Mucho Viagra, traigan
Que llegó el Tren de Aragua
Esto no es un poema
Esto no es un autor
Esto va por las pajitas de
laucha
En la Faz del Creador
La artista plástica
Dulciora pimta
En el Tango 01 a la
Antartida
Los flajtazos de Velázquez
Y los conchalbos de Fátima
Y Forro e’ Viagra
Y Ensalá de Bagre
Comen Sushi Pessoa
Del piloto de Charlie
De Constituyentes y Biafra
En Matasamoas
Como el Egipto antiguo al
revés
En el alto las serpientes
En el bajo las águilas
Con el corte
De la cordillera
Con los desfiladeros cimitarras
De la Antártida
Durante el verano
Alquilan en lo de mi vecino
Un montón de gentes
Pero lo que las distingue
Es la alarmita de
correcamunos
Del Toyota Ethios.
Estos de ahora
Hacen asado
De goma quemada
Y no puedo salir a la terraza.
Uniendo El Maldonado
A Alfredo Zitarrosa
Carefree de orto en el barbijo
Voy cantando en el D
todos ponen cinco lucas
Para mi terreno en Epuyén.
Las armónicas góticas
Sobre las vendas de piel
Con la música rota
Bajo el Maldonado por el D
En el D por Palermo en
Santa Fe
En Pueyrredón
Se abre a Medicina
Callao Tribunales Obelisco
Catedral y el bajo
Hasta Carrasco
Por el subfluvial de Jorge
Macri
Y sigue y sigue a Maldonado
Puestos de churros y
parrillas
Pizzerías y almacenes
Porro de menta y chocolate
Para la quincena kermés
A las mansas playas
Llega en el Subte D la
criollada
Con la heladerita
Y el mate.
Churro de churro relleno
ego trip
En la vereda del bar de Florida sentados afuera Teresa, Hugo y Mariano. Luis escupía papafritas. Nadie notaba el puesto de churros al lado de kiosco de enfrente y le pedí tres con baño de chocolate rellenos con piedritas de turrón de Flandria, y cuando me senté hice el gesto de pinchado para un agua con gas. Luis Thonis se paró y cruzó hacia el puesto, Mariano se pidió un Cynar con agua tónica con baldecito de hielo, Hugo un completo con pan flauta y birra que comía despacito e inclinado, jamás comentaría de Sánchez, ni un comentario que Hugo hizo de Leónidas, Teresa su cafecito apoyado en la mesa fuera del plato había llegado antes. Les pregunté si daba para fumarme un Himalaya y animados pasamos hasta que nos pedimos las llaves del bar para dormir sobre las mesas por turnos a la luna con mis armónicas, se acercó Bértola con duchas y piletas, gente, voces y fiestas con piernitas que Teresa enroscaba con espumamte y tling. Feliz año. Había mucho ruido para mis cumparcitas pero el viento del río y mi corazón me hacían organitos de chamamés tchaicovskis muy suaves.
Tiras de criptografía en el
horizonte de los sucesos
En el laboratorio oscuro se mueven y transmiten en los nanotubos conectables, y así van los subidores y cloaqueríos de documentos de la estación espacial a la que se entra por el ascensor de grafeno con álgebra booleana a sumarse como hormigas chinas negras, silenciosas, brillan, todas acarrean detritos en turnos de ocho horas de baños luz. Los caracteres hacen sus retruécanos y buscamos sus corredores de gusano para poner quejas de agua fría en el tinglado del viento espacial que mueven los busardos gravitadores de los cinturones de Van Halen. Todos tenemos que contribuir, repito, la colectividad desnuda con máquinas de coser criptografía Singer, y el mate discreto y mirada a rosas por la calma de la costa que sopla, y mueve, y otro poco. Somos muchos y buenos, y estamos solos y bingos correveidiles al del otro lado de la puerta en la estación sin fotones de electricidad ni internet, sino con tiras movibles de silicio actualizada en el horizonte de los acontecimientos, por la autopista del desierto azul, donde el espectáculo de las civilizaciones no llega a atardecer, ni hay fuego que mirar para aquietarse. Tenemos que redactar en triguitos y serpientes de caracteres Lao porque los carniceros de escritores allá en la morgue de Gumptar son la ruina y lápida de la civilización con parrilla de bufos y demenciales ruidos ambiente.
Los medidores
atómicos del grafeno hacen clips booleanos a la punta de mi birome en órbita, mis
Graphs sin fotones ni electricidad, con cursores de silicio en el tapiz de la
vía obrera de folklores endogámico se tocan en las puntas frente al Pasaje de
Drake, rodeados de presencias y roces y transportes con turistas del continente
donde dobla el camino a la costa del Cabo de Hornos con playa. Hay que acercarle
un bondi a Juan Terranova que viene con sus chismes geopolíticos de la Antártida
y brindarle un bar de sanguchitos y todo en los los murallones de Ushuaia, como
Escocia, Noruega y Svalvard.
Que se corran las gordas
Las argentinas de nado sincronizado
riman juntas en la goma de la piletita al costado del dedo batutita del
Príncipe Alberto de Mónacos II.
Y se lanzan. Hacen hélice uniendo los
pies, rotan a calamar spiedo y se arman como tinglado ruso y arreglan las
cañerías del ascensor de grafeno subiendo con sus figuras troqueladas
trepadoras, su gimnasia es un método que copian los mecanismos para mover
basura de órbita baja y los piques y frenos con techito de cedro azul de las
casas de don Tesla García que nos procuró allá arriba y nos dan reparo. Las casas
Kandinsky que hizo en el Ipad mientras esperábamos su disco son azules y los
primeros humanos del reverbero azul para las prácticas del sonido del sistema ya
han llegado y son mujeres florentinas y de Trieste.
Me
cansé de escribir
Como
una mosca con huevos
Frenético
Y
el psicoanalista contesta
No
es verdad, que multiplico las moscas
Y
los ojos se exponencian de sed de
¡Mierda!
Contesto
ya sé
Pero
no los dejo mirar
Con
la marea del poché izquierdo
Bajo
busarda
Escribiendo
en el teléfono
Con
mi dedo índice izquierdo
de
momio