9.11.24

Sin piloto, por Cecilia Bainotto

 

MODO EMPAREJADOS

 

Como la farsa se iba prolongando demasiado, Richard preguntó entre bromas y veras: “Pero, en fin, ¿qué es lo que quiere ese Fantasma?”

El fantasma de la Opera, Gastón Leroux, 1910

 

 

SIN PILOTO (automático)

 

Justo en la cresta del temblor… dos ojos altos como estrellas adormecidas. Poca agua, insuficiente en los últimos meses.   Tienen   la fórmula para fabricarla: OH2. Una de oxígeno dos de hidrógeno, más… La química es la pasión. “No olvides nunca”

“Me falta el aire”dijo.

Por primera vez la mujer salió urgente a comprar el remedio que aliviara su mal. En la oscuridad y por confusión cree, regresó con pastillas de aire comprimido. El hombre tomò  dos y a punto de explotar gritó desde la ventana. 

“¿Dónde estás? ¿Por qué has desaparecido justo ahora?”

“Aquí cielo, estoy aquí” responde ella con culpa. 

Las dos estrellas hermosas, con brillo enceguecedor, la miran. Mezcla de ruego y recriminación. 

La sirena de los bomberos y de la ambulancia, un hombre con ambo verde, otro con mono azul, la luz intermitente, más mangueras, tubos, aspiradoras, nebulizadores, monitores, tensiómetros y sondas, modifican la casa. El cuarto es una sala de terapia o un salón de ferretería. Con la normalidad vuelve a ser una discoteca.

“El cuerpo es una máquina perfecta. Si no fuera por la inteligencia nuestros sentidos serían más arteros y podrían detectar sin error, por olor y sabor, que una pastilla de aire comprimido no es una pastilla de formaterol”

Con este último pensamiento la mujer se tranquiliza lo que es más o menos decir “Fijate lo que tomás o lo que llevás a tu boca”

Algunos días, cuando los tañidos de bronce de las campanadas de la iglesia coinciden con las ocho horas de la tarde, el hombre las escucha y la mira con rabia. Piensa que nadie muere en la víspera y se envalentona un poco.

“Aha… por qué tanto empeño en…”

“No sé de qué hablás”

“Ja, si lo sabes”

“Mirá una no sabe lo que los demás piensan porque a veces ni lo hacen”

“Qué ocurrente sos” remata el hombre con una carcajada.

El resto del día es un cielo con dos ojos altos como estrellas, por encima de las cúpulas, por encima de los árboles más altos, en pleno espacio. Todo lo que sea querido es encantador y se realimenta, piensa ella, pero…

Habitan una casa, dos casas, que limpian con frecuencia y también el espejo, del que penden como perchas en cada lado, dos sombreros. Y el detalle es que   hay un mechón claro del cabello de la mujer en el sombrero del hombre y un rulo rubio del hombre en el de ella.

“Ya ves eso es lo importante” el hombre señala el espejo y lo que cuelga a sus lados. Lazos ridículos que lo parecen cuando finaliza la obra en conjunto. No antes.

Ambos saben de imágenes que se corren por el vaivén permanente, se miran y bajan la mirada.

“Somos de largo aliento” murmuran como consuelo y conocen alguna andanza   hacia otros blancos.   Como si esas fugas afianzaran el amor que sienten el uno por el otro pero…a la larga o a la corta la interrupción en la permanencia se expone, coralmente. 

Sin embargo, hay una intención oculta de parte de la mujer de mover. En él también.   Una intención que persiste en anticiparse (por olfato) para no mirar el derrumbe de las casas que habitan. 

Muchos lo saben. Es una visión horrible. Hasta que la construcción se desvanece sin gotas de culpas sobre las espaldas.   

Por ahora los dos están tranquilos.   

 

 

NO ME HABLES

 

Paula y Ramiro, Ramiro y Paula. El orden era indistinto porque ambos eran uno solo.

Pero Paula no podía callarse. Cuando Ramiro hacía un comentario Paula hacía otro. A una objeción de Ramiro, Paula redoblaba la apuesta. Si Ramiro estaba callado Paula lo hincaba con palabras irónicas y hasta agresivas. La última palabra era la de ella. Siempre

¿Te pasa algo que estás tan calladito?

No. No me pasa nada.

Ah… entiendo. No te pasa nada de nada y agregó– Eso significa que tampoco sentís nada y menos por mí.

El hombre la miró con un cansancio tan desbordado como la última inundación que se llevó muebles, ropas y hasta fotos de cuando eran felices. Paula y él.

El silencio no existía entre ellos porque Paula así lo había determinado. Y Ramiro lo anhelaba como esos atardeceres de carrozas rosadas en las que ambos paseaban mientras se miraban. En silencio.

Todo llega y llegó ese día.

So long Paula, adiós Paula, hasta siempre Paula. Te lo digo de varias formas para que elijas la que más te gusta.

Los días eran interminables para Paula. La soledad era un peso para su medio ser.  Una tarde vio que las cortinas se hacían globos blancos y escuchó gemir la madera de las puertas.  El agua de las cañerías gorgoteaba en el interior de las paredes. El perro se ponía loco y caminaba en dos patas. Los electrodomésticos de la casa   parecían funcionar como si tuvieran vida propia. Los platos y los vasos bailaban en una fiesta sin invitados.

No pudo más y de pie ante las paredes habló. “¿Te cansaste de estar solo, ¿eh?..

Ahora venís mansito. No me dirijas más la palabra, y menos, si jugás a las escondidas”

Paula levantó el volumen del televisor para no escuchar a Ramiro.

 

 

EL OLVIDO

 

“Tal vez fue el azar un pretexto para el juego que la vida nos tenía reservado” dijo el hombre. Pero al ver en el espejo el reflejo amoroso de la pareja desechó el avance y retrocedió sobre sus pasos. Aflojó el nudo de la corbata para tragar mejor la tristeza y caminó hacia el lugar al que no hubiera querido llegar ni por asomo.

“Solo a un idiota como yo se le ocurren estas cosas” Querer ser admitido en un espejo que reflejaba por ley física lo que está enfrente.  Por espacio no por tiempo. La obsesión de un espacio que él mismo había modificado por deseos extraños “no quiero ser la causa de tus perturbaciones” le dijo una noche a esa joven mujer, “linda y espontánea como pocas” así la pensaba.

El hombre miró por última vez las luces de la celebración y,  con tenaz congoja, lo que había allí adentro. Se propuso el olvido tajante en el acto consciente, aunque bien se sabe que aquel puede ser flotante como la hojarasca en los rincones que el viento zarandea a su antojo.

En otra celebración la mujer y el hombre del espejo saludan. Hay muchas personas. La mirada, en una de ellas, sobreactúa. Demasiado es el empeño que evita el cruce. La fría indiferencia una pose. La mujer amorosa que arregla la corbata del esposo con cuidado, entiende.

Es necesaria la alta escena para sostener con honestidad la elección después de aquello.  Quizá lo mejor es lo que nunca ha sucedido al igual que las historias que no se han leído. Esas historias que no piden pista para revelarse. Están en la lengua del inconsciente y, a veces, aparecen como libros abiertos en una mirada aún en la que se oculta.

Ambos lo saben, la mujer del espejo y el hombre que no estuvo en ese reflejo. Caso contrario no hubieran llegado a ese acuerdo tan tácito.

Una complicidad que alguna vez surge en cada uno de ellos al mirarse a sí mismos en espejos diferentes.

 

 

EMPAREJADOS (Part time)

 

Tu reloj en la muñeca, malla negra y cronómetro. Es irresistible. Sigue la vestimenta negra hasta las botas negras que aprietan el acelerador de la camioneta. Girás suavemente el volante hacia la derecha y enfilamos por la nueve hacia el NUEVE.  Número perfecto.

Una llamada de tu madre, “tu padre tuvo un derrame cerebral". Regresamos por la nueve sobre el carril SEIS.

 

Dejamos la perfección en el silencio de la ruta

 

 

¿Cuál es tu nombre?

Nadia.

Ah, qué lindo nombre: NADIA, NADIE.

Nadia te dije. NA-DIA con tono recriminador.

Bueno... tanto lío por una vocal. “Me cache” en dié.

¿Quién?

Nadie, Nadia. ¡Nadie!

Nadia se fue reptando. Nadie quedó llorando en el cordón por Nadia

 

 

Y NO ES NO, Y NO ES SI, Y SI ES NO Y SI ES SI.  Mezcla las fichas para empezar a jugar.

 

“La entrada cuesta la razón”

Peter Pan no encontró a Campanita.

Cruella le mató todos los perros.

El cruzado y su esposa medieval en las costas de Melilla.

Una incursión en una choza con la antropóloga alemana.

“Un esposo sumiso”  Mira por los rincones y busca los soldados y los floretes. Pero antes quiere gimnasio de alcohol y cigarrillos para iniciar el duelo. Dice que prefiere la escuela francesa por eso del "Touche”

 

 

“Desde una perspectiva humana nomás. Un cálido abrazo” dijo

 

“Irlandés, griego, japonés… Extraña mezcla la de Lafcadio Hearn. A la mezcla le sumó los amores de una mulata en New Orleans y terminò su vida junto a una geisha. Lo que se dice; una vida con vueltas”.

 

To: HB

I will miss you.

“One snowflake never falls in wrong place”

From: Copito