1/
Durante los últimos días de verano
su fascinación gris era sentir
en su mente budista
ese zumbido inútil y atrapante
que todo el tiempo lo conducía
en espiral hacia un abismo,
mientras esperaba un mensaje existencial
una revelación.
Recordó una playa elegante y las tardes de yoga
la brisa dulce sinfonía aloe vera
su frescura matinal sin resaca.
2/
De tanto en tanto, recuerdo la noche de anoche y mi
frenética estampida
en la penumbra del bar
de la calle Charlone. Una prolongada charla apoyada en la barra con la condesa
de Balvanera, que se evaporó en un beso de frambuesa, bebimos Martinis con la
soltura inquieta de dos hienas embarradas por el pastiche del frenesí.
Recuerdo que estaban
Francisco Garamona bebiendo whisky etiqueta roja, el gordo Porcel con sus
selfies del rock and roll, Gaby Bex con un escote de melodías dulces y fina
estampa. El coleccionista Bruzzone que fumaba unos Gitanes mientras bailaba una
cumbia psicodelica, el artista Ariel Cusnir que retrataba a la fauna del lugar
con cierta gracia rioplatense. Todo esto como un sueño del barroco.
3/
Inspirado en algún país
extranjero
escribe sin pudores
sobre cuestiones confusas del pasado
una intriga kafkiana,
una muerte premium en Villa Lañata.
A pesar de su falta de
profundidad persigue pistas sobre pistas
más exactamente donde
transcurre su transfiguración mental
coartada en un papel
glacé
todo misterio derrumba
su ineptitud
su olfato sabueso lo
llevan a sospechas delirantes,
a aspirar las más
ambiguas sustancias
muchas veces se ha
puesto en duda el fruto del enorme esfuerzo asumido
por nuestro inocuo
detective, como un inquietante Sherlock Holmes
que se abandona a los
caprichos de su inteligencia y que su bestia negra
es el aburrimiento.
4/
Famoso por su nombre de queso y su simpatía inagotable
enfiló hacia las filas del dandismo zombie para
enfatizar su esnobismo capricho púrpura.
Por momentos ella adoraba su aire arisco a todo
sentimiento light.
Como su albacea literaria fue el fin de su vampírica
carrera, exiliada en Viena la llevó a vincularse con la bohème de la época.
Los días pasaron derrumbados los parpados del el conde
en el sueño Rosso Vermuth, bebiendo, bebiendo y bebiendo.
Como un exquisito detractor de la realidad.
Pero debajo de las apariencias vibraba algo más,
secreto, subterráneo y, sin embargo, palpable, le llevo décadas al conde
decodificarlo, apocalíptica su alma jamás sucumbiría otra vez ante la
sensualidad de aquella cortesana de modales exquisitos e infantiles.
5/
Voy caminando por el
prado
con una bolsa llena de
mierda
mi mente quedó
incrustada
en un recuerdo
desorbitado.
Saludé al homeless que
duerme
en el mármol de la
piedad,
que absorbió justo el
momento
de la anfeta.
Sonrisas colgantes de
la medianoche
rapsodia de enero,
collage en permanente
magenta faisán lumpen
nebulosa cumbia.
6/
Saludó a los granaderos solemnemente con mirada
fresca.
Relojeó su celular último modelo, las noticias de un mundo lleno de miedo.
Se calzó un sorbo de whisky de la petaca que lleva
con él a todas partes, eran las doce del mediodía clavadas. Entró en su oficina
con paso firme, envió un fax, pidió un árabe de crudo y queso. Se sumergió en
la pantalla de su celular que irradiaba un tono kryptonita, mientras las horas
se aplastaban en un cúmulo sin cesar. Pasadas las dieciocho horas, quedó solo
en la oficina e invocó con cierta arrogancia a su compañero de aventuras financieras,
en un alto de las tareas vespertinas. Y encararon hacia el reducto “Gárgola
Pub”.
Cerveza 2x1, Campari Ritmo Fish toda la noche, decía
el pizarrón en la entrada. Las noches en Gárgola Pub eran espesas, el huso
horario dejaba de tener sentido. La Internet se esfumaba en el filo del
misterio.
7/
El rigor de los días
la displicencia servida
en una copa de cristal
sobre la cabeza del
perro
el wi-fi con espinas
fetiche crocante
misterio
de la avenida de Mayo
cine porno al fondo
desenvuelve un destino
en lo profundo otra
racionalidad
que escarba en su
nariz,
en busca del tesoro
perdido.
Su última pesadilla
en la calle Borges
disimula
las notas desafinadas
que los lúmpenes
tocaban
en vísperas de otra
reunión
secreta para su ebria
algarabía
de fin de semana.
8/
El día después del
Shabat se enredó en las tareas mundanas que el mundo ordinario
narra como una catarsis
sin anestesia.
Hizo compras, fue al
banco, estaba bien afeitado y, por momentos, recordaba fragmentos del Talmud,
inmerso como un erudito hebreo, camino por las calles Boulogne sur mer, y Jean
Jaures, del barrio ortodoxo que bajan hacia el antiguo barrio del Abasto.
Donde entro en una
tienda de la calle Corrientes. Se mantuvo atento a los precios esgrimiendo una
mirada distante e insegura.
Por la tarde se
permitió un trago en el Bar de las antinomias, imaginando que todavía era muy
temprano para el amor.
9/
Con el mismo cuchillo que
se limpió los mocos, cortó un poco de queso y escuchó en ese filo, el zumbido
musical de enchastrado cinismo, esa observación empírica conduce a comprobar
que a nuestro escritor maldito, sus sueños lo orientaban a desmesuradas
pasiones, soundtrack de una vida sensualmente encriptada.
El dinero es tema
recurrente en sus escritos. Por un lado lo asquea, por otro lo hipnotiza. Así
fue un escritor que
escribió poco y nada.
Joven pobre devenido en
dandy, dadaísta y marido fugaz de una millonaria de la calle Alvear.
10/
En una senda asfixiada
de escritores lejanos, en el aullido de la pregunta que retumba en las paredes
de la perdición, persiguió unas obsesiones opuestas y simultáneas que iban
quemando los puentes de la lógica.