15.1.24

Conchalbos ventosos, por Santiago Armando

 

Mucho Viagra, traigan

Que llegó el Tren de Aragua

Esto no es un poema

Esto no es un autor

Esto va por las pajitas de laucha

En la Faz del Creador

 

La artista plástica Dulciora pimta

En el Tango 01 a la Antartida

Los flajtazos de Velázquez

Y los conchalbos de Fátima

 

Y Forro e’ Viagra

Y Ensalá de Bagre

Comen Sushi Pessoa

Del piloto de Charlie

De Constituyentes y Biafra

En Matasamoas

 

Como el Egipto antiguo al revés

En el alto las serpientes

En el bajo las águilas

Con el corte

De la cordillera

Con los desfiladeros cimitarras

De la Antártida

 

Durante el verano

Alquilan en lo de mi vecino

Un montón de gentes

Pero lo que las distingue

Es la alarmita de correcamunos

Del Toyota Ethios.

Estos de ahora

Hacen asado

De goma quemada

Y no puedo salir a la terraza.

 

Uniendo El Maldonado

A Alfredo Zitarrosa

 

Carefree  de orto en el barbijo

Voy cantando en el D

todos ponen cinco lucas

Para mi terreno en Epuyén.

 

Las armónicas góticas

Sobre las vendas de piel

Con la música rota

Bajo el Maldonado por el D

 

En el D por Palermo en Santa Fe

En Pueyrredón

Se abre a Medicina

Callao Tribunales Obelisco

Catedral y el bajo

Hasta Carrasco

Por el subfluvial de Jorge Macri

Y sigue y sigue a Maldonado

 

Puestos de churros y parrillas

Pizzerías y almacenes

Porro de menta y chocolate

Para la quincena kermés

 

A las mansas playas

Llega en el Subte D la criollada

Con la heladerita

Y el mate.

 

* 

 

Churro de churro relleno ego trip

En la vereda del bar de Florida sentados afuera Teresa, Hugo y Mariano. Luis escupía papafritas. Nadie notaba el puesto de churros al lado de kiosco de enfrente y le pedí tres con baño de chocolate rellenos con piedritas de turrón de Flandria, y cuando me senté hice el gesto de pinchado para un agua con gas. Luis Thonis se paró y cruzó hacia el puesto, Mariano se pidió un Cynar con agua tónica con baldecito de hielo, Hugo un completo con pan flauta y birra que comía despacito e inclinado, jamás comentaría de Sánchez, ni un comentario que Hugo hizo de Leónidas, Teresa su cafecito apoyado en la mesa fuera del plato había llegado antes. Les pregunté si daba para fumarme un Himalaya y animados pasamos hasta que nos pedimos las llaves del bar para dormir sobre las mesas por turnos a la luna con mis armónicas, se acercó Bértola con duchas y piletas, gente, voces y fiestas con piernitas que Teresa enroscaba con espumamte y tling. Feliz año. Había mucho ruido para mis cumparcitas pero el viento del río y mi corazón me hacían organitos de chamamés tchaicovskis muy suaves.

 

Tiras de criptografía en el horizonte de los sucesos

 A Julio Navarro

En el laboratorio oscuro se mueven y transmiten en los nanotubos conectables, y así van los subidores y cloaqueríos de documentos de la estación espacial a la que se entra por el ascensor de grafeno con álgebra booleana a sumarse como hormigas chinas negras, silenciosas, brillan, todas acarrean detritos en turnos de ocho horas de baños luz. Los caracteres hacen sus retruécanos y buscamos sus corredores de gusano para poner quejas de agua fría en el tinglado del viento espacial que mueven los busardos gravitadores de los cinturones de Van Halen. Todos tenemos que contribuir, repito, la colectividad desnuda con máquinas de coser criptografía Singer, y el mate discreto y mirada a rosas por la calma de la costa que sopla, y mueve, y otro poco. Somos muchos y buenos, y estamos solos y bingos  correveidiles al del otro lado de la puerta en la estación sin fotones de electricidad ni internet, sino con tiras movibles de silicio actualizada en el horizonte de los acontecimientos, por la autopista del desierto azul, donde el espectáculo de las civilizaciones no llega a atardecer, ni hay fuego que mirar para aquietarse. Tenemos que redactar en triguitos y serpientes de caracteres Lao porque los carniceros de escritores allá en la morgue de Gumptar son la ruina y lápida de la civilización con parrilla de bufos y demenciales ruidos ambiente.

Los medidores atómicos del grafeno hacen clips booleanos a la punta de mi birome en órbita, mis Graphs sin fotones ni electricidad, con cursores de silicio en el tapiz de la vía obrera de folklores endogámico se tocan en las puntas frente al Pasaje de Drake, rodeados de presencias y roces y transportes con turistas del continente donde dobla el camino a la costa del Cabo de Hornos con playa. Hay que acercarle un bondi a Juan Terranova que viene con sus chismes geopolíticos de la Antártida y brindarle un bar de sanguchitos y todo en los los murallones de Ushuaia, como Escocia, Noruega y Svalvard.

 

Que se corran las gordas

Las argentinas de nado sincronizado riman juntas en la goma de la piletita al costado del dedo batutita del Príncipe Alberto de Mónacos II.

Y se lanzan. Hacen hélice uniendo los pies, rotan a calamar spiedo y se arman como tinglado ruso y arreglan las cañerías del ascensor de grafeno subiendo con sus figuras troqueladas trepadoras, su gimnasia es un método que copian los mecanismos para mover basura de órbita baja y los piques y frenos con techito de cedro azul de las casas de don Tesla García que nos procuró allá arriba y nos dan reparo. Las casas Kandinsky que hizo en el Ipad mientras esperábamos su disco son azules y los primeros humanos del reverbero azul para las prácticas del sonido del sistema ya han llegado y son mujeres florentinas y de Trieste.

 

Me cansé de escribir

Como una mosca con huevos

Frenético

Y el psicoanalista contesta

No es verdad, que multiplico las moscas

Y los ojos se exponencian de sed de

¡Mierda!

Contesto ya sé

Pero no los dejo mirar

Con la marea del poché izquierdo

Bajo busarda

Escribiendo en el teléfono

Con mi dedo índice izquierdo

de momio