26.8.20

El vals de los delirantes, por Acuarelas Alemanas

 




I

La rosa siria se retuerce en su cáncer de tinta negra y cardamomo
cuando pienso que sabía un péndulo de fuego blanco
sí señor no señor
porque muere la rosa y la sangre de las viudas constantes se desliza
sobre el hambre que no grita monstruos-elefantes pisando sus pechos
de lunas y pulgares donde la niña reina gira sobre su eje
con su delirante amor por las flores amarillas.



II

Entonces un paso hacia adelante y mi cuerpo hacia atrás
cuando ya lo comprendo cortado en su molde de tomate y carne
a punto medio un poco más a la derecha negando el centro
y sofocando el siniestro arrebato adolescente de lo único
que moderadamente me interesa en su erguida constante
que me aburre hasta el desvío cuando por ahí pasa una mosca



III

y dios no te tiene y te busca dice el lobo italiano
cuando al extender su brazo hacia la fe que sospecha
mi boca no responde a la plegaria donde me quiso
y me quiere como el alba prerrafaelista
a mi medianoche de expresionismo alemán.



VI

Y son estos hermosos cinéticos eventos en la duda carne adentro
de los fantásticos turistas que esperan de palmas abiertas adjetivos varios
que resuelvan el misterio de la perfecta armonía de esta danza
que abrazan como propia con todos sus lunáticos efectos
que se dilatan y contraen en este suicidio colectivo de esperanzas anacrónicas
sobre esta melodía falsamente conmovedora que se empeñan en reducir
a una fotografía en blanco y negro


(alguien dijo que en la víspera murió Madame Bovary)





Tomado de: Acuarelas Alemanas, La nave de Teseo, Editorial autores de Argentina, 2020.

20.8.20

La lluvia, por Martín Romero Vargas

 



Por suerte la lluvia cae sobre las islas. El otro día un amigo me preguntaba: ¿Qué onda los incendios en el Delta? Ese mismo día el ministro de medio ambiente se tomaba una foto, pala en mano, posando estéril frente al fuego. Una pantomima estúpida más de la política argentina. Mi nombre es Martín, hace años que vivo en el Delta con mi familia. Trabajo en la secundario 22 de Paraná Miní y Chaná. El pasado miércoles hicimos el reparto de bolsones de alimentos y actividades para los chicos y chicas. Me embarqué hacia La Barquita, Barca Grande, Boca Falsa. En Arroyo Largo y Cruz del Sauce, el olor a humo se acrecentó. Con el Patrón y el Marinero hablamos del incendio, de la sequía, de las vacas y demases. Llegando a La Barquita ya se veían las cenizas en el aire cruzando el río, para un lado, para otro. Pedazos de humedal asesinado en pos del mentado progreso. Los campos no inundables para lo soja venenosa y las islas para las vacas. Nada escapa a la devastación del capital. Barca Grande arriba, el Patrón dice: “Se está tiñendo el agua con la ceniza”. Y nadie dice más mientras la lancha de madera remonta en un agua gris. Al Delta lo incendian todos los años, con la complicidad de ganaderos, terratenientes y políticos. No es la primera vez que lo hacen en un año de sequía. En el 2009 varios hermanitos isleños salvaron su vida en una canoa. Estuvieron  días a la deriva en el Delta de Zárate, entre el humo y el fuego, hasta que por suerte los encontraron. Once años después, las cosas siguen de la misma manera.

17.8.20

La Sensación de Pobreza, por Luciano García

  

A mi izquierda, estaba la pared

(Eróstrato)


No se puede ser “de izquierda” y elegir el mal. El que elige el mal que se la banque. Nace vive y muere solo. Sin embargo el mal es la única izquierda verdadera. ¿El pueblo es irrepresentable o impresentable? Soñábamos con un proletariado impopular, y el sueño se hizo realidad o más bien pesadilla. El pueblo siempre se equivoca. La élite también.
Al pueblo si no lo engañás te arma una revolución en menos de una semana. Si no lo engañás se ofende. El pan siempre fue y será circense. Al pueblo hay que darle siempre la razón –total están locos. (Supongo que es esa la Razón Populista.) Exportar para ser feliz. Se acabó la fiesta, y nos dimos cuenta de que era una fiesta. En este país si no sos peronista o antiperonista sólo te queda la anomia. El argentino promedio quiere reducir el universo entero a una lucha entre peronismo y antiperonismo. Me recuerda a la frase de Baudelaire a la puta: Tu mettrais l'univers entier dans ta ruelle Todos los que tenemos aspiraciones de ser artistas escritores o intelectuales, es decir a seguir trabajando de por vida de ociosos remunerados aunque más no fuere con reconocimiento y autoridad, ya que no en efectivo, tenemos siempre a mano la coartada de la “izquierda”, de posar en el fondo –“en última instancia”– de almas bellas. No nos cree nadie, salvo los colegas. Lógica de campo –se llama. ¿La izquierda es enunciación o enunciado? En este país hasta Borges se creía anarquista. Después de todo está bien: el solipsismo es el único anarquismo viable. Osvaldo Bayer se fue al Cielo. La Argentina es el único país en el que gobierna el anarquismo. Al poder se lo reparten en toma y daca entre el anarco-conservadurismo que llamamos liberal y el anarco-fascismo que llamamos populista. Entre Borges y Perón, sin ir más lejos. Son mamá y papá para nosotros. No está tan mal después de todo, hay peores familias. Peronista no sé si soy pero sí anarco-fascista, que al fin y al cabo es más o menos lo mismo. (Aunque yo soy anarco por parte de padre y fascista por parte de madre.) Si el peronismo es mujer, la izquierda es histérica. La izquierda no es boluda, como cree el peronismo. La izquierda también es chanta, como los peronistas. Sólo que no quiere mojar; pide saber. Yo soy peronista, y soy de izquierda; pero lo que nunca seré es peronista de izquierda. No hay peronismo de izquierda, ni hay izquierda nietzscheana. No sé si soy peronista de Perón ¡pero sí soy nietzscheano de Nietzsche! En este país hay mucho deleuziano de Deleuze y mucho lacaniano de Lacan, pero pocos aceptan ser platonistas de Platón –prefieren serlo de Badiou o de Marx mismo. De todos modos, nunca seré vandorista, o nunca seré badiuísta. Al Sein zum Tode argentino lo formuló Evita: “seguir a Perón hasta la Muerte”; es decir la vida por Perón. Pero el peronismo de Perón es al revés: ¡Perón por la vida! En la lengua el peronismo es un chiste; en el saber un agujero, un olvido. El peronismo no es un sistema, señora. Es un misterio. Forster y Horacio González sólo fueron figurines testimoniales, blanqueadores morales y parlamentantes retóricos; el filósofo del kirchnerismo fue Capusotto. El macrismo no es un pensamiento; el macrismo “medita”: no piensa. Simulacro de orientalismo: no piensa (deja pasar, deja hacer –como mucho). Como dijo Macri, la democracia es un abuso de la estadista. El izquierdismo es un folclore. Un folclore antipopular y de derecha. Mi ética del hambre, al contrario, es puro derroche, y de feo gusto. Diógenes no era de izquierda. Antes la izquierda combatía a la burguesía. Estaban equivocados con razón de ser. Ahora se estetizó, se volvió libresca. Chapotea en el corralito del campo literario. No combate más a la burguesía; su enemigo ahora es César Aira. En toda insurgencia, detrás de todo acontecimiento, en la Argentina, siempre hay un nene de papá alfa despuntando su nuevo falito. Ser un señorito y un Che Guevara a la vez, el ideal realizado del Alfa izquierdero nacional. ¿Con la ideología se coje? Entonces me meto el instinto en el culo. Liberal es el ojete. ¿Entre Batman y el Che Guevara con quién me quedo? Para superhéroe sin dudas con Omar Viñole. La izquierda es libertaria o no es izquierda. Hegel y Platón son de derecha les des las vueltas que les des. Y para ser de derecha hay que tener cojones y ser de derecha en serio, como “yo”, que soy nazi-fascista. Al fin y al cabo nací y tengo una facha. La izquierda es Nietzsche, no Marx. Marx es la derecha. El estalinismo es arborescente. El fascismo es rizomático. La naturaleza es un asco. Lo más parecido al menemismo que vi. Pero el Cielo es el peor lugar que existe. El Cielo en la Tierra no existe por suerte, porque sería aún peor. El resentimiento es el más grande guionista de la historia, firma con tinta limón todas las obras. La izquierda lanzó otro escupitajo en la cara de la vida: ¿la debilidad debe reinar? Denme un Cielo y un arma nuclear. Salvo los pelotudos de los intelectuales, o algún que otro, la mayoría de las personas vivimos en la clandestinidad, aunque estos giles no lo puedan creer. La izquierda vive de sacar rédito atacando el discurso exotérico de la derecha, que no es más que un discurso falso y de mierda para engatusar al populacho y la clase media, quienes sólo necesitan ese tipo de “razones”. Pero esa no es la verdad de la derecha. Aplicando el método del “y si” de Zizek: ¿Y si el fundamento del discurso de la derecha fuera “ponerse en el lugar de los que sufren”, fuera “hablar por los que sufren”? ¿Y si la izquierda no fuera más que el mutismo “de los que sufren”? La izquierda no son los que responden por los que sufren. La izquierda es el sufrimiento. Buenismo, victimismo y el correr por izquierda, tres elementos fundamentales del fascismo actual. Esta tendencia se llama con un oxímoron: totalitarismo feminista. ¿Cuál fue el día en que la izquierda sustituyó al proletariado por la histérica como sujeto universal y revolucionario? El poder es de izquierda: me pide que hable y que viva, que grite, que me queje, que goce todo lo que pueda y que agote mis fuerzas; que vaya a todas las fiestas, que tenga un millón de amigos, que coja, que apoye a todas las minorías, nos pide a todos que seamos víctimas y todos somos víctimas. Cuando oigo la palabra “izquierda” saco el revólver. (Soy zurdo.) Aborrezco a la izquierda porque la izquierda es una forma de la derecha que no se banca su realidad. Es una derecha todavía más falsa que la derecha. La guerra entre la izquierda y la derecha se dirime siempre al interior de la clase dominante. “Te conviene que yo con mi capital simbólico sea tu amo a que sea tu amo este señor con su otro capital.” Cualquier idiota o persona pobre de la clase dominada entiende perfectamente esta frase aun cuando no fue formulada así y por supuesto elige coherentemente. ¡Cuando esta situación sea superada ocurrirá la verdad de la izquierda! Cada cual defiende su interés. Muchos se equivocan en cuál es su interés. Pero de derecha somos todos. Pregúntenle a Lenin qué opinaba de “la izquierda”. La izquierda en todas sus formas ¿no será nomás la idiota útil del imperio, del capital, del judeo-protestantismo que gobierna el mundo? ¿Antimperialista no será sinónimo de narcisista? Los gritos de la izquierda son los ladridos del caniche del liberalismo. Izquierda y derecha deberían medirse por el grado de hipocresía. En eso soy jipi. Izquierda: tenderos y mercachifles que compran y venden productos y servicios culturales. Su casta dominante se encarga de fijar precios y tazas. El verdadero fascismo actual es la izquierda cultural progresista. Y esos soretes se dejan financiar igualmente por populistas y liberales. Son mercenarios. Privilegiados de este país que se creen inteligentes y son de izquierda. Ni son inteligentes, ni hay ninguna izquierda. Son privilegiados, eso apenas. Un careta contracultural enmascarado en su barba de nene de papá me llama cheto. No sé si los “estúpidos imberbes” eran o no estúpidos, pero la mayoría eran barbudos. Tener un cuerpo de derecha está bien. Mi consejo es que se afeiten se peinen y vayan al gimnasio como Aira y Platón (aunque el trolo éste sí se dejaba la barba, para disimular). Fascista es tener onda. La onda es fascista. Es más, si me apurás, me quedo con la lucha de clases. El cerebro y el músculo son los enemigos de la onda. Fuera de convertirse en nazi o convertirse en puto muchas más alternativas no quedan. Prefiero la que tiene menos prensa. Aunque sea por eso mismo. Desde que el fascismo se volvió progresista no cambié una coma. Al menos no la como. Qué diferencia entre la iluminación y la beatitud que da la verdad y el borrego y cabizbajo prestigio que otorga el éxito en la comunidad de los eunucos los nerds las histéricas verdes y los machito-alfa barbados. ¡Esto sí que es vida! Quieren escribir literatura y gobernar. Mejor ni lo uno ni lo otro. Se está bien así. Mi sueño es contar un cuentito de hadas que deje 15.000.000 de muertos. ¡Cómo gozo con mi fascio imaginario! El Matrimonio entre la Izquierda y la Derecha tuvo sólo dos hijos bobos: somos los santos y los fascistas. Pero por suerte fuimos expulsados de la familia. Tuvimos suerte porque el aborto aún no era obligatorio. El fascismo nunca fue solemne: ¡Viva el fascismo! ¿Por qué cambiar de Amo? ¿El culto moderno por la novedad lo justifica? Para tener un amo hay que tener uno que sepa mandar. He ahí el problema de la izquierda, por qué la gente no la quiere. En vez de poder, quieren el poder. Y no lo saben conseguir. Porque lo desprecian. Aman lo que desprecian. La izquierda se convirtió en un recurso de la burguesía para correr a las clases medias. Gadget de las segundas líneas de la burguesía, la burguesía pobre –esto es: la burguesía ilustrada–, floja de capital dinerario pero empachada de capital simbólico y pletórica de capital social. Izquierda: derecha diferida. Nadie se banca ser de derecha en este país y sin embargo… todos lo son. El marxista piensa con la cabeza pero no con el cerebro sino con la barba. No son neuronas lo que se mueve sino pyogenes. Ante la alternativa de tener que fusilarlo sodomizarlo o afeitarlo el marxista excluirá siempre la última. Yo soy de izquierda. Yo soy bueno. Yo soy lindo. Bueno y valiente. Yo, Platón, soy la verdad. (Un Platón que se come Freud.) Si le pidiéramos a cada argentino que hiciese un listado anónimo y exhaustivo de a quiénes habría que matar: ¿cuántos quedarían? Arroje un guarismo probable. Mejor vives mejor te quejas. El folclore sin pueblo es la pose. La pose izquierdista. Qué linda que está la Revolución-Espectáculo. (Preferiría no hacerla.) Amo a mi pueblo de energúmenos. Dios existe y es marxista (confirmado). Cuando la izquierda y el liberalismo se tiran un pedo químico y dan de baja a 100.000 bípedos desplumados, le atribuyen los lauros a un Hitler. Son doctrinas de grande modestia. Cuando matemos a todos los fascistas perpetraremos el más grande genocidio de la historia. Cuanto más emancipados, más alienados. No quieren la lucha de todos contra todos, quieren que los débiles le ganen al fuerte. Esa revolución permanente por supuesto que no es nueva, tiene localía en el planeta hace 3.800.000.000 de años. No hay burrito serrano que no esté debidamente esclarecido. El despotismo ilustrado monta en jumento. Para despotismo estábamos mejor con Dios. No quiero participar de la partusa de la izquierda. Si uno no es de derecha, debe al menos disimularlo. Se creen inteligentes y enemigos de la clase dominante. Son idiotas y de la clase dominante. Aprendan a ser idiotas, imbéciles. En la Torre de Marfil izquierdista. Críticos marxistas o matones que no matan a una mosca. Una vez más Epistemón el Marxista me invitó a su Orgía. Una vez más no asistiré. ¿La izquierda? ¿Lxs amigues de lx policíe? Pronto los marxistas se dejarán bigotito y corte a la americana, y los subcomisarios y agentes te incorporarán a la jaula de la seccional amiga luciendo frondosas barbas. Vamos bien. La revolución cultural no produce otra cosa que la que hay ahora a la vista: una cultura de izquierda bajo una economía de derecha. Hardware de derecha, software de izquierda. La hipocresía organizada, el ideal empíreo para el chapoteo de la burguesía izquierdista que vive del negocio cultural. Cuando oigo la palabra cultura saco el revólver y cuando oigo la palabra revólver saco la cultura. Perspectiva alto-fascista. Publicación semanal: El Bolche Posmoderno –sociales barbones. Pronto: Boletín Argentino La Inmundicia Cultural. La clase dominante es neomarxista y quiere anécdotas. Anécdotas certificadas por un esclarecido victimista. Los idiotas de familia me acusan de idiota; me parece que lo que me dicen es que no pertenezco a la familia. Ahora los fascistas se ofenden por cualquier cosa. Son hipersensibles. La poesía Sarah Kay de los hijos del ERP. El vernissage sustituyó a la revolución pero la barba sigue. En el campo cultural la clase dominante es marxista o por lo menos barbuda. Con dos neuronas y una barba en la cultura argentina se obtienen innumerables dividendos. ¿A qué más? No sólo la tierra, el saber y las letras tienen dueños en la Argentina. Que tengan barba, concha, o vivan en un monoambiente en Balvanera, no los exime de ser los terratenientes del capital simbólico. Ni barbudo ni nerd ni puto. Si a la nada que queda le llaman fascista llámenme como quieran. El cerebro y el músculo son los enemigos de la onda. En el campo de las letras, que es el mundo del revés, son los nerds y los maricas los que hacen bulling. La crítica barbuda del Almacenero de Libros me la anota en la libreta. ¡Se cayó de su barba! Él es ágrafo ¡su barba no! Bulto Ecuestre de David Viñas montado a su Aparato Crítico. La Inteligencia del Intelectual Argentino Radicaría en su Barba. Estetas políticos: no ven literatura sin politiquismo ni política sin esteticismo. Él era compositor de anécdotas y Licenciado en Ideología. Yo en cambio odio los libros buenos, porque siempre parecen hechos por otro. Alcohol, tabaco, cocaína, y populismo. ¡Y a vivir la vida! Historia Extraoficial de la República Separatista de Mí Mismo. Escribir en un estado de trance fascista. El ejercicio de dejar de ser un ángel debería ser impenitente, a riesgo de pasar por bestia, pero con el probable resultado interior contrario. Intelectual Orgánico Imaginario versus Budista Facho (mi organismo es una logia y todo cuerpo es contubernio). Rechazado por una runfla de barbudos balas histéricas incojibles y nerds que componen el campo cultural argentino, cuando termine de escribir retomaré el Tao. Me retiré del Seleccionado de la Facultad de Humanidades y Artes cuando al equipo le quisieron poner “Tesis 11”. Prefiero esta vida a entrar a vivir a un monasterio marxista y pensar y cojer a reglamento. Prefiero incluso no cojer y no pensar… UNR: Locademia de Policías. Lobistas somos todos, a muchos nos cuesta descifrar para quién trabajamos. La claridad también es un terrorismo. Enunciarse de izquierda es obsceno. Prueba al contrario ser de derecha. ¿Ser una pasión inútil o un útil pasional? Si no se puede disparar a la multitud, disparar, al menos, de la multitud. Frenético activista del no hacer nada. Huye, que el poder huye contigo. La mejor forma de ser de izquierda es no decirse de izquierda ni creerse de izquierda. Dijo Macedonio: los signos matan a las cosas. Para todo entrista encular es un sueño eterno. El resentimiento es una dictadura eterna, la emancipación es un entretenimiento eterno. Para los ebrios de virtud necesitamos también un control de alcoholemia. Orga La Fraternal-Terrorista. ¿Qué hubiese pasado si Hitler hubiera triunfado en la epistemología? Con mi Sistema destruiremos el Capitalismo. Y construiremos algo peor. ¿Quieren ser revolucionarios? Fracasen. Hay que partir de dos preceptos base: Dios existe y es antimarxista. Me considero anarcopapista. «El día que León Gieco conoció a Dios.» Che Guevara esquina George Soros. Con la frialdad de una iguana macrista anhelo un glacial consenso de geriátrico. A este señor le duele el miembro fantasma de Adam Smith. El dinero es algo tan poco útil que incluso le llegué a tomar un poco de cariño. Dejar al Capitalismo tal y como está. No tocar al Mundo ni con la punta de los dedos. De los que luchamos por un mundo peor no se acuerda nunca nadie. Nunca nadie mereció ser anarquista; pero tarde o temprano cualquiera merece el olvido. La dominación es un sueño eterno. Ladra un perro anónimo. Cruje una supernova. De onda, lo digo de mentirita.

11.8.20

Cuestionario Marcel Proust a Malena Saito

 


¿Cuál es tu idea de la felicidad perfecta?
Un asado con amigos, alguien toca una chacarera en la guitarra. Estamos cerca del mar y a veinte grados de temperatura.

¿Cuál es tu miedo más grande?
Preferiría no conjurarlo.

¿Cuál es el rasgo que más deplorás de vos mismo?
La inseguridad y la paranoia.

¿Cuál ha sido tu mayor atrevimiento en la vida?
Renunciar a un trabajo formal  y poner una librería.

¿Cuál considerás que es actualmente la virtud más sobrevalorada?
La paciencia.

¿Qué es lo que más te disgusta de tu apariencia?
Muchas cosas, vale la pena enunciar...?

¿Cuáles son las palabras que más usás?
Invento, por la amistad con Margarita Roncarolo. Chuchería, porque soy una compradora compulsiva de ajam las idem y cacharrito, porque siempre hace falta un lugar donde poner una cosita o la esperanza. Bueno y libros, porque trabajo de eso, así que el día suele arrancar con ¿tenemos este libro.../fuiste a buscar tal libro/ qué libro recomendamos...

¿Qué es de lo que más te arrepentís?
De haber dejado (todas) las carreras. Aunque siempre me estoy arrepintiendo de algo.

¿Cuál considerás que es tu estado actual de ánimo?
Recién lloré y me quedé pensando que yo no lloro mucho, salvo frente a determinadas personas. Pero mi estado de ánimo es la risa. Me río mucho, todo lo que puedo y toda la mala sangre la hago circular, riéndome.

¿Cuál es tu posesión más preciada?
Un anillo de bronce, con una mariposa que parece otra cosa. Es enorme. Me lo han halagado mucho. Lo compré en una fotocopiadora, por cuarenta pesos. Lo amo! También el cofrecito que compré en parque Centenario, donde guardo cigarrillos, caramelos y esmaltes. Unas sombrillitas rosas que se encienden de noche. Un tapado que me regaló mi maestra. Un collar con un camafeo y un plumín rosa que me hice hace unos días.

¿Cuál considerás que es la peor miseria?
La avaricia y la indiferencia.

¿Con qué personaje histórico te identificás?
Juana Bignnozzi.

¿Cuál es la cualidad que más te gusta de una mujer?
La inteligencia.

¿Cuál es la cualidad que más te gusta de un hombre?
La mordacidad.

¿Quién es tu héroe de ficción?
Margarita Roncarolo.

¿Cómo te gustaría morir?
De abuelita.

¿Qué apodos tenés?
Asaíto, porque disfruto muchísimo de prender el fuego. Me gustaría que me dijeran la tana.

¿Dónde y cuándo sos feliz?
¿
No lo dije antes? Con mis amigos, compartiendo el pan.

¿Cuál es el rasgo de personalidad que menos te gusta de un hombre?
La soberbia. Insufrible.

¿Cuándo mentís?
No miento, porque mentí mucho en una época y me cuesta mucho mentir, a lo sumo, omito.

¿Cuál es tu idea de la muerte?
Es un campamento, en donde estamos todos los que nos hemos ido contando historias que tejen el mundo de los vivos.

¿Qué no perdonarías?
Que no me escuchen cuando es importante.

¿Qué te hace reír?
El fracaso de todos los días.

¿Qué te hace llorar?
La muerte de los seres amados, la pérdida de la confianza, la falta de empatía, que me defrauden.

¿Cuál considerás que es tu mayor logro?
Ser un puente y haber conectado a muchas personas. Ser una tejedora de redes infinitas.

¿Para vos qué es un buen insulto?
No puteo mucho y admiro tantísimo a quienes logran generar los insultos más rimbombantes. Ahora no se me ocurre ninguno, pero ya saben, esos que te hacen gritar AAAAAAAAAAAAAA de emoción.

7.8.20

Cómo acabar con la escritura de las mujeres, por Joanna Russ

 



9/ Falta de modelos a seguir


Los modelos a seguir como guías para la acción y como indicadores de posibilidades son importantes para todos los artistas —para todas las personas, de hecho— pero para las mujeres aspirantes a ser artistas son el doble de valiosos. Puesto que se enfrentan a un continuo y masivo desaliento, las mujeres necesitan modelos a seguir no solo para comprobar las maneras en que la imaginación literaria ha representado (como dice Moers) el hecho de ser mujer, sino también como garantía de que pueden crear arte sin ser inevitablemente de segunda categoría, sin volverse locas o sin por ello dejar de ser amadas. Es aquí donde la falsa categorización de las artistas en putas, tristes solteronas, esposas devotas y sumisas, y (recientemente) trágicas suicidas converge con la erradicación de la tradición femenina en la literatura para causar el mayor de los daños.

Priva a las jóvenes de modelos a seguir.

A primera vista, la falta de modelos a seguir y la afirmación de que existe una tradición femenina en la literatura resultan contradictorias. No lo creo. Una diferencia reside en la edad de las mujeres implicadas. Los grupos de apoyo de mujeres existen, pero deben crearse de nuevo en cada generación, de modo que lo que faltó durante los años formativos que una pueda (con suerte y voluntad) construirse o descubrirse más adelante y con un coste considerable de tiempo, energía y confianza en una misma. Sospecho también que la educación superior ha tenido un efecto negativo que no se previó a mitad del pasado siglo: los conocimientos informales de una tradición femenina común en la literatura han sido reemplazados por una educación formal que los ignora por completo. En el primer caso, las modelos a seguir y la tradición, aunque menospreciados, estaban allí. En el segundo caso, todas las mujeres han sido invisibilizadas, salvo unas cuantas consideradas anómalas. Así, Elaine Showalter escribe:

Imaginemos a una estudiante que se matricula en la universidad para graduarse en literatura inglesa. En su primer año … los textos de su curso se seleccionarían por su vigencia, su relevancia o su poder para hacer que quien los lea se identifique. … cualquiera de los … textos [recién anunciados] … para el primer curso de literatura inglesa … [tales como] El hombre responsable, «para el estudiante que desea una literatura relacionada con el mundo en el que vive», o Condiciones de los hombres, u Hombre en crisis: Perspectivas del individuo y su mundo, u … Hombres representativos: Héroes de culto de nuestros tiempos, en el que los treinta y tres hombres representan categorías del heroísmo tales como el escritor, el poeta, el dramaturgo, el artista y el gurú … las únicas mujeres incluidas son la Actriz Elizabeth Taylor y la Heroína Existencial Jacqueline Onassis. Tal vez la estudiante leyera una colección de relatos cortos como El hombre joven en la literatura estadounidense: El tema de la iniciación, o literatura sociológica como El hombre negro y la promesa de Estados Unidos … [o] puede que estudiara clásicos eternamente relevantes, tales como Edipo; así lo dijo recientemente un profesor en un número de College English, todos nosotros queremos matar a nuestros padres y casarnos con nuestras madres. Y … la estudiante llegaría inevitablemente al libro favorito de todos los cursos de primero de literatura inglesa, el clásico de rebelión juvenil Retrato del artista adolescente [Showalter, «Women and the Literary Curriculum», p. 855.]

Dado lo que acabamos de leer, no es sorprendente que Florence Howe escriba (en el mismo número de la misma revista):

Mis estudiantes del género femenino suelen considerar que las escritoras (y por tanto ellas mismas, aunque eso no se diga directamente) son inferiores a los escritores. … Muchas me han confesado … que secretamente desean escribir, que les gustaría tener «ideas» e «imaginación», pero que sienten que es demasiado tarde para ellas[Florence Howe, «Identity and Expression: A Writing Course for Women»,College English 32, no. 8 (May 1971): 863.].

Permítanme que cite de nuevo a Marilyn Hacker, que escribió lo siguiente cuando daba clases en 1976:

… en The New Republic … una crítica breve de los Poemarios Publicados en 1976. Él [Harold Bloom] no mencionó un solo libro escrito por una mujer … Debido a mi profesión, recibí de nuevo un catálogo de casetes … en la sección de poesía, de sesenta títulos, conferencias sobre Dickinson, Moore, Louise Bogan y Plath [de nuevo, 8 por ciento del total], todas ellas impartidas por hombres. En la de novela, ¡nada![ Carta de Marilyn Hacker, 17 noviembre 1976.]

En medio de esta ausencia relativa de modelos literarios femeninos, las profesoras podrían servir como inspiración para algunas estudiantes, si no específicamente en el campo de las artes, al menos en el ámbito de la alta cultura en general. Ciertamente, sería esperable que el feminismo de los últimos diez años tuviera como resultado un aumento de mujeres en las clases universitarias y un aumento del porcentaje de tales mujeres en los niveles superiores. Sin embargo, On Campus with Women proporcionó en junio de 1978 las siguientes cifras:

 En el año académico 1974-75, el porcentaje de profesoras era del 22,5 por ciento. En 1975-76 la cifra bajó al 21 por ciento … para 1976-77 el porcentaje había subido … a 22,4 por ciento. … En 1976 un tercio del profesorado femenino estaba en los dos niveles superiores [7,4 por ciento del cuerpo docente, una cifra siniestramente similar a la de la representación femenina en los planes de estudio, las antologías, etc.].En 1977, solo el 28 por ciento … En comparación, las cifras de los hombres son 63 por ciento en 1976 y 62 por ciento en 1977[Asociación de Universidades Estadounidenses, On Campus with Women: Project on the Status and Education of Women, #20 (Washington, DC: junio 1978), p. 1.].

Si hay relativamente pocos modelos femeninos a seguir en la educación superior o en el campo de la literatura, ¿por qué hay mujeres que aún así se convierten en escritoras? ¿Es posible que hayan tenido acceso a modelos de los que la mayoría de los estudiantes no hayan oído hablar? Para al menos tres escritoras contemporáneas, esto no parece ser verdad. Aquí tenemos a la poeta Erica Jong, que describe su educación literaria:

Lamentablemente, ser mujer significa creerse muchas de las definiciones masculinas … Aprendí lo que era un orgasmo de D. H. Lawrence, disfrazado de Lady Chatterley. … (Durante años, comparé mis orgasmos con los de Lady Chatterley y me pregunté qué iba mal conmigo. …) De Dostoyevski aprendí que ellas [las mujeres] carecen de sentimiento religioso. De Swift y de Pope aprendí que tienen demasiado sentimiento religioso (y que por tanto nunca pueden ser demasiado racionales). De Faulkner aprendí que son la madre tierra y una con la luna y las mareas y las cosechas. De Freud aprendí que tienen superegos deficientes y están «incompletas» para siempre.

Jong prosigue diciendo que «para mí la poesía era un sustantivo masculino» probablemente debido al

escritor que nos hizo una visita y nos habló sin parar de cómo era del todo imposible que las mujeres pudieran ser escritoras. Su experiencia estaba demasiado limitada. … No conocían la sangre y las agallas de follar con putas y de vomitar por la calle. … esto … me deprimió[Erica Jong, «The Artist as Housewife», en The First Ms. Reader, ed. Francine Klagsbrun (Nueva York: Warner Paperback Library, 1973), pp. 116-117.].

Adrienne Rich, que no habla del modelo de arte descrito por Jong, «una combinación entre Tarzán y King Kong», sino de un deseo sutil de escribir como lo hacen los hombres (puesto que ese es el modelo aceptable), también reflexiona sobre la falta de una tradición femenina:

La obra de Dickinson no estuvo disponible en una edición completa y sin censurar hasta los años cincuenta. … [En mis tiempos universitarios] si conocíamos a H. D. era únicamente como la autora de un puñado de exquisitos versos imagistas. Sin embargo, en sus últimos poemas largos … intentaba escapar de la desintegración … ir más allá de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial, para decir «nosotras las mujeres/las poetas … abandonaremos las ruinas y encontraremos otra cosa». … Buscaba … los mitos femeninos, creaba heroínas, una presencia femenina divina, y reclamaba su visión como poeta y mujer. Por aquel entonces yo no sabía nada de esto[Citado por Elly Bulkin, en «An Interview with Adrienne Rich», Conditions 2 (1977): 54-55.].

Por aquel entonces yo no sabía nada de esto. Las aspirantes sin predecesoras o con predecesoras contaminadas de una manera o de otra, ¿qué podríamos hacer? Recuerdo cuando iba a primero de carrera y mi cita, un estudiante de posgrado, me preguntó jovialmente cómo yo, aspirante a novelista, podía reconciliar mi ambición por escribir con el «hecho» de que ninguna mujer hubiera producido jamás «gran literatura». ¿Cómo podía responder? «Sabía» que Virginia Woolf estaba limitada y era femenina («tragedia a la hora del té» fue la generosa frase del chico con el que salí), que Charlotte Brontë era una escritora menor, que Cumbres borrascosas «no era realista» (de nuevo lo «intrínsecamente monstruoso») y que Emily Dickinson era una solterona mística que escribía extraños poemillas que solo resultaban interesantes a un puñado de profesoras obsesionadas que en cualquier caso eran incapaces de explicar su técnica, porque carecía de ella y escribía «intuitivamente». Una vez aplicada esta extraña idea a las salvajes notas del bosque nativo de un bárbaro Shakespeare (el supuesto de que los artistas-del-grupo-inadecuado crean de forma intuitiva en lugar de hacer uso de su inteligencia), se extiende por todas partes. Louis Untermeyer dice que los versos de Christina Rossetti «se resisten al análisis» , una idea que pudo haber recogido de Sir Walter Raleigh (el de principios del siglo XX), quien dijo lo siguiente de Rossetti: «No se pueden dar lecciones sobre lo que verdaderamente es poesía pura del mismo modo que no se pueden enumerar los ingredientes del agua pura. Las mejores lecciones versan sobre la poesía adulterada, metilada, lijada. Lo que Christina provoca en mí no es dar una lección, sino llorar». Esta clase de idealización es una forma de negación de la autoría, y junto con las distinciones de raza, clase y sexo puede resultar extremadamente dañina. La idea de que cualquier arte pueda ser adquirido intuitivamente» es una deshumanización de la razón, del esfuerzo y de las tradiciones de la artista, además de que dicha artista está siendo clasificada como subhumana. Es de aquellas personas a quienes se supone incapaces de ser inteligentes, de adquirir una formación, de estar conectadas con una tradición de quienes se dice que trabajan por instinto o por intuición. Así, se puede disfrutar de los «espirituales negros» sin necesidad de respetarlos, como hace Untermeyer. Incluso Woolf puede decir de Rossetti: «Era una poeta instintiva» y «sus versos parecían haberse creado a sí mismos por completo en su cabeza». En el caso de Mozart, este tipo de creación significa la habilidad y la facilidad de un genio; en Rossetti se convierte en una clase de intuición.

(Un ejemplo extremadamente violento de lo que acabo de explicar tomado de la cultura popular fue un episodio [«Renovación»] de la progresista serie de televisión Lou Grant, emitido el 30 de enero de 1978, y de nuevo el 19 de junio de 1978. La historia trataba de un artista negro autodidacta, ya anciano, cuyos murales se describían como «primitivos», «emocionales» y motivados más por la pérdida personal que por el impulso artístico. Pocos momentos de racismo en la televisión pueden haber sido tan flagrantes como las miradas llenas de cariño de los personajes blancos, cargadas de tierna y protectora indulgencia, mientras observaban la inocencia bobalicona de ese pintor de grandes ojos [en un momento dado hay un gran alboroto porque pronuncia mal «claroscuro»]. El capítulo da a entender que la aparente estupidez mostrada por este artista adulto era real [y no una forma de quitarse de encima a esa gente] y que la condescendencia sentimental era una reacción blanca virtuosa y apropiada).

Entonces, ¿qué dije yo al enfrentarme al «hecho» de la inferioridad femenina?

Dije: «Seré la primera». Tres años más tarde, siendo una de las pocas mujeres matriculadas en una clase universitaria de escritura (en aquella época no me preguntaba por qué éramos tan pocas), presenté parte de una novela que estaba escribiendo para debatirla en clase; se trataba de una historia cómica sobre gente sin pareja en un baile del instituto. La clase la desechó: sí, era divertida pero todo el mundo conocía los bailes del instituto; no era un tema importante. Por el contrario, el capítulo de una novela de un compañero de la clase provocó un profundo respeto; ahí teníamos una escritura en carne viva, poderosa, elemental, honesta. La parte en la que se acostaba con una puta (totalmente muda), una pelea en un bar y después (como trama secundaria) un marido de personalidad indeterminada teniendo sexo de forma dolorosa sobre el suelo de la cocina con su esposa, la cual acababa de salir del hospital donde le habían extirpado un quiste en el coxis, que apestaba. La última frase: «Aquella noche concibieron a su estúpido hijo». Aunque mi amiga y yo salimos de clase partiéndonos de la risa, yo empecé a preguntarme si tendría la experiencia adecuada para ser escritora. El juicio de la clase se había basado estrictamente en el contenido de nuestros escritos. El mío no valía.

Afortunadamente, nadie me dijo que mi estilo no valía. Sin embargo, aquí tenemos a Cynthia Ozick dando clase a mediados de los años sesenta. Sus estudiantes, que estaban leyendo Sangre sabia de Flannery O’Connor, escuchan (transcurridas tres semanas) cómo se refiere a O’Connor como «ella»: hay una oleada de asombro, a excepción de una estudiante, «inteligente y Experimental, una de mis escasas literatas, ella misma una anomalía porque estaba matriculada en la abrumadoramente masculina Facultad de Ingeniería». Esta estudiante insiste:

«Yo sin embargo estaba segura de que era una mujer. … Sus frases son frases de mujer». Le pregunté qué quería decir y por qué había estado tan segura de ello. «Porque son sentimentales», me respondió; «no son concretas como las de un hombre». Le señalé párrafos enteros, incluso páginas, de prosa realista, de esa que califican como rigurosa. «Pero suena como una mujer, tiene que sonar así porque lo es», respondió la futura ingeniera [Cynthia Ozick, «Women and Creativity: The Demise of the Dancing Dog», en Woman in Sexist Society, ed. Gornick y Moran, pp. 434-435].

Bien, ya no estamos en 1966 ni de lejos (los tiempos de Ozick), ni tampoco en 1956 (los míos) y el alumnado ya no utiliza Modern Woman: The Lost Sex de Lundberg y Farnham para estudiar a Mary Wollstonecraft, texto con el que yo tuve la mala suerte de conocerla en 1953, o mejor dicho, de conocer la caricatura de ella que habían hecho Lundberg y Farnham, retratándola como una mujer que padece todas las neurosis posibles (excepto la del valor). (Kate Millett habla de este libro brevemente en Política sexual, describiendo su «enorme influencia tanto en el público general como … en el entorno académico»). Según Lundberg y Farnham, el movimiento feminista «se alzó sobre unos cimientos de odio» y fue «una expresión de debilidad emocional, de neurosis … en lo más profundo una grave enfermedad». John Stuart Mill es femenino y la teoría de Karl Marx se justifica por un «odio inconsciente a la autoridad parental». Las feministas olvidadas tampoco se redescubren únicamente con el propósito de injuriarlas, como hicieron Lundberg y Farnham con Wollstonecraft. En «Art and Anger», Jane Marcus rescata a Elizabeth Robins del olvido para alabarla, pero una de las cosas más descorazonadoras de la carrera de Robins es su propia opinión acerca de la erradicación de las mujeres de la historia, fueran estas feministas o no:

Estaba horrorizada por la profundidad del olvido que eclipsaba … a las mujeres de su generación. La Sra. Humphrey Ward y ella habían sido archienemigas por el tema del sufragio. La Sra. Ward … había convertido su casa en un salón conservador … [para] los políticos, los intelectuales y los escritores a los que apoyaba. Cuando murió, ninguno de ellos la lloró. … Lo mismo sucedió con Edith Wharton; Robins comprobó que la amistad de toda una vida tan solo había inspirado en James «cierto deseo preocupado de cumplir con su deber». … James y Shaw habían sido los defensores de Elizabeth Robins cuando ella fue la defensora de Ibsen. Cuando ella misma comenzó a escribir, se mantuvieron en silencio [Marcus, «Art and Anger», p. 73.]

Cuando se entierra la memoria de nuestras predecesoras, se asume que no había ninguna y cada generación de mujeres cree enfrentarse a la carga de hacerlo todo por primera vez. Y si nadie lo había hecho antes, si ninguna mujer había sido antes esa criatura socialmente sagrada, «una gran escritora», ¿por qué pensamos que ahora sí que vamos a poder tener éxito? El espectro del «Si las mujeres pueden, ¿por qué no lo han hecho?» es tan potente ahora como lo era en los tiempos de Margaret Cavendish. Una singularidad (posiblemente) genuina se convierte en prefabricada y tiene aún el poder de desalentar. Por ejemplo, en Una habitación propia, Virginia Woolf escribe sobre su novelista ficticia, Mary Charmichael: «Será poeta … dentro de cien años»

¿Dentro de cien años? ¡Santo Cielo! (podríamos escribir de forma woolfiana), ¿es posible que este miembro esnob de la clase alta, demasiado introvertida para abandonar su estudio, que no creía en ninguna gran causa, restringida por las limitaciones de ser una dama (tal y como nos asegura E. M. Forster) fuera tan perezosa o estuviera tan mal informada como para no saber que su poeta ya había existido, no dentro de cien años, en el futuro, sino unos sesenta años atrás, en el pasado? ¿Puede ser que Virginia Woolf, esa lectora voraz que leía diarios antiguos y escribía acerca de gente de la que nadie había oído hablar (como la Srta. Pilkington y la Srta. Ormerod) nunca hubiera leído a Emily Dickinson?

Probablemente no lo hubiera hecho, puesto que Una habitación propia se publicó en 1929. La primera colección extensa de la obra de Dickinson, ampliamente editada y muy censurada, fue publicada en 1914 por una pariente, Martha Dickinson Bianchi. Un volumen más amplio, Bolts of Memory, apareció cuando Woolf ya había fallecido, en 1945; no fue hasta 1955 que se publicó su poesía completa y sin censurar.

Los redescubrimientos y las revalorizaciones no han hecho más que empezar. Ya en 1971, la historiadora del arte feminista Linda Nochlin se permitía escribir:

El hecho es que no han existido grandes mujeres artistas hasta donde sabemos, aunque las ha habido muy interesantes y de gran calidad … El hecho es que no hay equivalentes femeninas a Miguel Ángel o a Rembrandt, Delacroix o Cézanne, Picasso o Matisse, o incluso … de Kooning o Warhol[Linda Nochlin, «Why Are There No Great Woman Artists?», en Woman in Sexist Society, ed. Gornick y Moran, p. 483.].

Esta declaración es peliaguda, primero por su extraña repetición de la palabra«hecho» dos veces en lo que es claramente un juicio. En segundo lugar, dice que «no han existido grandes mujeres artistas» en un siglo que ha producido a Georgia O’Keeffe, Käthe Kollwitz y Emily Carr, por nombrar a algunas que a mí sí me gustan. En tercer lugar, identifica «grandes» con «equivalentes». ¿Por qué tendría que haberlas? ¡Seguro que con un Picasso es suficiente para cualquier generación razonable! Y cuando suma a De Kooning y a Warhol a estos equivalentes, yo desde luego estoy tentada a añadir «menos mal». ¿Y por qué su lista es tan parcial a favor de cierto canon de abstracción? ¿Dónde está Goya, por ejemplo? Pero este debate da para un libro entero. Aquí tenemos otra declaración, de nuevo de una feminista, que es totalmente incierta:

Hasta el siglo XX no ha existido en lengua inglesa un corpus de poesía escrito por mujeres[Juhasz, Naked and Fiery Forms, p. 1.].

Se trata de Suzanne Juhasz, un año antes de la publicación de Literary Women de Moers. Siete años antes de Literary Women nos encontramos a Mary Ellmann, que acuñó la expresión «crítica fálica», cayendo ella misma en lo que condenaba. Por ejemplo, en Thinking about Women la descubrimos tildando la supuesta rebeldía de Charlotte Brontë como «la apropiación por parte de la escritora de un byronismo modesto y funcional». (Se puede comparar con la valoración que Kate Millett hace de Villette, una meditación acerca de una fuga carcelaria, un libro «demasiado subversivo» para ser popular). Así, aunque las mujeres pueden escribir, no deben escribir enfadadas. Ellmann tampoco se aviene a admitir que las mujeres pueden —o deberían— escribir de una forma que ella considera «masculina»; al menos no tengo otra forma de explicarme su intensa antipatía hacia Willa Cather. Ellmann habla de los «amagos de sexualidad … fingida, de blusa marinera» de Cather, define a sus novias de Nebraska como «ideales hombres-en-mujeres», insiste en la masculinidad de Ántonia: «Lleva ropa de hombre y vive su primer embarazo y su parto como lo haría un general romano». (Por lo que yo recuerdo de Mi Ántonia, el embarazo romano parece ser una invención de Ellmann). Cuando llegamos a Claude Wheeler en Uno de los nuestros (un refugiado con la misma estrechez de mente pueblerina que describen Sheerwood Anderson y Sinclair Lewis) y descubrimos que Cather le «admira» porque «aspira a la parte femenina del espíritu», es difícil discernir quién está haciendo uso de estereotipos sexuales. Creo que Ellmann se siente incómoda con Brontë porque la expresión directa de la ira femenina le desagrada (la ira de su propio libro aparece disfrazada de ironía y de burla, a veces tan taimadas como el flamenco de Alicia), y desprecia a Cather porque Ellmann aún cree en ciertos estereotipos sexuales muy anticuados: que las mujeres no pueden escribir bien si se salen de ciertos límites («hombrunas») y que se exponen al ridículo o a las represalias masculinas. También creo que aquí ha entrado en juego la homofobia.

Sin modelos a seguir, es difícil ponerse manos a la obra; sin un contexto, es difícil hacer una valoración; sin colegas, es casi imposible alzar la voz. De ahí que la burla cariñosa con la que se recrea Woolf a costa de Elizabeth Barrett en el artículo «Aurora Leigh», y el hecho de que encuentre defectos en el poema que provienen de los defectos de la vida de la poeta, sea un procedimiento que ya hemos visto antes. Aunque al final Woolf hable de su «ardor y abundancia, sus brillantes poderes descriptivos, su astuto y corrosivo sentido del humor», solo lo hace tras mencionar su «mal gusto … su ingenuidad torturada, su impetuosidad peleona, caótica y confusa» porque una vez fuera de su prisión, «era demasiado débil para soportar el shock». Woolf prosigue: «Por tanto, la novela-poema no es la obra maestra que podría haber sido» (la cursiva es mía). Pero al igual que la descripción biográfica precede al juicio literario en este artículo, la descripción de la reputación precede al juicio de Woolf: «El destino no ha sido amable con la Sra. Browning como escritora. Nadie la lee, nadie habla de ella», pero la reputación está a su vez precedida por otra cosa: el romance, «amantes apasionados con tirabuzones y bigote imperial». Así, la organización de novelista que hace Woolf del material contradice su argumento lógico; si seguimos dicho argumento, nos encontramos con que Elizabeth Barrett es una escritora fallida porque su vida era limitada. Por tanto, merece su mala educación, aunque su valía popular como heroína de un romance sea encantadora y apropiada. Pero si este es el argumento de Woolf, ¿por qué no empezar con el juicio literario de Woolf y seguir directamente las fases lógicas del argumento (como acabamos de hacer)? En lugar de eso, todo está al revés y la organización cronológica de los materiales nos dice que:

1. La valía popular de Elizabeth Barrett como heroína de un romance es encantadora y apropiada.
2. Su reputación como artista es mala.
3. Su vida está limitada.
4. Su obra es mala.
5. Pero en realidad su obra es bastante buena (¡aquí tenemos un saltosorprendente!).

Si damos la vuelta a los signos causales del argumento para que estos se ajusten con la progresión  cronológica/asociativa del artículo, lo que tenemos es lo siguiente: Porque Elizabeth Barrett es valorada como heroína popular de romance, por tanto las limitaciones de su vida se usan para justificar las limitaciones que por tanto se perciben en su obra; pero yo (Woolf, la novelista) no puedo evitar que me guste; por tanto es buena.

Lo que acabo de hacer es (tal y como yo lo veo) el artículo feminista que (casi) escribió Woolf: un ejemplo familiar de reclasificación, al igual que la transformación de Cumbres borrascosas de una novela poderosa y realista escrita por una autora a una fantasía escrita por una solterona solitaria.

Privadas de una tradición, acusadas de todo tipo de cosas, de ser indecentes, ridículas, excepciones, indignas de ser amadas, de miseria, de locura y (posteriormente) de suicidio, criticadas por ser femeninas, criticadas por no ser femeninas, trabajando con las experiencias equivocadas si sus temas son calificados de femeninos, elitistas o una imitación si no lo son, condenadas en cualquier caso a ser de segunda categoría o (en el mejor de los casos) a ser anomalías, aún así, las mujeres siguen escribiendo.

Pero, ¿cómo pueden hacerlo? ¿Cómo lo hacen?



Tomado de: Cómo acabar con la escritura de las mujeres; pp.90-98


Traducción: Gloria Fortún

4.8.20

Cuestionario Marcel Proust a Valentina Vallejos

 

 

 

¿Cuál es el colmo de la miseria?

Llegar tarde.

 

¿Qué es lo que más le gusta hacer?

Leer.

 

¿Dónde querría usted vivir?

En el rancho de Neil Young.

 

¿Cuál es su ideal de la felicidad terrestre?

Lápices nuevos.

 

¿Con qué errores tiene la mayor indulgencia?

Con los ortográficos.

 

¿Cuáles son los héroes de novela que prefiere?

Las heroínas.

 

¿Cuál es su personaje favorito de ficción?

El alter ego de Marguerite Duras en El Amante. ¿Acaso no es todo ficción?

 

¿Cuáles son sus heroínas favoritas de la vida real?

Las que son fantasmas.

 

¿Su pintor favorito?

Podría partir la lista con Matilde Pérez y Ana Mendieta, son artistas visuales más que pintoras.

 

¿Su músico favorito?

Kate Bush.

¿Su cualidad preferida de los hombres?

Estoy nublada por la historia.

 

¿Su cualidad preferida de las mujeres?

Todas.

 

¿Cuál es su ocupación preferida?

Humorista.

 

¿Cuál es su idea de la felicidad perfecta?

La carta del tarot La Estrella.

 

¿Cuál es su miedo más grande?

Que me miren con ojos de otrxs los objetos.

 

¿Cuál es el rasgo que más deplora de usted mismo?

Todos los que se desprenden de mi ascendente piscis y mi luna en piscis, me aburren.

 

¿Cuál ha sido su mayor atrevimiento en la vida?

No entregar las cartas de amor que he escrito.

 

¿Cuál considera que es actualmente la virtud más sobrevalorada?

La de ser influencer.

 

¿Cuáles son las palabras que más usa?

Corazón, computadora, Chéjov, canciones. Tengo algo con la “C”.

 

¿Qué es de lo que más se arrepiente?

De no haber sido joven.

 

¿Quién habría amado ser?

Patti… Patti Smith. Yo quiero ser Patti Smith.

 

¿Su sueño de felicidad?

Dejar de fumar.

 

¿Cuál sería su mayor desgracia?

No haberte visto ese día.

 

¿Eso que querría ser?

Un tiburón duende rosado.

 

¿El color que prefiere?

El pink punk de Ceci Pavón. Debería ser un rosado de pantone.

 

¿El ave que prefiere?

La Gaviota.

 

¿Sus heroínas en la historia?

Las artistas.

 

¿Sus nombres favoritos?

Digo uno y lo digo todo.

 

¿Cuándo miente?

Cuando escribo.

 

¿Cuál es su idea de la muerte?

Encontrarme con Mick Jagger, dos almas en comunión con el todo.

 

¿Qué no perdonaría?

He perdonado todo, pero bloqueo por whatsapp.

 

¿Para usted qué es un buen insulto?

Aquel que se sugiere y el otrx se infringe sin darse cuenta.

 

¿Cuál es su idea de la fidelidad?

Renuncia Piñera.

 

¿Qué cosas detesta por encima de todo?

La ambigüedad, me confunde mucho.

 

¿Personajes históricos que más desprecia?

Pinochet. Augusto Pinochet Ugarte.

 

¿El hecho militar que más admira?

¿Se puede admirar un hecho militar? Siendo chilena, imposible.

 

¿El don de la naturaleza que quisiera tener?

La selección natural.

 

¿Cómo le gustaría morir?

Sin timón y en el delirio, pero porque no tengo hijxs, creo.

 

¿Estado presente de su espíritu?

Britney 2007.

 

¿Cuál es su frase preferida?

“Se irá sin vos la oscuridad, te dejará conmigo”. De Paula Trama.