(Sobre Diario, de Alejandro Rubio, Buenos Aires, Palabras
Amarillas, 2017)
El Diario de
Alejandro Rubio se anuncia como la reedición del «clásico de culto oculto
chileno» ya que había sido publicado en Chile en 2009 pero no llegó a integrar
las páginas de su poesía reunida, La enfermedad mental (2012).
¿Qué pasa cuando un texto “exportado” vuelve a publicarse, diez años después de
su escritura, en el sistema local? ¿Cuál es la vieja y nueva noticia del Diario?
Como anuncia la contratapa, viene a «confirmar que no hay guerra externa, solo
interna».
Estética y política forman la pareja que se entrelaza, baila, discute y
consensúa a lo largo de toda la obra de Rubio. Cada poema es un ensayo de las
posibilidades de este binomio, pero en el caso de Diario (que
sigue la «línea experimental» de otros artefactos verbales como Foucault, Falsos
pareados y Samuel Horribly), el ensayo se somete a
constricciones estrictas: entradas breves de una misma jornada, anotadas sobre
un cuaderno Avon. Por acumulación, estos párrafos cortos y frases contundentes
van dando forma a una mente que no deja escapar detalle, que observa el
entorno, oye, analiza los discursos y humores sociales, para garabatear, como
de paso, las líneas de un borrador que se quiere perfecto. Porque la guerra es
interna, también, a cada entrada del diario, y sus batallas se dan en el
terreno de la lengua.
La escritura de Rubio se despliega según la ética de la precisión, la
efectividad y el riesgo: «7 mayo 2007/ Una sola, última, digna frase antes de
que se estrelle el avión». Y en esa misma línea se conjuga (con el eco de la
didáctica de Pound) su enemigo: «7 mayo 2007 / El lenguaje nebuloso de las
clases fraudulentas sirve sólo a un propósito temporario». Los propósitos de esta
prosa, en cambio, no son temporarios: son insistentes. Se trata de un texto
cansado del tiempo, de sus reiteraciones y farsas:
7 mayo 2007
El siglo XXI recién comienza, pero no veo la hora de que se termine. Es
un embole pasatista y letal, una pesadilla de aire acondicionado en un país
escaso de energía. No me alcanzan los dedos de las manos y los pies para contar
todos los retornos surgidos hasta el momento: retorno de Marx, retorno del
folk, retorno de la música disco, retorno del rock de los 70, retorno de Silvia
Pérez, retorno del cine negro, retorno de la moral trascendente, retorno del
tercermundismo... Vuelven todos a una casa vacía que conoció épocas mejores y
se sientan a la mesa a esperar que aparezca una sierva y les cocine.
Pero la
escritura de Rubio hace apropiación de ese tedio del tiempo, para asegurar que
la poesía dé en el blanco: «7 mayo 2007 / Una rosa a repetición». Se podría
afirmar que gran parte de toda pedagogía se basa en repetir y reformular, una y
otra vez, hasta que el estudiante se harte (o aprenda); bajo restricciones
claras, el texto de Rubio se pone a escandir el pensamiento en unidades
textuales mínimas que varían sus puntos de vista, tonos, estilo y género, pero
sin correr la mira del asunto central: una ética del escritor que apunte a
desarticular el conformismo, la hipocresía y el cinismo en el lenguaje.
Las frases que recopila el Diario abordan la crítica a los
medios masivos y sus trending topics (el paco aparece como
protagonista de los comentarios televisivos; dato que muestra, a los ojos de
hoy, cómo a pesar de que los problemas sociales no cambian, sí lo hace la
agenda mediática); la semblanza de personajes barriales; los juegos de palabras,
furcios, malentendidos y palabras sueltas, registradas por su eufonía («7 mayo
2007 / Apodíctico.»); imágenes objetivistas («7 mayo 2007 / Veinte monedas de
un peso en un frasco de mayonesa.», «7 mayo 2007 / Envolturas de celofán por
todas partes. Envolviendo cebollas.»); y frases barrocas, ceñidas a la melodía
y el ritmo («7 mayo 2007 / En la base rufa, en el sucio suelo, alguna, quemando
todavía, brasa que desciende a chispa y cuando cae la primera gota se apaga.»);
también indagan en el ensayo, la sátira, el rol social de la poesía y, de
manera lateral, en el entorno doméstico del diarista.
Pero el mínimo común múltiplo de la jornada «7 mayo 2007» consiste en la
torsión que produce el lenguaje para pensarse a sí mismo. Sin discriminar su
objeto –del vecino que remodela la casa con la plata del hijo traficante a la
blancura en los dientes de Washington Cucurto; desde una crítica sobre el
«american psycho» hasta los poetas entrerrianos que leen a Li Po–, el texto de
Rubio formula la relación entre preciosismo verbal y toma de posición política
no sólo como una posibilidad sino, más bien, en términos de necesidad.
Tomado de: BazarAmericano/Actualización septiembre - octubre 2017