23.6.12
El pasado irreal, por Jorge Quiroga
11
¿Qué ve que nosotros
no vemos?
detenida en el pasillo
(está como queriendo decir algo
que ignoramos qué es)
Un rictus en la mirada
se empaca
y tiene un estremecimiento
que hay que calmar.
12
A la orilla
la pequeña Sofía
juega en la arena
barrosa.
El mundo se reduce
a esos hechos
sus dedos vacilan
en el charco turbio
manchando su cuerpo
que se enlaza.
13
El abuelo presiente
hay cosas que se caen
prepara su brasa con lentitud,
(ordena las fotos
ceremoniosamente,
cumple años)
De madrugada regó las plantas
de la quinta
y anduvo entre los zapallos
El viejo se protege la cabeza
al reparo
del árbol.
14
El retrato está guardado
en algún lugar de los cajones,
mezclado con cuadernos
y tarjetas.
en ese momento nos olvidamos
pero en el invierno
pensamos recobrarlo,
nada más que un instante
el imprescindible
para que el tiempo
haga fluir su existencia,
entonces el hilo se deshace
y se entra
en los recuerdos
que ese boleto de colectivo
o la postal desatinada
de una época incierta
condensan en una letra
minúscula.
La incredulidad
de gente extraviada
esos antiguos retratos
de los que se olvidan los rostros,
o las circunstancias que permanecen.
15
El maestro insólito
se asoma a la entrada
de la secretaría.
Por miedo no se anima
a saludar
(tiene una mirada huidiza)
ronda y entonces
rápidamente sale
dicen que
apenas lo supo, sufrió
ya no hay ningún compañero,
solo el ordenanza
aguarda lo que estaba allí.
16
Desaparecen en el desorden
nunca las voy a encontrar,
tropiezan,
disueltas en la nada.
(las cosas que se escabullen
de la mano
se arrojan el vacío
y no se las encuentra,
se apartan de nosotros
en un estante
o en algún sitio
están
es cuestión de postergar
un día mas y ya se
mostrarán
como si se hubieran diluido.
17
Del hombro
como si murmurara
es llevado
entre la muchedumbre
que lo abriga.
18
La luna del espejo
de la cómoda
refleja estrías del toldo
que a esa hora del alba
deja entrar la luz
que se difunde en la pieza
Será una jornada de fin de verano,
un poco calurosa y húmeda,
ya se escuchan los movimientos
y ruidos de la calle.
Ningún preparativo
se advierte en la casa,
los automóviles cruzan
el asfalto
Sobre la biblioteca se destaca
una pila de libros
el cristal del espejo
algo empañado
refleja levemente la claridad.
19
Envuelta en un cuerpo
duro, color café
laminado, la semilla
cabe en un puño
estamos debajo del aromo
que nos da sombra.
Apenas llegamos
vimos flores amarillas
silvestres
en el surco,
y el río se confunde con el pasto,
juntamos semillas
esparcidas por el suelo,
algunas chicas
otras muy bruñidas
y otras que no cayeron
al piso.
El día está nublado,
a veces pensamos
qué tenemos tiempo
para recorrer las barrancas
cortadas a pique
de las que se baja
por escaleritas empinadas
de piedra
y más allá una vegetación
visible.
20
La desolación de la vida
eso es lo que no quiero.
Un golpe
en vano pasó,
aunque el dolor pronto se olvida.
Los restos tienen
una fuerte atracción
sobre el pasado
que cae sobre nosotros
21
La familia solo quedó en hilachas
Los hermanos
no esperan en el ventanal
durante el frío invierno.
del palomar y las cañas
La infancia se elude,
el viaje los separó definitivamente.
y nada se dicen
Uno y los demás mareados
Alimentando
Esa condición simple,
cuando nuestra casa
se cierra en el olvido.
22
Se cortan, y hay voces
que visitamos
despacio.
Existe porque no es
simultáneo,
atrás, aquello que se nos fue,
y sin embargo
está guardado.
23
Un hombre sin futuro,
los ritmos se acumulan
y no poseen el mismo significado
ahora.
Se distraen y lo alertan
confunden las situaciones
sonríen.
(No saben que estaba )
mientras tanto
se dirige lentamente al bar
bullicioso de los peruanos,
casi no puede llegar
se abraza y toca con los dedos
las paredes.
24
En los cajones
hay sitios ignorados
que nadie se atreve a revisar
. instantes ajados
que el tiempo deteriora
Cuando los volvemos frecuentar
es como si una sorpresa
tardase en sobreponerse,
luces que se fugan,
rincones inciertos
es mejor clausurarlos
para que sigan manteniendo el secreto
de historias interrumpidas
Son conmociones ocultas
que no alcanzan su sino
cuerpos velados
que vagan en el cielo
adormecidos y temblando
con el miedo en la boca
tal como si un pedido fuera suficiente.
25
Los pájaros se le acercan
hasta donde ella está sentada
le requieren auxilio.
Entonces los repone.
Ellos la guían por el corredor,
La llevan al río,
piando la conducen
entre las plantas.
Siempre la vuelven a buscar
al filo del tiempo,
en ese instante denso
donde la suerte se hila
y se desprende
casi no puede negarse.
26
El dolor es haber permitido
que la infancia se fuera
en seres ignorados
y repetir idénticas frases, pronunciando
palabras dichosas.
Una mujer las une
expresando lo ya vivido,
lo que sobrevive.
27
En aquel cuarto
ya no cumple
el sosiego.
La pared blanca
detrás suyo
está intacta.
Hay un silencio
o una frecuencia de sonidos
que no saben simular.
rendido en la baranda
del puente
un hombre piensa.
28
Los pájaros beben ilusionados
como si pasara el último minuto
en el piso del Parque España
dejaron una migaja
29
Cuando corre apurada
mojándose
sus movimientos continúan,
se fugan.
30
La imagen no se corresponde
con el que conocí,
su piel está herida
y me mira
con indiferencia,
entrecierra los ojos
y no emite señales,
como si volviese
de un largo sueño.
después se va
y todo se reanuda
31
Se inclina y se balancea
levantando
el cuerpo desnudo
y la pared
del hospital
destaca sus roces
obsesivos,
obteniendo lo que desea
en la cama de sábanas blancas
con agobio,
mansamente.
32
El borde del escalón del andén
se pierde
la mano abrazando
los huesos del costado.
(La terraza de baldosas rojas
en la siesta de la calle Urquiza)
Las ramas y la ventana
el verano,
una salida postergada.
33
Los muebles de la pieza
están arrumbados
y por la luna del ropero
(o el espejo de la cómoda)
pasarán destellos.
El roble ha soportado
noches y días
y una vigilia profunda
de seres
que la lluvia siembra
en la avenida.
No se cambian de lugar
donde se los ha instalado,
como si fueran
el refugio,
el adiós.
Nunca volverán a su sitio
desaparecen en la bruma
de los que partiendo
se olvidan de sí.
34
El hombre que sobrevive
sale
sin percibir detalles innecesarios.
Por lo que se entiende
o ayuda.
Lleva huellas
en su semblante.
Como el negativo de una foto
el rostro se detiene
y queda negro y fijo.
35
Casi no sabe nada
su vida pende de una palabra
que no fue dicha.
Se retuerce
pegado a su indecisión
Por una hendija
la brevedad silenciosa
cruza en la luz encendida.