25.6.24

Fotos reveladas, por Cecilia Bainotto

 

Muchas veces lo que se escribe está tergiversado. Dictados de recuerdos desviados por eso de sublimar. Y no debería ser así. No se puede escribir debajo de un camuflaje, al menos un poema no se puede. Un cuento es diferente, se inventa una historia, se les da voz a los personajes y resulta más fácil cuando no se cae en lo autobiográfico. Con la poesía es casi suicidarse por la exposición, por la interpretación injuriosa o morbosa.

 

Grandes son los que se animan en serio y no hay disección entre lo que viven y lo que escriben. El lector se asombra o permanece en silencio o arriesga un murmullo porque no hay palabras que pronunciar ante ese pedazo de vida en el asador.

 

Como siempre, es tarde. La mitad de las cosas por hacer y algunas líneas que empiezan con las primeras letras aprendidas.

 

Sonidos que se emitían con la naturalidad de un juego y dibujos en cuadernos que no tenían ningún sentido  

 

 

CON VOCALES

 

Amaré

en Assan

Amingá

o Alejandría

Atardecer,

amante de arroz

Adiós albo,

 amanecer

de azucena azul

 

 

Estrellas

estremecen

el espacio

Errantes

escriben

epitafios

 

Iludidos

En inclusas,

instructores ideáticos

infringen

infundios infantes

En iglesias,

impenitentes impiadosos

incardinan

incautos

Ignotos

imploran iludidos

 

 

Óbitos

onomásticos

ordenan oropeles

 y oraciones oportunas

Oráculos ¡Oren!

os oyen

obedientes

en orillas.

 

Ultrajan

usía

usa ucases y uncias

ujier

urajea

unidos

ultrajan

en umbrales umbríos

 

CON TODAS LAS LETRAS

 

Revuelvo el café y la cuchara dibuja círculos sobre la espuma. Mientras tanto me cuenta. Suficientes y pocas palabras… hasta que pone en la vidriera un Best Seller de poca monta y lo vende con otros saldos.  

Quedo descolocada.

–Eso tiene que estar adentro –le recrimino.

“Exceso de stand-up.”

Algo se cruza en la complicidad.

“Mañana será otro día”, me dice mi interna suelta de cuerpo.

Cierro el negocio.

“Sí, será otro día”, pienso en absoluto silencio.

Apago el teléfono.

 

 

SUR

 

Se siente el placer de la quietud. Una línea de largada para la acción que no tiene hora. 

El mar que aparece en tramos está calmo igual que el desierto.

Pero todo despierta en segundos en la Patagonia. Como si el azar fuera el hacedor de los fuegos fatuos, de los avestruces que corren detrás de un alambrado abierto al camino hacia una estancia, de los vientos imbatibles, de la dispersión de las ovejas, de un hombre a caballo en la banquina de la ruta, del ómnibus que lleva obreros a los pozos de petróleo o de arañas que corren de una orilla a la otra del asfalto y de nuevo, una oveja degollada con intención o sin ella: será el plato de comida para la tropa.

 La gente conoce la sed improvisada de esa llanura extensa. Conoce también los cielos diáfanos y las nevadas, que son castigo o paisaje. La percepción se alinea con la ubicación. 

Todo pasa en un desvelo en la Patagonia mientras se regula la calefacción en el interior de un automóvil y el mensaje replicado de alguien que espera apostado temblando de frío en la tranquera. Bajo el vidrio.

¿Adónde va?

–Donde Morales (inconfundible habla chilena que antepone el adverbio de lugar al posesivo o complemento).

–Suba, lo invito.

Durante el trayecto de unos veinte kilómetros hacia “donde Morales” pienso en “los condenados de la tierra” y en la domesticación de más de diez mil años de las ovejas. Pero el hombre me dijo que su vida no la cambiaba por otra.

“Asimilación por costumbre” sin entrar en detalles.

 

CARTA A UN POETA

 

¡Ah! El nombre de la ciudad en la que has nacido te antecede por unos años, con la fuerza de su significación y su sentido. Este último tan subversivo e ilegible que nadie, NADIE puede con él. Solo un proyectil o el veneno.

De allí esa reconstrucción de axilas, un arma y el chapoteo en sangre de una parte del cuerpo o esa transacción que compra y vende en cualquiera de los ismos. Liberación para una parte de ese pueblo y para otros no. Tu (vos, voz) conoce lo que no está registrado en ningún récord. Si continuara la ilación en algún momento me gustaría escuchar de primera fuente que fue "aquello".

Para afianzar épicas heroicas o aventarlas, definitivamente. Si la sopa Campbell, si el oso viejo, si la estrambótica orquesta coreana, si el swap o el yuan. Welcome to home daddy en todos los idiomas after the war.

La humanidad se perdió hace rato en los trenes cargados, en los cementerios de agua - aquí lo vivimos cuando caían muñequitos dormidos desde los aviones- y culmino en el hombre que no encuentra puertas de salida en el globo terráqueo. Desde el absurdo o el espanto para comenzar cada día con cuatro horas de diferencia.  El pesimismo vital es un atajo.

 

P.D: Tu sombra... ajena, enemiga y cercana. Bueno que puedas rasgarla desde el arte. Darle carne al simulacro y cortar extremidades molestas.

 

INVENTARIO

 

La mañana, la tarde, la noche, la siesta.

Mate, café y cigarrillos.

Que Poe, que Aira, que Sánchez y Laiseca

Todos impecables en usados y la mar en coche.

Que el perro, que las plantas, que la gata y las milanesas.

Cotidianos.

Que las terrazas, que la pileta, que el baño y los pisos alfombrados.

Cosas que nos gustaban.

Que la corrección, que la edición, que tu poesía para levantar una tropa

y tu prosa elegante para tapa.

“Pueden ser comics” decías.

No recuerdo lo que yo decía, pero si recuerdo los detalles. 

Me olvidaba.

Los cielos del paisaje también forman parte.

 

REPORTE

 

Hay personas, las mayorcitas, sobre todo, que hibernan. Pasan a llamarse Miex o Miseñora.  Archivan el juego.  El ascenso que se permiten – quienes pueden hacerlo- es en aviones para sacar fotos. Luego compiten por cantidad de fotos y por cuál dolor de huesos es más fuerte.

No es el caso de Silvia ávida de novedades, ni el de Carlos en apuestas permanentes, ni el de Liliana que practica acrobacias con telas, o el de Alicia que actúa sobre escenarios.    Cuatro - que no son de copas -   para el “Club de la pelea”. Han hecho un pacto con el último minuto de vida -activa-.

 

La persona que usted busca no está disponible en este momento.  

El número al que usted llama no se encuentra en el área de cobertura.  

No se puede establecer la comunicación solicitada. 

La persona que usted busca no está disponible en este momento. 

El número al que usted llama…

 

La grabación sigue intermitente. 

¿Estará muerta?

“Mejor pensar lo peor que para lo mejor hay tiempo”

 

LOS BUSCADORES

 

“No hay una sección de extravíos y hallazgos para los sueños y los destinos. Un lugar, una especie de Rastro celeste, de entrecielo…”

Viaje al fondo de una calle y otras páginas, Enrique González Tuñón.  

 

Esta mañana salí muy temprano para hacer un trámite; largo, bancario, insoportable y presencial. Con la mirada vacuna, la cabeza viaja hacia el tiempo que se fue o imagino el que vendrá.

Así es como esta mañana recordé a un amigo que quiere viajar a Santiago del Estero, busca sentir en sus manos lo que es el verdadero trabajo.  Él tiene conciencia de clase social media alta y vive en un barrio cerrado del norte del Conurbano. Cuando lo escucho me dan ganas de convertirme en funámbula.

Recordé también a una amiga que canceló por tres veces su vuelo a Sídney donde vive hace más de veinte años. El amor por un minino la tiene loca y busca personas con curriculums inmejorables que quieran adoptar a la mascota.  Cada postergación es un débito a su saldo por multa y también una nueva monserga telefónica. Mientras, el gato feliz corre por la casa como un caballito en miniatura.

Y entre el espinel de pensamientos apareció un amigo en Facebook con quien mantenemos fluida conversa. "Estoy ansioso" me dijo. "Pasa que quiero que salgan los padrones electorales para encontrar a esa chica de Río Negro a la que nunca más vi".

Otro amigo busca   a una catalana que perdió en el Messenger. Ignoro cuál es el método de la búsqueda

Una amiga sigue atenta a las señales de los sueños y exégeta de palabras que se dicen en una charla, por si alguien nombra al "caballero soñado".

Por mi parte, meses atrás, quise ubicar a un viejo más que amigo, en una agencia de lotería patagónica ¿Acaso no has escuchado de que " Encontrar a alguien es una lotería”?

 Al menos así decía la gente de antes.

Mi interés se desvaneció un poco cuando comenzó el devaneo con los números telefónicos. Existe gente que no usa las redes y él pertenecerá a ese grupo.  

El contratiempo de la mañana fue tomar un micro hacia el centro de la ciudad y al llegar a la estación terminal todos los pasajeros aplaudieron. La pericia de un piloto, después de quince horas de vuelo, aterrizando en una pista mínima sin señales de seguridad. Una flota muy destartalada tiene la ciudad y llegar es una aventura con olor a gasoil y volantazos.

Entre todos esos pensamientos deshilvanados transcurrieron algunas horas y el trámite se hizo menos insoportable. Reí para adentro y para afuera y la gente se paseaba en nubes rosas y celestes ensayando con carrozas   algún carnaval. Mientras escribo

  pienso que puede ser borrador de un cuentito reversionado de " Indiana Jones y los cazadores del arca perdida”.

En estos momentos y por mensaje, el amigo que buscará en el padrón me cuenta de sus neuralgias dentarias.   " Seguís ansioso", le respondo.  

De regreso a casa visité a mi tía. El almuerzo en un restaurant cercano es una ceremonia frecuente.

Y entre bocado va y bocado viene, ella come pastas y yo filete de merluza frito, me dice que está preocupada porque no encuentra su gorro de marta cibelina. El gorro de marta   era de su madre, mi abuela Ana.

- Ese que usaba cuando íbamos al cine Broadway.  “A pleno sol" o "Historia de una monja", ¿te acordàs? ¡qué películas!  Eras muy chica.

- Sí tía. Claro que lo recuerdo. Te quedaba muy lindo.

Y bajé los ojos para que no me los viera.

Después de los helados pagamos la cuenta. Caminamos las pocas cuadras hasta el departamento de mi tía. El suelo era un imàn para mi mirada.  Y de pronto descubro una carta de la baraja española. Un desconocido había perdido la mejor carta. La recojo de la vereda. Justo para el truco de la noche ¿o dulce? No, no era Hallowen.

 Un giro azaroso me revelaba algo esa mañana. Alguien extravió o tiró de bronca una carta de la baraja cerca del cordón de la vereda por la pérdida en un juego de naipes.

En cambio ese descubrimiento, es para mí, presagio de buena suerte. Así las cosas, en esta arqueología del tiempo.