No para el tiempo, sino pasa; muere
la imagen de sí, que a lo que pasa
aspira
a conservar igual a su mentira.
No para el tiempo; a su placer se
adhiere.
Ni lleva al alma, que de sí difiere,
sino al sitio diverso en que se
mira.
El lugar de que el alma se retira
es el que el hueco de la muerte
adquiere.
Tan pronto como el alma el cambio
habita,
no la abandona el cambio en lo que
deja
ni de la vida incierta la separa;
se aventura y su riesgo sólo imita
al tiempo entonces su razón
perpleja,
pues goza la razón, más no se para.
Tomado de: Poemas y ensayos,
México, UNAM, 1964.-