30.10.25

La luna y la terraza, por Santiago Armando

A Chuchú

  

 

Ah, me gustaban los porros

entre Rivotriles y gin tonics

aquel verano con Chuchú

y leíamos a Aira

y el Homenaje a Francisco Almeyra

 

 

 

Un virgen en Nínive

para vender al secretario Polino

y ahí viene Jonás

avisando que Dios aplastará al mundo

pero solo era un muchacho

que miraba al mar acuclillado

y Dios necesita a los judeo evangelistas de ahora

los he conocido en Cataratas

y en un country de playa

y me persiguieron con dronz en la orilla

y me llevé la mano a la manija

como el poderoso

 

 

Polino y Castronelson en la funeraria

-Sí, otro cáncer de ojete. Se ríen y huelen los perfumes, y pasa Sam The Skunkman fumando el café-choco y va directo a patear los cajones.

 

 

Polino en tanga

con Yanina Latorre

tangas para arriba

con Carmen Barbieri

tales bofes

pasan en la murga

de la diversidad cultural

el día del 10 de Octubre

nuevo feriado nacional

 

 

En la última marcha del orgullo gay en Buenos Aires tampoco pusieron baños químicos y los travas cagaban en las veredas de Congreso.

 

 

Me gustaría vivir en San Pablo

y seguir al Palmeiras

con fútbol de playa

hasta las tres de la mañana

 

 

En ayuno trabajo en mi reparo

yazgo vendado en dolor

con los meniscos en gajos

 

 

Abro la ventana fría, alguien estornuda, las cotorras y los lánguidos silbos, las amoladoras, catorce años de sonidos de obra y los ruidos imposibles de mamá en la cocina debajo de mi cuarto.

Veré al tercer especialista de rodilla el miércoles 15 a las diez y diez.

 

 

Que vuelvan los duraznos de pelusa blanca

las manzanitas con dulce de leche de mi abuela

oh, cuánto me amarga la pobreza en la edad madura

con las rodillas en gajos

por un forro de mierda psiquiatra

en un consultorio de porno ruso

y solo un hilito de agua

lava mi huevo izquierdo

están arreglando la bomba

debajo de mí

y ponen música

 

 

 

La noche ventosa, la tos en la terraza como las nubes

tos de nube gris oscura, se desvanece una vaca jirafa

en la ventana todo gris sin agujeros, una masa que se aborrega

 

 

 

 

Hilar como mi abuela,

me invitaban cuando tuvieron

aquel telar eléctrico

y se reían.

Hacían aquellos sweaters

con pastafrolas en el frente

que usaban todos los nietos menos yo

A mí me hizo un saco azul

con solapas y una banda blanca

en el vuelo y en los puños

que le di a don Manuel San Martin.

 

¿Cuándo le tuve miedo al viento y a las risas?

 

 

panza arriba

acostado no fumo

estoy sentado fumando

Con la panza para arriba

un tufo de elefante,

nunca pude fumar

la Auto Elephant,

con CBD, mellow

 

Fumo en el baño 3:53 am

Fumo la salchicha entreverada con la Malawi

Por la ventana de la ducha

con los ojos entrecerrados 

veo el horizonte con luces

y las estructuras luminosas de Andreani

 

 

Amar es de humanos,

no es de peluches,

nunca sé qué hice....

una vez le pregunté a Verónica

el momento en que se dio cuenta

de que era un boludo

y me dijo: en el Aeroparque

 

 

Los jóvenes rugbiers heredan los despojos del deudo en el pabellón de viejos trolos, y sollozan, se quejan de la vida.

 

 

Festejemos en las viejas tumbas

de los pueblos hiladores

de la pampa gringa

 

 

La confirmación por el hijo

 

Iba a la pulpera a buscar ginebra, las plantas altas de faso de ambos lados del camino. A lo lejos una luz blanca lo seguía con glitters, señal de ofrecerse a chupar pija, y tiró, le dio en el medio... la luz se apagó y apareció la nave con el alien tragasable, tiró de nuevo con la Harrelson y pasó por debajo de la nave a paso de caballo, a ver a la pulpera tetona con escote. Le agarró el porrón y se mandó un tercio de un trago, bañándose la garganta con la visión de la pechuga parda a través de los barrotes. Deseaba a la mujer de Anselmo. Con su pareja los casó la lingüística, con los indios se alejaron de la ciudad y tomaron la costumbre de cultivar el cáñamo con el que las mujeres hilaban los tejidos que don Francisco Almeyra vendía en el Mediterráneo, pagaba con euros contantes, carne de caballo para mortadela y semillas originarias, también unas Jack Herer y la Gold Jew Cut o kosher kush, y tantas, tantas otras que nacían de improviso, empezaron a trabajar con esas sui generis argentinas en Jujujy con los del conicet, específicamente con cierta sativa tripera de La Plata, excelente inductora del sueño, de forma serpentoide como la Kali Mist, algo muy especial. Hilar cáñamo y amarse, cuidar la comunidad de hiladores, nadie se quejaba, y comenzaba el relajo de la burguesía ilustrada por el porro de los progres liberales.

 

Ya veía sus tetas en salmuera como dos gigantescos porotos con pezones rechonchos como chupetes, a la manera de Robert Crumb. Le habían hablado de una orilla sin fin en cada lado del continente, pero él solo cuidaba el campo en flor para las farmacias, y en la cosecha con la polaca hacían el amor en el Salto Arrechea con esferas de colores primarios, pero la actividad no paraba y había tiros desde los desfiladeros contra las incursiones del ejército de la OTAN. Milei debutaba con su banda en lo del Bebe Contempomi, que pasó a ocupar un lugar como presentador de un programa televisivo de bandas tocando cada cinco minutos, como el de Jools Holland.

 

caja de ladrillo hueco

 

impasible la marcha

de los soldados

de escudos labrados,

hemos defendido suficiente

el pis del nanodrama,

los grillos saltan y dominan el conjunto,

la pedorrea de la moto dale que va

toda la distancia abierta al ruido

por el harto acceso a la vera de las vías

 

Purga y ayuno sin pucho

y la malawi y la kechu

 

En el año noventa y tres lo crucé a Andrés Calamaro en Avenida Callao y tenía la camperita de sindicalista con la espalda del Che Guevara.

 

Nada hice mal

dejó de interesarme

tiraba la goma apenas cerraba la puerta

y yo me metía en

esos bofes, siempre certero

después vi fotos de su boda judía

con un tecladista

ahora adelgazó

se divorció y tiene un hijo

vive enfrente de lo de mis tías

lo que mata es la obesidad tardía

hagan tai chi después de los cincuenta

 

Se me rompió el monitor de la PC

En el diluvio me dormí

Con la ventana abierta

Se me va toda la pensión

En un Samsung

Y salvo unos pesos

Para comprar Lenguaraces

 

Prosas del monitor nuevo

 

La PC la cama y el baño, la escalera la mesada la pava enchufada, mis viejos allá con la tele y el celular en la mano, ayer hicieron dos chivitos unos amigos de papá. Con don Diego nos peleamos para siempre, con él podía emborracharme a cualquier hora, hasta que se hizo una casa en el jardín y se dedicó a chupar y laburar en el abyecto rubro inmobiliario. Con el Piña whatsapeo de fútbol, de Israel hablo con mis padres. Me sumo a la cadencia del elefante en el tufo del bosque de ombúes donde ninguna megaspiradora se prende un domingo -día de descanso del Señor- como la del vecino, el vecino se pone las pilas con la casa el domingo, la aspiradora se apaga dos minutos y vuelve. ¡La concha de tu hermana, Francisco no sé cuánto!

 

Ah los dogos en el camino de ir a buscar a la escuela a mi sobrino me carnean las gambas gordas y la yugular y quedo ahí tirado, no se debe andar por las chacras a pie. Una vez casi me agarra uno en José León Suárez, el dueño lo dejaba suelto por el barrio, me dijo la señora de la casa donde me metí. Primero le opuse un tablón que había sobre unos caballetes en la calle, pero debí seguir corriendo, bajé por la otra cuadra.

 

La tarde con Walter Nelson, sigue relatando a los setenta y cinco años como nuevo.

 

 

Gol de Sarmiento gooooooooooooooolll grita Gentilli, y te la cuenta de nuevo, le da emoción, todo es inmortal en el fútbol para Leonardo Gentilli, se demora la convalidación del gol de Sarmiento, chequeando fuera de juego, pero no. Balassone lo manda al frente a Beligoy, el director nacional de árbitros de la AFA que twitea. Antes me dormía Balasone pero de comentarista es muy picante, pierde River un domingo de lluvia. Se escucha a los gallinas cantando empapados. Tiro libre: arquero. Milton Casco, se apiada de River Balasone, con cariño se hace tirar la goma por una gallina, Galoppo la tira afuera. Casi dos a cero de Sarmiento. Palo y palo River y Sarmiento en el primer tiempo. No necesito moverme con esta milonga de radio, pierde River en el Monumental.

Información del Ascenso.

 

 

 

Fumar y teclear puedo, con el pucho como una antenita, me siento y me voy quedando ciego, debo tapizar al pie de la Señora, ella me ayudará aunque luche contra la muerte del porro, Oh, Emperatriz del Universo! Uoh! Vida sin pucho, de oteador de incendios, tendré mi plantío de afgana y mi Rosario franciscano, soy un marista porrero con mi plantío y mi choza con Starlink de mandar mails.

 

Mala música

No se puede confiar en un tema musical. Spotify gratis: publicidades de mujeres que acentúan la ssssss: eso es de chupaduras de semen. Y ese llorón de hippies, el botón de Pearl Jam, nunca lo había escuchado, Eddie vedder que hipócritas son tus letras, no tenés vergüenza de cantar eso con gritos y tonos elevados, y el que se fue en perverso y es un angelito de Mike Patton. Pongo Relayer a ver qué me cuenta, nada, bichos y remates, siempre hay que matar un bicho con la alpargata con los del rock progresivo, también lo hacían los del jazz, nada me satisface, pongo el Metatrón y chau. Veinte años de ese disco de deleuziano con Maurice Dantec. Bodrio si lo hay.

 

Con el BLOKIUM puedo subir y bajar la escalera. Galeno no me cubre la operación de rodilla si bien saben que tengo degeneración meniscal. Iré al kinesiólogo y bajaré de peso según lo tengo indicado.

 

Me pedí un crédito de 750 lucas para comprar semillas holandesas. Unas de Super Sativa Seed Club: la feminizada Purple OG Punch, unas regulares Prima Hollandica y unas Creamy Kees; unas regulares Dutch Passion White Widow, unas Mazar, y unas feminizadas Strawberry Cough con la que pienso hibridar la Strawberry Cheese con unas Exodus Cheese de Green House Seeds, me sobraron 17 lucas. Me podría haber operado la rodilla y comprado una bici para hacer la rehabilitación pero la pasión por las plantas es mucho mayor. No como, bajé ocho kilos. Cuando fui a buscar las semillas a la paquetería se ve que la empleada que me las entregó mandó el mail a casa y papá fue a la paquetería también y me encontró a la vuelta con los paquetes, me preguntó que era aquello y le dije semillas: no me dijo nada pero no me habló más. Ahora voy a escuchar el partido en mi cuarto sin su compañía. Las grandes obsesiones te dejan solo lleno de inseguridades.

Falta una hora y cuarto para que empiece Racing vs. Flamengo en Avellaneda. Habla Hugo Balassone con el ridículo Gentilli que tendré que escuchar, quizás ponga el canal de Azzaro donde relata muy bien Jerónimo Torres Santoro.

 

Pongo el partido en la radio y me duermo, sigue la radio hasta el programa de trasnoche que pasan muchos chivos de restaurantes y sueño que me hago amigo del conductor Fer Mancini y le presento a un amigo, Lico, y hablamos de dónde ir a comer bolognesas con salsa y vamos por toda capital buscando restaurantes y mejor me pido unas bolas de papa con queso adentro, sueño con banquetes en ayuno bajé ocho kilos se me está yendo el dolor en la rodilla.

 

Empate 0 a 0 pasó Flamengo.

19.10.25

Perdidos en la nube, por Cecilia Bainotto

 

 

El tránsito, la gente, los vendedores en la calle que ofrecen pañuelos y cebollas y ruidos atronadores. Todos hablan por teléfono, en los bares, en las veredas. En el cine gritarían ¡Cuadro! 

C.B.

 

El panorama no es el mejor. Los semáforos apenas ordenan la ciudad. El hombre no aguanta las ganas de gritar y regresar a su casa.

Guarda el diagnostico en el bolsillo. El técnico le recuerda que ante algún inconveniente lo consulte. Una sonrisa flota cuando pone en marcha el automóvil. Algo quedó en aquella nube y va hacia ella. Al girar el picaporte de la puerta de entrada de la casa sabe que puede acceder a la nube con la llave y un poco de memoria. El entorno verde que bordea los senderos y las montañas azuladas ayudan.

La reconstrucción de los diálogos sacudirá lo que bulle y vibra en el interior de los personajes, en el suyo también. Refresca el cuerpo acalorado. Camina hacia la maldita máquina que como cucaracha lustrosa está sobre la mesa.

Se acerca con cautela porque la cucaracha es el centinela que le pedirá santo y seña. Logra ingresar.

Durante horas el hombre lucha con los brazos entumecidos. La cabeza es un torbellino en el denuedo por rescatar a Kathy, a Gastón, a Pepe, a Frida, a Lalo, a Consuelo, al Juez y a varios más. No es fácil la construcción del sentido en tantas biografías. 

Caminantes perdidos durante una mañana brumosa, de los que conserva grabaciones y fotos, volaron como hojas.

“¿Qué le decía Kathy a Gastón en la terminal de trenes? ¿Qué le preguntó Lalo al vendedor de pasajes? ¿Por qué Frida contaba un sueño? ¿Cuál es la causa de la risa constante de Pepe? ¿Qué llevaba Consuelo debajo del sombrero? ¿Dónde guarda el juez sus anteojos panópticos? ¿Qué había adentro del sobre a nombre de “Cualquiera”? ¿Quién tomó la foto a la ecuyere del circo? ¿Todos juntos son un solo ser múltiple con poderes mágicos? ¿Por qué no ensayar, por oposición, algo lúdico con todos ellos y menos tormentoso? ¿Acaso el mundo no conoce por padecimientos los malos diagnósticos? ¿Habrá alguien que entienda el mensaje? ¿Mis palabras escritas tendrán el ritmo preciso de gotas de lluvia al caer en las baldosas?  ¿Debo preocuparme por eso?”

Son preguntas que se hace el hombre y siente que el encendedor tiene fecha de vencimiento. ¡Malvado tiempo, dame tiempo!”

“Necesito reescribir la historia de todos ellos. El rescate de los desaparecidos devorados por la nube será la concreción de una de mis vidas posibles, la que quiero desde muy joven”, piensa mientras camina a orillas del río que en saltos cae a sus pies. El silencio es del paisaje y lo alivia.

No escucha consejos nebulosos. Oye un gong en la cabeza y a muchos de los desaparecidos conversar animadamente.

Ríe con la música de fondo del río. La incertidumbre de la espera termina. La luz debajo de la puerta de su casa es alentadora. El insomnio ya no es por insectos perturbadores Todo lo contrario. Es la vigilia que lo empuja a la historia de los perdidos que le ruegan que la siga. Con el teclado dócil retoma la escritura. Por su vida y por la de ellos.

Algunos desaparecidos de la historia son inhallables. Quizá no ameritan seguir en los capítulos próximos. La inquietud lo embarga con un escenario de repetición. Recordó cuando vivía en una metrópolis del norte europeo. Su mirada perforaba el vidrio de miles y miles de ventanas y creaba con esas visiones una historia. Personas que entraban o salían, que desaparecían o se quedaban, todo era una sola cosa dividida en porciones de tiempo y de espacio. Cambios incesantes, vitales, a veces movimientos imperceptibles como la regeneración de la piel que se cura de una herida.

Con aquel recuerdo vive en carne propia el “work in progress” de su obra.

6.10.25

La ruta de la edición: Borde Perdido

 Preguntas a editorxs

Hoy responde Sebastián Maturano, de Borde Perdido

 

Podrías definir tu proyecto editorial. ¿En qué año arrancó? ¿Cuántos títulos llevan publicados desde entonces? ¿Quiénes son lxs editores?

Borde Perdido arrancó en febrero de 2013 en la ciudad de Córdoba, pero el cumpleaños quedó fijado en junio de ese año, que fue cuando presentamos nuestro primer libro, Poemas sentimentales, de Silvio Mattoni. Esa actividad, que se hizo en Casa 13, fue también la presentación pública de la editorial.

Al comienzo los editores fuimos mi amigo Pablo Toia y yo, con el acompañamiento de Victoria Dahbar. Desde mediados de 2014 quedé al frente del proyecto.

Por otro lado, venía con la idea de Borde Perdido como editorial desde unos años antes, tipo 2010 y 2011, incluso pensando el proyecto como algo más amplio, lo que incluía la idea de que fuera, entre otras cosas, una galería de arte dedicada al dibujo, pero eso no pudo hacerse por cuestiones de espacio. La Colección Dibujo vino a “saldar” esa idea de alguna manera. En ese tiempo tenía como referentes el Club del Dibujo que hacía Claudia del Río en Rosario, y también a otros proyectos como Eloísa Cartonera, Belleza y Felicidad, y venía de una experiencia en una imprenta autogestiva que hacía, entre otras cosas, libros. Al mismo tiempo, cuando me vine a vivir a Córdoba en 2010 (yo soy de Mendoza), me encontré con muchas pequeñas editoriales que hacían un gran trabajo y habilitaron de alguna manera la posibilidad de hacer una editorial como algo posible. Es decir, había en Córdoba una escena, con autores, editores, lectores, gente que se interesaba por los libros de producción local, librerías que les deban espacio, ferias, coloquios, etc.

La idea principal de Borde Perdido, desde el comienzo, fue hacer un cruce entre literatura-escritura y artes visuales, que eran nuestros principales intereses. Esto, en los primeros años, se relacionaba con el modo en que hacíamos los libros, que eran armados y encuadernados de manera artesanal y llevaban un grabado en relieve en las tapas, tipo xilografía, pero con una técnica alternativa que permitía la impresión de las copias sin la necesidad de una prensa. También en las colecciones estos intereses y búsquedas se hacían presentes, porque si bien dividimos el catálogo en Colección Poesía, Colección Narrativa y Colección Dibujo, a veces se presentaban títulos que podían estar en una u otra colección. Años después inauguramos la Colección Ensayo, que estuvo como premisa desde el arranque, pero llevó más tiempo poder materializarla. Todo esto se dio en un incesante proceso de prueba y error, teníamos algunas cosas claras, pero desconocíamos muchas otras cosas, que aprendí en el mismo hacer. Creo que el hacer es lo fundamental, al menos en mi caso.
Mucho tiempo compré papel y encuadernaba yo, imprimiendo interiores y tapas en otras imprentas, una de ellas llamada Plan B, imprenteros metaleros de quienes me hice amigo y fueron importantes durante un largo periodo. Después hubo un lapso de casi tres años en que imprimí los interiores en mi casa, con una máquina casera, y mandaba a encuadernar y laminar las tapas a un taller. Hace tres años que envío todo a una imprenta local y yo me encargo con exclusividad de la edición, corrección y diseño. Además, como siempre, de la difusión en redes sociales, diseño de flyers, distribución (aunque tengo un distribuidor en Bs. As.), organización de presentaciones, etc.

¿Qué estás leyendo?

Soy un lector, fundamentalmente, de literatura argentina. Pero en los últimos años vengo muy copado con un autor suizo llamado Friedrich Dürrenmatt, del que me volví medio fan y me conseguí todos los libros que pude encontrar. Al mismo tiempo leo muchas cosas al mismo tiempo y tiendo a olvidarme de lo inmediato, de lo último último están Todo no es suficiente de Fuguet, Los malditos, que es una compilación de Leila Guerriero sobre “escritores malditos” de Latinoamérica, El cazador oculto de Salinger, La lectura: una vida de Daniel Link, La merma de María Moreno, y otras cosas que vengo leyendo para un proyecto de libro en el que estoy trabajando. Estoy leyendo de otra manera a Arlt, que es un autor que durante mucho tiempo no me atrajo, no me gustaba digamos, y ahora lo estoy leyendo de nuevo y ando medio fascinado, sorprendido con la fuerza que tiene, con su verdad: las aguafuertes son de hace más de cien años y parecen haber sido escritas ayer, eso es impresionante y me conmueve, al mismo tiempo que me hace pensar en nuestro presente.


¿Cuáles son esos autores a los que siempre volvés?

Vuelvo siempre a Leónidas y Osvaldo Lamborghini, Fogwill, Alejandro Rubio, Levrero, Isidoro Ducasse, Laiseca, la primera edición de Osvaldo Lamborghini, una biografía, de Ricardo Strafacce. En los últimos años se incorporaron Libertella y Silvia Schwarzböck.

 

¿Cómo es el proceso de lectura de un manuscrito? ¿Cómo selecciona los proyectos para publicar? ¿Qué tiene que tener un libro para que te interese publicarlo?

Lo central es la lectura, el encuentro con la lectura del material. Creo que lo fundamental de la editorial es que desde el comienzo, antes que editores, éramos lectores, gente apasionada (aunque suene cursi o romántico) por la literatura. Para mí la verdadera literatura genera un encuentro con la verdad. Aunque no se sepa bien qué es eso.

Cuando leo para la editorial pienso mucho en lo que quiso hacer el autor/a, intento pensar en eso, no leer todo el tiempo desde mi mirada ni dejar todo sujetado a mi gusto personal, tratando de imponer mis criterios sobre otro, si no, por el contrario, intento pensar qué quiso hacer ese otro con su texto y qué puedo aportar para que ese material, si es lo que necesita, pueda crecer o mejorar, etc.

Me gustan los autorxs que tienen una búsqueda propia, que intentan una búsqueda, que arriesgan.

¿Hay algún género que te interesa especialmente?

Me gustan todos los géneros y el catálogo de la editorial es bien diverso en cuanto a eso, lo que me interesa es el trabajo con la lengua, el trabajo con la escritura, el filo de lo que sucede entre esas cosas.

¿Cuánto intervenís en los textos que publicás?

Hay editores que quieren que el autor haga el libro que ellos quieren, yo no trabajo en esa línea. Pienso la edición como algo relacionado con la escucha. Intervengo en cuestiones formales que pueden incidir en lo estético también. Quiero decir, cuestiones de sintaxis, gramática, ortografía… Pero como decía, partiendo de la pregunta “¿qué se quiso hacer con este texto?”. Cuando me meto con cuestiones de estilo las pienso para la estética del texto que estoy leyendo. Y siempre es una conversación. La edición, para mí, es conversación y escucha. Al menos eso intento. ¡Puede fallar!

¿Qué relación buscás entre el arte de tapa y el texto que presenta?

Durante mucho tiempo pensé que las tapas eran una suerte de afiche. Quiero decir, yo vengo de una formación en las artes visuales, y, en una práctica, digamos, militante, ligado a cuestiones del arte política, artivismo, con un colectivo llamado La Araña Galponera. Con ellos hicimos, entre otras cosas, una gran intervención urbana llamada Primera Bienal de Fotocopias, en 2009, en la ciudad de Mendoza, en la que participaron artistas y escritores de la Argentina y muchos países de Latinoamérica. Entonces, regresando, pensaba que las tapas eran afiches, pero a una escala más pequeña, aunque sin embargo debían destacarse, porque alrededor habría más tapas, de otros libros, en otros espacios. Eso por un lado. Por otro, una tapa funciona a varios niveles de comunicación, es decir, para mí, el arte de tapa dialoga con el título del libro pensado como un enunciado, conviven esos dos aspectos en un mismo plano visual. Entonces ahí ya tenés dos elementos: la palabra escrita e impresa y la imagen (ilustración, obra visual, etc.). A esto se agrega el “contenido”, digamos el libro mismo, o el texto mismo. Una tapa, creo, es una síntesis de todo eso. A veces se puede poner el acento en el título, otras en el tema, a veces en todo eso. Hay libros que son muy abstractos y cuesta mucho encontrarles una imagen. Ahí aparece el diseño, que es, en definitiva, lo que integra todo: títulos, arte de tapa, contenido. Al mismo tiempo no creo que el arte de tapa deba ser una referencia súper literal con el título o con el tema del libro. Una tapa es, ante todo, un llamador, una invitación a quien se encuentre con el libro.


¿Qué consejos le daría a los escritores que buscan publicar sus obras?

No sé si consejos, pero sí diría dos cosas: que no se desalienten y que muchas veces un “rechazo” (o una aceptación) editorial no tiene que ver con una cuestión de “calidad literaria” sino con la pertenencia o no pertenencia a un determinado circuito. A esto habría que ampliarlo, pero lo dejo ahí. También diría que lo más importante es escribir, y que escribir ya contiene elementos de edición. En cierta forma, el primer editor de un texto es el propio autor.

Por otro lado, diría que es fundamental la lectura, darle bola a los pares y a los contemporáneos, hay gente que escribe y quiere publicar y no leyó a autores básicos de los últimos cuarenta años. También es importante leer a los amigos. Leerse. Eso no quiere decir que no haya que leer a los “clásicos”, al contrario.

Creo que no hay que dejarse obnubilar por las operaciones de prensa, los premios, los likes, los streaming, las tendencias: hay mucha mentira disfrazada de corrección política en todo eso. Te venden cualquier cosa por el simple hecho de que vende. También hay autores que escriben para venderse, no para vender sus libros, para venderse ellos. No digo que esté mal, no soy nadie para decir qué está bien y qué está mal, pero digamos que ese no es mi viaje. Hay muchos elementos extraliterarios que operan todo el tiempo y dicen “esto es la literatura hoy” y claramente no digo que no lo sea, pero claramente no es lo único. Las vidrieras de Yenny y los rankings de venta mienten. También hay mentiras en los circuitos alternativos a los grandes conglomerados que replican las mismas lógicas del “mercado”, y hablo de cuestiones netamente estéticas, es decir políticas. (Y sabemos que en las mentiras siempre se juega una verdad y que las mentiras también dicen verdades: hay que leerlas). Se tiende a buscar la buena redacción, no la escritura, a que todo sea demasiado prolijo y limpio, que se “entienda”.

También diría que es importante trabajar los textos, leerse a sí mismo, corregirse, compartir el material propio con otros lectores. Al mismo tiempo no habría que depositar toda la fe en los talleres literarios, que están bien y los celebro, pero a veces tienden a formatear demasiado al gusto del tallerista o la “época”, o generan una especie de peregrinación que se agrega a una especie de currículum que dice “fui al taller de tal o cual”, etc.

Creo que es importante pensar en dónde está parada uno, salir del agujero interior, levantar la cabeza y mirar lo que pasa alrededor, pensar en dónde se para uno, que no se está aislado, que hay una historia, que no empezó todo hace dos días. La escritura es algo que hay que pensar desde la misma práctica y también en el tiempo, un tiempo largo, entrecortado, sostenido y fragmentario. A lo mejor a todo esto me lo digo, sobre todo, a mí mismo.


¿Cómo ves el futuro del mercado editorial y cómo esperás que cambie en el futuro?

Yo lo veo complicado y al mismo tiempo creo que siempre fue complicado, aunque nuestro tiempo tiene sus particularidades. Pienso que las pequeñas editoriales van a seguir existiendo, porque aunque suene medio cliché, son esos proyectos los que mantienen viva a una forma de circulación de propuestas estéticas que no se sustentan solamente en la cantidad de ejemplares vendidos. De todas formas es difícil. Yo veo editoriales pequeñas que tienen cuarenta años de existencia y me referencio en ellas. Pienso que si lograron seguir durante todas esas décadas, con lo compleja que es la historia social, política y económica de nuestro país, otros proyectos podrán continuar también. Al mismo tiempo el futuro se presenta adverso como el presente. Estamos en una época de preguntas, de reflexión y de acción. No hay nada seguro, lo provisorio e inestable, digamos “la toldería”, como dice Osvaldo Baigorria, siempre está presente, incluso en la gran masa de cemento que habitamos día a día.