibujo de Rick, el abuelo animado de Morty. Allí venderán pequeños ziplocs con dibujos y colores divertidos y dos gramos de Critical.

Pero aún no tengo niente. Un par de sedas de celulosa que no me sirven para nada. Combustión lenta. Lo complicaría todavía más. Como pitar un cacho de neumático.

Por eso me clavé una hamburguesa y una Peroni en este restorancito, porque el cocinero rapeaba mientras preparaba el morfi, entre la grasa humeante y el crujir de las carnes, y quién te dice que. Por eso vine hoy, otra vez, a comer el panino de pollo.

Ninguno de los dos sabe nada o no quieren compartir su saber con un forastero. Sacan una porción de fritas para una pareja y se olvidan de que existo.

Por eso mi monólogo interior vuelve a preguntarme: ¿qué hacemos acá?

 

 

2- Ragú de jabalí

 

Roma está llena. Explota. Por eso el sábado, con treinta grados y una sed bárbara, nos tomamos el palo, enfilamos con el Tandi y Ade hacia la Umbria, región que limita al noroeste. Por eso, porque la hotelería está completa y a precios desproporcionados y porque no puedo caminar sin esquivar las pisadas posibles a las patitas de Chicha, y porque hace mucho calor debido al fenómeno del Niño, que de Niño no debe tener nada ni tampoco de fenómeno con lo rompecazzo que es, por eso, nos tomamos el palo.

Cruzar el océano te desprograma ya cinco horas. Salimos cerca de las 13 de Buenos Aires y llegamos tipo 2 de la mañana, aunque en Italia ya eran las 7 della mattina y ya despuntaba il sole y todo comenzaba.

Y yo venía sin dormir. Un vuelo en cabina económica es incómodo, y con tu perra, durmiendo en un colchoncito entre tus piernas, es un poco más. Debía estar alerta a que cuando cambiara de posición no dejara expuesta su cola o alguna de sus patas en el pasillo, lugar de tránsito de por sí conflictivo, sobre todo para los de piernas largas que no saben dónde meterlas o como doblarlas, porque hay gente que camina, va y viene durante todo un viaje, joden a todos y a todas y hasta cuando hay turbulencia se caen encima de algún otro gil como ellos. Hay quienes buscan conversación:

-¿Qué lindo que es… es perro o perra?

-Perra.

-Ah… tenés una perra de servicio.

-Sí.

(Mi perra viajó con un chaleco negro que dice Service Dog. Eso y un entrenamiento que cursó por Zoom la acreditaron para poder evitar el cruel viaje en bodega.)

-¿Está entrenada?

-Sí, la entrenaron en Italia.

(Hoy acabo de leer la triste noticia de la muerte de un perro labrador por una negligencia de una compañía aérea brasilera que lo mandó a un avión equivocado para luego dejarlo expuesto, dentro de su jaula, a un sol de 36 grados. Genera bronca.  Flor de escándalo. Interviene hasta Lula.)

-¿Y no le das agua para que tome?

-Está entrenada para sobrevivir en el desierto.

(Nos sentaron en un lugar de tres asientos, me tocó “pasillo” y de ahí podía acceder a un pedacito de espacio que, a veces, usan las azafatas, donde tienen unas sillitas plegables. Una pareja grande al lado. Y, a la derecha, un judío mercader que importaba productos de pet shop desde China -raro un desarrollo lúdico canino en esas regiones, porque ahí se los comen, los hijos de puta- y una forra que sonreía todo el tiempo y no paraba de preguntar.)

-¿Y qué servicio hace?

-Busca bombas en Irak.

-¡No! ¿En serio?

Telón.

 

Cuando subimos, a la gente le pareció simpática esa experiencia, nunca hecha, de viajar en un avión con la compañía de un perro. Pero cuando la oyeron ladrar, cuando vieron lo inquieta que se ponía en el despegue, cuando Chicha se echó sobre los pies del tipo que iba a pasear a Milano con la jermu, todo dejó de tener esa aura de ternura y pienso que, por dentro, se comenzaron a preguntar qué les depararía aquel lungo viaggio.

La esposa del tipo -eran de Baradero, les empecé a sacar información- hasta me aconsejó que no le diera de comer, a ver si la cae mal y vomita acá.

Ni siquiera le respondí y mientras la miraba con cara de menefregauncazzo, acerqué al hocico un pedacito de jamón de un sándwich, gentileza de Ital Arways.

-Así que van a Milano… mirá vos… conozco unos cuantos muchachos, de la barra del Milan, todos delincuentes, gente mala.

(En mi vida pisé esa ciudad y no conozco a nadie).

-A mí, el futbol, no me interesa – el viejo se pone en guardia.

-Sí, claro, pero te los podés cruzar por la calle. Averigüen, hay algunos lugares que mejor ni pasar.

Pasaron las horas y Chicha fue una reina. Se portó mucho mejor que esos idiotas deambulantes.

En Fiumicino, nos esperaba mi amigo de Villa Crespo, el Tandi, y hasta trajo facturas.

Benevenutti.

La ciudad sagrada nos recibía. En unos días, justo el 21 de abril, cumpliría sus 2777 años.  Será un domingo y lo festejaremos yendo a Villa Borghese, esa especie de Central Park italiano -así dice un folleto, nunca fui al Central Park-y aprovechando esa última caricia de la primavera porque luego vendrían días aciagos. Frío y lluvia, amenaza de granizo. También tomaremos el café más caro de mi vida en Piazza del Popolo, aunque el bar Rosati, de popolo, no debe saber mucho.

El clima osciló de manera pazzesca, calores y fríos extremos. De llevar el short de baño para meterme en las cascadas delle Marmore, en Umbria -fue solo un deseo, pues eran gigantes, hubiese sido como querer meterse en La garganta del diablo en Cataratas- a usar calzoncillos largos en L´Aquila.

Aparte. ¿Uno que sabe? Uno se quiere tirar un chapuzón en cualquier lado. Darse un tuffo, dirían los napoletanos.

De tomar una birra helada a una grappa mórbida.

Arrosticini de pecorino en una cantina abruzzezza para levantar la térmica. Una especie de brochetas de carne de cordero con vino negro de la región.

Hasta comimos ragú de jabalí con unas pastas muy buenas, en esa escapada por los pueblos cercanos. Y probamos otro plato que tenía unos hongos que llaman tartufo y que cuestan fortuna y que los jóvenes de algunos paesinos buscan con mastines entrenados para olfatear ese manjar finoli. Un buen atajo hacia la riqueza.

Nos queda un viernes para encontrar al africano de la plastilina oscura por las encrucijadas de Esquilino.

La despedida de Roma será con su típica pizza en Al Gallo Rosso, lugar escondido (No es Morón) en Pietralata, al refugio de la plaga turística y con mis amigos Diego y Mario, conocidos de tantos años de hospedarme en la zona de Castro Pretorio y, en las últimas veces, hasta con mi cagnolina Chicha, suceso que no siempre ocurre ni ocurrirá cuando uno viaja.

El último día regresamos a Villa Torlonia, en el quartiere Nomentano, lugar de residencia, en algún período, de Mussolini, y luego parque público. Dentro hay un museo, Il Casino dei principi y en varios rincones restos del imperio, sean galerías, estatuas, fuentes y hasta dos obeliscos.

Podría hacer alguna observación sobre el turismo de masas, criticar a esa masa informe que se mueve torpemente, que devora todo a sus paso como la langosta ruidosa, que contamina a su paso dejando residuos, que hace colas interminables para comprar el ticket y entrar al Coliseo, para hacer un selfie en Trevi o para morfar en Trastevere, podría decir que esta forma de viaje ha llegado a un punto crítico donde los habitantes de las ciudades castigadas por la gentrificación y que no ganan un sope con toda la movida se están organizando y saliendo a la calle a protestar, podría decir todo eso, pero en algún punto, yo también soy parte, aunque trate de no serlo.

Para correrme un poco de esa posición, el 25 de abril fui hasta Pirámide, en Porta San Paolo, para participar del acto del giorno della liberazione (nazi) de Italia, para sumar en la construcción de un mundo libre, antifascista y justo para todos y todas.

Hay que irse de Roma. Dejar la ciudad eterna, un lugar que, a simple vista, si uno recorriera solo los sitios de interés que todo el mundo recorre, se presentaría como inhabitable. Un lugar que se presenta difícil y costoso, desproporcionado en relación precio y calidad, y que tan complicado se volvió, en algún momento, para poder alojarnos. Pero que, sin embargo, seduce, atrae y uno hace lo imposible por regresar, por quedarse y gozar de esa magia subyacente.

Habrá que irse de Roma, tomar el tren en Termini, hacer 180ypico de kilómetros y llegar, luego de dos horas casi tres, a Napoli. 

1.5.24

Cada átomo, por Javier Fernández Paupy

  

UN AÑO

 

Una persona sola

sola y sin nadie que

busca una dirección

pero no encuentra

y las cosas ahora

lo encuentran

sin que siquiera

las busque.

Una persona sola

sola y cansada

que no culpa

a las horas del día

ni a nada ni a nadie y

sin embargo

no puede expresar

con palabras

lo que siente.

Una persona sola

sola y sin sosia

que no está loca

sino en trance

porque volvió del pasado

y ahora no sabe dónde

encontrar su presente.

Una persona sola

que siente y anhela

cosas que no puede o

no sabe cómo nombrar.

 

 

 

HABÍA UNA VEZ

 

En el árbol había un gato

y en el gato, una pulga

y en la pulga, un mundo misterioso

de emociones sin el ornato del pensamiento.

En la calle había un auto estacionado

y en el auto, una persona

y en la persona, una intención

sin ningún trasfondo de resentimiento.

En la librería había bibliotecas

y en las bibliotecas, libros

y en los libros, emociones conservadas

en letra de molde capaces

de ser traducibles

a otras experiencias

y a otras sensaciones.

 

 

 

CIELOS ARTIFICIALES

 

Alguien tose en Montevideo y yo lo veo

en Juan B. Justo me piden algo y no me asusto

cuando vivía solo y de noche salía, disimulaba de día

en Pueyrredón y Santa Fe alguien vomita y yo lo sé.

La quiebra total a la que asisto

mientras entono canciones alegres

para no dar de baja el entusiasmo.

Tomo café mientras hablo

con nadie sobre feminismo

repaso la línea de fortines

y suelto la lengua con un vino.

Fui uno más

en el grupo de incoherentes

del club de los discursos.

Amanece gris

y después sale el sol.

Dije que sí con la cabeza

dije que no cerrando los ojos.

 

Carlos compraba barato

propiedades en ruinas

y las vendía carísimas

después de arreglarlas solo apenas.

Américo /desde el pintoresquismo

hasta la investigación sistematizada

mintió siempre/ fumaba Marlboro

que daba asco/ poco pelo/ dientes verdes.

Al Carencia le faltaba todo

el Susu decía todo en un susurro

Birra solo tomaba cerveza.

 

La historia de la demanda

es enorme y nunca se satisface

mejor mandarla al carajo.

Me encontré en la tabla del inodoro

independiente /chabacano /rígido y

amortizado por el esplendor de los años

que se marchitaban /típicos y rígidos /frenéticos.

Me vi tan tonto como un adulto atrapado

en la inocencia de un niño.

 

Parecías triste o abandonada

cuando dijiste que un pueblo

contra un pueblo no iba

a fomentar el uso

de la autoregulación.

Ser un héroe y un perdedor

en todo /todo el tiempo.

Plúmbeo y somnífero

como un cornudo miedoso

a enterarse que juzga a los peces

por su capacidad para ladrar.

 

El abecé de la distracción.

Sustancias tóxicas urden veloces

el país de las perspectivas objetivas.

Nuevas crispaciones

últimas entregas

afuera del azul y

adentro de lo negro.

Pifiándola /sí /pero

sin metafísica.

Las personas parecemos una moda congelada

el gato ese tiene nombre pero le falta una pata

se llama Lea.

Se puede ser un poeta

sin ser un tonto

así como se puede

ser un tonto

y no tener nada de poeta.

 

Porque la mente

es inquieta y obstinada

y someterla es más difícil

que controlar el viento.

Por una sola alegría

¿quién no soportaría

mil bajezas?

 

Pegaba el sol en el paredón del vecino

y las ramas de los árboles se movían.

Sacale una foto al viento

sacale una foto a tus mejores intenciones

esas que dejaste en la playa

paciente como una araña.

Una foto a la confianza

y al silencio de esperar.

Dije que sí con la cabeza

dije que no cerrando los ojos.

 

 

 

POSTAL

 

En la cabeza sentí las uñas del tiempo

vibrar con o sin comentarios

hasta el final de lo indiferente.

En la cabeza sentí una piña

quizás porque las cosas quieren

moverse, meter la cola

y hacer experiencia.

Tatuajes, plazas y parques

cambian, carteles con gente común

en las calles. Miro atrás y veo

rachas de viento sucio golpeando la cara

un remolino de recuerdos dorados

bailando a través de las cortinas

una radio rota, el Mc Donald’s desde la ventana.

Porque me sirve estar entre la gente

solo quiero un cuaderno y un grabador

una ducha caliente y un toallón limpio

para preparar el viaje.

 

 

 

CINE CLUB

 

Alguien que venía de una escuela

de un barrio de una ciudad

de una provincia de un país

o de un continente diferente

y lo trataban muy mal.

Viendo a ese estropeado

otro habría forjado una vocación

fruto de un fruto de un fruto

perdido del país/ piel cetrina

como una industria invisible

de desprecio y mofa

pálido y enfermo

una tribu se extinguía

en sus ojos color café

paulatina/ lenta

mente

su próxima reencarnación

se paseaba en forma de eucaliptus

por la llanura callada.

Quería corregir

los aspectos negativos

de sus encarnaciones pasadas

pero todavía no podía encausar

sus intenciones venideras.

Había sido agricultor

o estadista

una vestal antigua

que escupía sangre por la boca

pero sobre todo

había sido un chismoso

que rindió culto a la mentira

en forma de deleite o distracción

y quizás por eso

ahora/ sufría los embates

de la caprichosa fortuna.

 

 

 

 

 

 

TEATRO

 

 

Música para limpiar chacras

en el pequeño mundo cerrado

y opresivo de los supermercados.

En el cielo/ en las calles de tu barrio

en los gritos de unos niños y unas niñas

en el patio de un jardín

había mensajes cifrados.

Un enano parado

sobre los hombros de un gigante

podría ver más lejos que el gigante.

Sutil falsificación de una vida

donde respiran las paredes

y las ventanas miran.

Una madre atolondrada y buena

personas hipnotizadas

dando vueltas por ahí.

Exageró la lluvia cuando apareció

y cubrió todo con música y olores.

Abismos de tecnología

separaban nuestras decisiones

ruidos de fritura en la cocina

y desde la radio una voz filtrada.