Si el mundo (el mundo absoluto) es un continuum en
cuatro dimensiones, entonces todo lo que percibimos en cualquier dado instante
es una rebanada de la totalidad.
James Gleick
“Todo es presencia, todos los siglos son este Presente" dice Octavio Paz en un verso que forma parte del poema “Fuente”.
Cada segundo entonces sería
el fractal de los siglos. En cada gota de agua está el océano, en cada piedra
preciosa un volcán, en cada gota de sangre la vida… y podemos seguir con la
tentación de caer en aquella frase de Jean
Paul Sartre “la acción de un hombre compromete a toda la humanidad”. Una
licencia y vuelvo.
Para Henri Bergson la memoria
no solo está en el cerebro. “La naturaleza misma es memoria”, dijo mientras
construía Matière et mèmoire (Materia y memoria, 1896)
Un ADN colectivo dirige la
replicación de las formas.
Resonancia mórfica la
denomina Rupert Sheldrake que despliega esa memoria de la naturaleza en su
libro “Una nueva ciencia de la vida:
La hipótesis de la resonancia mórfica”, 1981. Un biólogo de la Universidad de
Cambridge que el canon científico arrojó a los márgenes del saber académico.
Para Sheldrake en el presente
resuenan los actos del pasado y están en aquel, como simiente, los que vendrán.
Es una memoria que antecede a
los seres y a las cosas. Una memoria que se rige por la similitud de formas que
se aplica a todo lo que existe, a lo que está: piedras, plantas, cristales,
organismos vivos… todo tiene su réplica. Es esa memoria la que garantiza la
continuidad.
Hay un paralelo entre la
teoría de los fractales de Benoit Mandelbrot, invariabilidad de las formas en
distintas escalas, y la de Rupert Sheldrake.
Alguna brazada de Gottfried
Leibnitz, el polímata, salpica con sus Mónadas en un llamado agónico “Nada es
sin razón”.
El poder mental –telepatía–
forma parte también del andamiaje de “Resonancia(s) mórfica(s)” y es por ese
resquicio que la ciencia formal reserva su derecho de admisión al hotel
científico: No abre sus puertas a Rupert Sheldrake. El aire es inaprensible para la
“estructura”.
¿Será Dios un ejemplo de
Resonancia Mórfica, una idea desde el principio de los tiempos del hombre?
Alguien me dijo hace muchos
años “Dios es una frecuencia electromagnética generalizada”. Era ingeniero y estaba un poco alocado con la
medida de resistencia de los materiales: un puente no debería caerse.
El futuro estará influido por
lo que suceda en el presente. Y a este enunciado el gran Borges nos alerta “El
destino puede ser impiadoso con las mínimas distracciones.
SUEÑO CON CISNES
Un
arco iris al lado del barranco estampado sobre mi espalda. El color, el tono,
la descomposición de un blanco… La esmerada palabra del asombro:
Un
hallazgo, un abismo, un desvío.
¿Será
ese el último atajo después de soñar con cisnes?
GOTLAND
Soliloquio.
–¿Cómo
es eso de comunicarse con una misma?
–Escuche
el silencio- me dijo
Se
oyó girar el picaporte.
A
UN OPERARIO EN RED
Trabaja
para la red de Marck. Jornada de nueve horas diarias o màs durante todo el
año. Los días de descanso son las fiestas de cumpleaños familiares y las
fiestas de fin de año.
Puntilloso
extremo vocifera contra su empleador. Con el descaro que permite la simulación,
es adorador de los prostíbulos y de toda la “literatura sucia” ¡Ja! de andanzas por bares de mala muerte, del
whisky, pero más de la coca. Él es principal actor.
Se
lo creería. Si no fuera que lo exaspera una gota de cerveza que cae en su
pantalón, su disputa pueril por un capital de corazones o el olvido de un
saludo cumpleañero que le arranca
lágrimas.
La
sintética enumeración es una guía sobre lo que es el resto de las horas de sus
días.
Cuánta
impostación la de muchos internautas. ¡Esperpentos!
A
milímetros de la conmiseración.
SON
DE MALECÓN
No,
no fueron tus descortesías… fueron tus cortesías tan paroxísticas, andanadas
lejanas. Pero tan encantador. Extraña
temprana mañana. Descolocada por resonancias
Quiero estar errada. Espero el nuevo documental con tu voz en off sobre
nobeles y otras premiaciones.
Siempre
hay tiempo de restañar el derrame, de lamerse lo amputado.
EXTRAÑA
TIMIDEZ
Majestuosas
y góticas las palmeras en los canteros
centrales de los bulevares miden la furia de los vientos en la ciudad que
habito.
La
“timidez botánica” pone límites al acercamiento y eso las hace más fuertes.
Guardan
entre unas y otras la distancia exacta.
Entre
los humanos esta “cualidad” es rara.
LE
FAMIGLIE
“Si
tu hermano muere y no ha dejado descendencia será el hermano vivo quien se
encargará de eso con la cuñada viuda”
–¡Pero somos seis hermanos
Padre!
(Deuteronomio)
AHÍ
Es
en las cisuras con meandros de sangre donde estampa el aliento su boca. Para
que las piernas corran. Hasta donde aguanten.
ERUPCIÓN
La
lengua de la roca no acata la mordaza mineral. Espera abrir la boca con todas
las gemas preciosas… Espera estremecer con lava. Imitar mariposas.
UNA
MUESTRA
Los
retretes tienen los resultados de nuestros metabolismos. Debe de haber algo en esos excrementos acerca
de los que la Filosofía también nos puede dar respuestas.
UNA CASA DE DIEZ PINOS
Lo perdido con los años, va
adquiriendo, a medida que rostros y frases se desvanecen, una piel amorfa que
recubre la intensidad de su dolor. Toda pérdida se vuelve con el decursar,
fragmento. Su totalidad nos quebraría.
J.C. Sánchez
Paulita, cuya madre era un desastre hermoso y su padre un
jerárquico de una textil de Santiago del Estero que fue despedido por sumarse a
una protesta de los trabajadores, decía “vos sos pelijorra”
A los aberrojos como abejorros, a los cerrojos como
cejorros. Esa dislexia tal vez la dispuso para ver el mundo de otra
manera. Hoy es caricaturista. Vive en
Barcelona.
Juliana, la hermana de Paula, estimaba cuántas personas
había en un lugar por las piernas que contaba.
Es empresaria y vive en Madrid. Fue la encargada de avisar de la muerte
de Lito, su padre, en Cardedeu – España- “Correspondía - me dijo - por una
amistad de tantos años”
Celeste con una madre enferma y apaleada en una casucha de
Francisco Solano.
“En Turdera se muere gente que antes no se moría” decía
preocupada.
Tenía una cara redonda como plato redondo (limpio, sin
nada) Se casó y tiene media docena de hijos apilados.
Jorgito y Mariano, cuyo padre era un desastre menos
hermoso que la madre de Paulita y gerente de una de las dos grandes tabacaleras
y alcohólico, no eran parlanchines, pero si educados y me querían. Esperaban
los domingos cuando llegaba con una bandeja de masas. Parados como soldados al
lado de la mesa el ruido del envoltorio los enloquecía. La madre les daba
el visto para poder servirse y allí sí, los cretinos engullían una masa bomba y
en sus puños escondían otra saltando como ranas hacia el patio.
Jorgito después de sus estudios secundarios quiso ser
bombero. Hoy es un militante de la supervivencia formado en
Australia.
Mariano reincidió después de un divorcio y es de la onda
de familias ensambladas. Tiene una pequeña panadería.
Martín y Julián, hijos de una amiga vivían en una quinta
en Monte Grande, cerca de la casa de diez pinos de Manal y después de la
escuela jugaban como salvajes. El primero con una espada de madera era el líder
de un grupito de chicos y los tenía zumbando. El segundo, más apocado,
participaba, pero siempre desde una segunda línea.
Martín realizó estudios de diseño industrial y trabajó
como diseñador en una empresa textil que cerró en Valentín Alsina. Hoy tiene una propia de estampados y
transferencias sobre telas. Se casó con una bailarina de “Pole
Dance” Aparentemente vive muy cómodo pero intranquilo cuando la mujer tarda en
llegar por las noches.
Julián vive con su padre tan soltero como siempre aun
cuando estaba casado con mi amiga.
Y estaba Nancy, la nuestra, un poco más grande, que ponía
orden y les enseñaba más juegos, les hablaba con palabras más difíciles y
parecía la profesora. Se inclinó por Biología en la UNLP y el posterior
doctorado. Se especializó en problemas ambientales. En sus viajes por el mundo
vino con la idea de hacerse una casa totalmente ecológica que disfruta en Villa
Elisa, cerca de La Plata.
Más acá en el tiempo y en Córdoba, estaba Franco. Pelo
afro en blanco, gordito con hoyuelos pintaba para Franca. La madre tenía
un negocio de comestibles y casi siempre vacío porque se servían y no reponían.
El padre era muy correcto con el vecindario. Se murmuraba de él que era un
"dealer". Franco me contaba, sin que le preguntara, que en su casa
siempre rezaban antes de cada comida:
agradeciendo el pan, pidiendo por la paz del mundo y que dios, ayudara a
su papá.
Hace años esa
familia se fue a vivir a un pueblo en las sierras cordobesas.
Matías, el sobrino dilecto de una gran amiga. Tocaba
instrumentos de viento: zampoñas, quenas que la tía le traía de sus viajes. Hoy
hace malabares en cualquier esquina de cualquier ciudad. Escribe poemas y toca
el saxofón.
Mucho más no sé de estos chicos. Solo por mentas. Todos
están grandes y hoy sus biografías no deberían ser pequeñas.
A CRISTINA RAFANELLI.
La pulsión, el instante, un momento. Todo deviene en una
esquirla de tiempo. Así guarda la
memoria.
Si recuerdo que era de tarde, caminando sobre las vías del
ferrocarril San Martín dispuestas
sobre un terraplén. A los costados un declive de por lo
menos cinco metros y un pastizal al fondo.
Una amiga, un amigo y yo. El cretino y el divertido amigo
desde abajo nos decía:
–¡Vamos!,
hagan equilibrio, ¡caminen como dos damas!
Y lo lográbamos como esas mujeres africanas derechas que
llevan cestas sobre sus cabezas con
los cuellos largos… o como las Cariátides del Partenón que
sabían de danzas. Un paso mal dado
era el gran golpe al rodar por ese declive de varios metros
o un accidente mayor. Quién sabe.
Recuerdo también que fue un sábado a la tarde en Manzanares,
cerca de Pilar, con extensos
campos de manzanillas. Y el regreso pletórico, con las caras
encendidas, después de ese día
campo.
Pablo bajó en Estación Hurlingham y mi amiga y yo seguimos
hasta Retiro, luego Saavedra.
Como correspondía y para terminar la aventura, el viaje de
regreso en tren fue sin boleto. Nos
resultaba excitante ir por el filo de las cosas. Caminar
sobre las vías era un poco eso.